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#LaPromesa #avance #capítulo
Adriano y Martina ante el destino de Petra
El próximo episodio de ‘La Promesa’ promete una montaña rusa de emociones y giros inesperados. Ricardo abandona el palacio sin decir palabra, dejando tras de sí una carta que conmociona a todos. Santos se desmorona al descubrir la partida de su padre, mientras Cristóbal se enorgullece del desenlace que él mismo ha provocado. Curro, más desafiante que nunca, exige explicaciones y la vuelta de Pía.

En medio del caos, Adriano y Martina refuerzan su víncul ...
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Transcripción
00:00Adriano y Martina ante el destino de Petra. El próximo episodio de Hal Promes promete una
00:15montaña rusa de emociones y giros inesperados. Ricardo abandona el palacio sin decir palabra,
00:23dejando tras de sí una carta que conmociona a todos.
00:25Santos se desmorona al descubrir la partida de su padre, mientras Cristóbal se enorgullece del
00:33desenlace que él mismo ha provocado. Curro, más desafiante que nunca, exige explicaciones y la
00:41vuelta de pía. En medio del caos, Adriano y Martina refuerzan su vínculo en un momento de apoyo mutuo,
00:48justo cuando el marqués revela un nuevo movimiento de Leocadia que podría cambiarlo todo.
00:53Pero la sombra más oscura cae sobre las estancias del servicio. Petra está inconsciente y nadie sabe
01:00si logrará sobrevivir. Entre despedidas silenciosas, alianzas inesperadas y un final que podría ser
01:09trágico, Hal Promes se adentra en uno de sus capítulos más intensos y emotivos.
01:13¿Será este el adiós definitivo de Petra? El sol del lunes 6 de octubre se alzaba sobre
01:21la promesa con una indiferencia cruel, tiñendo de oro los campos que habían sido testigos de
01:26tantas intrigas y desvelos. Para los habitantes del palacio, sin embargo, la luz no traía consigo
01:34calidez, sino el frío presagio de una jornada que removería los cimientos de sus ya precarias
01:39existencias. El aire mismo parecía cargado de una electricidad estática, una tensión acumulada
01:47que amenazaba con desatarse en forma de tormenta. El viernes había dejado un regusto amargo, un nudo
01:55en la garganta colectiva por la salud de Petra, y el fin de semana no había hecho más que macerar
02:00la angustia, permitiendo que las peores conjeturas florecieran en el terreno fértil del miedo.
02:05En el corazón de la intriga, en la penumbra de su despacho que olía a cuero viejo y a Victoria
02:12rancia, don Cristóbal Guerrero sostenía una carta entre sus dedos con la delicadeza de un
02:17coleccionista que admira su pieza más preciada. No era una simple hoja de papel, era un trofeo,
02:25un testamento de su poder, la rúbrica de una voluntad doblegada. Una sonrisa, fina y afilada
02:33como el filo de una navaja, se dibujaba en sus labios. Era una expresión que mezclaba
02:40con maestría el orgullo del estratega que ve culminar su plan y la superioridad innata
02:45de quien se sabe por encima del resto de mortales.
02:49La carta, escrita con la caligrafía firme y elegante de Ricardo Pellicer, era un documento
02:56de rendición. Cada trazo, cada palabra, era un eco de la dignidad perdida, del sacrificio forzado.
03:07Cristóbal la había leído ya una decena de veces, paladeando cada frase, extrayendo de ella un goce
03:13perverso. Esperó el momento adecuado, la audiencia perfecta, y esa mañana, con el marqués y la marquesa
03:22reunidos en el salón, bajo la atenta mirada de los retratos de sus antepasados, decidió que el telón
03:28debía alzarse.
03:31«Buenos días, queridos cuñados», dijo, su voz untuosa deslizándose por la estancia.
03:39«Confío en que hayan descansado. Yo, personalmente, he dormido como un lirón. Es asombroso cómo la
03:46resolución de pequeños asuntos pendientes puede contribuir a un sueño reparador».
03:52Cruz lo miró con su habitual mezcla de desdén y recelo. «¿A qué viene ahora esa autocomplacencia,
03:57Cristóbal? No son ni las nueve de la mañana y ya resultas insufrible».
04:02Alonso, por su parte, suspiró con cansancio. «¿Alguna novedad que debamos conocer? Si no es así,
04:10tengo asuntos que atender». Cristóbal fingió un moín de decepción. «Vaya,
04:16qué poca curiosidad. Y yo que pensaba que esta noticia sería de vuestro agrado».
04:22Veréis, he recibido correspondencia. Una misiva de despedida, para ser exactos. Desplegó la carta
04:29con un gesto teatral y la colocó sobre la mesa de caoga. El nombre de Ricardo Pellicer,
04:35visible en la firma, actuó como un imán para las miradas de los marqueses.
04:40«Ricardo se ha marchado», anunció Cristóbal, permitiendo que una pausa dramática subrayara
04:49el peso de sus palabras. «Se ha ido para siempre de la promesa, en silencio, como la alimaña que
04:56se escabulle en la noche». La noticia, aunque esperada en el fondo de sus corazones, cayó con
05:03la fuerza de un mazazo. Alonso tomó la carta, sus ojos recorriendo las líneas con una rapidez
05:10febril. Cruz se inclinó sobre su hombro, leyendo con él. «Estimado señor Guerrero», comenzaba la
05:18carta, con una formalidad que era en sí misma un acto de desafío. «Le comunico por la presente mi
05:25partida definitiva del Palacio de la Promesa. No albergo la intención de regresar, ni ahora ni en
05:31el futuro. Entiendo, por sus veladas pero inequívocas amenazas, que mi presencia en esta casa es el
05:39principal obstáculo para el retorno de Doña Pía a Darre». He llegado a la conclusión, tras una
05:46profunda y dolorosa reflexión, de que ningún puesto, ningún orgullo, ninguna lealtad personal puede
05:53anteponerse al derecho de una madre a estar con su hijo. Mi sacrificio, si así puede llamarse,
06:01es el precio que estoy dispuesto a pagar para que esa reunión se produzca. No le pediré que agilice
06:08sus gestiones, pues conozco de sobra la naturaleza de su carácter y sé que disfrutará prolongando la
06:14agonía ajena. Tan solo espero que, una vez satisfecho su deseo de verme humillado y desterrado,
06:21cumpla con la parte implícita de nuestro tácito acuerdo y permita que Pía regrese al lado del
06:27pequeño Dieguito. No me despediré de nadie, pues las despedidas solo añaden dolor a una situación ya
06:34de por sí insostenible. Ruego transmita a mi hijo, Santos, que mi partida ha sido una decisión meditada
06:43por su propio bien, aunque ahora mismo él no pueda comprenderlo.
06:48El tiempo, espero, le dará la perspectiva necesaria. Sin otro particular, y con la esperanza
06:55de no volver a cruzarme en su camino, le saluda atentamente.
07:01Ricardo Pellicer. Alonso dejó la carta sobre la mesa con un gesto de profunda desolación.
07:07Lo ha conseguido, Cristóbal. Ha empujado a un hombre honorable a abandonar su vida.
07:15¿Honorable? Replicó Cristóbal con una risa seca. Honorable era su fachada, Alonso.
07:22Por dentro, era tan retorcido como cualquiera. Simplemente he puesto un espejo frente a él.
07:29Lo que ha visto no le ha gustado y ha decidido huir. Una decisión inteligente, por otra parte.
07:37Y ahora Pía. Murmuró Cruz, más interesada en las consecuencias prácticas que en la moralidad del asunto.
07:46Volverá, todo a su debido tiempo, querida cuñada. Dijo Cristóbal, recuperando la carta y doblándola
07:53con cuidado, como si guardara un secreto de estado.
07:58Primero, debemos dejar que la noticia se asiente. Que todos comprendan quién tiene el control.
08:03La paciencia es una virtud, y yo soy un hombre extraordinariamente virtuoso.
08:10La noticia, como un reguero de pólvora, no tardó en extenderse por los pasillos y las estancias de servicio.
08:17Cada sirviente la recibió con una mezcla distinta de emociones.
08:22Sorpresa, alivio, tristeza, pero sobre todo, miedo.
08:27Si Cristóbal había sido capaz de doblegar a un hombre de la entereza de Ricardo Pellicer,
08:34¿qué no sería capaz de hacer con ellos?
08:38Para Santos, sin embargo, la noticia no fue un simple rumor.
08:42Fue una bomba que detonó en el centro de su alma, arrasando con los últimos vestigios de su arrogancia.
08:48Se enteró por boca de Lope, quien se lo comunicó con una gravedad sombría en la cocina,
08:55mientras el resto del servicio susurraba en los rincones.
08:59Que mi padre que, la voz de Santos, fue apenas un graznido incrédulo.
09:04Se ha marchado, Santos, repitió Lope, mirándolo fijamente.
09:09Esta mañana temprano, ha dejado una carta para don Cristóbal.
09:14Una despedida.
09:16Santos negó con la cabeza, una y otra vez, como si el movimiento pudiera rebobinar la realidad.
09:24No, no, eso es imposible.
09:27Él, él no se iría sin decírmelo a mí.
09:30Soy su hijo, él no me haría eso.
09:34Pues lo ha hecho, terció Simona, que se acercó con el rostro compungido.
09:39Lo siento mucho, muchacho.
09:42El mundo de Santos se desmoronó.
09:45La figura de su padre, ese pilar autoritario pero constante en su vida, se había desvanecido.
09:52La rabia inicial dio paso a un vacío helador, una sensación de abandono tan profunda que le robó el aliento.
10:00Se apoyó en la mesa de madera, con la mirada perdida en la beta gastada, sin despedirse.
10:07Susurró, más para sí mismo que para los demás.
10:12Ni una palabra, ni una nota para mí.
10:14El silencio en la cocina fue su única respuesta.
10:19Un silencio denso, cargado de lástima y de una verdad incómoda que nadie se atrevía a verbalizar.
10:24Su padre se había ido, y él, su propio hijo, se había convertido en un daño colateral de una guerra que no había sabido entender.
10:34Se sentía estúpido, traicionado y, por encima de todo, terriblemente solo.
10:43Mientras el dolor de Santos comenzaba a gangrenarse en la zona de servicio, en los salones nobles la onda expansiva de la partida de Ricardo provocaba una reacción muy diferente.
10:52Curro, al enterarse de la noticia por su abuelo, sintió una oleada de furia justiciera.
11:03Para él, la ecuación era simple.
11:05Ricardo era el peón que Cristóbal había sacrificado para mantener a Pía alejada.
11:10Ahora que el peón había sido retirado del tablero, era el momento de reclamar a la reina.
11:19No perdió ni un segundo.
11:21No se detuvo a pensar en las consecuencias ni en la prudencia.
11:26Con el fuego de la indignación ardiendo en sus ojos, se dirigió directamente al despacho de Cristóbal, donde sabía que lo encontraría regodeándose en su victoria.
11:35No se molestó en llamar.
11:38Abrió la puerta de par en par, con un golpe seco que hizo que Cristóbal levantara la vista de sus papeles, una ceja arqueada en señal de fastidio.
11:49Vaya, qué modal están, rústicos, curro.
11:53Comentó Cristóbal con su habitual sorna.
11:57¿Acaso se ha declarado un incendio y no me he percatado?
12:00Deje de jugar, don Cristóbal.
12:02Cristóbal, espetó curro, plantándose frente al escritorio.
12:08Su cuerpo era un nudo de tensión, sus puños apretados a los costados.
12:13He venido a hablar de Pía.
12:16Ah, Pía.
12:17Cristóbal se recostó en su sillón, entrelazando los dedos sobre su abdomen.
12:24Un tema fascinante, sin duda.
12:26Pero no veo que tenemos que discutir tú y yo al respecto.
12:29No me tome por imbécil.
12:33La voz de curro subió de volumen, resonando en la habitación.
12:39Sé perfectamente lo que ha hecho.
12:41Ha utilizado a Ricardo Pellicer como moneda de cambio.
12:46Lo ha presionado y amenazado hasta obligarlo a marcharse, todo para mantener a Pía bajo su control.
12:51Cristóbal sonrió, una sonrisa gélida que no llegó a sus ojos.
12:58Tu capacidad para la fabulación es admirable, muchacho.
13:04Ricardo se marchó por voluntad propia.
13:06Su carta es muy clara al respecto.
13:08Se sentía culpable, superado por la situación.
13:12Un clásico caso de cobardía.
13:13Mentira, gritó Curro, golpeando la mesa con la palma de la mano.
13:20Los objetos sobre ella tintinearon.
13:24Usted lo ha orquestado todo.
13:26Su intención era deshacerse de Ricardo, y ya lo ha conseguido.
13:31El obstáculo que usted mismo inventó ha desaparecido.
13:34Así que se acabaron las excusas.
13:35Es el momento de que cumpla su parte.
13:40Es el momento de traer a Pía de vuelta a la promesa.
13:45Ahora mismo, Cristóbal lo observó durante un largo instante, su expresión indescifrable.
13:53Luego, lentamente, se inclinó hacia adelante, su voz bajando a un susurro conspirador y peligroso.
13:59¿Y quién eres tú para exigirme nada a mí?
14:04¿Un simple sobrino político con ínfulas de héroe?
14:07¿Has entendido mal las reglas del juego, Curro?
14:12Aquí no hay, partes, que cumplir.
14:15Aquí solo hay mi voluntad.
14:16Ricardo se ha ido, sí.
14:20Y eso me complace enormemente.
14:22Pero la situación de Pía, digamos que sigue en fase de evaluación.
14:26¿Evaluación?
14:29¿Qué demonios significa eso?
14:30La frustración de Curro era palpable.
14:33Significa que Pía volverá cuando yo lo considere oportuno.
14:38Ni un minuto antes, ni un minuto después.
14:42Quizás mañana, quizás la semana que viene.
14:46Quizás nunca.
14:47Dependerá de mi estado de ánimo.
14:49Y, sobre todo, dependerá del comportamiento de todos vosotros.
14:53Especialmente del tuyo.
14:56Así que te recomiendo, por tu propio bien y por el de esa mujer a la que tanto dices querer proteger,
15:02que midas muy bien tus próximos pasos y tus próximas palabras.
15:05La puerta por la que has entrado sigue abierta.
15:10Te sugiero que la uses.
15:12Curro se quedó paralizado, la impotencia ahogándolo como una soga.
15:18Había ido allí esperando una confrontación, una negociación, incluso una rendición.
15:23Pero se había topado con un muro de crueldad arbitraria.
15:29La mirada de Cristóbal era la de un depredador que juega con su comida.
15:35Comprendió en ese instante que no había lógica ni honor en aquel hombre.
15:39Solo un abismo de poder y sadismo.
15:41Apretó la mandíbula hasta que le dolió y, sin decir una palabra más, dio media vuelta
15:48y salió del despacho, dejando tras de sí una estela de rabia contenida y el eco de
15:53la risa silenciosa de Cristóbal.
15:57Lejos de aquella atmósfera ponzoñosa, en los jardines del palacio, otra relación florecía
16:03en un terreno completamente distinto, el de la complicidad y el apoyo mutuo.
16:07Adriano y Martina paseaban lentamente por los senderos de Grava, el sol de la mañana
16:15filtrándose a través de las hojas de los castaños.
16:20El vínculo entre ellos se había fortalecido en los últimos días, forjado en la fragua de
16:25la adversidad compartida.
16:28Ya no eran simplemente un joven conde atormentado y la sobrina de los marqueses, eran dos almas
16:33que habían encontrado un refugio la una en la otra.
16:37Adriano se detuvo junto a una fuente de piedra, el murmullo del agua llenando el silencio.
16:44Su rostro reflejaba un cansancio que iba más allá de lo físico.
16:49—No puedo seguir, Martina —dijo en voz baja, sin mirarla.
16:55—No así.
16:56—¿A qué te refieres, Adriano?
16:58—preguntó ella, su tono lleno de una suave preocupación.
17:01Él levantó la vista, y en sus ojos ella vio un profundo agotamiento.
17:07La gestión de las tierras.
17:11Me supera, cada día es un recordatorio de mi padre, de mis fracasos, de la responsabilidad
17:17que me aplasta.
17:20Me levanto por la mañana y siento un peso sobre el pecho que apenas me deja respirar.
17:24Voy a los campos, hablo con los jornaleros, reviso las cuentas, y es como si estuviera
17:31interpretando un papel para el que no estoy preparado.
17:35—No tengo la fuerza, ni el conocimiento, ni el deseo de hacerlo.
17:41Martina se acercó y le tomó la mano.
17:45Sus dedos estaban fríos.
17:47—No es un fracaso sentir eso, Adriano.
17:49Es humano.
17:50Has pasado por mucho.
17:51—Nadie esperaría que te comportaras como si nada hubiera ocurrido.
17:57Pero es mi deber.
17:58Insistió él, con una nota de desesperación.
18:03—Es el legado de mi padre.
18:04Si renuncio a esto, ¿qué me queda?
18:07Siento que lo estoy traicionando.
18:09—A tu padre lo traicionarías si te destruyeras a ti mismo intentando ser alguien que no eres.
18:15Replicó Martina con una firmeza serena.
18:17Él querría verte bien, verte feliz, no encadenado a una obligación que te está consumiendo por dentro.
18:27A veces, la decisión más valiente en no es seguir luchando una batalla perdida, sino saber cuándo retirarse para poder sanar.
18:35—Adriano la miró, y una pequeña sonrisa, la primera en mucho tiempo, asomó a sus labios.
18:43—Hablas con una sabiduría que me asombra.
18:47—¿De dónde la sacas?
18:49—De observarte a ti, confesó ella.
18:52—Y de quererte.
18:54—Veo tu lucha, tu dolor, y solo deseo ayudarte a encontrar la paz.
18:58—Si dejar la gestión de las tierras te va a dar un respiro, entonces es lo que debes hacer.
19:05Sin culpas, sin remordimientos, inspirado por su apoyo incondicional, Adriano tomó una decisión.
19:15Esa misma mañana, solicitó una audiencia con el marqués.
19:19Alonso lo recibió en su despacho, el mismo lugar donde Curro había chocado contra la tiranía de Cristóbal.
19:24—Pero el tono de esta conversación fue radicalmente diferente.
19:30—Marqués, he venido a comunicarle una decisión.
19:34Comenzó Adriano, de pie, con una dignidad recobrada.
19:39—He reflexionado profundamente sobre mi situación, y he llegado a la conclusión de que no me siento con fuerzas para seguir al frente de la gestión de las tierras de mi familia.
19:48—Alonso lo miró, sorprendido, pero también con una chispa de comprensión.
19:56Había visto el tormento en los ojos del joven durante semanas.
20:00—Es una decisión importante, Adriano.
20:04Dijo el marqués, con cautela.
20:06—¿Estás completamente seguro?
20:08—Completamente.
20:11No sería justo ni para las tierras, ni para la gente que trabaja en ellas, ni para mí mismo, continuar con una tarea que me supera.
20:21—Necesito tiempo.
20:22—Necesito sanar.
20:24—Espero que pueda comprenderlo.
20:26—Lo comprendo, por supuesto.
20:28—Asintió Alonso, su tono más paternal de lo habitual.
20:31—Y respeto tu honestidad.
20:35—Hace falta valor para reconocer las propias limitaciones.
20:39—No te preocupes, buscaremos una solución.
20:43Hubo una pausa, y luego el marqués añadió, casi como una ocurrencia tardía.
20:48De hecho, puede que ya tengamos una.
20:50—Curiosamente, hace unos días, Leocadia se me acercó.
20:57De forma totalmente voluntaria, se ofreció para asumir esa responsabilidad si alguna vez fuera necesario.
21:05Mencionó su experiencia, su conocimiento de la zona.
21:08Parecía muy dispuesta.
21:10Adriano asintió lentamente, procesando la información.
21:14No había sorpresa en su rostro, solo la confirmación de algo que ella intuía.
21:19Cuando más tarde se lo contó a Martina, la reacción de ella fue aún más reveladora.
21:25—¿Leocadia? —dijo Martina, con una sonrisa irónica.
21:29—No me sorprende en absoluto, ¿no? —preguntó Adriano.
21:34—¿En absoluto? —confirmó ella.
21:37—Leocadia es una mujer ambiciosa y pragmática.
21:40Lleva tiempo observando la situación, posicionándose.
21:44—No es maldad, Adriano, es instinto de supervivencia.
21:48Y, para ser justos, probablemente sea la persona más capacitada para el puesto en este momento.
21:57—¿Sabe dónde pisa? —supongo que tienes razón —admitió él.
22:01—Me siento aliviado, como si me hubieran quitado un peso de encima.
22:05—Ese era el objetivo —dijo Martina, apretándole el brazo.
22:11—Ahora tienes que concentrarte en ti.
22:14En nosotros, la complicidad entre ellos se selló en esa mirada, un pacto silencioso de apoyo y futuro compartido que brillaba como un faro en medio de la oscuridad que envolvía a la promesa.
22:26—La tensión, sin embargo, era casi insoportable en las dependencias del servicio.
22:33La marcha de Ricardo había dejado un vacío de poder y un exceso de rencor.
22:40Santos deambulaba por la cocina como un fantasma, con los ojos enrojecidos y la mandíbula apretada.
22:46Su dolor se manifestaba en forma de una ira sorda, dirigida a todo y a nadie.
22:53Es por su culpa —masculló, dando un golpe a un cesto de mimbre.
22:59—Todos vosotros, con vuestros susurros, vuestras miradas, habéis empujado a mi padre a esto.
23:07Lope, que estaba limpiando unas verduras con una paciencia casi infinita, dejó el cuchillo sobre la tabla y se volvió para encararlo.
23:16Su expresión era seria, desprovista de la compasión que otros le mostraban.
23:22—Basta ya, Santos —dijo, su voz grave y firme.
23:28—Basta de culpar al mundo entero por tus propias acciones.
23:31Santos lo miró, desconcertado y ofendido.
23:37—¿Mis acciones? ¿Qué he hecho yo? Yo solo he defendido a mi padre.
23:41¿Defenderlo? Lope soltó una risa amarga y carente de alegría.
23:46—¿A eso le llamas defenderlo? Déjame que te refresque la memoria.
23:50Desde que llegaste aquí, no has hecho más que pavonearte, amenazar a la gente y actuar como el lacayo de don Cristóbal.
23:56—Te aliaste con el hombre que estaba atormentando a tu propio padre. ¡Eso no es verdad! —protestó Santos, pero su voz carecía de convicción.
24:07—¿No es verdad? —insistió Lope, dando un paso hacia él. No era una amenaza física, sino la imposición de una verdad ineludible.
24:17—¿Quién fue el que disfrutó viendo a Pía humillada? ¿Quién fue el que se chivó a don Cristóbal de cada pequeño acto de resistencia del servicio?
24:25—¿Quién le dio a ese monstruo más y más poder sobre todos nosotros, incluido tu padre, con tu servilismo y tu silencio cómplice?
24:33—Cada pregunta era un dardo que daba en el blanco. Santos retrocedió, como si las palabras de Lope fueran golpes físicos.
24:43—Yo, yo no sabía. ¡Claro que no sabías! —le interrumpió Lope, su voz subiendo un poco de tono, cargada de una frustración largamente contenida.
24:57—Estabas demasiado ocupado disfrutando de tu pequeña porción de poder. Pensaste que estabas en el bando ganador.
25:05Pero te equivocaste. Tus actos, tus propias decisiones, contribuyeron a crear la presión que ha hecho que tu padre se rompa.
25:13—Él se ha sacrificado para intentar arreglar un desastre que tú ayudaste a crear. El cocinero respiró hondo, su enfado mitigándose para dar paso a una dura compasión.
25:26—Así que sí, tus actos han contribuido a este desenlace. Y no, no voy a sentir lástima por ti si lo único que haces es lamentarte y culpar a los demás.
25:35—¿De qué sirve ahora? Tu padre se ha ido. Lo único que puedes hacer es mirar bien lo que has hecho, aprender de ello y decidir qué clase de hombre quieres ser a partir de ahora.
25:46—López se dio la vuelta y volvió a su trabajo, dejando a Santos solo en medio de la cocina, con el eco de sus palabras resonando en sus oídos.
25:58Por primera vez, el joven no sintió rabia, sino el peso aplastante de la vergüenza.
26:03—La verdad, cruda y sin adornos, lo había golpeado con la fuerza de un vendaval, derribando el castillo de naipes de sus justificaciones.
26:14Y en las ruinas, solo quedaba un joven perdido, enfrentado al desolador reflejo de sus propios errores.
26:21En medio de este clima de despedidas y confrontaciones, un rayo de luz, aunque quizás teñido de incertidumbre, intentaba abrirse paso.
26:33Toño, el joven y entusiasta Lacayo, llevaba días caminando sobre Ascuas, esperando una respuesta de su amada Enora.
26:40Y esa mañana, el cartero le había traído la carta que tanto anhelaba.
26:47La leyó a escondidas en el hueco de una escalera, su rostro iluminándose con cada palabra.
26:55Era un sí, Enora aceptaba su propuesta de matrimonio.
26:59La alegría lo desbordaba. Se sentía como si pudiera flotar.
27:03No podía contener la noticia, necesitaba compartirla, y sabía exactamente con quién.
27:10Buscó a Manuel, el heredero de los Luján, con quien había desarrollado una extraña pero sincera amistad.
27:20Lo encontró en los establos, revisando una de las monturas.
27:24Señorito Manuel, señorito Manuel, exclamó Toño, corriendo hacia él con la carta en la mano.
27:32No se va a creer la noticia que le traigo, la mejor noticia del mundo.
27:36Manuel se volvió, una sonrisa amable formándose en su rostro al ver el entusiasmo contagioso del joven.
27:44¿Qué ocurre, Toño? Parece que te haya tocado la lotería.
27:49Mejor que la lotería, señorito.
27:51Mucho mejor, dijo, sin aliento.
27:56Es Enora, me ha respondido, me ha dicho que sí, que se casará conmigo.
28:01Extendió la carta como si fuera un edicto real.
28:06Manuel la tomó y la leyó.
28:08La prosa era florida y apasionada, llena de promesas de amor eterno.
28:14Sin embargo, mientras leía, la sonrisa de Manuel se tensó ligeramente.
28:19Seguía albergando profundas dudas sobre la verdadera naturaleza de esa joven a la que nadie había visto.
28:24Esa muchacha que parecía demasiado perfecta, demasiado etérea.
28:30Algo en toda esa historia no terminaba de encajar.
28:34Es una noticia maravillosa, Toño, dijo, devolviéndole la carta y esforzándose por parecer convincente.
28:41Me alegro muchísimo por ti, de verdad, sabía que se alegraría, exclamó Toño, su felicidad tan grande que era inmune a cualquier matiz de duda.
28:54Y por eso, por eso quería pedirle algo, algo muy importante para mí.
29:00Dime, lo que sea.
29:01Toño respiró hondo, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo.
29:08Señorito Manuel, usted ha sido como un hermano mayor para mí en todo este asunto.
29:15Me ha escuchado, me ha aconsejado.
29:17Es la persona en la que más confío en este palacio.
29:22Y por eso, me gustaría pedirle que fuera mi padrino de boda.
29:26La petición tomó a Manuel completamente por sorpresa.
29:31Se sintió honrado, pero al mismo tiempo, una oleada de inquietud lo recorrió.
29:36Ser el padrino significaba avalar esa unión, dar su bendición a un matrimonio del que no estaba nada seguro.
29:45Su mente se llenó de dudas.
29:47¿Y si Enora no era quien decía ser?
29:49¿Y si estaba engañando a Toño?
29:51¿Y si todo esto era una farsa cruel?
29:53Aceptar sería convertirse en cómplice de un posible desastre.
29:56Pero al mirar el rostro de Toño, un rostro iluminado por una esperanza tan pura y una felicidad tan frágil, no tuvo corazón para negarse.
30:08¿Cómo podía sembrar la duda en un momento como aquel?
30:11¿Cómo podía romperle el corazón con sus propias sospechas infundadas?
30:14Toño, yo, tartamudeo, buscando las palabras adecuadas.
30:21Sería un honor para mí.
30:22Un grandísimo honor.
30:24Por supuesto que acepto.
30:27La sonrisa de Toño se ensanchó hasta casi partirle la cara en dos.
30:33Se abalanzó sobre Manuel y le dio un abrazo impulsivo y lleno de gratitud.
30:37Gracias, señorito, gracias, sabía que podía contar con usted, es el mejor.
30:44Manuel le devolvió el abrazo, una sensación de pesadumbre instalándose en su pecho.
30:51Había dicho que sí, pero el eco de sus propias dudas resonaba en su cabeza con la fuerza de una campana de advertencia.
30:57Había aceptado ser el padrino de una boda con una novia fantasma, y tenía el terrible presentimiento de que aquella historia de amor estaba destinada a terminar en lágrimas.
31:11Mientras tanto, en otra parte del palacio, Vera lidiaba con sus propios fantasmas, aunque los suyos eran de carne y hueso.
31:18La joven doncella, que había encontrado un precario refugio en la promesa, no podía quitarse de la cabeza el deseo de reencontrarse con su padre.
31:29A pesar de todo, a pesar del miedo que le había hecho huir, el vínculo filial la llamaba.
31:37Se acercó a Federico, el chofer, el único que conocía su secreto y que se había convertido en una figura paterna para ella.
31:46Federico, tengo que verlo.
31:48Le dijo, su voz teñida de una urgencia desesperada.
31:52No puedo seguir así, escondiéndome, sin saber nada de él.
31:58Es mi padre, necesito hablar con él, entender.
32:02Federico la miró con una gravedad que le geló la sangre.
32:07Su rostro, habitualmente afable, estaba surcado por la preocupación.
32:12Vera, escúchame bien.
32:14Dijo, su voz baja y seria.
32:16No puedes, ¿no ahora?
32:20¿Por qué no?
32:21Ya ha pasado tiempo, quizás se ha calmado, quizás.
32:26No, la interrumpió él, su tono más firme que nunca.
32:30No se trata de que se haya calmado.
32:34Vera, después de que me lo contaras, hice algo.
32:37Fui a tu pueblo, pregunté por él.
32:39Quería comprobar por mí mismo qué clase de hombre era.
32:44Vera lo miró, expectante, y lo que vi.
32:48Federico hizo una pausa, buscando las palabras.
32:53Lo que sentí, Vera, he podido comprobar por mí mismo lo peligroso que puede llegar a ser ese hombre.
32:58No es solo un padre estricto o un hombre de mal carácter.
33:04Hay algo más, hay una oscuridad en él, una frialdad que asusta.
33:10La gente le teme, Vera.
33:12Hablan de él en susurros.
33:14No es seguro que te acerques a él.
33:17Te lo prohíbo.
33:18La palabra prohíbo resonó entre ellos.
33:21No era la prohibición de un jefe, sino la de un padre aterrorizado por la seguridad de su hija.
33:26Vera sintió un escalofrío.
33:30Quería protestar, quería argumentar que ella lo conocía, que en el fondo la quería,
33:35pero la mirada de Federico era tan intensa, tan llena de una convicción aterradora,
33:40que las palabras murieron en sus labios.
33:44Confió en su juicio más que en sus propios deseos.
33:47Asintió en silencio, el corazón encogido,
33:50atrapada entre el anhelo de volver a casa y el terror a lo que podría encontrar allí.
33:57La advertencia de Federico había levantado un muro invisible pero infranqueable entre ella y su pasado.
34:04Pero toda la tensión, toda la intriga y todo el drama que se desarrollaban en las distintas estancias de la promesa
34:10palidecían en comparación con el silencio que emanaba de una habitación en particular en el ala del servicio.
34:15La habitación de Petra, desde el viernes, su estado no había hecho más que empeorar.
34:24La fiebre no remitía y una debilidad extrema se había apoderado de ella, sumiéndola en un estado de letargo casi constante.
34:32El médico la había visitado, pero sus remedios parecían inútiles.
34:38Había murmurado diagnósticos vagos, mencionando una posible infección pulmonar,
34:43una fiebre de los pantanos, pero sus ojos delataban su impotencia.
34:49La enfermedad de Petra era un misterio que la ciencia de la época no sabía desentrañar.
34:54En las cocinas y los pasillos, el ambiente era de una preocupación extrema, casi tangible.
35:05El miedo se había instalado entre la servidumbre, un miedo supersticioso, primario.
35:12Se hablaba en voz baja, como si el simple hecho de nombrar a Petra en voz alta pudiera atraer la mala suerte.
35:20Nadie se atrevía a visitarla.
35:21No era solo por temor al contagio, era algo más profundo.
35:26Era el pavor a enfrentarse a la muerte cara a cara, a ver a una mujer,
35:31que a pesar de su carácter agrio y su lengua afilada era una de ellos, consumirse lentamente.
35:38La puerta de su habitación permanecía cerrada, como la entrada a una tumba.
35:44Yana, Simona, Candela, todas se sentían atenazadas por una mezcla de lástima y aprensión.
35:51Incluso Lope, que había tenido innumerables enfrentamientos con ella, sentía un nudo en el estómago.
36:00La ausencia de sus quejas, de su vigilancia constante, había dejado un silencio antinatural,
36:07un vacío que era más inquietante que su presencia.
36:09Solo un alma en aquel palacio se atrevió a cruzar el umbral del miedo.
36:16Samuel, el lacayo joven y callado, el que siempre pasaba desapercibido.
36:23Quizás fue un impulso de compasión, o un sentido del deber que superaba al de los demás,
36:28o simplemente la incapacidad de soportar por más tiempo la angustia de la incertidumbre.
36:33Nadie lo vio, nadie se lo pidió.
36:37Con el corazón en un puño, se dirigió a la habitación de Petra.
36:43Giró el pomo de la puerta con una lentitud infinita.
36:46El metal estaba frío.
36:47La puerta se abrió con un leve quejido que sonó estruendoso en el silencio sepulcral del pasillo.
36:52El interior de la habitación estaba en penumbra, las cortinas corridas para proteger a la enferma de la luz.
37:02El aire era denso, viciado, con el olor dulzón y metálico de la enfermedad.
37:08Samuel entró de puntillas.
37:12Sus ojos tardaron un momento en acostumbrarse a la oscuridad.
37:15Y entonces la vio.
37:17Petra yacía en la cama, inmóvil.
37:19Su rostro, habitualmente crispado por la amargura, estaba ahora extrañamente sereno, de un color ceroso y pálido que no parecía de este mundo.
37:32Su pecho no subía ni bajaba.
37:34Sus labios estaban entreabiertos, con un tinte azulado.
37:39Una de sus manos colgaba inerte por el borde del colchón.
37:43El joven Lacayo se acercó, el pánico comenzando a subirle por la garganta.
37:49Señora Petra, susurró, su voz temblando.
37:52No hubo respuesta.
37:54El silencio era absoluto.
37:57Se inclinó sobre ella, acercando su oído a su boca, buscando el más mínimo hálito de vida.
38:05Nada.
38:06Le rozó el cuello con los dedos, buscando el pulso.
38:09No sintió nada.
38:10La piel estaba fría, húmeda.
38:12Fue entonces cuando la vio con claridad.
38:16Petra estaba completamente inconsciente, o quizás algo peor.
38:21Su cuerpo estaba abandonado, un recipiente vacío.
38:24No había lucha, no había vida.
38:27Solo una quietud terrible, definitiva.
38:29Samuel retrocedió, tropezando con una alfombra.
38:34Un grito ahogado escapó de sus labios.
38:38Salió de la habitación a trompicones, con el rostro descompuesto por el horror,
38:43la imagen de la mujer inerte grabada a fuego en su retina.
38:48Su aparición en el pasillo, pálido como un muerto, con los ojos desorbitados por el terror,
38:54fue la señal que todos temían.
38:55No necesito decir una palabra.
39:00El miedo, que hasta entonces había sido un susurro,
39:03se convirtió en un grito ensordecedor que recorrió el alma de cada sirviente.
39:08El temor se extendió como una plaga.
39:11La pregunta que nadie se había atrevido a formular ahora flotaba en el aire, venenosa e ineludible.
39:19¿Había llegado su final?
39:20Había Petra Arcos, la gobernanta implacable, el ama de llaves temida,
39:25el corazón amargado de la promesa, exhalado su último aliento en la soledad de su habitación,
39:31abandonada por todos.
39:34La jornada, que había comenzado con la noticia de una partida silenciosa,
39:40amenazaba con terminar con el estruendo de una muerte inesperada,
39:43dejando a los habitantes de la promesa suspendidos en el abismo de la incertidumbre,
39:47aguardando la confirmación de su peor pesadilla.
39:52El sol comenzaba a descender en el horizonte,
39:55y las sombras que se alargaban sobre el palacio parecían más frías,
39:59más oscuras y más definitivas que nunca.
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