Como era de prever, aquella aventura que reunió a un grupo de militares ambiciosos, sin ideología, sin definición política, con un partido popular que cedió a la tentación de acceder con facilidad al gobierno, hizo crisis rápidamente. En apariencia, el factor militar que faltaba ajustar para derrocar a gallegos, era el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, personaje de confianza del presidente, quien finalmente sucumbió a las presiones de que era objeto y optó por sumarse a los conjurados y encabezar la junta que asumió el control del país.
Pero todo indicaba que delgado Chalbaud no gozaba de respaldo entre los otros miembros de la junta, quienes aceptaron su liderazgo forzados por las circunstancias en que se dio el alzamiento militar. Su formación profesional y cultural hacía de él un oficial con poco ascendiente dentro de la institución armada.
