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#avance #capítulo #682Ángela
Ángela atrapada y Catalina desaparecida: el caos sacude La Promesa
El próximo capítulo 682 de La Promesa (miércoles 24 de septiembre) llega cargado de tensión, secretos y giros inesperados. Ángela se rebela contra un compromiso forzado que la condena a la oscuridad, mientras Lorenzo sentencia que nadie en el palacio moverá un dedo por ella. Catalina, por su parte, sigue ausente tras dejar a sus hijos atrás, y sus cartas mantienen a todos en vilo. Petra se desploma y esconde un grave problema de ...
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Transcript
00:00Angela atrapada y Catalina desaparecida. El caos sacude la promesa. El próximo capítulo 682 de
00:17La Promesa, miércoles 24 de septiembre, llega cargado de tensión, secretos y giros inesperados.
00:24Ángela se revela contra un compromiso forzado que la condena a la oscuridad, mientras Lorenzo
00:32sentencia que nadie en el palacio moverá un dedo por ella. Catalina, por su parte, sigue
00:39ausente tras dejar a sus hijos atrás, y sus cartas mantienen a todos en vilo. Petra se
00:46desploma y esconde un grave problema de salud, iniciando un peligroso juego de silencios.
00:54Entre traiciones, celos y alianzas imposibles, Manuel y Martina deciden arriesgarlo todo
01:00para impedir una boda que podría destruir a Ángela para siempre.
01:06¿Quién logrará sobrevivir al torbellino que se avecina en La Promesa? El sol del 24 de
01:11septiembre ascendía sobre el Valle de los Pedroches, tiñendo el cielo de acuarelas pálidas, pero
01:17su luz no lograba penetrar la densa atmósfera de pesadumbre que se había instalado en La
01:21Promesa. El palacio, normalmente un ente vivo y bullicioso, parecía contener la respiración,
01:30sumido en un silencio tenso y quebradizo. Cada pasillo, cada salón, cada rincón del
01:37servicio, estaba impregnado por el eco de dos catástrofes que se solapaban como ondas en
01:42un estanque turbio. Un compromiso forzado que olía a tumba y una desaparición que dejaba
01:48un vacío helado en el corazón de la familia.
01:52La noche anterior había sido una de las más largas que se recordaban. El anuncio del enlace
01:57entre Ángela y el capitán Lorenzo de la Mata, soltado con la misma frialdad con la
02:02que se dicta una sentencia de muerte, había dejado a todos sin habla.
02:05Pero aquel estupor se había visto brutalmente eclipsado por un horror más primario. El
02:13descubrimiento de los bebés de Catalina, solos, desamparados en el cobertizo.
02:20La posterior carta, dirigida a Adriano y Leida con manos temblorosas por el marqués,
02:25no había hecho más que confirmar el abismo que se abría a sus pies.
02:28Catalina había huido. Había desaparecido en la noche, dejando atrás todo lo que amaba,
02:36convencida de que su presencia era una amenaza para sus propios hijos.
02:41El amanecer no trajo consigo consuelo, sino la cruda realidad de las consecuencias.
02:48En las cocinas, el ajetreo matutino era una pantomima sin alma. Las ollas sonaban con un
02:55eco hueco, las conversaciones eran susurros cargados de conjeturas y el miedo se masticaba
03:00junto al pan recién horneado. Arriba, en la planta noble, el silencio era aún más opresivo. Los
03:09Luján deambulaban por las estancias como fantasmas, cada uno atrapado en su propio laberinto de dolor,
03:15culpa y ansiedad. La ausencia de Catalina era una presencia física, un agujero negro que absorbía
03:24toda la luz y el calor. Y en medio de este caos silencioso, otra tormenta, más personal y sigilosa,
03:32estaba a punto de desatarse en las entrañas del servicio. Petra Arcos, el pilar de hierro sobre el
03:39que se sustentaba el orden de la casa, sentía como sus cimientos se resquebrajaban. Llevaba días
03:47arrastrando un malestar que atribuía al cansancio, a la tensión incesante que suponía vivir bajo el
03:52yugo de Don Cristóbal. Unas molestias vagas, una fatiga que no se iba con el descanso, un dolor
04:01sordo en el costado que iba y venía como una marea ingrata. Pero esa mañana, el dolor no era
04:08una marea, era un puñal. Se encontraba en el oficio, repasando una lista de tareas con una
04:14concentración forzada, intentando anclar su mente a la rutina para no dejarse arrastrar por el pánico
04:20que sentía burbujear en su interior. Cada letra en el papel parecía bailar ante sus ojos. El aire se
04:27volvió denso, pesado, como si el oxígeno se negara a entrar en sus pulmones. Un sudor frío le perló la
04:35frente y las sienes. El puñal en su costado giró, abriéndose paso a través de sus entrañas con una
04:41crueldad inusitada. Un velo gris descendió sobre su visión, y los sonidos de la casa se ahogaron,
04:50convirtiéndose en un zumbido lejano. Su mano, que sostenía la pluma, perdió toda fuerza. La pluma
04:58resbaló de sus dedos y cayó al suelo con un tintineo casi inaudible. Intentó agarrarse al borde
05:05de la mesa, pero sus rodillas se doblaron como si fueran de trapo. El mundo se inclinó, giró sobre
05:13sí mismo y luego, todo fue oscuridad. Petra Arcos se desplomó sobre el frío suelo de baldosas, un barco
05:20a la deriva en un océano de dolor silencioso. María Fernández entró en el oficio tarareando una
05:27melodía nerviosa, un intento vano de ahuyentar la angustia que la atenazaba desde la noche anterior.
05:32La huida de doña Catalina, la desolación del señor Adriano, el rostro petrificado de los
05:39marqueses. Todo era demasiado. Necesitaba un paño limpio y se dirigió hacia el armario donde se
05:46guardaban. Fue entonces cuando la vio. Al principio, su cerebro no procesó la imagen. Era una figura
05:55oscura y encogida en el suelo, una anomalía en el ordenado universo del servicio.
05:59¿Señora Petra? murmuró, confundida. No hubo respuesta. El corazón de María dio un vuelco
06:08violento. Se acercó a toda prisa, arrodillándose junto al cuerpo inerte del ama de llaves. Señora
06:16Petra, por Dios, exclamó, su voz un hilo de pánico. Le tocó el hombro, sacudiéndola con suavidad. El
06:26rostro de Petra estaba pálido, ceroso, y sus labios tenían un tinte azulado. Por un instante
06:34aterrador, María pensó que estaba muerta. Señora Petra, contésteme. Un gemido bajo, casi imperceptible,
06:43brotó de los labios de Petra. Sus párpados temblaron y se abrieron con una lentitud agónica.
06:48Sus ojos, normalmente dos pozos de autoridad y dureza, estaban ahora nublados por el dolor y la
06:56confusión. Miró a María como si no la reconociera, como si la estuviera viendo a través de un cristal
07:04empañado.
07:04María, ¿qué, qué haces? Susurró, su voz era un grazmido ronco. Se ha caído, señora.
07:16Estaba en el suelo. Dijo María, la urgencia tiñendo cada sílaba. Hay que llamar al doctor.
07:23No se encuentra bien. Petra intentó incorporarse, apoyándose en un codo, pero un espasmo de dolor la
07:30obligó a dejarse caer de nuevo con un siseo. La claridad, sin embargo, regresaba a su mirada,
07:38y con ella, su férrea voluntad. No, dijo, con más firmeza de la que María hubiera creído posible.
07:48No llames a nadie. Ayúdame a levantarme. Pero, señora, no está en condiciones. Debería verla a un
07:55médico. Podría ser algo grave. He dicho que no. Replicó Petra, y esta vez su voz contenía una
08:03nota de acero, la vieja Petra resurgiendo de entre las brumas del dolor. Ha sido un mareo,
08:11un simple vaído por el cansancio y el disgusto de estos días. Nada más. María dudó, el instinto
08:18le gritaba que aquello era mucho más que un simple vaído. La palidez mortal de Petra, la forma en que
08:26se había desplomado. Pero la mirada del ama de llaves era una orden directa, una súplica revestida
08:33de mandato. Con un suspiro de resignación, María pasó un brazo por la espalda de Petra y la ayudó a
08:41ponerse en pie. El ama de llaves se apoyó pesadamente en ella, su cuerpo temblaba y su respiración era un
08:49jadeo entrecortado. Despacio, murmuró María, guiándola hacia una silla cercana. Petra se sentó
08:57con la rigidez de una muñeca de porcelana, manteniendo la espalda recta por pura fuerza
09:02de voluntad, aunque cada músculo de su cuerpo gritaba de agonía. Se pasó una mano temblorosa
09:09por la frente, apartándose un mechón de pelo húmedo. Gracias, María, dijo, con los ojos cerrados.
09:18El agradecimiento sonaba extraño en sus labios, una palabra forastera, no tiene por qué darlas.
09:26Pero insisto, señora, deberíamos. No insistirás en nada. La cortó Petra, abriendo los ojos.
09:34La dureza había vuelto, pero debajo de ella, María pudo percibir algo que nunca antes había
09:41visto en el ama de llaves. Miedo. Un miedo desnudo y puro. Nadie puede saber esto, ¿entiendes? Nadie,
09:51ni el servicio, ni mucho menos los señores. Pero, ¿por qué, si está enferma, necesita cuidados?
09:58¿Por qué no puedo permitírmelo? Replicó Petra, su voz bajo a un susurro conspirador y desesperado.
10:07Con todo lo que está pasando, con don Cristóbal al mando, no puedo mostrar debilidad. Me quitaría
10:13de en medio sin pensarlo dos veces. Y yo, yo no puedo perder mi puesto. No puedo irme de la promesa.
10:21La confesión flotó en el aire viciado del oficio, cargada de un peso insospechado.
10:29María la miró, no a la implacable ama de llaves, sino a la mujer asustada que se escondía detrás
10:34de la coraza. Comprendió en ese instante que Petra Arcos, la mujer que había hecho de la fortaleza su
10:42única religión, estaba aterrada. Escúchame, María. Continuó Petra, inclinándose hacia adelante,
10:51su mirada fija y suplicante. Necesito que me cubras, si me vuelve a dar un mareo,
10:58si necesito descansar un momento. Necesito que te inventes una excusa, que digas que estoy
11:05revisando los inventarios en el desván, o que he ido a la aldea a un recado urgente. Lo que sea,
11:13¿harás eso por mí? María se encontró atrapada en una red que no había tejido. Mentir, ocultar,
11:21engañar al resto de sus compañeros, a los señores, iba en contra de toda su naturaleza. Pero la imagen
11:29de Petra, desplomada y vulnerable en el suelo, estaba grabada a fuego en su retina. Negarse parecía
11:37un acto de una crueldad infinita. Yo, titubeó, mordiéndose el labio. Por favor, María, insistió
11:46Petra, y esa simple súplica, venida de ella, tuvo el impacto de un grito. Era la rendición de su orgullo.
11:55Te lo ruego. María Fernández bajó la mirada hacia sus manos, entrelazadas sobre su regazo.
12:04Sabía que estaba cometiendo un error. Sabía que aquel secreto era una serpiente que, tarde o temprano,
12:10mordería a alguien. Pero al levantar la vista y encontrarse con los ojos febriles y desesperados
12:18de Petra Arcos, solo pudo pronunciar una palabra. Está bien, susurró, guardaré su secreto. Petra
12:27exhaló un suspiro que fue mitad alivio, mitad dolor contenido. Asintió lentamente, sellando el pacto.
12:36Una peligrosa cadena de ocultación acababa de forjarse en la penumbra del oficio, un eslabón
12:41frágil que amenazaba con romperse y arrastrarlas a ambas al abismo. Mientras tanto, en la planta
12:49noble, la tensión adoptaba una forma más civilizada pero no menos letal. En el salón de desayuno,
12:56Leocadia y Lorenzo de la Mata se enfrentaban en un duelo de voluntades sobre las tazas de café
13:01humeante. El resto de la familia había optado por desayunar en sus aposentos o, simplemente,
13:09no tenía estómago para probar bocado. La ausencia de Catalina era un comensal fantasma en la mesa.
13:17No puedes hacer esto, Lorenzo, dijo Leocadia, su voz un siseo controlado, aunque sus nudillos,
13:24blancos de apretar la taza, delataban su furia interior.
13:27No puedes obligar a Ángela a casarse contigo. Es una barbaridad. Lorenzo sorbió su café con
13:36una calma exasperante. Colocó la taza en el plato con un cuidado meticuloso,
13:42produciendo un leve tintineo que resonó en el silencio del salón como un disparo.
13:49Querida Leocadia, creo que no entiendes la situación. Respondió, su tono suave y a la
13:55vez afilado como el cristal roto. Yo no estoy obligando a nadie. Simplemente he hecho una
14:02proposición de matrimonio. Una proposición muy generosa, si me permites añadirlo. Le ofrezco
14:09a tu hija mi nombre, mi posición, mis tierras. La estoy salvando de una vida de servidumbre y
14:17oscuridad. Deberías estarme agradecida. ¿Agradecida? Exclamó Leocadia, incapaz de
14:24contenerse por más tiempo. Agradecida por encadenarla a un hombre al que no ama, a un
14:29hombre que le dobla la edad y que... ¿Y que es como es? Es mi hija, Lorenzo. Exactamente.
14:36Es tu hija. Replicó él, y su mirada se endureció, perdiendo todo vestigio de falsa amabilidad.
14:42Y tú eres mi invitada en esta casa. Una invitada que, si mal no recuerdo, no tiene a dónde ir.
14:53Vuestra posición es precaria, Leocadia. Yo os ofrezco estabilidad. Un futuro. Todo lo que pido
14:59a cambio es la mano de Ángela. Es un trato justo. Esto no es un trato, es una condena. Espetó ella,
15:07con la voz rota. Ángela es una niña. Es inocente. Es buena. No se merece esto. No se merece. A ti.
15:19Lorenzo sonrió, pero fue una sonrisa que no llegó a sus ojos. Una mueca gélida y depredadora.
15:27La inocencia es un lujo que pocos pueden permitirse. Y en cuanto a lo que se merece.
15:31Se encogió de hombros con una indiferencia brutal. La vida no trata de merecimientos,
15:38sino de oportunidades. Yo le estoy dando una. Y te aseguro, Leocadia, que nadie en esta casa va a
15:46oponerse. La promesa está demasiado ocupada lamiéndose sus propias heridas por la huida de
15:53la heroica Catalina. Nadie moverá un dedo por ella. La frialdad de sus palabras, la certeza con
16:01la que las pronunció, golpearon a Leocadia con la fuerza de una bofetada. Miró a aquel hombre,
16:08al padre de su difunto marido, y vio en él un pozo de oscuridad sin fondo. Comprendió,
16:16con una claridad aterradora, que estaba sola. Que había metido a su hija y a sí misma en la
16:21jaula de un monstruo. Pero Lorenzo, en su arrogancia, se equivocaba. Subestimaba los lazos
16:30que, a pesar de todo, aún unían a algunos habitantes de aquel palacio. En la biblioteca,
16:37lejos de oídos indiscretos, Martina y Manuel Luján conspiraban en susurros urgentes.
16:43—No podemos permitirlo, Manuel —decía Martina, paseando nerviosa frente a la chimenea apagada.
16:53—No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras Lorenzo destruye a otra mujer. Manuel,
16:59sentado en uno de los pesados sillones de cuero, asentía con la mandíbula apretada.
17:04—El recuerdo de su tía Eugenia, la primera esposa de Lorenzo, se cernía sobre ellos como
17:11un espectro. Recordaba su fragilidad, su risa que se fue apagando poco a poco, la luz de sus ojos que
17:19se extinguió hasta dejar solo un vacío de tristeza y locura. Todos en la familia sabían, aunque nunca
17:27se dijera en voz alta, que Lorenzo la había empujado a ese abismo. —Lo sé, Martina, tienes toda la
17:35razón —dijo Manuel, su voz grave—. Ángela no se merece ese destino. —Es una buena chica, y está
17:44completamente indefensa. Su propia madre parece dispuesta a sacrificarla. —Lorenzo la ha amenazado,
17:51es evidente. Leocadia está atrapada. —replicó Martina, deteniéndose en seco.
17:58—Pero nosotros no. Lorenzo dijo que nadie movería un dedo por ella. Vamos a demostrarle que se equivoca.
18:06—¿Y qué propones que hagamos? —preguntó Manuel, aunque en sus ojos ya brillaba una chispa de
18:12determinación. —Lorenzo tiene a Cristóbal de su parte. Y con la desaparición de Catalina,
18:19mis padres están ausentes. No sé si tendrán fuerzas para otra batalla. Pues tendrán que
18:26encontrarlas. Afirmó Martina con una resolución inquebrantable. —Tenemos que hablar con tu padre.
18:35Tenemos que apelar a su conciencia, a su sentido del honor. Alonso es el marqués de Luján. No puede
18:42consentir que una atrocidad así tenga lugar bajo su techo. No después de lo de la tía Eugenia. Tenemos
18:50que recordárselo. Tenemos que hacerle ver que permitir esta boda es como permitir que la historia
18:55se repita. Manuel se levantó y se acercó a su prima. Le puso las manos sobre los hombros,
19:02infundiéndole fuerza. —Lo haremos. Iremos a ver a padre ahora mismo —dijo. Tiene razón. No dejaremos
19:11que Ángela sea la siguiente víctima. Por la memoria de Eugenia y por la decencia que aún debería quedar
19:18en esta casa. Salieron de la biblioteca con un propósito renovado, dos luces de esperanza en
19:25medio de la creciente oscuridad. Encontraron a Alonso en su despacho, la cabeza hundida entre
19:32las manos, la carta de Catalina extendida sobre la mesa como una sentencia. El marqués parecía haber
19:40envejecido diez años en una sola noche. —Padre —comenzó Manuel con suavidad.
19:47—¿Podemos hablar contigo un momento? Alonso levantó la vista, sus ojos enrojecidos y cansados.
19:53—Ahora no es un buen momento, hijos. Estoy, estoy tratando de pensar. Lo sabemos, tío.
20:02—Y lo sentimos más que nadie —intervino Martina, su voz llena de una empatía genuina.
20:09—Pero es precisamente por lo que ha pasado con Catalina que tenemos que hablarte. No podemos
20:15permitir que otra injusticia se cometa en la promesa. Alonso frunció el ceño, confundido.
20:21—¿De qué estáis hablando? Hablamos de Ángela —dijo Manuel, dando un paso al frente.
20:28—Y del capitán de la mata. —Padre, no puedes consentir ese matrimonio. Es una monstruosidad.
20:36El marqués suspiró, un sonido pesado, cargado de hastío y derrota. Lorenzo ha pedido su mano
20:42formalmente. —Leocadia ha dado su consentimiento. ¿Qué quieres que haga yo? Ángela no es de nuestra
20:50familia. —Legalmente, no tengo ninguna potestad sobre ella. Esto no es una cuestión legal,
20:57es una cuestión moral. —exclamó Martina, su pasión desbordándose.
21:02—Sabemos quién es Lorenzo, sabemos lo que le hizo a la tía Eugenia. ¿Vamos a quedarnos mirando
21:09mientras arrastra a esa pobre muchacha al mismo infierno? ¿Es ese el legado de los Luján?
21:15La mención de Eugenia fue como un golpe directo al corazón de Alonso. Apartó la mirada, incapaz de
21:22sostenerla de su sobrina. El recuerdo de su hermana, de su lenta y dolorosa desintegración,
21:29era una herida que nunca había cicatrizado del todo. —Lorenzo era diferente entonces,
21:36más joven, más impetuoso. Murmuró, aunque ni él mismo creía en sus palabras.
21:44—No, padre, no era diferente, y no ha cambiado. Insistió Manuel con firmeza. Sigue siendo el mismo
21:51hombre cruel y manipulador. —Y ahora tiene a Cristóbal de su lado, lo que le hace aún más
21:57peligroso. Está utilizando a Ángela, no sabemos para qué, pero no es por amor.
22:05Quizás para afianzar su posición, quizás por puro sadismo. Da igual, el resultado será el mismo.
22:12—¿La destruirá? ¿Y qué puedo hacer? Repitió Alonso, su voz teñida de impotencia.
22:19—Decidme qué puedo hacer. Si me enfrento a Lorenzo, Cristóbal tomará represalias contra
22:24todos nosotros. Ya lo ha hecho antes. ¿No lo entendéis? Tengo que proteger a mi familia.
22:31—Ángela también vive en esta casa, y tu hermano Curro la aprecia. Dijo Martina, jugando su última
22:37carta. —Protegerla a ella es también proteger a los nuestros. Tío, te lo suplicamos. Habla con Lorenzo.
22:46—Prohíbele que siga adelante con esta farsa. Como marqués de Luján, tu palabra aún tiene peso.
22:55—Úsala, por favor, antes de que sea demasiado tarde. El silencio se apoderó del despacho.
23:03Alonso miró la carta de su hija ausente, luego los rostros suplicantes de su hijo y su sobrina.
23:08—El peso del mundo parecía descansar sobre sus hombros. La elección era clara y terrible. Arriesgar
23:17la frágil paz que mantenía con Cristóbal para salvar a una casi extraña, o sacrificarla para
23:23proteger a los suyos. Y en su corazón cansado y roto, la respuesta no era tan sencilla como debería
23:30haber sido. En el mundo del servicio, las tensiones no eran menos palpables, aunque se manifestaban de
23:38forma más directa y explosiva. Curro, con el corazón todavía desgarrado por la partida forzosa de Pía,
23:47buscó a Ricardo, el mayordomo, con la determinación de un toro buscando la muleta.
23:54Lo encontró en la bodega, catalogando botellas con una calma que a Curro le pareció una provocación.
24:00—¿Se puede saber por qué? —espetó Curro sin preámbulos, su voz resonando contra las paredes
24:07de piedra. Ricardo se giró lentamente, sin mostrar sorpresa alguna. Sus ojos fríos se posaron en el
24:15joven. —¿Se puede saber por qué, qué, señorito? —preguntó, marcando la palabra señorito con un
24:24sutil desdén. —No me llames así y lo sabes —gruñó Curro, acercándose a él hasta casi invadir su
24:32espacio personal. —Sabes perfectamente de lo que hablo. ¿Por qué has enviado a Pía a la casa de los
24:39duques de Cerezuelo? ¿Por qué la has separado de su hijo? Ricardo dejó la botella que sostenía sobre
24:46una de las estanterías con un gesto deliberado. —¿Eran órdenes directas de don Cristóbal? —respondió
24:54con una frialdad calculada. Los duques necesitaban un ama de llaves con experiencia de forma urgente.
25:00La señora Adarra encajaba en el perfil. Fue una decisión puramente profesional. Profesional una
25:08mierda. Estalló Curro, golpeando con el puño un barril cercano. —Esto es personal. Esto es una
25:16venganza tuya. No soportabas que ella y yo, no soportabas que fuera feliz. —Le ruego que modere su
25:23lenguaje. Dijo Ricardo, su rostro una máscara impasible. Sus relaciones personales con el servicio
25:32no son de mi incumbencia, siempre y cuando no afecten a sus deberes. Mi única lealtad es para
25:39con los señores de esta casa y el correcto funcionamiento de la misma. Mientes, disfrutas
25:46con el dolor de los demás. Disfrutas separando a una madre de su hijo recién nacido. Tienes que
25:52traerla de vuelta. —Yo no tengo que hacer nada que no me ordenen mis superiores. —replicó Ricardo,
25:59su voz bajo un tono, volviéndose más amenazante. —Y le aconsejaría, por su bien, que dejara este
26:07asunto. Don Cristóbal le tiene en alta estima. —No creo que le gustara saber que está cuestionando
26:14sus decisiones y montando escenas en la bodega.
26:17La mención de Cristóbal y su inexplicable favoritismo hacia él era como echar sal en
26:23la herida de Curro. Se sentía atrapado, protegido por un hombre al que despreciaba,
26:31una situación que le revolvía el estómago. —Esto no va a quedar así, Ricardo. Si se
26:38ocurrió, su mirada cargada de odio. Te juro que esto no va a quedar así. Encontraré la forma de
26:45traer a Pía de vuelta, y tú te arrepentirás de esto. Ricardo se limitó a arquear una ceja.
26:53—Que tenga un buen día, señorito. Dijo, volviéndose de nuevo hacia sus botellas,
26:59dando la conversación por terminada.
27:01Curro se quedó allí plantado un momento más, temblando de una rabia impotente. Salió de la
27:08bodega dando un portazo, dejando a Ricardo con una sonrisa apenas perceptible dibujada en los labios.
27:15—La venganza, pensó el mayordomo, era un vino que, efectivamente, se servía mejor frío.
27:22—Mientras Curro descargaba su furia, otro acontecimiento venía a perturbar la frágil
27:30calma de la promesa. Un mozo de una finca vecina llegó con un sobre en la mano. Era otra carta,
27:37esta vez, el destinatario no era Adriano, sino Martina de Luján. El mozo entregó el sobre a un
27:45lacayo, quien, a su vez, lo llevó al salón donde Martina acababa de regresar tras su tensa
27:51conversación con Alonso. Al ver su nombre escrito en el sobre con la caligrafía inconfundible de
27:59Catalina, Martina sintió que el suelo se abría bajo sus pies. Un escalofrío helado le recorrió la
28:06espalda. —¿Qué es? —preguntó Manuel, que estaba con ella. —Es. Es de Catalina —susurró Martina,
28:16sosteniendo el sobre como si quemara. Sus manos temblaban tanto que apenas podía sujetarlo.
28:21El miedo la paralizó. ¿Y si la carta era una despedida? ¿Y si Catalina la culpaba? La última
28:28conversación que habían tenido no había sido precisamente amable. Habían discutido. Martina,
28:36preocupada por su prima, había sido demasiado dura, demasiado insistente.
28:43¿Y si sus palabras, sus reproches, habían sido la gota que colmó el vaso, el empujón final que la
28:49había lanzado al abismo de la huida? La culpa, un veneno insidioso, comenzó a extenderse por sus
28:57venas. Cada palabra airada, cada gesto de impaciencia, volvía a su mente para atormentarla.
29:06—¡Ábrela, Martina! —la instó Manuel con suavidad, viendo el pánico en sus ojos.
29:11—No puedo. Gimió ella. —Y si, ¿y si me dice que es por mi culpa? ¿Si me dice que la he
29:19decepcionado? No podría soportarlo, Manuel. —No sabrás lo que dices si no la abres —dijo él,
29:27con una lógica aplastante. —Sea lo que sea, es mejor saberlo.
29:32—Y sea lo que sea, lo afrontaremos juntos. Martina respiró hondo, tratando de armarse de valor.
29:41Sus dedos, torpes y fríos, rasgaron el papel del sobre. Extrajo las hojas dobladas y las desdobló
29:48con un cuidado infinito. El corazón le martilleaba en el pecho con tanta fuerza que estaba segura de
29:55que Manuel podía oírlo. Comenzó a leer en silencio, sus ojos recorriendo las líneas apresuradas y
30:03ligeramente temblorosas de su prima. —Mi queridísima Martina, si estás leyendo esto,
30:09significa que he logrado alejarme lo suficiente. Te pido perdón por el dolor que esta carta y mi
30:16ausencia te causarán, pero no veía otra salida. Te escribo a ti porque, a pesar de nuestras últimas
30:24discusiones, sé que en el fondo de tu corazón me entiendes. Y porque necesito pedirte algo,
30:31algo que sólo tú puedes hacer por mí. No he huido por cobardía, prima.
30:38Lo he hecho por amor, un amor tan feroz por mis hijos que me obliga a convertirme en una
30:42extraña para ellos. Ese hombre, Cristóbal, me lo dejó muy claro. Mientras yo estuviera cerca,
30:51mis hijos nunca estarían a salvo. Él los usaría como un arma contra mí, contra todos vosotros. No
31:00podía permitirlo. No podía vivir cada día con esa espada sobre sus cunas. Mi presencia era su
31:06condena, y mi ausencia es su única oportunidad de tener una vida normal. —No te culpes por nada,
31:13Martina. Nuestras discusiones nacían de tu preocupación por mí, y te lo agradezco. Fuiste tú
31:21la que me abrió los ojos a muchas cosas. Pero esta decisión es sólo mía. La he tomado yo, con el corazón
31:28roto en mil pedazos, pero con la convicción de que es lo correcto. Y ahora, te ruego que hagas algo por
31:36mí. Cuida de mis hijos. Sé que Adrián no lo hará, pero él está destrozado. Necesitará ayuda. Necesitará
31:44alguien fuerte a su lado. Y sobre todo, te pido que cuando mis hijos crezcan, les hables de mí.
31:51No dejes que me olviden. No dejes que piensen que su madre los abandonó. Cuéntales que los amaba más
31:56que a mi propia vida, y que cada paso que doy lejos de ellos, lo doy por ellos. Cuéntales que su madre no
32:04era una cobarde, sino una leona que se apartó para proteger a sus cachorros. No intentes buscarme.
32:12He tomado todas las precauciones para desaparecer. Sólo quiero que sepas que allá donde esté,
32:18mi corazón estará siempre en la promesa, con mis pequeños y con todos vosotros.
32:24Te quiere, a pesar de todo y para siempre, Catalina. Lágrimas silenciosas comenzaron a rodar
32:30por las mejillas de Martina mientras leía. No eran lágrimas de culpa, sino de una profunda y
32:37abrumadora tristeza. Un alivio doloroso se mezclaba con la pena. Catalina no la culpaba,
32:45pero el peso de su petición, de su legado, era inmenso. Miró a Manuel, con los ojos anegados,
32:51y le tendió la carta. Lee, susurró con la voz quebrada. Manuel leyó la carta rápidamente,
33:00y una expresión de sombría comprensión se dibujó en su rostro. Cuando terminó, envolvió a Martina
33:08en un abrazo protector. Ella se derrumbó contra su pecho, sollozando libremente por primera vez
33:14desde que todo había empezado. Lloraba por Catalina, por sus bebés, por Adriano,
33:21por la injusticia y la crueldad que habían envenenado sus vidas. Y en ese abrazo, en el
33:28refugio de la biblioteca, Martina hizo una promesa silenciosa. Cumpliría el deseo de su prima, sería la
33:37guardiana de su memoria, y protegería a esos niños como si fueran suyos. La noticia del compromiso
33:43seguía extendiéndose como una plaga por la casa, llegando hasta la propia víctima.
33:50Ángela estaba en su pequeño cuarto, compartido con su madre, sintiéndose como un animal enjaulado.
33:58Había pasado la noche en vela, repasando una y otra vez la conversación con Leocadia.
34:03Cada palabra de su madre había sido un clavo más en su ataúd. Es por nuestro bien, Ángela.
34:13El capitán nos ofrece un futuro. ¿Un futuro? Es una jaula, madre. Con un monstruo como carcelero.
34:21Lorenzo es un hombre importante. Te dará una posición. No tendrás que volver a servir nunca más.
34:26Prefiero fregar suelos toda mi vida a compartir un solo día con ese hombre. ¿No lo ves? No lo quiero,
34:34me da miedo. Leocadia había apartado la mirada, incapaz de enfrentarse a la desesperación en los
34:41ojos de su hija. Ya está decidido. Había dicho, con una voz carente de toda emoción. Te casarás con él.
34:50Y es mi última palabra. Ahora, sentada en el borde de su catre, Ángela se sentía completamente sola.
35:01Traicionada. Su propia madre, la persona que debía protegerla, la estaba entregando al lobo.
35:09Se sentía sucia, usada, una simple mercancía en un trato del que no entendía los términos.
35:15¿Por qué ella? ¿Qué había hecho para merecer esto? Miró su reflejo en el pequeño espejo astillado
35:22de la pared. Vio a una joven asustada, con los ojos enrojecidos por el llanto y la falta de sueño.
35:32No, no iba a aceptarlo. No podía, se negaría, lucharía, aunque tuviera que hacerlo sola.
35:38Se levantó, la determinación endureciendo sus rasgos. Saldría de ese cuarto y le diría a su
35:46madre, al capitán, al mundo entero si era necesario, que no se casaría. Que prefería morir. Su inocencia
35:55había sido destrozada, pero su voluntad aún le pertenecía. Y no pensaba entregarla sin luchar. Abajo,
36:04en la zona del servicio, la conversación entre Lope y Curro, que acababa de regresar de su encontronazo
36:10con Ricardo, tomaba un cariz más analítico, aunque no menos apasionado.
36:17No lo entiendo, Lope. Decía Curro, todavía alterado. ¿Qué demonios quiere Lorenzo de Ángela? Es absurdo.
36:26Lope, que estaba pelando patatas con una precisión metódica, suspiró. Siempre intentaba encontrar la
36:33lógica en el caos, una tarea cada vez más difícil en la promesa.
36:39Si lo miras fríamente, Curro, podría tener sentido. Dijo, intentando ser objetivo.
36:47El capitán tiene un título, aunque sea menor. Tiene tierras. Tiene una posición. Ángela es solo una
36:53doncella. Un matrimonio así la elevaría socialmente de una forma impensable. Podría ser que, a su manera
37:02retorcida, le esté ofreciendo un futuro. Curro soltó una risa amarga, desprovista de toda alegría.
37:10Un futuro. ¿Llamas a eso un futuro? ¿Atada a un hombre como Lorenzo? Por favor, Lope, sabemos lo que
37:17le pasó a su primera esposa. Ángela no duraría ni un año. No digo que sea un buen futuro. Matizó Lope,
37:25dejando el cuchillo a un lado y mirando a su amigo. Digo que desde una perspectiva puramente
37:32pragmática, el mundo podría verlo como una gran oportunidad para ella. Pues el mundo está ciego.
37:40Replicó Curro con vehemencia. Y tú también si no ves lo que hay detrás. Esto no tiene nada que ver
37:46con Ángela. Tiene que ver conmigo. Lope frunció el ceño. ¿Contigo? ¿Por qué? Porque sabe que la
37:55aprecio. Sabe que es mi amiga. Y sabe que la estoy ayudando a aprender a leer. Explicó Curro,
38:01su voz cargada de una certeza febril. Lorenzo es el padre del hombre que intentó matarme. Me odia,
38:09y como no puede atacarme directamente porque Cristóbal me protege, busca la forma de hacerme
38:14daño a través de la gente que me importa. Primero Pía, a través de Ricardo, y ahora Ángela. Quiere
38:22vengarse de mí. Quiere torturarme viendo cómo destruye a una persona inocente a la que yo he
38:27intentado ayudar. Es su forma de decirme que, no importa a quién me proteja, él siempre encontrará
38:35la manera de alcanzarme. Lope se quedó en silencio, procesando las palabras de Curro. La teoría era
38:43enrevesada, paranoica incluso, pero conociendo a Lorenzo de la Mata, tenía una lógica aterradora.
38:51La crueldad del capitán era lo suficientemente sofisticada como para urdir un plan tan retorcido.
38:58Es posible, admitió Lope finalmente, con un escalofrío. Es una idea monstruosa.
39:04Es un monstruo, concluyó Curro, con una simplicidad lapidaria. Y tenemos que detenerlo.
39:13La tensión en el ambiente era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Y no tardó en extenderse,
39:19contagiando incluso a aquellos que, hasta ese momento, habían permanecido en una relativa calma.
39:25Lope, todavía afectado por la conversación con Curro, estaba terminando de preparar una bandeja con
39:33el almuerzo para los señores cuando Vera se le acercó. Esa salsa parece un poco espesa,
39:41Lope, comentó ella, quizás con la intención de ayudar, pero su tono sonó acrítica.
39:46Lope, con los nervios a flor de piel, se giró bruscamente. La salsa está perfecta, Vera.
39:57Como siempre, respondió, con una acidez inusual en él. Vera parpadeó, sorprendida por su reacción.
40:06Solo era un comentario. No tienes por qué ponerte así. Pues ahórrate tus comentarios.
40:11Bastantes problemas tengo ya como para que ahora vengas tú a decirme cómo tengo que hacer mi trabajo.
40:18Espetó él. La discusión fue escalando en susurros airados, una estupidez nacida del estrés y el miedo
40:27que los corroía a todos. Pero tuvieron la mala fortuna de que, justo en ese momento,
40:34Don Cristóbal y el Capitán Lorenzo entraran en la cocina de camino al comedor.
40:38Se puede saber qué son estos gritos. Tronó la voz de Cristóbal, helando la sangre de todos los
40:45presentes. Lope y Vera se callaron al instante, palideciendo. Se giraron y vieron a los dos hombres
40:53observándolos con expresiones que no auguraban nada bueno. La de Cristóbal era de pura furia
41:00contenida, la de Lorenzo, de un divertido desprecio. Estábamos, eh, debatiendo sobre la consistencia de
41:08la salsa, señor, tartamudeó Lope, sabiendo lo ridículo que sonaba.
41:13Debatiendo, repitió Cristóbal, acercándose a ellos con pasos lentos y amenazantes.
41:22A mí me ha parecido una discusión a gritos. Delante de los señores, ¿habéis perdido el
41:27juicio? ¿Es esta la disciplina que se espera en mi casa?
41:29No, señor, le pido disculpas. Dijo Vera, con la voz temblorosa. Las disculpas no van a ser
41:38suficientes. Dijo Cristóbal, su voz peligrosamente suave. Este tipo de comportamiento es intolerable.
41:47Es una falta de respeto hacia nosotros y hacia esta casa. Y no quedará sin castigo. Ricardo se
41:53encargará de decidiros una sanción ejemplar. Lope y Vera bajaron la cabeza, humillados y
42:00aterrorizados. Un simple comentario, una mala reacción, y ahora se enfrentaban a un castigo
42:06que, viniendo de Ricardo y con la bendición de Cristóbal, podía ser cualquier cosa.
42:13La discusión les iba a costar muy cara, y sirvió como un recordatorio brutal para todos en el
42:18servicio. En la promesa, bajo el nuevo régimen, el más mínimo error podía llevarte a la ruina.
42:27Y mientras las grandes tragedias y los dramas intensos se desarrollaban en salones y cocinas,
42:32en un rincón más tranquilo, cerca de los fogones, la vida seguía abriéndose paso con sus pequeñas
42:38intrigas. Simona y Candela observaban a Enora, la nueva ayudante de cocina, que suspiraba mientras
42:46removía un guiso. ¿Qué te pasa, muchacha? preguntó Simona con su habitual tono directo. Tienes la
42:55misma cara que si se te hubiera muerto un canario. Enora se sobresaltó. No, nada, solo, pensaba en
43:03mis cosas. Candela, que tenía un radar infalible para los asuntos del corazón, entrecerró los ojos.
43:09¿O en tus personas? Insinuó con picardía. ¿Ese Toño que te rondan no te da más que quebraderos de
43:17cabeza? Enora se sonrojó violentamente. Toño es un buen hombre, y me ha pedido que me case con él.
43:25Vaya, exclamó Simona, ¿y le has dicho que sí? Todavía no, no lo sé, es una buena oportunidad,
43:34él tiene un buen trabajo en el pueblo. Pero, pero a ti el que te hace tilín es otro, ¿a que sí? Terminó
43:43Candela, dándole un codazo cómplice. Enora se quedó callada, removiendo el guiso con más fuerza
43:50de la necesaria. No digas tonterías, Candela. No son tonterías, intervino Simona, más seria.
44:00Lo hemos visto, y no somos las únicas. Manuel no te quita ojo de encima. Don Manuel,
44:07pero si es un señorito, dijo Enora, aunque su corazón dio un vuelco. Señorito o no,
44:14tiene ojos en la cara, afirmó Candela. Y cada vez que Toño se acerca a hablar contigo,
44:20a don Manuel se le pone una cara de vinagre que no puede con ella.
44:25El otro día, cuando Toño te trajo esas flores del campo, casi fulmina al pobre muchacho con la mirada.
44:33Está celoso perdido. Sentenció Simona, como si dictara un veredicto judicial. Y un hombre no se
44:40pone celoso si no le importa a la mujer en cuestión. Enora dejó la cuchara y se apoyó en la mesa,
44:47abrumada. ¿Era posible que un Luján se fijara en ella, una simple criada? Le parecía un sueño,
44:54una fantasía tan lejana como las estrellas. Pero las palabras de Simona y Candela habían
45:00plantado una semilla de esperanza en su corazón.
45:03Piénsatelo bien, hija. Le aconsejó Simona, con una suavidad maternal. Un matrimonio con Toño es
45:12seguro. Lo otro, lo otro es un camino lleno de espinas. Pero a veces, son esas espinas las que
45:20protegen las rosas más hermosas. Las palabras de la cocinera se quedaron flotando en el aire
45:27cargado de vapores, una pequeña nota de romance y dilema personal en medio de la sinfonía de
45:32desesperación que era la promesa en aquel fatídico día de septiembre. Cada habitante del palacio,
45:40desde el marqués hasta la última doncella, se enfrentaba a sus propios demonios, tomaba sus
45:45propias decisiones, tejía su propio destino en la compleja y, a menudo, cruel tela de araña de sus
45:52vidas entrelazadas. Y el sol, ajeno a todo, comenzaba su lento descenso hacia el horizonte,
45:59amenazando con traer otra noche de incertidumbre y miedo. El capítulo no había hecho más que empezar.
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