Santiago de Chile sufre un alto nivel de contaminación atmosférica y se encuentra entre las ciudades con peor calidad del aire del planeta. Hace unos años el gobierno de la ciudad adoptó una serie de medidas para reducir el smog, con medidores de CO2 en estaciones públicas, como la del barrio de Penalolén, y la compra de autobuses eléctricos. El plan está dando ya sus primeros frutos.
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