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Victoria y Dámaso: el último juego del valle
El amanecer trajo promesas falsas al Valle Salvaje. Entre sus sombras, Victoria se prepara para enfrentarse a su pasado más oscuro: un secreto firmado con tinta y miedo, y un enemigo que conoce cada una de sus debilidades. Dámaso ha vuelto, decidido a derrumbar la Casa Grande piedra por piedra, y solo José Luis parece entender que el peligro no está en las armas, sino en las verdades que comienzan a salir a la luz.
Confesiones inesperadas, alianzas ro ...
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Victoria y Dámaso: el último juego del valle
El amanecer trajo promesas falsas al Valle Salvaje. Entre sus sombras, Victoria se prepara para enfrentarse a su pasado más oscuro: un secreto firmado con tinta y miedo, y un enemigo que conoce cada una de sus debilidades. Dámaso ha vuelto, decidido a derrumbar la Casa Grande piedra por piedra, y solo José Luis parece entender que el peligro no está en las armas, sino en las verdades que comienzan a salir a la luz.
Confesiones inesperadas, alianzas ro ...
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00:00Victoria y Damaso. El último juego del valle. El amanecer trajo promesas falsas al valle salvaje.
00:13Entre sus sombras, Victoria se prepara para enfrentarse a su pasado más oscuro. Un secreto
00:20firmado con tinta y miedo, y un enemigo que conoce cada una de sus debilidades.
00:24Damaso ha vuelto, decidido a derrumbar la casa grande piedra por piedra, y solo José
00:32Luis parece entender que el peligro no está en las armas, sino en las verdades que comienzan
00:37a salir a la luz. Confesiones inesperadas, alianzas rotas, cartas incendiadas y una traición que se
00:45convierte en redención marcarán un día en que la justicia y el amor caminan juntos por primera vez.
00:51¿Podrá Victoria liberarse de sus fantasmas sin perderlo todo? ¿O el valle cobrará, una vez más,
00:58el precio del silencio? El amanecer cayó sobre el valle con un brillo engañoso. Un oro pálido que
01:06parecía prometer calma, pero que solo servía para resaltar las aristas del miedo. En la casa grande,
01:14los criados caminaban en puntas de pie, como si el mármol pudiera delatar sus pensamientos.
01:22Nadie se atrevía a pronunciar el nombre prohibido. Damasó, en voz alta, aunque era el único que
01:28ocupaba todas las bocas. Mercedes sostenía una taza de café que ya no humeaba. Matilde,
01:36con el cabello recogido a prisa, había pasado la noche en vela. Y Victoria, Victoria había dormido
01:44mal y despertó peor. La fuente del jardín le devolvió un rostro tenso, casi ajeno, con un brillo
01:50desesperado en los ojos. Hoy, se dijo, hoy se termina. Lo pensó como quien recita una plegaria
01:59y lo repitió como se apoya un puñal sobre la mesa. Si José Luis ya no actuaba por ella,
02:06si nadie quería seguir sus órdenes, tendría que hacerlo sola. Haría lo que fuera. Y lo pensó con
02:14esa frialdad oscura que le nacía cuando el orgullo la hería. Para librarse de ese hombre que conocía
02:20demasiadas puertas secretas de su pasado. Un pasado que olía a cartas escondidas, a una firma
02:27falsificada, a un acuerdo hecho cuando el miedo todavía dictaba su modo de caminar.
02:33En otra ala de la mansión, José Luis se anudó la corbata con la serenidad que solo precede a las
02:39batallas planificadas. Tenía la mandíbula dura, las manos precisas, por dentro, un río de decisiones
02:48corría con una cadencia que no admitía interrupciones. La noticia de la Santa Hermandad había sacudido a
02:55todos. Luisa se había declarado culpable del robo de la talla, y el documento, con su firma,
03:02dormía ya en una carpeta sellada. Un sacrificio inútil, habían murmurado algunos, una locura, había
03:11dicho Mercedes. Solo José Luis, mirando por la ventana hacia la línea de chopos, supo leer entre
03:19sombras. A veces, para encender una luz, hay que apagar otra. Hoy nadie mueve una pieza sin que yo
03:27lo sepa. Le dijo Alejo, que lo aguardaba en el zaguán con el sombrero en la mano y la inquietud
03:32en los ojos. Recuerda lo que te pedí. Alejo asintió. La reconciliación con José Luis había
03:40sido tan silenciosa como los grandes pactos. Sin apretón de manos, sin promesas dichas. Bastó un
03:48estás de vuelta, y un no te fallaré. A partir de ahí, ambos supieron que el plan, ese plan que tejían
03:58desde tiempo atrás, incluso cuando parecía que se odiaban. Ya estaba maduro. La mañana también
04:06alcanzó los establos, donde Amadeo contó tres pasos antes de golpear la pared con los nudillos.
04:13Todo en él era contención. Los hombros rectos, la voz modulada. Pero por dentro sentía el filo de
04:19las palabras de Isabel de la noche anterior. Si supieras quién soy de verdad, no me mirarías igual.
04:25¿Quién podía ser esa mujer que, a veces, reía como una joven a punto de descubrir el mundo y,
04:33otras, se encogía como si el mundo la hubiera descubierto a ella demasiado pronto? La buscó
04:39con la urgencia de un niño que teme perder la cometa en el primer viento fuerte. Isabel no quiso
04:46bajar al desayuno. Escribía con letra pequeña en un cuaderno gastado. Nombres, fechas, la ciudad que
04:53abandonó, la carta que nunca contestó. Había temido tanto, durante años, que la verdad la
05:00volviera impresentable a los ojos del amor, que no se percató de que aquel amor la miraba
05:05reconociéndola incluso antes de conocerla del todo. Si él supiera, volvió a escribir. Y la pluma se detuvo,
05:14porque, si algo había aprendido en ese valle, era que la mentira, a la larga, se vuelve extranjera
05:20hasta en la propia casa. Más allá del río, hirviéndose con su soberbia habitual, el carruaje
05:28de Damaso cruzaba el puente con una rueda que crujía como una risa discreta. Su sonrisa era
05:36suave y calculada. Sabía colocar las palabras como alfileres invisibles. Había dejado caer,
05:44ante don Hernando, ese comentario envenenado, sobre las cuentas del palacio, sobre una transferencia
05:51hecha la noche de la desaparición de Tomás, sobre una carta cuyo remitente se parecía demasiado al
05:56de la duquesa. Y había visto, con fruición contenida, como el rostro del duque se ensombrecía
06:02apenas un tono. Un tono era suficiente. A veces, lo sabía bien, la sospecha performa el crimen antes
06:10de que éste exista. Hoy la casa se cae, dijo para sí, acomodándose los puños. Y cuando se caiga,
06:20yo estaré de pie en el centro. En el despacho principal, don Hernando recibía informes con
06:27la parsimonia de quien ha llevado la vida como una guerra de asedios largos. Habló de Burgos,
06:34de la boda de Leonardo e Irene, de ese viaje que había que emprender antes de que la conversación
06:39del valle, siempre indiscreta, convirtiera su apellido en un tema de sobremesa.
06:47Leonardo, encorvado sobre el dosel de la puerta, escuchó conteniendo el respiro. Temía la obediencia
06:53más que al pecado. Irene, en cambio, pensaba en otro miedo. Las palabras de Bárbara, la única que le
07:02hablaba como a una hermana mayor, le latían en la sien. Aléjate de él por tu bien. Y si su bien no
07:09podía alejarse de él, aunque lo intentara. La casa grande alzó, entonces, su telón de terremotos.
07:18Victoria irrumpió en el vestíbulo sin esperar que nadie la anunciara. El color del vestido era un
07:25desafío, una flor roja abierta de golpe en un jardín de prudencias. Llevaba un gesto altivo,
07:34pero en la comisura de la boca se le había clavado algo parecido al pánico.
07:40José Luis, dijo, y el nombre le salió con ese tono que mezcla la súplica y el orden.
07:45Ha llegado la hora. No quiero que ese hombre siga respirando el aire de este valle.
07:54Haz lo que debas. José Luis la sostuvo con la mirada. Los ojos del duque eran un espejo que
08:00devolvía una imagen en la que Victoria apenas quiso reconocerse. Estaba cansado de arreglar sus
08:06incendios. Y sin embargo, en el fondo de esa extenuación, había un resabio de lealtad antigua,
08:12de esa llama que solo se apaga cuando el orgullo la ahoga con ambas manos.
08:18Ya lo estoy haciendo. Dijo. ¿Qué? Victoria parpadeó. Confiar no es ordenarme. Respondió él,
08:27y se apartó suavemente. Ella avanzó un paso, dispuesta a decirle que confiaba cuando tenía
08:34los asuntos controlados, que confiaba como quien delega la limpieza de una habitación donde no quiere
08:39entrar. No alcanzó a hablar. Un criado atravesó el zaguán con las manos temblorosas. Señor. La
08:48santa hermandad pide verlo en la capilla. Han traído. Han traído la talla. Balbuceó. Y piden a
08:56la señora Mercedes. A la señora Matilde también. La talla. Repitió Matilde. Y la palabra la atravesó
09:05con un recuerdo que olía a madera vieja, a promesas. Todos se movieron como agua arrastrada
09:12por la gravedad. El corredor condujo a la capilla, la capilla a un altar, el altar a una madera de
09:18rostro manso. La talla se posó donde pertenecía, y un murmullo de alivio recorrió a los menos culpables.
09:26A los otros, les abrió una inquietud nueva. ¿Quién la devolvió? Preguntó Mercedes. El
09:34capitán de la hermandad. Un hombre seco, con la barba peinada hacia la seriedad, no respondió de
09:40inmediato. Abrió un papel. Una confesión firmada. La señora Luisa. Ya lo sabemos, pensaron muchos.
09:48Pero el capitán prosiguió, y una carta adjunta. Yo, Luisa, declaro culpabilidad para que el verdadero
09:58culpable se confíe. Solo así podrá atraparlo quien está en condiciones de hacerlo. Sellada con
10:05un anillo que, según se me informa, pertenece al duque. O más bien, alzó los ojos hacia José Luis,
10:13a un duplicado del anillo del duque, con una muesca interna. Los murmullos cambiaron de color.
10:22José Luis dio un paso. Alejo, en la última fila, apretó el sombrero contra el pecho.
10:30Matilde miró a Mercedes, que empezaba a entender. Capitán, dijo el duque, continúe.
10:37Han detenido a dos criados del palacio del marqués por receptación. Han confesado que un
10:43hombre les pagó para ocultar la talla en el viejo pajar durante dos noches y que luego. Volvió a leer,
10:49ordenó su traslado de madrugada hacia la casa de la señora Luisa. Ese hombre, según sus
10:55descripciones, respondió al nombre de Tomás, aunque el retrato verbal no coincide con el
11:00verdadero Tomás, señor. Coincide con el hermano menor de. Damaso. Completó Alejo, con la voz apenas.
11:09El capitán asintió. Además, prosiguió, ya mirando a José Luis. Alguien colocó una suma
11:18inusual en la contaduría del palacio el mismo día. Suma que ha sido rastreada hacia una empresa
11:25en Burgos. Y la firma en la orden de pago es. Excelsa imitación de la suya, señor duque.
11:31Una exclamación recorrió las bancas. Don Hernando se volvió lentamente hacia Victoria.
11:39No hizo falta que hablara. En esa vuelta, Victoria sintió el peso de cada letra del apellido familiar.
11:48Sintió también el sabor de la derrota. El mundo, por fin, se inclinaba en su contra.
11:53¿Qué significa todo esto? Preguntó, con una dignidad nacida más del hábito que del alma.
12:03José Luis no respondió a Victoria. Habló hacia todos, con esa voz que convoca en lugar de ordenar.
12:11Significa que alguien ha jugado a enredarnos con nuestras propias sombras. Que nos conocía lo
12:16suficiente como para predecir quién confesaría por amor, quién dudaría por miedo y quién acusaría por
12:21orgullo. Significa que, si hemos llegado hasta aquí, es porque le hemos permitido que nos lea.
12:30Un silencio denso, respetuoso, siguió a sus palabras. El duque volvió el rostro hacia Alejo.
12:38Era el momento. Tráelo. Alejo salió de la capilla con paso largo. El carruaje aguardaba tras el
12:46campanario, no muy lejos del lugar donde Ethan, el mozo más joven, con manos rápidas y ojos sinceros,
12:53había pasado la madrugada vigilando, sin saber del todo qué cuidaba. Abrió la portezuela. De dentro,
13:01con las manos atadas por cortesía, descendió un hombre de rostro agradable y un lunar junto al ojo
13:06izquierdo. No era Tomás, o más bien, lo era solo en la documentación que llevaba. En la piel,
13:14era el hermano de Damaso, ese cuarto hijo nunca invitado a los retratos, Julián.
13:22Señores, dijo, intentando una sonrisa que se quebró. Me rindo. En la capilla, el aire cambió de peso.
13:30Los ojos volaron hacia Mercedes, hacia Matilde, hacia Don Hernando, hacia Victoria, que se mantuvo
13:38erguida a fuerza de músculos, no de convicción. José Luis no se movió. Esperó a que Julián se
13:46plantara en la mitad del pasillo central y, solo entonces, habló.
13:50¿Quién te envió? Mi hermano. Dijo Julián, y bajó la cabeza. Él me dijo que si hacía esto,
13:59si lograba que todo señalara a Luisa, si el duque se quebraba y el marqués dudaba de la duquesa,
14:05entonces. Entonces él por fin tendría lo que se le debía. ¿Un lugar, un apellido en la piedra,
14:12y la firma falsificada? Preguntó Mercedes. Fue idea suya. Nadie cuestiona una firma si cree que
14:21quien la firma es capaz de cualquier cosa. Hernando tensó la mandíbula. Había sido juez de medio
14:28mundo. Era la primera vez que sentía que no estaba juzgando un crimen, sino el espejo donde su casa se
14:34había mirado demasiado tiempo. ¿Dónde está Damaso? Preguntó José Luis. Julián tragó saliva,
14:42en el molino, esperando la noticia. Si yo, si yo tardaba más de dos horas, debía quemar unos
14:50papeles. Si yo no volvía esta tarde, partiría a Burgos con pruebas contra la señora Victoria.
14:57Y, alzó los ojos, tropezando con la mirada de la duquesa, y con la carta. Esa carta,
15:04la única que de verdad temía. El pie de página de una operación antigua para salvar el patrimonio
15:15cuando el mundo se le caía encima, redactada por manos torpes, valiéndose de una firma que hoy ya
15:21no osaría defender. Es por el bien del apellido, había dicho entonces. Y ahora ese, bien, tenía
15:29dientes. Alejo, dijo José Luis, caballos en el molino. Capitán, venga con nosotros. Mercedes,
15:39usted se queda. Matilde, la miró, con un cariño breve. Hoy va a ver cerrarse una herida. Salieron
15:48como una flecha. José Luis, Alejo, el capitán, dos hombres más. El valle, de pronto, se volvió
15:58un tablero de cacería silenciosa. Los cascos mordían la tierra húmeda. El molino del roble
16:06asomó su tejado como una ceja maliciosa. Sus aspas, detenidas, parecían brazos cruzados.
16:12El carruaje de Damaso esperaba a un costado, cubierto con una lona. Dentro, bultos.
16:23Papeles, una caja metálica con dos cerraduras. No hubo tiempo para la sorpresa. Damaso apareció
16:30en el umbral con la calma de quien cree que el mundo es su ajedrez.
16:33Señores, saludó, no esperaba una visita tan nutrida. Yo sí. Respondió José Luis,
16:42con el tono de los que ya ganaron.
16:46Lo que siguió no fue un duelo de pistolas, ni una pelea de puños. Fue un duelo de palabras,
16:52y José Luis lo ganó con la más terrible de todas, un nombre.
16:55Pronunció el nombre del notario que había recibido las cartas, el de los criados sobornados,
17:03el del hombre de Burgos que depositó el dinero, y un cuarto nombre que geló el rostro de Damaso,
17:08el de su madre. La mujer que, por amor al hijo menos querido, había prestado el anillo con la
17:16muesca interna, sin sospechar que sería la trampa que lo delataría todo.
17:20Has jugado a ser la conciencia del valle, Damaso, dijo José Luis. Y solo has sido el eco de su miedo.
17:30El capitán de la hermandad abrió la caja metálica, papeles, la carta con la firma de Victoria.
17:36Pero también, y sobre todo, el contrato original por el que Julián, no Tomás, había cobrado por ocultar la talla.
17:45El juego terminaba sin sangre, o con la única sangre que de verdad cura, la de la vergüenza.
17:53Damaso no opuso resistencia, fue el único gesto noble que tuvo en años. Entregó el bastón,
18:01inclinó la cabeza, dejó que le ataran las muñecas. Cuando pasó junto a José Luis,
18:08se inclinó apenas. El valle te creerá, dijo, sin rencor. A mí nunca me creyó nadie. El valle cree a
18:17quien lo cuida. Respondió el duque. Volvieron a la casa grande con el sol arriba, alto y sin compasión.
18:25La capilla recibió el rumor de las botas. En el altar, la talla parecía, por fin,
18:31haber recuperado el lugar exacto de su sonrisa. Los ojos buscaron a Victoria. No huyó, solo apretó
18:39el abanico hasta que el nácar crujió. La carta, pidió Mercedes, con la voz clara.
18:46José Luis la tomó, la sostuvo ante todos. Vio en ella la tinta de un tiempo oscuro y la
18:54tentación de proteger lo propio a cualquier costo. Esta carta pudo hundir esta casa. Dijo,
19:01no lo hará. Se acercó al cirio mayor. El papel tocó el fuego y se arqueó, temblando,
19:08antes de convertirse en ceniza. Solo entonces miró a Victoria. El apellido no se limpia
19:15escondiendo la mano. Se limpia pidiendo perdón. Victoria tragó la humillación como si fuera un
19:22jarabe caliente. Nunca había pedido perdón sin esperar algo a cambio. Aquella iba a ser la primera
19:29vez. A Mercedes, dijo, y la voz le salió apenas. A Matilde. A Luisa, al valle. Y a usted, José Luis.
19:39He sido injusta, y cobarde. El silencio que siguió no fue de condena. Fue de alivio. Hubo quien lloró
19:48a escondidas. Hubo quien, sin saber por qué, sintió que se podía respirar otra vez en cuartos
19:54donde el aire había sido rancio durante años. La tarde trajo, como si necesitara demostrar que
20:01el mundo también sabe dar, una segunda redención. Amadeo buscó a Isabel en el jardín trasero,
20:09donde los naranjos dejan caer su perfume como una promesa de verano.
20:12Ella estaba pálida, con el cuaderno entre las manos. Ahora, dijo él. Dime quién eres.
20:23Ella respiró hondo. Soy la hija de una mujer que nunca pudo firmar su propio nombre sin temblar. Comenzó.
20:32Crecí creyendo que el silencio era un abrigo. Hice cosas de las que no me enorgullezco para cruzar una
20:37frontera. Usé un apellido que no era el mío. Lo devolví, pero el miedo no aprendió a irse. Amadeo
20:45la escuchó hasta el final, sin parpadear. Cuando ella cayó, dio un paso. No la absolvió con palabras.
20:54La absolvió mirándola como quien reconoce, en la cicatriz del otro, la forma exacta de su propia
21:00herida. ¿Me lo estás diciendo ahora? Contestó. Eso es lo que importa. Si te miro distinto,
21:08será solo para mirarte mejor. Isabel cerró los ojos. Esa frase, sencilla, sin dorados,
21:17fue la llave que no supo pedir. Mientras tanto, don Hernando sentó a Leonardo e Irene en el despacho.
21:25Habló de Burgos, de deberes, de alianzas. Pero tal vez la vergüenza involuntaria de la casa,
21:34ese viento de honestidad que había empezado a soplar, lo tocó también a él. Si han de casarse,
21:41dijo al fin, que no sea porque un plan lo exige. Que sea porque son capaces de sostenerse cuando el
21:47plan se caiga. Tienen un mes. Si entonces siguen queriendo, iremos a Burgos. Si no, no será una
21:56derrota. Será un acuerdo entre adultos. Leonardo, que había aprendido a respirar de a poquito,
22:05sintió que el aire regresaba a los pulmones. Irene miró a Bárbara desde la puerta, y Bárbara le
22:12respondió con un gesto mínimo, como quien dice, ahora sí, decide por ti. La noticia de la detención
22:20de Damaso corrió como los rumores que alivian. La Santa Hermandad, más silenciosa que nunca,
22:26condujo a Julián hacia un cuarto separado. No era un monstruo, era un eslabón.
22:34Había justicia, pero también había matices. José Luis pidió que los hubiera. La ley es la
22:40columna, dijo. La piedad, el músculo. Y, por fin, llegó la última pieza. Luisa,
22:49la trajeron los mismos hombres que se la habían llevado, pero con otra forma de tocar su codo,
22:54con otra manera de cerrar la portezuela. Matilde salió a su encuentro con una mezcla de risa y
23:01sollozo. Mercedes, que había sido su guardiana de secretos y su juez más severo, la abrazó sin medir nada.
23:10Alejo bajó los peldaños de dos en dos, como un muchacho feliz. Perdóname, le dijo, con la voz
23:17rota. Quise salvarte desde el principio, pero no supe cómo. Me salvaste ahora, respondió Luisa.
23:27Y eso es todo lo que el pasado pide. Cuando el atardecer puso una ceniza rosa sobre los tejados,
23:32José Luis caminó solo hacia el mirador. El valle, visto desde lo alto, parecía el pecho de alguien que
23:41por fin duerme. Sintió un peso irse, no del todo. Los pesos nunca se van del todo, pero lo suficiente
23:48como para que el alma dejara de precisar bastón. En algún lugar, una guitarra encendió un rasgueo
23:56tímido. Los mozos reían, las cocinas olían a pan. Victoria subió los escalones con paso más
24:03lento del que solía lucir para que su presencia antecediera a su voz. Se detuvo a un lado. No sé
24:11quién soy sin mis atajos. Dijo, honesta por primera vez. Me gustaría aprender. José Luis la miró,
24:20no ofreció su brazo. Le ofreció un lugar, que es más difícil. El valle enseña, y perdona, a veces.
24:29¿Y tú? Yo soy del valle. Victoria asintió. No era una absolución. Era una cuerda tendida sobre el agua.
24:39Bastaba, por ahora. Esa noche hubo velas en la capilla, pero no para suplicar. Se colocaron como
24:46se colocan los recuerdos buenos, sin miedo a que el viento los apague. La talla devolvió una sombra
24:53de paz al relevo del altar. Alguien trajo vino. Se brindó por la verdad, una palabra que, en esa casa,
25:00había sido demasiado cara. Isabel y Amadeo, tomados de la mano, caminaron bajo la pérgola. Ella dejó que
25:09él leyera dos páginas de su cuaderno. Él le contó algo que no había dicho nunca, que también había
25:16usado otros nombres, no por culpa, sino por sobrevivir. Se rieron, con esa risa nueva que
25:24nace cuando el otro se vuelve hogar. Irene, en su cuarto, cortó en pedacitos el programa del viaje a
25:31Burgos. No estaba rompiendo un plan. Estaba eligiendo el tiempo con el que dibujaría el
25:37suyo. Leonardo, en la biblioteca, abrió un libro y encontró, en la primera página, una nota de su
25:46madre que apenas recordaba. No hay herencia más noble que la libertad de decidir. Por primera vez,
25:54el apellido no le pesó. Alejo y Luisa se quedaron de pie, en la puerta de la cocina, mirando cómo
26:01el pan le baba. El amor, descubrieron, a veces es eso, mirar lo que crece lentamente y decidir
26:10esperarlo. Y Matilde. Matilde salió al patio, apoyó las manos en la piedra tibia, y le habló al recuerdo
26:18de Gaspar. No pidió nada. Le dijo, hoy no doliste. Y en ese, no doliste, hubo una despedida con la que,
26:28por fin, pudo imaginar un mañana. El valle durmió con la ventana abierta. No había certezas de por vida,
26:37no había promesas blindadas. Pero el miedo se retiró unos pasos. Quizá volviera. Siempre vuelve. Pero
26:46para encontrarse con una casa distinta. Con una casa que había aprendido que la dignidad no consiste
26:52en ocultar la mancha, sino en levantar la cabeza con la mancha a la vista y seguir andando.
26:59Antes de apagarse, el último candil alumbró a José Luis en el corredor. Se detuvo. Escuchó. No eran sus
27:07pasos. Eran los del valle, que por fin caminaba con él. En su escritorio lo esperaba un sobrelacrado
27:13que no había visto por la mañana. Lo abrió. Dentro, una sola línea. Gracias por quebrarme a tiempo. D.
27:23La letra de Damaso era impecable. José Luis guardó la nota. No era un trofeo. Era una señal de que
27:31incluso los lobos, a veces, sentados en la oscuridad, reconocen la forma de la luna. El resto fue silencio.
27:39Un silencio bueno. Ese que precede a los días en que, sin grandes anuncios, la vida empieza, de nuevo.
27:48Y el valle, como un pecho en calma, subió y bajó, subió y bajó, hasta mezclar en la misma respiración
27:55la culpa y el perdón, el orgullo y la humildad, la caída y, por fin, la esperanza.
28:01¡Gracias!
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