Varios delincuentes aprovecharon que una de las alas del famoso edificio se encontraba en refacción, rompieron cristales y se terminaron llevando varias joyas de un valor incalculable en un atraco que duró tan solo siete minutos.
Los elementos sustraídos pertenecían a Napoleón y la emperatriz Eugenia y el episodio dañó considerablemente la imagen de Francia teniendo en cuenta que se vulneró la seguridad de uno de los museos más visitados del mundo.
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