Tal vez hoy no puedas entenderme. Debe sorprenderte mi lejanía, la ausencia de respuestas, el letargo existente.
Sé que es difícil imaginar lo que sucede en un mundo ajeno. Quizá no aceptes mi silencio ni mi actitud.
Hasta yo me sorprendo… Intento desconocer mis temores, rechazo con fortaleza todo lo que me agobia y veo con ansias el horizonte.
Y sin embargo, no estoy bien. Amo y disfruto el perfume de las flores, me satisfago de vida en cada inspiración y vuelo libremente en el cielo azul.
Me estremezco con la caricia femenina, tiemblo ante la pasión. Me deleito con el deseo de una dama y vivo para el amor.
Sueño la paz y la tranquilidad. Me complazco en la risa de un niño, en sus manifestaciones espontáneas en su tierna sabiduría.
Has de saber cuánto disfruto de mi tiempo, de mi cuerpo, de mi pensamiento.
Cuan agradecido estoy de poder elegir, de ser dueño de mi voluntad y de reflexionar sobre mis errores.
Incluso creo ser vanidoso, debo haber hecho algunas cosas buenas, pues he visto en algunos lugares la cara de la gratitud, la respuesta misma del universo.
Nada podría ser mejor para mí, que lo que soy lo que falta está por realizarse. He cosechado y seguiré cosechando el fruto de mi propia esencia.
¿Habré podido equivocarme tanto? Nefasta construcción que no quieres continuar pero que tampoco abandonas ni destruyes.
Locos y sórdidos pensamientos se atreven a tocar mi alma como increpando la verdadera naturaleza de mi ser.
Como reprochándome, señalándome débil, burlándose de mí e invitándome a ser diferente.
Y yo, absorto en una noble locura saboreando mi sufrimiento. Insisto en ser como soy, como siempre he querido ser.
Curando mis heridas con una divina poesía, exaltado de emoción ante el amor, maravillado en la hermosura femenina y soñando… soñando.
Y pienso en ti mi bella amiga y me regocijo y me embeleso y me refrescas como un delicioso bálsamo y me animas…