Vivir junto a la Iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza y gestionada por el padre Ángel, se ha convertido en un calvario para vecinos, comerciantes y trabajadores del barrio de Chueca, según denuncian ellos mismos.
Los residentes aseguran que el entorno del templo, conocido por su labor social con personas sin hogar, se ha transformado en un foco de trapicheo de drogas, robos en supermercados, peleas diarias, suciedad en la vía pública, relaciones sexuales en la calle y amenazas constantes. La policía, relatan, acude “un día sí y otro también” para atender incidentes.
“Llevamos diez años soportando esta inmundicia”, resume una vecina, que acusa a parte de los usuarios del centro de generar la situación: “Lo dejan todo hecho un asco. Trapichean con droga y un día, recogiendo a mis hijos del colegio a las cinco de la tarde, me los encontré teniendo sexo en un colchón en plena calle”.
Los denunciantes subrayan que muchas de las personas que acuden a la iglesia para desayunar o comer padecen adicciones o problemas de salud mental sin recibir la atención adecuada, lo que agrava los conflictos en la zona.
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