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Valle Salvaje Capítulo 276 || Pedrito desafía al marqués por Bárbara [AVANCE] #vallesalvaje
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CortometrajesTranscripción
00:00Si tu hermana sigue mis consejos, dejará de sufrir. ¿Me crees, amigo?
00:05No somos amigos, don Hernando.
00:07El capítulo 276 de Valle Salvaje marca un punto de quiebre para todos sus personajes.
00:16Luisa, atrapada entre el amor y el miedo, se hunde más en la telaraña de engaños tejida por Tomás.
00:23Alejo, incapaz de confiar, se aleja de ella sin saber la verdad.
00:29Rafael intenta reparar los lazos familiares, pero José Luis, endurecido por el rencor, rechaza toda reconciliación.
00:39Mientras tanto, el marqués de Guzmán manipula a Bárbara para destruir lo poco que queda de su dignidad,
00:45y Pedrito emerge como la voz del coraje, enfrentando al tirano con una valentía inesperada.
00:51Victoria, cegada por el orgullo, ve como su poder se resquebraja frente a la rebelión de los sirvientes.
00:59Martín y Francisco encienden una chispa de esperanza entre los oprimidos, desafiando la autoridad de la duquesa.
01:06Y en medio de todo, el fallido robo de Tomás anticipa nuevas desgracias, un secreto revelado, una mentira descubierta,
01:16y un destino que se acerca con la fuerza de una tormenta.
01:20En el horizonte de Valle Salvaje, la calma es solo una ilusión, cada corazón late con miedo o con deseo,
01:29y el valle entero parece contener la respiración ante el inminente estallido.
01:35Lo que está por venir promete no solo justicia, sino también dolor, redención y traición en partes iguales.
01:43El marqués de Guzmán estaba en su despacho, rodeado de papeles.
01:48Cuando la puerta se abrió bruscamente, Pedrito entró sin anunciarse, con el rostro encendido por la ira.
01:56Detrás de él, un criado intentó detenerlo, pero el joven lo apartó de un empujón.
02:03—¿Qué significa esto? —bramó don Hernando, levantándose.
02:07—No tienes derecho a irrumpir en mi casa. Pedrito no se intimidó.
02:13—¿Y usted no tenía derecho a arruinar la vida de mi hermana? —replicó.
02:19—El marqués lo observó con desdén.
02:22—¡Ah! El muchacho insolente de los Alcedo.
02:26Siempre tan valiente, cuando no entiende las consecuencias de sus actos.
02:32—Entiendo más de lo que usted cree —dijo Pedrito.
02:35—Avanzando un paso, sé que fue usted quien obligó a Bárbara a pedirle a Irene que se casara con Leonardo.
02:43Y sé que lo hizo, porque no soporta ver a mi hermana libre de su dominio.
02:48Hernando apretó los puños sobre el escritorio.
02:52—Cuida tus palabras, muchacho.
02:55—¿Estás hablando con el marqués de Guzmán?
02:58—No me importa su título —gritó Pedrito.
03:02—¿Usted no es más que un cobarde que se esconde tras un hombre para hacer sufrir a los demás?
03:09—El silencio cayó como un golpe.
03:13El marqués lo miró con una mezcla de sorpresa y furia.
03:18—Nagiel hablaba así.
03:20—Nadiel.
03:21—¿Sabes lo que te puede costar esta insolencia? —dijo, con voz baja y peligrosa.
03:28—Nada comparado con lo que le ha costado a mi hermana amarle —respondió el joven.
03:33—Usted la humilló, la utilizó y luego la obligó a traicionarse a sí misma.
03:40—Pero yo no pienso quedarme de brazos cruzados.
03:43—Hernando dio la vuelta al escritorio y se acercó lentamente, su sombra cayendo sobre el muchacho.
03:51—Tu hermana sabía lo que hacía.
03:54—Nadie la obligó a nada.
03:56—Mentirá —replicó Pedrito.
03:59—La conocí desde que éramos niños.
04:03—Ella puede cometer errores, pero nunca entregaría su corazón a quien no ama.
04:08—Y mucho menos traicionaría a Leonardo sin que la obligara.
04:13—El marqués alzó la mano, dispuesto a bofetearlo, pero Pedrito no se movió.
04:19Lo miró fijamente, sin miedo.
04:22—Hágalo —dijo con voz firme.
04:25—Péjeme, ¿cómo hace con los que no puede controlar?
04:30—¿Pero no me callará?
04:31Durante un instante, Hernando vaciló.
04:34En los ojos del muchacho, vio algo que no esperaba.
04:39La misma valentía, que alguna vez admiró en Bárbara.
04:42Bajó la mano lentamente.
04:45—Te daré un consejo, Pedrito dijo al fin.
04:49Intentando recuperar su tono de superioridad, aléjate de este asunto.
04:54Si sigues metiéndote en mis asuntos, acabarás igual que tu hermana.
04:59—Derrotado y solo, ella no está derrotada —replicó Pedrito.
05:06—Usted cree que el poder puede comprarlo todo, pero no puede comprar el alma de quien ama de verdad.
05:13El marqués se giró, fingiendo indiferencia.
05:17—Ya puedes marcharte.
05:20No tengo tiempo para sermones de niños.
05:22Pedrito se detuvo en la puerta y se volvió una última vez.
05:28—No soy un niño.
05:30—Y recuerde mis palabras, don Hernando.
05:33Algún día el valle entero sabrá quién es usted en realidad.
05:38Cuando el joven se fue, Hernando permaneció inmóvil.
05:42Afuera, el eco de las pisadas de Pedrito resonó por el pasillo como un desafío.
05:48Por primera vez, el marqués sintió algo que no conocía, una sombra de miedo.
05:55Luisa estaba en su alcoba cuando escuchó los pasos de alejo acercarse.
06:01El sonido de las botas sobre el suelo de madera le erizó la piel.
06:06En sus manos sostenía un pequeño objeto envuelto en un pañuelo.
06:11La figura del arcángel que Tomás le había mostrado en secreto.
06:16Apenas tuvo tiempo de esconderla detrás de su espalda antes de que Alejo abriera la puerta.
06:23—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó él, con una voz cargada de sospecha.
06:29Luisa intentó sonreír, pero su rostro la traicionó.
06:34—Nada. Solo estaba ordenando mis cosas.
06:37—¿Y qué escondes? —dijo él, acercándose.
06:41—Te vi. —Ella dio un paso atrás, intentando mantener la calma.
06:47—No es nada importante, Alejo.
06:50—Son cosas mías.
06:53—Él frunció el ceño.
06:55—Dolido.
06:56—¿Desde cuándo tienes cosas que no puedo ver?
07:00—Pensé que entre nosotros no había secretos.
07:03Luisa bajó la mirada, sabiendo que cada palabra que dijera podía ser usada contra ella.
07:11—Por favor, confía en mí —susurró.
07:14—No quiero discutir.
07:17Alejo apretó los puños.
07:20Su mente era un torbelino.
07:22Amaba a Luisa, pero algo en su actitud lo estaba destruyendo.
07:26—Días atrás, la había visto hablando a escondidas con Tomás, y ahora la encontraba ocultando algo.
07:35—No me pidas confianza, cuando ni siquiera puedes decirme la verdad —replicó antes de salir de la habitación,
07:42dejando tras de sí un silencio doloroso.
07:46Cuando la puerta se cerró, Luisa respiró hondo y sacó el pañuelo de detrás de su espalda.
07:51Miró la talla con ojos aterrados.
07:55Era hermosa, un ángel con alas doradas, tallado en madera antigua.
08:01Pero para ella era una maldición.
08:04Tomás le había dicho que debía ayudarlo a robarla, o contaría todo su pasado como ladrona.
08:11—Ayúdame una vez más —le había dicho— y después serás libre.
08:16Pero Luisa sabía que la libertad no era algo que Tomás concediera.
08:20En su corazón, la vergüenza y el miedo luchaban contra el amor que aún sentía por alejo.
08:28Esa misma tarde fue el encuentro de Tomás, decidida a enfrentarlo.
08:33—Esto se acabó —le dijo con firmeza.
08:36—No te ayudaré a robar nada.
08:40Él rió con sarcasmo.
08:42—¿Y qué le dirás a tu amado cuando sepa quién eres?
08:45¿Cuando le cuente cómo aprendiste a mentir para sobrevivir?
08:49—Luisa lo abofeteó con todas sus fuerzas.
08:53—No volverás a hablarme así —dijo entre lágrimas.
08:57Tomás se limpió la sangre del labio y sonrió.
09:02—Tú verás, preciosa.
09:04Si no cumples, él sabrá todo y te odiará más de lo que ya empieza a hacerlo.
09:11Esa noche, sola en su habitación, Luisa rompió a llorar.
09:17Afuera, el viento soplaba con fuerza, como si el valle entero compartiera su angustia.
09:24Sabía que su secreto pendía de un hilo, y ese hilo era Tomás.
09:29El amanecer bañaba las colinas de Valle Salvaje con una luz tenue.
09:35Rafael contemplaba el horizonte desde la galería principal del palacio, pensando en su hermano Alejo.
09:42Hacía días que lo veía decaído, consumido por algo que no comprendía del todo.
09:47Y aunque su padre, el duque José Luis, parecía más apacible tras firmar los acuerdos con Adriana,
09:55el resentimiento hacia Alejo seguía latiendo bajo su aparente calma.
10:00Aquella mañana, Rafael decidió que era hora de intentarlo una vez más.
10:05Cruzó los pasillos silenciosos hasta el despacho donde José Luis revisaba unos documentos.
10:12Padre dijo con respeto,
10:14—¿Puedo hablar con usted?
10:15El duque levantó la vista, ajustándose las gafas.
10:20—Si vienes a pedirme más concesiones, te advierto que hoy no tengo paciencia.
10:26—No, no es eso —respondió Rafael.
10:30—¿Quiero hablarle de Alejo?
10:32José Luis dejó la pluma y apoyó las manos sobre el escritorio.
10:37—De tu hermano no hay nada que hablar.
10:40Él eligió su camino cuando prefirió a esa muchacha antes que a su familia.
10:44—Rafael eras piruondo.
10:47—Padre, todos cometemos de Horis.
10:50Alejo está arrepentido.
10:53Solo necesita una oportunidad para enmendarse.
10:56El duque lo miró con frialdad.
10:59—Una oportunidad, dices.
11:00—¿Acaso la vida le dio una a Gaspar?
11:04—¿O a mí, cuando tuve que ver cómo uno de mis hijos deshonraba nuestro apellido?
11:09—No se trata de deshonor, replicó Rafael con calma.
11:14—Se trata de sangre, de familia.
11:17—Usted siempre nos enseñó que el ducado no vale nada si no hay amor en esta casa.
11:23José Luis permaneció en silencio unos segundos.
11:27Por un instante, el rostro severo del duque se suavizó, pero enseguida recuperó su dureza.
11:33—El amor no se impone.
11:36—Rafael, y yo ya no siento nada por quien me traicionó.
11:41Rafael bajó la mirada, dolido.
11:44—Entonces lo condena a vivir sin redención.
11:48—No dijo el duque.
11:50—¿Él se condenó solo?
11:52—El silencio que siguió fue denso.
11:55Rafael comprendió que no lograría cambiar la decisión de su padre.
12:00—Se levantó y caminó hacia la puerta, pero antes de salir se detuvo.
12:06—Algún día, cuando ya no haya tiempo, lamentará no haberlo perdonado.
12:11José Luis no respondió.
12:13Se quedó mirando el retrato de su difunto hijo Gaspar,
12:17con el corazón dividido entre el orgullo y la culpa.
12:21Afuera, Rafael se encontró con Mercedes, que esperaba en el pasillo.
12:26—No, quiso escucharte, ¿verdad?
12:29—preguntó ella con voz baja.
12:32Él negó con la cabeza.
12:34—Está demasiado cegado por el rencor,
12:37pero no pienso rendirme.
12:40Mercedes le tomó la mano.
12:43—Hazlo por ti, no por él.
12:45A veces los padres se convierten en sombras de lo que fueron.
12:50Rafael sonrió con tristeza.
12:52Y las sombras, cuando se les da luz, desaparecen.
12:56Más tarde, en el patio, vio a Alejo Cabizbajo, hablando solo.
13:04Quiso acercarse, pero algo le dijo que su hermano necesitaba primero enfrentarse a sí mismo.
13:11Desde el balcón, José Luis los observaba sin que lo vieran.
13:15Su semblante era el de un hombre poderoso, pero vacío, y aunque no lo admitiera, dentro de su pecho comenzaba a crecer una grieta.
13:26Bárbara se sentó frente al espejo de su habitación, intentando contener las lágrimas.
13:32La carta de don Hernando aún reposaba sobre la mesa, con las palabras que la perseguían desde la noche anterior.
13:41—Sólo tú puedes ayudarme.
13:43Cásate con Leonardo.
13:45—Por Dios, te lo pido.
13:48Libra Miguel.
13:49Había aceptado el plan sin comprender cómo había llegado a ese punto.
13:53Hernando, con su manipulación habitual, le había hecho creer que ese sacrificio era la única salida.
14:02Pero ahora, al ver su reflejo, solo veía una sombra de sí misma.
14:07Cuando Irene llamó a la puerta, Bárbara la invitó a pasar con voz débil.
14:12—Gracias por venir, amiga dijo, con una sonrisa forzada.
14:17—Necesito hablar contigo, y lo que voy a pedirte no será fácil de escuchar.
14:24Irene se sentó junto a ella, inquieta.
14:28—Dim qué ocurre.
14:29Bárbara respiró hondo, como si cada palabra le pesara.
14:34—No puedo seguir así, Irene.
14:37He intentado olvidar a Leonardo, pero no puedo.
14:40—Él perdonés a ti.
14:43—¿Y yo necesito liberarme de este amor que me destruye?
14:48—¿Liberarte? —preguntó Irene, desconcertada.
14:51—Sí, continuó Bárbara.
14:54—Te pido que te cases con él cuanto antes.
14:58Que cumplas ese compromiso, aunque sea por piedad.
15:03Así podré aceptar que no hay futuro para mí.
15:07Irene abrió los ojos con sorpresa.
15:09—¿Qué estás diciendo?
15:11—Eso no tiene sentido.
15:14Bárbara apretó las manos de su amiga.
15:16—¿Hazlo por mí?
15:18—Si lo haces, dejaré el valle, y tú podrás vivir en paz.
15:23—Las lágrimas nublaron los ojos de Irene.
15:26—¿Te lo ha pedido él? —preguntó, con un tono que mezclaba tristeza y sospecha.
15:32—¿Bárbara a ti tu veo?
15:35—No —murmuró.
15:37—Fue mi decisión.
15:39Pero Irene no era ingenua.
15:42Había oído rumores de que don Hernando había vuelto a presionar a Bárbara,
15:47y su mirada tembló de indignación.
15:51—¿Él te obligó? —susurró.
15:54Bárbara se levantó y se giró hacia la ventana.
15:57—No quiero hablar de eso.
16:00Solo te pido que confíes en mí.
16:03Irene sintió una punzada de compasión.
16:07—Bárbara, no haré nada que te hiera más.
16:11Si ese hombre te manipula otra vez, lo enfrentaré yo misma.
16:16—No puedes —dijo Bárbara, volviéndose hacia ella.
16:20—Es demasiado poderoso.
16:23No quiero que sufras por mi culpa.
16:26En otro lugar de la casa, Leonardo recibía la noticia por boca de un criado.
16:31Irene había visitado a Bárbara,
16:33y los rumores sobre una supuesta petición comenzaban a extenderse.
16:39Intrigado, fue a buscar a su amada.
16:41Cuando la encontró, ella intentó ocultar el temblor de su voz.
16:47—Leonardo, hay algo que debes saber.
16:50Él la interrumpió, mirándola fijamente.
16:55—No sigas, Irene.
16:58Ya me lo imagino.
17:00Se acercó un paso más.
17:02¿Fue mi padre quien la envió a ti?
17:05Ella guardó silencio, lo que fue suficiente para confirmarlo.
17:09Leonardo asintió, con una amarga sonrisa.
17:13Sabía que algo olía a trampa.
17:16Bárbara jamás renunciaría al amor por cobardía.
17:20Si ha dicho esas palabras, es porque la obligaron.
17:24Irene intentó hablar, pero él la detuvo.
17:28—No te preocupéis.
17:30No pienso permitir que ese hombre decida nuestro destino, ni el de ella.
17:35Por primera vez en mucho tiempo, sus ojos mostraron una determinación feroz.
17:42Don Hernando había movido sus piezas, pero Leonardo no jugaría más bajo sus reglas.
17:49El sol del mediodía caía sobre los campos de Valle Salvaje,
17:54cuando José Luis, el duque, firmó el acuerdo de tierras con Adriana.
17:58A su alrededor, el ambiente era de celebración.
18:03Los criados comentaban en voz baja que por fin llegaba la paz al ducado.
18:08Rafael se mantenía al lado de su padre, observando cada movimiento con respeto.
18:14Adriana, con las manos temblorosas, aceptó el documento que sellaba no solo una herencia,
18:20sino también el reconocimiento de su amor ante todos.
18:25—Todo está hecho —dijo José Luis con una sonrisa ligera.
18:29—Por fin, después de tanto dolor, el valle tendrá un futuro próspero.
18:35Adriana inclinó la cabeza, emocionada.
18:39—Gracias, excelencia.
18:41Esto significa más de lo que imagina.
18:45Pero no todos compartían esa alegría.
18:47Victoria, que había entrado silenciosamente al salón, observaba la escena desde la puerta,
18:54su rostro tenso y los labios apretados.
18:58Cada palabra del duque era una daga en su orgullo.
19:02—Así que ya ni siquiera necesitó estar presente para sus decisiones —pensó.
19:07Con un fuego oscuro ardiendo en el pecho,
19:10cuando José Luis terminó de firmar,
19:12ella avanzó con paso decidido.
19:14—Veo que las celebraciones no me necesitan —dijo con tono irónico.
19:21Rafael giró, incómodo.
19:24—Madre, ¿no es momento?
19:27—Cállate —interrumpió ella con voz dura.
19:31—Hablo con tu padre.
19:33José Luis se enderezó en su asiento.
19:36—Victoria, ¿este acuerdo era necesario?
19:38—El valle no puede vivir eternamente entre pleitos y resentimientos.
19:44—¿Y desde cuándo te importa el bienestar de los demás más que el mío?
19:49—preguntó ella, alzando el mentón.
19:52—Siempre supe que terminarías dándole a esa mujer lo que a mí me negaste.
19:58Adriana se puso de pie, conteniendo la respiración.
20:02—No quiero causarle disgusto, señora.
20:06—Tú cállate —la cortó Victoria, girándose hacia ella con furia.
20:12—Nadie te ha dado permiso para hablar en mi presencia.
20:16Rafael dio un paso al frente, interponiéndose entre ambas.
20:22—Pasta madre.
20:23—Ya no estamos en tiempos de su autoridad.
20:27Los ojos de Victoria se abrieron como cuchillas, así que ahora me desafías tú también.
20:33—Mis propios hijos —miró al duque con un gesto de desprecio.
20:39—¿Ves lo que has hecho?
20:40—Has criado serpientes que te morderán cuando menos lo esperes.
20:45—Joshe y Luis respiro junto, conteniéndose.
20:49—Victoria ya es suficiente.
20:51—Ella lo miró con lágrimas de rabia.
20:55—¿Suficiente?
20:56—No.
20:58—Lo suficiente será cuando todo lo que amas se derrumbe.
21:02—¿Como yo me derrumbé por ti?
21:04—El duque se levantó, su voz, recia y fría.
21:08—Te prohíbo que vuelvas a hablarle así a Adriana o a mis hijos.
21:13—No toleraré más veneno en esta casa.
21:17Victoria retrocedió un paso, como si las palabras fueran un golpe.
21:21Su mirada recorrió el rostro de José Luis, buscando algún vestigio del amor que un día la había sostenido, pero no encontró nada.
21:33Se dio media vuelta y salió sin decir palabra, dejando tras de sí un eco de silencio tenso.
21:39Rafael miró a su padre.
21:42—¿No debió provocarla?
21:45—Ya no me quedan fuerzas para temerle, respondió José Luis, volviendo a sentarse.
21:51—Que haga lo que quiera, pero si vuelve a cruzar la línea, será la última vez.
21:58Afuera, Victoria caminó hacia los jardines con el corazón ardiendo.
22:03El viento agitaba su vestido y en sus ojos brillaba una mezcla de humillación y rencor.
22:11Si él cree que me derrotó, pensó, ¿aún no ha visto de lo que soy capaz?
22:16En las cocinas del palacio, el ambiente estaba cargado de tensión.
22:22Desde el enfrentamiento de Matilde con la duquesa, nadie dormía tranquilo.
22:27Francisco, con el delantal aún manchado de harina, golpeó la mesa con el puño.
22:33—No podemos seguir soportando esto —exclamó, mirando a su tía Eva y a su padre, Amadeo.
22:39Martín no merece lo que le están haciendo.
22:44Eva bajó la voz, preocupada.
22:47—Francisco, ten cuidado.
22:50Si alguien te escucha, ¿podrías perder tu puesto?
22:53—¿Y qué más da? —respondió el joven, con los ojos brillantes de furia.
22:58—¿De qué sirve trabajar si cada día vivimos con miedo?
23:02Victoria amenaza, castiga, humilla.
23:06—¿Y ahora quiere prohibirnos incluso hablar con Martín?
23:11Amadeo se levantó lentamente, apoyándose en el bastón.
23:16—Hijo, yo también estoy cansado, pero enfrentarse a la duquesa no traerá nada bueno.
23:22—¿Ella es capaz de todo?
23:24—Pues que lo intente, replicó Francisco.
23:27—Alguien tiene que ponerle freno.
23:30El anciano lo observó en silencio.
23:32En su mirada había orgullo, pero también miedo.
23:37Eva se acercó y le puso una mano en el hombro.
23:40—Tu corazón es noble, muchacho, pero el valor sin prudencia es peligroso.
23:47—¿Prudencia? —repitió Francisco con amargura.
23:50—La prudencia solo ha servido para mantenernos encadenados.
23:54—Si seguimos callando, Martín acabará destruido o muerto.
23:59El silencio se apoderó de la estancia.
24:03Solo el chisporroteo del fuego rompía la quietud.
24:07En ese momento, la puerta se abrió de golpe.
24:11Era Pepa, jadeante.
24:14—La duquesa viene.
24:15Todos se apresuraron a fingir ocupación.
24:19Pero Victoria ya estaba allí, observándolos con su mirada helada.
24:23—¡Qué extraño verlos tan juntos! —dijo con voz melosa.
24:29—¿Acaso planean una fiesta?
24:31—Sólo hablábamos del menú de esta noche —señora respondió Eva con una sonrisa forzada.
24:38Victoria avanzó lentamente.
24:40—Espero que también hayan hablado de las reglas.
24:43—Ya saben, quien ayude a Martín, aunque sea con una palabra, dejará esta casa sin un solo real.
24:53Francisco apretó los dientes.
24:56No dijo nada, pero su rabia era evidente.
25:00—¿Algo que decir, joven Francisco? —preguntó ella, inclinándose un poco.
25:06—No, excelencia —respondió él, conteniendo el temblor en su voz.
25:11Victoria sonrió, satisfecha.
25:15—Así me gusta.
25:17Obediencia ante todo.
25:20Cuando se marchó, el aire pareció regresar a los pulmones de todos.
25:26Francisco se giró hacia su familia.
25:29—¿Esto no puede seguir así?
25:30—Eva intentó detenerlo, pero él ya se dirigía hacia la puerta.
25:39—Voy a hablar con Martín.
25:41—No puedo quedarme quieto mientras lo tratan como a un perro.
25:45Pepa se llevó las manos a la cabeza.
25:49—Dios mío, ese chico se va a condenar.
25:53Amadeo suspiró, mirando el fuego.
25:57Quizás la condena sea la única forma de recuperar la dignidad.
26:01Esa noche, cuando todos dormían, Francisco se escabulló hacia los establos, donde Martín
26:09trabajaba solo bajo la tenue luz de una lámpara.
26:13El muchacho lo abrazó al verlo.
26:16—Gracias por venir, hermano —dijo con voz cansada.
26:20—No sé cuánto más podré resistir.
26:24Francisco lo miró con decisión.
26:26—No estás solo, Martín.
26:30Mañana todo cambiará.
26:33—¿Te lo prometo?
26:35Mientras tanto, en su habitación, Victoria se miraba al espejo.
26:40Algo en su reflejo la inquietaba.
26:42Su rostro parecía más viejo, más duro.
26:46Pero en sus ojos aún ardía la llama del control.
26:50—Nadie se rebelará contra mí, murmuró.
26:54—Nadie.
26:56Martín había pasado la noche en vela, limpiando los establos mientras la lluvia golpeaba el
27:02techo de madera.
27:04Sus manos estaban agrietadas, cubiertas de barro, pero su espíritu permanecía firme.
27:11Las palabras de Francisco resonaban en su mente.
27:15—Mañana todo cambiará.
27:17Aquella frase se convirtió en su única esperanza.
27:20Cuando el amanecer rompió sobre el valle, decidió que no podía seguir escondiéndose.
27:25Caminó hacia la casa principal, con la camisa empapada y el rostro endurecido por la determinación.
27:33En el gran vestíbulo, los criados se apartaron a su paso, horrorizados.
27:39—Nadie desafiaba a la duquesa y seguía en pie.
27:44Victoria estaba desayunando en el comedor, rodeada de un silencio solemne.
27:50Cuando lo vio entrar, dejó caer la taza de porcelana, sorprendida por su osadía.
27:55—¿Qué hace aquí este hombre? —preguntó con frialdad.
28:00Martín se inclinó ligeramente, pero su voz sonó firme.
28:04—He venido a hablar con usted, excelencia.
28:08—¿Hablar? —repitió ella, con una sonrisa que no alcanzó los ojos.
28:13—No recuerdo haberle dado permiso.
28:17—No necesito permiso para defender mi dignidad —dijo él, levantando la cabeza.
28:22—He soportado humillaciones, insultos, castigos injustos, pero hoy digo basta.
28:30El silencio cayó sobre la sala.
28:33Los criados contenían la respiración.
28:37Nadie había osado jamás levantar la voz ante Victoria de Guzmán.
28:41Ella se levantó despacio, el sonido de su falda arrastrándose por el suelo como un presagio.
28:47—¿Dices basta? ¿Un mozo de establo se atreve a marcarme límites?
28:53Martín dio un paso adelante.
28:56—No soy un mozo.
28:58—Soy un hombre.
29:00—Y no voy a seguir arrodillándome ante nadie.
29:03Los ojos de Victoria se enturbiaron de ira.
29:07—¿Quién te ha llenado la cabeza de estas tonterías?
29:10—¿Tu hermana Matilde?
29:12—¿Francisco?
29:12—Nodía respondió él.
29:15—Fue su propia crueldad.
29:18Un murmullo recorrió la estancia.
29:21La duquesa, furiosa, alzó la mano para abofetearlo, pero Martín la detuvo sujetándole la muñeca.
29:30—No lo haga —dijo con serenidad.
29:32—Ya no soy el niño al que podía golpear sin consecuencia.
29:37Victoria quedó petrificada.
29:39—Por primera vez, ¿alguien había detenido su mano?
29:43La retiró lentamente, temblando de rabia.
29:47—Esto es insubordinación.
29:50—Será se castigó.
29:52—Castígueme, si quiere, dijo él, pero no podrá borrar la verdad.
29:57Su poder solo existe mientras nosotros tengamos miedo.
30:02—¿Y ese miedo, duquesa, acaba hoy?
30:05—Los sirvientes comenzaron a murmurar entre ellos, y algunos incluso sintieron.
30:12—Francisco, que había entrado sin ser visto, sonrió con orgullo.
30:18—Victoria comprendió que la situación se le escapaba de las manos.
30:22—Todos fuera —gritó.
30:25—Fuera de aquí ahora mismo.
30:27—Nadie Semofiou.
30:28—Fue Mercedes quien apareció en la puerta, su presencia imponente imponiendo calma.
30:35—Victoria, dijo con voz tranquila pero firme, ya basta.
30:39—¿También tú me desafías?
30:42—preguntó la duquesa, jadeante.
30:44—No te desafío.
30:47—¿Te detengo?
30:48—respondió Mercedes.
30:50—Tus abusos han ido demasiado lejos.
30:54—José Luis debe saber lo que ocurre en su casa.
30:57—Victoria la miró con odio, pero no encontró palabras.
31:02—Martín bajó la cabeza, exhausto, mientras Mercedes lo tomó del brazo.
31:08—Ven conmigo, hijo.
31:10—Ya no estás solo.
31:12—Mientras se marchaban, Victoria se dejó caer en la silla.
31:17Su mirada vacía se perdió en la nada.
31:20Por primera vez comprendió que el miedo que había gobernado durante años
31:25comenzaba a disolverse, el eco de la rebelión se extendía por toda la casa.
31:32El aire en la casa grande estaba cargado de tensión cuando Luisa se acercó a la cocina.
31:38Sus pasos eran inseguros, su respiración entrecortada.
31:43Había aceptado el trato de Tomás por miedo,
31:45pero todo en su interior le decía que estaba cometiendo un error.
31:50El ladrón le había ordenado distraer a la gobernanta, Doña Isabel,
31:55mientras él robaba la talla del arcángel de la habitación de Victoria.
32:00—Sólo será un momento —le había dicho.
32:03—Nadie se enterará y tú serás libre.
32:08Pero Luisa sabía que nada bueno podía salir de aquello.
32:12Al entrar en la cocina, fingió naturalidad.
32:16—Doña Isabel, ¿puedo hablar con usted un momento?
32:20Isabel, siempre estricta, levantó una ceja.
32:24—¿Sobre qué?
32:25—Estoy ocupada.
32:26—Sobre el menú de esta noche —improvisó Luisa, nerviosa.
32:33—No estoy segura de si el duque prefiere carne asada o estofado.
32:38La mujer frunció el ceño.
32:41—Eso se decide todos los días a la misma hora.
32:44—¿Y tú lo sabes?
32:45—¿Qué ocurre, Jaumech?
32:47Luisa tragó saliva, intentando mantener la calma.
32:52—Nada, señora.
32:53Solo quería asegurarme de no cometer errores.
32:57Isabel la miró de arriba abajo.
33:00Algo no cuadraba.
33:02Pero antes de que pudiera decir más,
33:05un ruido seco proveniente del pasillo atrajo su atención.
33:09—¿Qué fue eso?
33:11—preguntó.
33:12—No, no lo sé —respondió Luisa con la voz temblorosa.
33:17—Seguro que fue el viento.
33:20Pero Isabel no se dejó engañar.
33:23Salió de la cocina y caminó hacia el corredor,
33:27sus pasos resonando con fuerza.
33:30Luisa la siguió, presa del pánico.
33:33Sabía que Tomás estaba allí, en la habitación de Victoria,
33:37intentando abrir el cofre donde guardaban la talla del arcángel.
33:41Cuando Isabel empujó la puerta, la encontró entreabierta, entró despacio, y allí estaba Tomás,
33:50agachado junto al mueble, con las manos cubiertas de polvo dorado.
33:54Se incorporó de golpe, fingiendo sorpresa.
33:58—¡Ah, señora Isabel! —dijo con su tono habitual de descaro.
34:04—Me he perdido.
34:06Pensé que esta era la despensa.
34:09La gobernanta lo observó con una mezcla de desconfianza y fastidio.
34:15—¿La despensa?
34:16¿Y desde cuándo la despensa tiene cortinas de seda y retratos de familia?
34:21Tomás, ¿sóa tú una risa torpe?
34:25¿No había reparado en eso?
34:27—Supongo que me he confundido de puerta.
34:31Isabel cruzó los brazos.
34:33—No me tomes por tonta, muchacho.
34:37—¿Qué hacías aquí?
34:39Él intentó mantener la compostura, pero sus ojos lo delataron.
34:44En el suelo, un trozo de tela sobresalía del cofre entreabierto.
34:50Isabel lo notó y avanzó un paso más.
34:53—¿Qué es eso?
34:55Tomás e interpujó.
34:57—Nada, solo estaba limpiando.
35:01—¿Limpiando sin permiso?
35:03—replicó ella.
35:05—Y sin herramientas.
35:07El silencio fue su condena.
35:10Isabel lo miró fijamente y luego gritó.
35:13—Francisco, ven aquí de inmediato.
35:16En ese instante, Tomás reaccionó.
35:19Corrió hacia la puerta, empujando a Isabel a un lado.
35:23Luisa, que observaba desde el pasillo, soltó un grito ahogado.
35:27El ladrón escapó por el corredor, pero el escándalo ya estaba hecho.
35:34Isabel lo persiguió, acompañada por los criados que acudían al ruido.
35:39Cuando todo se calmó, la gobernante encontró a Luisa de pie, pálida como el mármol.
35:45—¿Tú sabías de esto?
35:47—dijo Isabel, con voz baja pero firme.
35:51—Lo vi en tus ojos.
35:53Luisa negó con lágrimas en los ojos.
35:56—No, se lo juro.
35:59—Yo no.
36:00—Calla dió, Isabel.
36:02—Ya hablaremos con el duque.
36:04—Esa noche, en su habitación, Luisa se derrumbó.
36:10Sabía que Tomás había escapado, pero su mentira la había dejado atrapada.
36:15Afuera, el viento azotaba las ventanas del palacio.
36:19En algún lugar del valle, Tomás sonreía en la oscuridad,
36:23convencido de que aún tenía la ventaja,
36:25pero no sabía que su suerte acababa de cambiar.
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