Este fin de semana los relojes volverán a retrasarse para adaptarse al horario de invierno, una práctica que los españoles repiten desde hace décadas cada otoño y primavera. Sin embargo, esta rutina podría tener los días contados. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha solicitado que Europa elimine los cambios de hora, argumentando que “ya no supone un ahorro energético” y que “altera los ritmos circadianos” de las personas dos veces al año.
No es la primera vez que se plantea esta cuestión en el seno de la Unión Europea. “Ya se intentó en la Unión Europea y no salió adelante por falta de consenso”, recuerda Carlos Egea, neumólogo y coordinador de los Trastornos Respiratorios del Sueño de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (Separ).
Aun así, Egea celebra que el debate vuelva a estar sobre la mesa. “Desde el punto de vista científico, es una buena noticia. Llevamos más de diez años defendiendo que el cuerpo humano necesita sincronizarse cada mañana con la luz solar y que lo más saludable es mantener siempre el mismo horario”.
La evidencia científica respalda esta postura. Diversos estudios apuntan a que suprimir los cambios de hora podría reducir los casos de insomnio, obesidad, accidentes de tráfico e incluso ictus. De hecho, un reciente análisis de Stanford Medicine estima que mantener un horario estándar de forma permanente permitiría evitar hasta 300.000 ictus y 2,6 millones de casos de obesidad al año.
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