Dado que el cibersexo puede satisfacer algunos deseos sexuales sin comportar riesgo de embarazo o de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS), puede considerarse un modo físicamente seguro para la gente joven de experimentar con pensamientos y sentimientos de naturaleza sexual. Asimismo, personas con padecimientos crónicos (como, por ejemplo, el SIDA), pueden encontrar en el sexo virtual una manera segura de conseguir satisfacción sexual sin poner en riesgo a su pareja. El cibersexo, además, permite a parejas ya consolidadas mantenerse en contacto a pesar de estar físicamente separadas. En relaciones que se ven interrumpidas por la separación geográfica, el sexo virtual puede tener la importante función de conservar la dimensión sexual de una relación en la que por alguna razón los miembros de la pareja se ven con poca frecuencia. El sexo virtual también permite a sus practicantes participar en una fantasía que, debido a limitaciones físicas o sociales o por miedo a la malinterpretación o el rechazo, no se atreverían a hacer realidad en la vida real.