El mundo del coleccionismo y las antigüedades ha sido testigo de un nuevo hito millonario en Londres. El 'Huevo de Invierno' creado por el joyero ruso Peter Carl Fabergé en 1913 por encargo del zar Nicolás II de Rusia, fue vendido hoy [o este martes] en una subasta en Londres por 22,89 millones de libras esterlinas, equivalentes a 26 millones de euros. Esta cifra estratosférica convierte la pieza en uno de los objetos de arte ruso más caros jamás subastados. La exquisita joya fue concebida para la dinastía de los Romanov por encargo del último zar de Rusia, derrocado en 1918, como un regalo destinado a su madre, Dagmar de Dinamarca (María Fiódorovna Románova). La venta se produjo en la 'semana clásica' de la casa Christie's, la cual, junto con Sotheby's, se disputa el liderazgo mundial del mercado de arte. Es importante notar que esta es la tercera ocasión en la que Christie's protagoniza la venta de este 'huevo imperial'. Habitualmente, como es costumbre en estas transacciones, no se ha desvelado el nombre del comprador, quien probablemente estuvo representado por intermediarios profesionales. La joya es famosa por su complejidad extrema. Se considera una de las piezas más complejas de las que alumbró el mítico joyero. Al estar tallado en cristal de roca, tanto el huevo como su base, esta alhaja adquiere un notable carácter traslúcido. Margo Oganesian, jefa del departamento de Obras Rusas en Christie's, detalla que el huevo de cristal y su base aparecen culminados por unos copos de nieve en platino, engastados con diamantes de talla rosa. Oganesian subraya el desafío técnico que supuso su creación: "Sin duda es una de las piezas más complejas y difíciles técnicamente que Fabergé jamás creó", destacando la manipulación de los materiales. El nivel de lujo es asombroso: "Cuenta con al menos 4.500 diamantes, según señala la ficha original de la joya - afirma Oganesian-. Una cifra inimaginable que hace del 'Huevo de Invierno' destaque entre los otros huevos de Pascua imperiales". El huevo, de unos 15 centímetros de altura, esconde un secreto simbólico en su interior. Se abre para revelar un cesto de platino más pequeño lleno de flores primaverales blancas con un delicado nivel de detalles. El diseño se atribuye a una joven llamada Alma Pihl (1888-1976), una de las pocas mujeres que trabajó dentro del taller de Fabergé. Sobre este elemento oculto, Oganesian indica la carga significativa: "El simbolismo es fundamental, ya que el 'Huevo de invierno' simboliza la primavera que llega después del invierno. Es el símbolo de la resurrección".
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