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  • 7/10/2018
"Soy un neuroingeniero y uno de mis objetivos es construir cerebros". El profesor Steven Potter se presentó con una sencillez encantadora. No es que la ingeniería de tejidos sea inusual. Ni siquiera que sea un problema hacerlo con células neuronales. Si se pueden reprogramar células del corazón o de la piel, ¿por qué no las neuronas? Pero "construir cerebros" había sido mi manera aventurada de etiquetar una intrigante, sin duda desconcertante, rama de la ciencia: la neurofisiología de los cultivos incorpóreos de células cerebrales y no esperaba que un científico serio utilizara esa expresión. Aún así, Steven Potter, profesor del departamento de ingeniería biomédica en el Instituto de Tecnología de Georgia en Estados Unidos (Georgia Tech), insiste en que palabras como "cerebro" y "mente" forman parte de su trabajo.
"Una de las cosas en las que me distingo de muchos de los neurocientíficos es que creo que hay un espectro de mentes. No hay un punto en el que de repente la mente esté ahí". "Creo que hay una cantidad de mentes diferentes en distintos animales. E incluso en uno mismo, si ha tomado o no su café, si está dormido o despierto". La herramienta clave en el laboratorio de Potter es la "matriz multielectrodos", una versión actualizada de la tradicional placa de Petri empleada en laboratorios de microbiología de todo el mundo, mejorada por la suma de una variedad de contactos eléctricos que los investigadores pueden utilizar para "escuchar" la actividad eléctrica de las células neuronales. Un sistema neural como parte de una entidad biológica tiene, suponemos, sus propios intereses, quiere mantenerse vivo. Pero una vez que lo sacamos del cuerpo, esos intereses parecen desaparecer. Otro investigador equipara el mecanismo a un EEG, el electroencefalograma que los médicos clínicos emplean para monitorear la actividad del cerebro. Los propios cultivos neurales contienen algunas decenas de miles de células, una minúscula fracción de los alrededor de cientos de miles de millones que forman el cerebro humano; "una pequeña muestra del cerebro", según las palabras de la estudiante de postgrado en el laboratorio de Potter, Michelle Kuykendal.

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