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  • 5 years ago
Elixir amargo que emana de la obscuridad
y se pierde en el misterio infinito.
Dilema sacrosanto que aterroriza al cuerpo
y excita al espíritu.

Avanzada imperiosa del miedo
sobre las frágiles almas,
esas efímeras semillas que apenas sí
flotan entre el fugaz pensamiento.

Ella no tiene edad, color o forma,
es intangible pero absoluta.
Omnipresente y diáfana en la penumbra.
¡Reina de la nada!

Inoportuna y atrevida se muestra en escena,
soberbia e implacable,
aplastando la falsa ilusión de justicia
que tambalea en la cuerda floja,

arrasando la voluntad y la esperanza,
desgarrando al corazón.
Sembrando desazón y vacío
en el fértil campo de la impotencia.

Yo pude vencerla el día que traspasé el umbral
y superé la etérea barrera de lo desconocido,
cuando en sus brazos “no era” y ahora “soy”.
Tal vez esté ansiosa por tenerme de nuevo…

Tal vez —ella— sea el camino perfecto,
la nave que dará destino a mis sueños,
la cima de mi escalada.
¡Lo que merezco!

Quizá, en su inmenso poder, ella me dé la felicidad;
me acerque a Dios, al todo, al resto del universo.
Pues su fuerza es semejante a la creación,
alquimia constante, ¡fin y comienzo!

La siento muy cerca de mí, la anhelo, la deseo;
no le temo y la espero tranquilo,
sé que es parte de mi vida.
¡Ven a mí cuando quieras, hermosa muerte!
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