Estoy consciente que no habrá dignidad para la clase obrera en el ámbito de un sistema que en esencia niega esa condición. Por consiguiente, la lucha reivindicativa de los trabajadores trasciende el simple regateo de mejoras salariales. Tiene que haber en la aspiración de los trabajadores una meta de poder.
Lo confirma lo que actualmente ocurre en el mundo. En los países más desarrollados de la tierra, en los estados unidos y en los de la unión europea, con elevadísimas cotas de riqueza, avances tecnológicos y satisfacción de necesidades, el progreso se concentra cada día más en un sector privilegiado de la sociedad, al tiempo que se limitan los beneficios para la clase obrera.
