Llegar a Tabarca es, en sí mismo, el comienzo de una experiencia única. El trayecto desde Santa Pola en las tradicionales tabarqueras, cuyos carismáticos barcos comenzaron a navegar en los años 70, cuando el turismo alicantino empezaba a despuntar, ya adelanta parte del encanto que espera al visitante. Aunque hoy algunas de estas embarcaciones han evolucionado hasta contar con fondos de cristal para ver la vida marina, el espíritu marinero se mantiene intacto. Son apenas 25 minutos de travesía, pero bastan para desconectar del continente y sumergirse en un rincón donde el tiempo parece haberse detenido.
La isla de Tabarca es un pequeño archipiélago, de apenas 30 hectáreas, que guarda siglos de historia, belleza natural y sabor mediterráneo. Aunque hoy en día es un remanso de paz, lo cierto es que su historia ha estado marcada por piratas, naufragios y refugiados.
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