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#capítulo246 #confesarlo #todo
Avance ‘Valle Salvaje’: «Voy a confesarlo todo» en el capítulo 246 (3 de septiembre)
Ana se convierte en un problema para Úrsula, mañana 3 de septiembre en el capítulo 246 de 'Valle Salvaje'.
El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable, cargado con el peso de los secretos y el hedor dulce y nauseabundo de la muerte. La luz del tres de septiembre se filtraba por las altas ventanas de la Casa Grande con una palidez enfermiza, como si el propio sol estuviera de luto. Para Rafa ...
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#‘ValleSalvaje’, #capítulo246«Voy, #confesarlo, #todo»
Transcript
00:00Avance Valle Salvaje. Voy a confesarlo todo, en el capítulo 246, 3 de septiembre.
00:18Ana se convierte en un problema para Úrsula, mañana 3 de septiembre en el capítulo 246
00:25de Valle Salvaje. El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable,
00:32cargado con el peso de los secretos y el hedor dulce y nauseabundo de la muerte.
00:39La luz del 3 de septiembre se filtraba por las altas ventanas de la casa grande con una
00:43palidez enfermiza, como si el propio sol estuviera de luto. Para Rafael de la Cruz, cada rayo de esa
00:51luz era una aguja que le perforaba el alma, cada rincón de la mansión un eco del vacío que había
00:57dejado Julio Salcedo. Pero el luto, que había comenzado como una niebla de dolor y confusión,
01:04se estaba disipando para dar paso a una tormenta de sospechas, una certeza helada que le erizaba
01:09la piel y le apretaba el corazón en un puño de hielo. Estaba sentado frente a Adriana, en la
01:16penumbra de la biblioteca, un santuario de silencio que ahora parecía una tumba. El aroma a cuero viejo
01:24y a papel de los libros se mezclaba con el perfume de las flores marchitas que aún quedaban del funeral.
01:31Adriana tenía la mirada perdida en la taza de té que se enfriaba entre sus manos temblorosas.
01:38Sus ojos, antes dos pozos de luz y desafío, ahora eran dos abismos de pena. Las ojeras violáceas bajo
01:45ellos hablaban de noches en vela, de lágrimas que ya no encontraban consuelo.
01:52Rafael la observó durante un largo instante, reuniendo el valor para pronunciar las palabras
01:57que lo cambiarían todo, las palabras que profanarían la memoria de su amigo para salvar su verdad.
02:05Adriana, comenzó, su voz un susurro ronco, casi un sacrilegio en aquel silencio.
02:10Tenemos que hablar, no aquí, en un lugar donde nadie pueda oírnos. Ella levantó la vista,
02:19y en sus ojos Rafael vio el reflejo de su propio tormento. Asintió sin decir palabra,
02:26un movimiento casi imperceptible. Se levantaron como dos autómatas y caminaron sin prisa,
02:32pero con una urgencia interna que les quemaba por dentro, hasta el viejo invernadero,
02:36abandonado al fondo del jardín. Las enredaderas se habían apoderado de los cristales rotos y el
02:43aire olía a tierra húmeda y a descomposición. Era el lugar perfecto para desenterrar un muerto.
02:51¿Qué ocurre, Rafael? Preguntó ella finalmente, su voz frágil como el cristal.
02:56Me estás asustando, tu mirada, es la misma que tenías cuando volviste de la guerra.
03:04Rafael se pasó una mano por el cabello, agitado. Se sentía de nuevo en una trinchera,
03:09con el enemigo acechando desde un lugar invisible.
03:14Lo que voy a decirte va a sonarte a locura. Quizás lo sea, quizás el dolor me está haciendo
03:18ver fantasmas donde no los hay.
03:20Pero no puedo seguir callando. No puedo dejar que esta, esta mentira se asiente sobre nosotros
03:28como el polvo sobre los muebles. Tomó aire, y las palabras salieron de su boca como un
03:35torrente venenoso que había estado conteniendo durante días. Julio no murió de un ataque al
03:41corazón, Adriana. A Julio lo asesinaron. El mundo pareció detenerse. El zumbido de un
03:49insecto atrapado contra un cristal se convirtió en un estruendo ensordecedor.
03:55Adriana parpadeó, una, dos veces, como si intentara despertar de una pesadilla. Una risa
04:02seca, carente de alegría, escapó de sus labios.
04:07No digas eso, Rafael. Por favor, no lo digas ni en broma. Es, es cruel. Mi marido acaba de
04:14morir, y tú. No es una broma. La interrumpió él, su voz firme, anclada en una terrible convicción.
04:25Escúchame, por favor, piensa en ello. ¿No te pareció todo demasiado? ¿Repentino? Estaba bien.
04:33Estaba lleno de vida esa misma tarde. Hablamos, discutimos, sí, pero luego, luego hablamos de
04:40verdad. Se acercó a ella, tomándola suavemente por los hombros, obligándola a mirarlo a los ojos.
04:50Quería que viera la verdad desnuda en su mirada, sin adornos, sin consuelo. Hablé con él la tarde de
04:56de la tragedia. Le confesé lo nuestro, Adriana. Le dije que te amaba y que tú me correspondías.
05:07Esperaba su furia, esperaba que me retara a un duelo, que me echara de sus tierras a patadas.
05:14¿Y sabes lo que hizo? Adriana negó con la cabeza, sus labios entreabiertos,
05:19el color abandonando por completo su rostro. Me escuchó. Al principio se enfureció, sí,
05:27pero luego, luego comprendió. Vio tu infelicidad, vio la jaula de oro en la que vivías. Y me dijo
05:35algo que no olvidaré jamás. Me dijo, llévala lejos, Rafael. Hazla feliz. Yo os ayudaré. La voz
05:44de Rafael se quebró al recordar. Nos iba a ayudar a escapar, Adriana. Había aceptado nuestra relación.
05:52Nos iba a dar su bendición y los medios para empezar una nueva vida, lejos de todo esto.
05:58El impacto de la revelación fue como una bofetada para Adriana. Se tambaleó,
06:04y Rafael la sujetó con más fuerza. Él, ¿él lo sabía? ¿Y nos iba a ayudar? Susurró,
06:12incrédula. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, pero no eran lágrimas de pena,
06:17sino de una confusión tan profunda que dolía físicamente.
06:23No, no puede ser. ¿Por qué iba a...? Porque te amaba de verdad. Concluyó Rafael con una tristeza
06:30infinita. Quizás no como yo te amo, ni como tú lo amabas a él, pero te amaba lo suficiente como
06:37para desear tu felicidad por encima de la suya. Era un hombre bueno, a pesar de todo. Y ahora piensa,
06:45un hombre que está a punto de facilitar la fuga de su esposa con otro hombre, un hombre que conoce
06:51el mayor secreto de la casa grande, de repente, cae fulminado por un ataque al corazón.
06:58Justo en ese momento, justo esa tarde, Adriana se separó de él, caminando de un lado a otro del
07:04invernadero en ruinas, con las manos en la cabeza, como si intentara contener los pensamientos que
07:10amenazaban con hacerla estallar. ¿Quién...? Articuló finalmente, la palabra un graznido ahogado. ¿Quién
07:17querría hacerle daño? Todo el mundo lo apreciaba. ¿Y...? ¿Por qué, para evitar que nos fuéramos? ¿Quién
07:24podría odiarnos tanto? Alguien que no quería que se supiera la verdad.
07:28Alguien que no podía permitir que Julio hablara, dijo Rafael, y su mente comenzó a trabajar a una
07:37velocidad vertiginosa, uniendo las piezas de un puzle macabro. Alguien que quería silenciarlo
07:44para siempre, y al hacerlo, nos enviaba un mensaje a nosotros. Que no hay escapatoria,
07:51que estamos atrapados. El horror se instaló en el rostro de Adriana, un horror puro, visceral.
07:57Ya no era la viuda afligida, era una mujer que se daba cuenta de que dormía en una casa de asesinos.
08:06La merienda, dijo ella, con la voz temblorosa. Todos tomamos la merienda esa tarde.
08:14El té, los pasteles. Él tomó una copa de Jerez. Siempre tomaba una copa de Jerez antes de la cena.
08:20Exacto, confirmó Rafael, sus ojos brillando con una luz febril y peligrosa. El veneno tuvo que estar ahí.
08:31En su copa, fue rápido, fulminante, preparado por alguien que sabía sus costumbres,
08:36alguien que tenía acceso a la cocina, a las bebidas.
08:39Alguien de dentro, Adriana. El asesino vive entre nosotros. Se miraron el uno al otro,
08:47y en esa mirada compartida sellaron un pacto silencioso. El luto había terminado. La caza
08:55acababa de empezar. Tenemos que descubrir la verdad, Rafael. Por él, por su memoria,
09:02tenemos que hacerle justicia. Y lo haremos, juró él, su voz vibrando con una determinación de acero.
09:10Te juro por lo más sagrado que encontraré a quien le hizo esto. Y pagará por ello.
09:17Lo pagará muy caro. El primer paso era evidente, pero arriesgado. Necesitaban saber quién había
09:23estado en la cocina, quién había preparado y servido las bebidas esa tarde fatídica.
09:28No podían preguntar abiertamente. Despertarían las sospechas del asesino y se pondrían en peligro.
09:38Necesitaban a alguien de confianza, alguien leal que pudiera moverse por la casa sin levantar alarmas.
09:46Isabel, dijo Rafael, como si pensara en voz alta. Ella es la única. Es leal a mi familia desde antes
09:53de que yo naciera. Puedo confiarle mi vida. Ten cuidado, Rafael, le advirtió Adriana, poniendo
10:01una mano en su brazo. Estás a punto de remover un avispero. Quienquiera que sea, no dudo en matar una vez.
10:11No dudará en hacerlo de nuevo si se siente amenazado. No me importa el riesgo. Esto es más
10:17grande que nosotros, Adriana. Es por julio. Dejó a Adriana en el invernadero, un torbellino de emociones
10:25a punto de consumirla, y se dirigió a las cocinas, el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas.
10:33Encontró a Isabel supervisando la preparación de la cena. La anciana sirvienta, con su rostro surcado
10:39de arrugas que eran mapas de lealtad y trabajo duro, lo miró con una mezcla de pena y afecto.
10:47Señorito Rafael, ¿necesita algo? No tiene buen aspecto. Rafael la apartó a un rincón más discreto,
10:54lejos de oídos curiosos. Bajó la voz, su tono urgente y confidencial. Isabel, necesito tu ayuda.
11:02Es de vital importancia. Y te pido, por el cariño que me tienes, que esto quede entre nosotros. Nadie
11:11más puede saberlo. La mujer lo miró, su expresión seria y preocupada al instante. Usted dirá, señorito.
11:22Sabe que puede contar conmigo para lo que sea. Necesito que averigües algo. Con discreción.
11:28Sin que parezca una investigación. Necesito que recuerdes, o que preguntes con sutileza,
11:36¿quién preparó la bandeja de la merienda el día que? El día que don Julio falleció. ¿Quién sirvió
11:42las bebidas? Especialmente, ¿quién sirvió la copa de Jerez del señor? Isabel frunció el ceño,
11:50extrañada por la pregunta, ¿la merienda? Pues, ¿ahora qué lo dice? Fue un poco caótico ese día.
11:58Había mucho movimiento, pero lo recordaré. Preguntaré a las muchachas. ¿Puedo saber por qué tanto
12:05interés, señorito? Rafael dudó. Confiarle la verdad era ponerla en peligro, pero necesitaba
12:12que comprendiera la gravedad del asunto. Solo te diré que sospecho que la muerte de don Julio no fue
12:19natural. Isabel. Y necesito saber quién tuvo la oportunidad de alterarla. Los ojos de la anciana
12:28se abrieron como platos, el horror dibujado en ellos. El color desapareció de sus mejillas. Asintió
12:37lentamente, comprendiendo la monstruosa implicación de sus palabras.
12:40Dios santo del cielo, murmuró, santiguándose. Haré lo que me pide, señorito, con la máxima discreción.
12:52Nadie sabrá que ha sido usted quien ha preguntado. Se lo juro por mi alma. Rafael le apretó el brazo
12:58en señal de gratitud y se marchó, sintiendo que acababa de encender la mecha de una bomba.
13:03No sabía, sin embargo, que al hacerlo había cometido un error fatal. La discreción en una
13:11casa como aquella era una ilusión. Las paredes tenían oídos, y los secretos se esparcían como
13:18el polen en primavera. Isabel, nerviosa y con el peso de la terrible sospecha oprimiéndole el pecho,
13:26comenzó su indagación. No preguntó directamente. Lo hizo de forma casual, mientras repartía las
13:34tareas. ¿Recuerdas quién llevó el té a la señora Victoria? Creo que se quejó de que estaba frío.
13:41Fuiste tú, Ana, quien sirvió al señor Julio Sujerez. Me pareció verte cerca del aparador.
13:49Pequeñas preguntas, aparentemente inocentes, lanzadas aquí y allá. Pero una de las doncellas
13:55más jóvenes, deseosa de ganarse el favor de la señora de la casa, escuchó la conversación y,
14:01en un intento de parecer diligente, se lo comentó a Victoria cuando le subió el agua caliente para el
14:07baño. La señora Isabel anda preguntando mucho por la merienda del otro día, señora. Parece
14:14preocupada por si algo no se hizo bien. La información, despojada de su contexto y su urgencia, llegó a
14:22Victoria como una simple anécdota del servicio. Pero para una mente tan astuta y desconfiada como
14:29la suya, fue una campana de alarma. Isabel, preocupada por una merienda de hacía días,
14:37Isabel era la eficiencia personificada, si algo hubiera estado mal, lo habría sabido en el momento.
14:45No, aquello era otra cosa. Alguien la había mandado a preguntar. Y en esa casa, solo había una
14:51persona con la audacia y el interés de remover el pasado reciente de una forma tan extraña. Su
14:57sobrino, Rafael. Victoria estaba en su tocador, cepillándose el largo cabello con gestos lentos
15:05y medidos, pero su mente trabajaba a un ritmo febril. ¿Por qué Rafael querría saber quién sirvió la
15:12merienda? La respuesta le llegó con la claridad de un relámpago, y sintió un escalofrío que no tenía
15:18nada que ver con la corriente de aire que entraba por la ventana. Sospecha. Rafael sospechaba. No se
15:26había tragado la historia del ataque al corazón. Estaba investigando. Y si Rafael investigaba, no
15:33tardaría en encontrar la verdad. O, peor aún, en encontrar una verdad a medias que podría destruirlos
15:41a todos de una forma mucho más dolorosa. Un sudor frío le recorrió la espalda. Tenía que detenerlo.
15:50Tenía que saber hasta dónde había llegado. Pero, sobre todo, tenía que asegurarse de que la principal
15:56culpable de todo, la única persona que podía unir todas las piezas, permaneciera en silencio.
16:04Úrsula. Mientras tanto, en las entrañas de la casa, en los pasillos del servicio donde la luz del
16:10sol apenas llegaba, otra alma vivía su propio infierno. Ana, la joven doncella, sentía que la
16:19culpa la estaba devorando viva. Era una presencia física, un nudo en la garganta que le impedía tragar,
16:25un peso en el estómago que le provocaba náuseas constantes. Cada vez que cerraba los ojos, veía la
16:33escena una y otra vez, como una obra de teatro macabra representada sólo para ella. Veía las
16:40manos de Úrsula, tan pálidas y elegantes, sosteniendo el pequeño frasco de cristal oscuro.
16:48Sólo unas gotas, Ana. Es una medicina para el corazón del señor. Está muy afectado últimamente,
16:54y esto le ayudará a calmarse. Pero debe ser un secreto. No le gusta que se sepa de sus
17:01achaques. La voz de Úrsula había sido suave como el terciopelo, pero sus ojos eran dos esquirlas de
17:07hielo. Ana, joven, impresionable y aterrorizada por la autoridad de la gobernanta, había obedecido sin
17:16hacer preguntas. Había visto cómo las gotas caían en la copa de Jerez, un líquido aceitoso que se
17:23disolvió sin dejar rastro. Luego, le había temblado tanto el pulso al llevar la bandeja que
17:30casi la tira al suelo. Tranquila, niña, no es nada, sólo estás ayudando al señor. Pero cuando
17:39escuchó el grito de Adriana, cuando vio el cuerpo de don Julio desplomado en el sillón, comprendió la
17:45verdadera naturaleza de la medicina. No era para calmarlo, era para silenciarlo. Para siempre,
17:53desde entonces, vivía en un estado de pánico perpetuo. Cada susurro en los pasillos era sobre
18:00ella. Cada mirada severa de Isabel una acusación. El sonido de unos pasos a sus espaldas la hacía
18:07sobresaltar, convencida de que venían a arrestarla. Y ahora, para colmo de su tormento, había empezado
18:16a escuchar los rumores. Al principio vagos, pero cada vez más concretos. El señorito Rafael estaba
18:24haciendo preguntas. Quería saber quién había servido las bebidas. El pánico se convirtió en
18:31terror puro. La iban a descubrir. Iría a la cárcel. O peor. Acabaría en el garrote vil. La imagen de su
18:40propio final la asaltaba en sueños, dejándola bañada en un sudor helado. No podía más. El secreto era un
18:48veneno que la consumía más lentamente que el que ella había ayudado a servir. Tenía que contarlo. Tenía
18:55que confesarlo todo. Limpiar su conciencia, aunque eso significara su perdición. Quizás si contaba la
19:03verdad, si explicaba que Úrsula la había engañado, la había coaccionado. Quizás entonces tendrían
19:11piedad de ella. Con el corazón martilleándole en el pecho con la fuerza de un animal enjaulado,
19:17tomó una decisión. Iría a buscar a la señora Úrsula. Le diría que no podía seguir con aquella
19:24farsa. Que iba a contárselo todo al señorito Rafael y a la señora Adriana. Encontró a Úrsula
19:31en el pequeño despacho donde llevaba las cuentas de la casa. La gobernanta estaba sentada ante el
19:38escritorio. Su postura erguida, su moño impecable, la personificación del orden y el control.
19:47Levantó la vista del libro de contabilidad cuando Ana entró sin llamar, cerrando la puerta tras de sí
19:52con un golpe seco. ¿Qué son estos modales, Ana? Dijo Úrsula, su voz fría y afilada como un estilete.
20:03Señora, yo, no puedo más. Balbuceó la doncella, las palabras tropezando unas con otras.
20:12Estaba pálida como un fantasma y temblaba de pies a cabeza. Úrsula la observó con detenimiento,
20:18sus ojos oscuros evaluando el estado de la muchacha. No le gustó lo que vio. El miedo era útil, pero el
20:26pánico era impredecible. Y peligroso. ¿De qué estás hablando? Explícate con claridad. Y deja de
20:33temblar, pareces una hoja en una tormenta. El señorito Rafael, está investigando. Soy Ozoana,
20:42está preguntando por la merienda. Por la copa de Jerez. Lo sabe, sabe que no fue natural. Nos van a
20:48descubrir, señora, nos van a descubrir. Yo no quiero ir a la cárcel. Úrsula se levantó de su silla,
20:56su movimiento lento, deliberado, casi serpentino. Se acercó a Ana y le puso una mano en el hombro.
21:04La mano estaba fría como el mármol de una tumba. Calmate, niña estúpida. Siseó,
21:11su voz ahora un susurro amenazante que lava la sangre. Nadie va a descubrir nada si mantienes la
21:19boca cerrada. ¿Me oyes? Eres una simple doncella. Nadie sospechará de ti. Creerán antes que el duque
21:27de Alba envenenó a su propio primo. Pero yo no puedo seguir así. Gritó Ana, fuera de sí. Esta culpa me está
21:36matando. Voy a confesarlo todo. Se lo diré a la señora Adriana. Le diré que usted me obligó,
21:41que me engañó. La bofetada fue tan rápida y brutal que Ana ni siquiera la vio venir. El chasquido resonó
21:49en la pequeña habitación y la cabeza de la doncella se giró violentamente por la fuerza del impacto.
21:57Se llevó una mano a la mejilla, que ardía con un dolor punzante, y miró a Úrsula con los ojos llenos
22:03de lágrimas y terror. El rostro de Úrsula se había transformado. La máscara de control se había
22:10resquebrajado, revelando la crueldad que se escondía debajo. Sus ojos eran dos pozos de oscuridad sin
22:18fondo. Escúchame bien, pequeña rata asustada. Dijo, su voz baja y cargada de veneno. Tú y yo estamos
22:28juntas en esto. Si yo caigo, tú caes conmigo. Pero te aseguro que tu caída será mucho más dolorosa
22:34que la mía. Si abres la boca, si le dices una sola palabra a alguien, haré que desees no haber nacido.
22:43Haré que te acusen no solo de asesinato, sino de robo. Diré que te vi metiendo las joyas de la
22:48señora en tu delantal. Nadie creerá tu palabra contra la mía. Acabarás tus días pudriéndote en la
22:56peor celda de la prisión, si es que no te cuelgan antes. ¿Lo has entendido? Ana, paralizada por el
23:04miedo, solo pudo asentir los sollozos ahogados en su garganta. Ahora, lárgate de mi vista. Ordenó
23:13Úrsula, volviendo a su escritorio como si nada hubiera pasado. Y recuerda, Ana, una palabra, solo una,
23:21y estarás muerta. Ana salió corriendo del despacho, tropezando en su huida, con el eco de la amenaza
23:28resonando en sus oídos. Pero Úrsula se quedó allí, inmóvil, mirando la puerta cerrada. La calma había
23:36vuelto a su rostro, pero sus pensamientos eran un torbellino helado. La muchacha era un problema,
23:44un cabo suelto, su pánico la convertía en un peligro inminente. Intentar controlarla con amenazas
23:51solo funcionaría a corto plazo. A la larga, se rompería y hablaría. Y Úrsula no podía permitirlo.
23:59Ana se había convertido en un problema que necesitaba una solución. Una solución permanente.
24:06En ese momento, la aterrorizada doncella no solo se había convertido en un peligro para Úrsula,
24:12se había convertido, sin saberlo, en su próxima víctima. Lejos de allí, en la quietud sagrada de
24:20la capilla de la finca, Victoria se encontró con otra amenaza potencial para el frágil equilibrio de
24:26su mundo. Matilde, la joven de la casa pequeña, estaba arrodillada en uno de los bancos, rezando
24:34con un fervor que a Victoria le pareció casi indecente. La presencia de aquella muchacha en
24:42la casa grande siempre la había incomodado. Era un recordatorio constante de los lazos de sangre que
24:47unían a las dos familias, lazos que ella preferiría cortar para siempre. Con el nerviosismo por las
24:55sospechas de Rafael todavía a flor de piel, Victoria se acercó a ella. Sus pasos resonaron en el silencio
25:04de la capilla. Matilde, dijo, su tono cortante. La joven se sobresaltó y se giró, poniéndose en pie
25:13de un salto. Señora Victoria. Yo solo. Sé perfectamente lo que hacías. Lo que no entiendo
25:22es por qué lo haces aquí. La interrumpió Victoria, su mirada recorriéndola con desdén.
25:29Me parece recordar que hay unas normas muy claras en esta finca. Los habitantes de la casa pequeña
25:34tienen su propia capilla. No tienen permitido el acceso a la casa grande, a menos que se les llame
25:42expresamente. ¿O es que tu memoria te falla? Matilde se encogió, sintiéndose pequeña e
25:50insignificante bajo la mirada glacial de la mujer. Lo siento, señora. Solo quería rezar por el alma de
25:58don Julio. Él siempre fue, muy bueno con nosotros. La bondad de mi difunto cuñado a veces rayaba en la
26:05imprudencia. Replicó Victoria con acidez. Pero las normas son las normas. Y están para cumplirse.
26:14No quiero volver a verte por aquí. ¿Entendido? Sí, señora. Perfectamente. Matilde hizo una
26:23pequeña reverencia y prácticamente huyó de la capilla, con el corazón encoguido. Pero para
26:30Victoria, el encuentro no había sido solo una reafirmación de su autoridad. Había sido un
26:38recordatorio. Matilde, su hermano, Martín, el secreto que los unía. Si Rafael seguía escarbando,
26:46si empezaba a hacer preguntas sobre todos los secretos de la familia, no solo descubriría lo de Julio.
26:54Podría descubrir lo otro. El secreto más antiguo, el más peligroso de todos. El que demostraba que la
27:00sangre de los de la casa pequeña corría también por las venas de los de la casa grande. Matilde,
27:07por su parte, temblaba mientras se alejaba. El desprecio en la voz de Victoria había sido palpable.
27:14Y si lo sabía, y si de alguna manera había descubierto que Martín, el mozo de cuadras al que
27:19trataban como a un perro, era en realidad su hermano. El hijo bastardo de su padre, la idea la
27:25aterrorizaba. La revelación no solo los cubriría de vergüenza a ellos, sino que podría poner en
27:32peligro la vida de Martín. La señora Victoria era capaz de cualquier cosa para proteger el buen
27:39nombre y la herencia de su familia. Matilde apretó el rosario que llevaba en la mano y rezó con más
27:46fuerza que nunca, pero esta vez no por el alma de Julio, sino por la seguridad de su hermano.
27:54En otra ala de la mansión, el dolor tomaba formas diferentes, más afiladas y crueles.
28:02Bárbara no encontraba consuelo para la pérdida de Leonardo, o más bien, para la humillación que
28:07sentía. Y había decidido canalizar toda su rabia y su frustración hacia la persona que
28:14consideraba culpable, Irene. La encontró en el salón, sentada junto a la ventana,
28:21con la mirada perdida en el jardín. La pena por la muerte de Julio la había dejado vacía,
28:28un cascarón hueco. Bárbara se plantó delante de ella, con los brazos en jarras y una expresión
28:34de furia contenida. ¿Contenta?, espetó, sin preámbulos. Irene levantó la vista, sus ojos
28:43nublados por la confusión. ¿Qué, Bárbara, no estoy de humor para... Oh, no, claro que no. Tú nunca
28:53estás de humor para nada que no sea tu propia miseria. La atacó Bárbara, su voz subiendo de volumen.
28:58Te lo advertí, Irene. Te dije que te alejaras de Leonardo, pero no me hiciste caso. Tenías que
29:08jugar a ser su amiga, su confidente. Y mira lo que has conseguido. Por tu culpa, lo he perdido. Se ha
29:15ido. Bárbara, por el amor de Dios, ¿cómo puedes decir eso? Respondió Irene, su voz temblorosa de
29:24incredulidad y dolor. Leonardo tomó su propia decisión. Y además, ¿no te das cuenta de lo que
29:31ha pasado? Julio está muerto. Mi primo, tu amigo. ¿Es que no tienes ni una pizca de compasión?
29:39Siempre Julio. Todo gira siempre en torno a Julio y a tu dolor. Replicó Bárbara, cruel. Pues mi dolor
29:47también importa. Y tú eres la culpable. Lo sedujiste con tus aires de mosquita muerta y me lo arrebataste.
29:54Justo en ese momento, Leonardo, que había escuchado los gritos desde el pasillo, entró en la habitación.
30:03Su rostro reflejaba cansancio y tristeza. Bárbara, basta ya. Dijo, con una autoridad tranquila pero firme.
30:13Leonardo, exclamó Bárbara, su ira transformándose momentáneamente en una esperanza desesperada.
30:19Has vuelto. He vuelto a recoger mis cosas. Aclaró él, y las palabras cayeron como piedras
30:28sobre el corazón de Bárbara. Y he vuelto porque no puedo creer que estés haciendo esto.
30:34No ves cómo está Irene. Acaba de perder a su primo. Todos hemos perdido a un amigo. Y tú la estás
30:41atacando de esta manera. Ella tiene la culpa. Insistió Bárbara, señalando a Irene con un dedo
30:48acusador. Nadie tiene la culpa. Dijo Leonardo, acercándose a ella y bajándole la mano con suavidad.
30:56Las cosas entre nosotros no funcionaban, y lo sabes. No uses a Irene como excusa.
31:04Lo último que necesitamos en un momento tan doloroso como este es alejarnos,
31:09atacarnos los unos a los otros. Deberíamos estar apoyándonos. Somos amigos. O al menos,
31:17lo éramos. Las palabras de Leonardo, llenas de una sensatez dolorosa,
31:22parecieron calmar a Bárbara por un momento. Pero la herida de su orgullo era demasiado
31:29profunda. Miró a Irene, que lloraba en silencio, y luego a Leonardo, cuyo rostro solo mostraba pena,
31:36no amor. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió del salón, dejando tras de sí un
31:44silencio cargado de reproches y afectos rotos. Irene se cubrió el rostro con las manos,
31:51y Leonardo se sentó a su lado, sin saber qué decir para remendar tanto dolor.
31:57Y las confrontaciones no cesaban. El veneno que había matado a Julio parecía haberse esparcido
32:03por toda la finca, infectando todas las relaciones. Alejo, el hijo del capataz José Luis, buscó a su
32:11padre en los establos. La breve y aparente reconciliación que habían tenido unos días atrás
32:17se había desvanecido, revelándose como lo que siempre fue, una farsa.
32:23—¿Me mentiste? —dijo Alejo, su voz plana, desprovista de la ira de antaño, cargada de una
32:30decepción mucho más pesada. José Luis, que estaba revisando la pata de un caballo, ni siquiera se dignó
32:38a mirarlo. —No sé de qué me hablas, muchacho. —Oh, sí que lo sabes —insistió Alejo, plantándose
32:47frente a él. —Me hiciste creer que me apoyarías, que por fin confiabas en mí para encargarme de las
32:54tierras de la casa pequeña. —Que creías en mi proyecto. Fue todo mentira. Yo creo en el trabajo
33:02duro. No en las fantasías de un niño rico que juega a ser granjero. Escupió José Luis,
33:08enderezándose y mirando a su hijo con desprecio. —No soy un niño rico. Y no estoy jugando. Esas
33:16tierras pueden ser productivas. Pueden dar trabajo a mucha gente. —Pero tú no quieres eso, ¿verdad? Lo
33:25que yo quiero es que dejes de soñar despierto y te pongas a trabajar de verdad, bajo mis órdenes,
33:30como debe ser. —Aprender el oficio desde abajo. No. Lo que tú quieres es que fracase. Lo acusó Alejo,
33:39y la verdad de sus palabras resonó entre ellos. —No soportas la idea de que yo pueda conseguir
33:46algo por mí mismo. No soportas que pueda tener éxito sin ti. —Jamás permitirás que prospere con
33:53esas tierras, ¿verdad? Harás todo lo que esté en tu mano para sabotearme. —José Luis no
34:00respondió. Su silencio fue la más elocuente de las confesiones. Una sonrisa amarga se dibujó en
34:05los labios de Alejo. —Lo sabía. Gracias por confirmármelo, padre. Al menos ahora sé a qué
34:12atenerme. Se dio la vuelta y se marchó, dejando a José Luis con una expresión indescifrable en el
34:18rostro. La brecha entre ellos se había convertido en un abismo insalvable. Alejo comprendió en ese
34:26instante que su verdadera lucha no era contra la tierra yerma ni contra las malas cosechas,
34:31sino contra la envidia y el resentimiento de su propio padre. En medio de todas estas tensiones,
34:38de las investigaciones secretas, las culpas carceleras y los odios familiares, Adriana,
34:44la viuda, la mujer en el centro del huracán, encontró un momento para librar una de sus propias
34:50batallas. El dolor no había anulado su sentido del deber, su responsabilidad como cabeza de la
34:57familia Salcedo de la Cruz. Se vistió con sus mejores ropas de luto, una armadura de seda negra,
35:05y solicitó una audiencia con el duque, propietario de las tierras colindantes.
35:11Lo recibió en su suntuoso despacho, un hombre de aspecto disoluto y sonrisa fácil que no lograba
35:17ocultar la debilidad de su carácter. Mi querida Adriana, lamento profundamente tu pérdida. Dijo,
35:25con un tono afectado que a ella le revolvió el estómago. Julio era un gran hombre, un pilar de
35:32nuestra comunidad. Le agradezco sus palabras, duque. Respondió Adriana, su voz firme, sin un
35:39atisbo de la fragilidad que sentía por dentro. Pero no he venido a recibir el pésame, he venido a
35:46hablar de negocios. El duque pareció sorprendido. ¿Negocios? Hija mía, en un momento como este.
35:55Precisamente en un momento como este, lo cortó ella. La vida sigue, y las deudas también. Le
36:03recuerdo que mantiene un pago pendiente con mi familia por el alquiler de las tierras de pasto.
36:07Una cantidad considerable, que ya debería haber sido abonada hace dos meses. El hombre carraspeó,
36:15incómodo. Sí, bueno, con todo este revuelo, la administración se ha retrasado un poco. Te aseguro
36:24que... No quiero seguridades, duque. Quiero el dinero, mi familia lo necesita. La muerte de mi marido
36:31ha dejado las cosas en una situación... Delicada, y no puedo permitirme la generosidad de condonar
36:39deudas, por muy ilustre que sea el deudor. Su mirada era directa, implacable. El duque,
36:47acostumbrado a tratar con hombres a los que podía engatusar con promesas vacías, se encontró
36:52desarmado ante la determinación de acero de aquella mujer vestida de luto. Vio en sus ojos que no
36:59aceptaría un no por respuesta, que no se dejaría amedrentar por su título ni por sus excusas.
37:06Está bien, Adriana, está bien. Cedió, levantando las manos en señal de rendición.
37:14Daré orden a mi administrador de que prepare el pago de inmediato. Lo tendrás mañana mismo.
37:20Lo espero. Dijo ella, levantándose. Que tenga un buen día, duque. Salió del despacho con la cabeza
37:28alta, dejando al duque desconcertado y vagamente humillado. En el camino de vuelta a la casa
37:35grande, Adriana sintió una extraña mezcla de triunfo y desolación. Había ganado una pequeña
37:43batalla, había demostrado que podía ser fuerte, que podía defender los intereses de su casa.
37:51Pero al volver a la mansión, el recuerdo de por qué tenía que hacerlo la golpeó con la fuerza de una
37:56ola. Estaba sola y vivía bajo el mismo techo que el asesino de su marido. La noche cayó sobre valle
38:03salvaje, pero no trajo consigo la paz. Trajo sombras que se alargaban como dedos acusadores y un silencio
38:11que gritaba los secretos que todos se esforzaban por ocultar. Rafael no podía dormir. Daba vueltas
38:19en su cama, la mente trabajando sin descanso. La imagen de Julio, su amigo, su rival, el hombre
38:27al que había traicionado y que, a pesar de todo, le había ofrecido la libertad, no se apartaba de su
38:34pensamiento. La promesa que le había hecho a Adriana resonaba en su alma. Encontraré a quien
38:41le hizo esto. Y mientras Rafael juraba venganza, Úrsula, en la soledad de su habitación, planeaba
38:49su próximo movimiento. La histeria de Ana era una variable que no podía controlar, una chispa que
38:57podía prender fuego a todo su mundo. No podía arriesgarse. Abrió un pequeño cofre de madera que
39:04guardaba bajo llave en su armario. Dentro, junto a otros frascos y cajas pequeñas, había un polvo
39:12blanquecino envuelto en un papel de seda. Inodoro, insípido, mortal en las dosis adecuadas. Miró el
39:20paquete con una calma escalofriante. Era una lástima. Ana era una buena trabajadora, obediente y discreta.
39:28Hasta ahora. Pero en el juego de la supervivencia, las piezas débiles debían ser sacrificadas.
39:37Un accidente. Una caída desafortunada por las escaleras. Una enfermedad súbita y violenta.
39:45Había muchas maneras de que una joven doncella desapareciera sin levantar sospechas.
39:51Cerró el cofre y lo guardó. Su decisión estaba tomada. Ana iba a confesar, sí, pero no a Rafael.
39:58Iba a confesar sus pecados directamente a Dios. Y lo haría muy, muy pronto. El valle,
40:06que parecía salvaje por su naturaleza indómita, lo era en realidad por los corazones oscuros de
40:11quienes lo habitaban. Corazones donde la muerte era sólo una herramienta más para proteger sus
40:16mentiras. La noche del 3 de septiembre sería larga, y el amanecer traería consigo no la luz,
40:24sino la sombra de una nueva tragedia.
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