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La Promesa avance del capítulo 691 Una despedida una relación cómplice y el final de Petra EnglishMovie cdrama drama engsub chinesedramaengsub movieshortfull
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00:00Avance Hal Promes. Una despedida, una relación cómplice y el final de Petra. Capítulo 690,
00:12lunes 6 de octubre. Avance del capítulo 690 de Hal Promes, con vídeo incluido,
00:21que se emite el lunes 6 de octubre en la 1. Ricardo se marcha en silencio. Adriano y Martina
00:26se apoyan más que nunca y todos temen lo peor por la salud de Petra. El alba del lunes 6 de octubre
00:33se cernió sobre la promesa con una lentitud perezosa, casi insolente. El sol, un disco pálido y acuoso
00:42tras un velo de nubes altas, no lograba disipar la helada que se había aferrado a los cristales de
00:47las ventanas ni el frío que parecía haberse instalado, no sólo en los pasillos de piedra
00:52del palacio, sino en el mismísimo tuétano de sus habitantes. Era un silencio denso,
01:00preñado de ansiedades no verbalizadas, un silencio que se masticaba con el pan duro del
01:04desayuno en las cocinas y se sorbía con el café amargo en los salones nobles. Cada tic-tac del
01:11reloj de pie en el gran vestíbulo parecía un martillazo en el yunque de la incertidumbre,
01:16marcando el paso de un tiempo que no traía alivio, sino una creciente sensación de desastre inminente.
01:23La ausencia de Petra Arcos era el epicentro de este terremoto silencioso. Su enfermedad,
01:29un mal desconocido y voraz, la había consumido en cuestión de días, arrancándola de su puesto
01:34con una violencia que había dejado al servicio desconcertado y temeroso. Petra, la espina dorsal,
01:42el ojo vigilante, el látigo y a veces, muy de vez en cuando, el bálsamo del servicio,
01:47yacía postrada en su humilde alcoba, convertida en un santuario de pavor al que nadie, o casi nadie,
01:54se atrevía a acercarse. El aire en el ala del servicio estaba viciado, no sólo por el olor
02:01a enfermedad y desinfectante, sino por el miedo puro y llano. Miedo a lo desconocido, al contagio,
02:08a la muerte que rondaba tan cerca de sus propias camas. En el corazón de la casa, en el despacho donde
02:15el poder se ejercía con la delicadeza de un bisturí o la brutalidad de un hacha,
02:20Cristóbal de la Serna y Garcés de Linaja saboreaba su victoria. No era un hombre dado
02:27a las celebraciones grandilocuentes, su placer residía en la contemplación silenciosa de sus
02:32triunfos, en el regusto metálico de la venganza bien servida. Sostenía entre sus dedos una única hoja
02:40de papel, no era un documento oficial, ni una misiva de negocios. Era una carta, escrita con
02:48la caligrafía firme y elegante de un hombre que, a pesar de la derrota, se negaba a doblegarse por
02:53completo. La carta de Ricardo Pellicer. Cristóbal la había leído ya una docena de veces desde que
03:01la encontrara sobre su escritorio esa mañana, dejada allí en el sigilo de la noche. Cada palabra
03:08era un bálsamo para su orgullo herido, una nota en la sinfonía de su poder absoluto.
03:14Ricardo se había ido, había desaparecido sin fanfarrías ni despedidas, como un fantasma que
03:19se desvanece con la primera luz del día. Su partida era una capitulación, un sacrificio que,
03:27en su ingenua nobleza, Pellicer creía que allanaría el camino para el regreso de Pía a Darre.
03:32Cristóbal sonrió para sus adentros. La ingenuidad de los hombres buenos era siempre
03:38su mejor arma. Decidió que tal noticia no merecía ser guardada para sí mismo. Era un
03:45trofeo que debía ser exhibido. Con la carta en la mano y una expresión que era una cuidada mezcla
03:51de superioridad y falso pesar, se dirigió al salón principal, donde sabía que encontraría a los
03:57marqueses y a su sobrino, Curro, sumidos en sus propias tribulaciones. Alonso y Cruz levantaron
04:04la vista cuando entró, sus rostros un mapa de agotamiento y preocupación.
04:10La enfermedad de Petra, la ausencia de Pía, la tensión con Adriano y la gestión de las tierras.
04:16Los problemas se acumulaban como nubarrones de tormenta en el horizonte. Buenos días. Saludó
04:25Cristóbal, su voz untuosa rompiendo la quietud. Traigo noticias, no sé si buenas o malas. Eso
04:33dependerá de la perspectiva de cada uno. Cruz frunció el ceño. Habla claro, Cristóbal,
04:40no estamos de humor para tus acertijos. Él desplegó la carta con un gesto teatral. Parece
04:47que nuestro estimado mayordomo, el señor Pellicer, ha decidido poner fin a su estancia en la promesa.
04:55De forma definitiva, un silencio denso cayó sobre la estancia. Curro, que había estado observando la
05:01escena desde la ventana, se giró lentamente, sus ojos azules fijos en Cristóbal, anticipando la
05:07crueldad que vendría. Se ha marchado, continuó Cristóbal, paladeando cada sílaba. Ha dejado
05:16esta nota. Una despedida, si se quiere, un tanto melodramática para mi gusto, pero conmovedora
05:23a su manera. Empezó a leer en voz alta, su tono imbuido de una ironía mordaz que despojaba las
05:31palabras de Ricardo de toda su dignidad. Señor de la Serna, mi presencia en esta casa se ha
05:38convertido en un obstáculo insalvable para la paz y el bienestar de personas inocentes. Entiendo,
05:45a mi pesar, que mi partida es la única moneda de cambio aceptable para usted. Me marcho con la
05:52esperanza, quizá vana, de que mi ausencia permita el regreso de Doña Pía a Darre junto a su hijo,
05:57el lugar donde siempre debió estar. No guardo rencor, pues cada hombre actúa según su naturaleza.
06:05La mía me impide ser cómplice de la injusticia por más tiempo. Que Dios le juzgue, Ricardo Pellicer,
06:13cuando terminó, el silencio era aún más profundo. Alonso se mesaba la barba, su expresión indescifrable.
06:21Cruz miraba a Cristóbal con una mezcla de admiración por su eficacia y repulsión por sus métodos.
06:27Pero fue Curro quien rompió el hechizo. Su voz, aunque joven, resonó con la autoridad de una
06:34furia justa y contenida. Ya lo tiene, dijo, dando un paso al frente. Eso era lo que quería,
06:43¿no es así? Deshacerse de Ricardo. Ha ganado, su trofeo está servido, sus ojos eran dos esquirlas
06:51de hielo. Ahora cumpla con su parte. Traiga a Pia de vuelta. Hoy mismo, Cristóbal le dedicó
06:59una sonrisa condescendiente, doblando la carta con parsimonia. Mi querido Curro, siempre tan
07:06impetuoso. Las cosas no son tan sencillas. La marcha de Pellicer es un primer paso, un gesto
07:14de buena voluntad, por así decirlo. Pero el regreso de la señora a Darre requiere de
07:18ciertas garantías. Debemos asegurarnos de que la lealtad en esta casa quede restaurada
07:25por completo.
07:26La sangre subió al rostro de Curro. Lealtad, ¿habla usted de lealtad? Usted no sabe lo
07:33que significa esa palabra. Ha chantajeado y amenazado a un hombre bueno hasta obligarlo
07:37a abandonar su hogar y su vida. Eso no es poder, es tiranía.
07:43Curro, basta. Intervino Alonso, aunque su voz carecía de la convicción habitual.
07:50Veía la verdad en las palabras de su sobrino, pero también el peligro de desafiar a Cristóbal
07:55abiertamente.
07:58No, no, dejadle que hable, dijo Cristóbal, disfrutando del espectáculo. La juventud es
08:04apasionada.
08:07Pero la pasión sin control, Curro, es como un caballo desbocado. Termina por despeñar
08:13a su jinete.
08:15Aprende a medir tus palabras y tus acciones. Pellicer lo aprendió, aunque demasiado tarde.
08:22Se giró, dando por zanjada la conversación.
08:25Ahora, si me disculpan, tengo asuntos que atender.
08:30Y con esa frase, se marchó, dejando tras de sí una estela de rabia impotente y la
08:35certeza amarga de que la partida de Ricardo no había solucionado nada.
08:39Simplemente, había cambiado las piezas en el tablero de un juego que sólo Cristóbal
08:45parecía comprender.
08:49La noticia, como un veneno, no tardó en filtrarse a las estancias del servicio.
08:54María Fernández, con el rostro desencajado, fue la portadora de la nueva.
08:58La escuchó de refilón en un pasillo y corrió a las cocinas, donde el resto del personal
09:06trataba de mantener una apariencia de normalidad que se desmoronaba por momentos.
09:12Se ha ido, jadeó con acento agudo, apoyándose en la gran mesa de madera.
09:16El señor Pellicer, se ha marchado para siempre.
09:22Las palabras cayeron como piedras en un pozo.
09:25Lope dejó caer el cuchillo con el que estaba picando verduras.
09:30Candela se llevó una mano a la boca, sus ojos llenos de espanto.
09:34Simona negó con la cabeza, murmurando para sus adentros.
09:39Pero todas las miradas, instintivamente, buscaron a Santos.
09:43El joven Lacayo estaba en un rincón, puliendo una bandeja de plata con un fervor mecánico
09:48que no lograba ocultar la tormenta en su interior.
09:53Al oír las palabras de María, sus manos se detuvieron.
09:56La bandeja resbaló de sus dedos y cayó al suelo con un estrépito que hizo a todos sobresaltarse.
10:03—¿Qué, qué has dicho? —preguntó Santos, su voz apenas un susurro.
10:08María lo miró con compasión.
10:09—Lo siento, Santos, ha dejado una carta, se ha ido sin despedirse de nadie.
10:16—No —susurró él, negando con la cabeza.
10:21—No, no puede ser, él no haría eso, no sin, no sin hablar conmigo.
10:26Una risa amarga y seca resonó en la cocina.
10:31Provenía de Lope, que había recogido su cuchillo y lo miraba con una dureza inusual en él.
10:36—¡Ah, no! —espetó Lope, su voz cargada de un resentimiento que llevaba tiempo gestándose.
10:46—¿Y por qué no iba a hacerlo, Santos?
10:48¿Quizá esperaba una despedida calurosa de su hijo?
10:51¿Del mismo hijo que le ha dado la espalda una y otra vez?
10:55¿Del que se alió con el monstruo que lo ha estado torturando?
10:57—Cada palabra era un latigazo.
11:01Santos retrocedió como si le hubieran golpeado.
11:04—¡Cállate, Lope!
11:07—Tú no sabes nada.
11:08—Oh, sí que sé.
11:10—replicó Lope, avanzando hacia él.
11:12—Sé que tu padre era un hombre íntegro, un hombre que te quería a pesar de todo.
11:18—Y sé que tú, cegado por la ambición y el rencor, le has pagado con traición.
11:22—Le has hecho la vida imposible aquí dentro, has sido la herramienta de Cristóbal contra él.
11:30—¿Y ahora te sorprendes de que se haya ido?
11:32—Se ha ido por tu culpa, para salvar a otros, porque tú no fuiste capaz de salvarle a él.
11:39—El dolor en el rostro de Santos se transformó en rabia.
11:42—Tú no tienes derecho a juzgarme, no sabes lo que he pasado.
11:47—Todos hemos pasado por mucho en esta casa, gritó Lope, su control finalmente roto.
11:52—Pero ninguno de nosotros ha vendido su alma al diablo como tú.
11:58—Tu padre se ha sacrificado, ¿lo entiendes?
12:00—Se ha inmolado para que Pía pueda volver.
12:04—Y tú, ¿tú qué has hecho?
12:06—Lloriquear y sentir lástima de ti mismo.
12:08—Así que ahorrate las lágrimas, Santos.
12:12—De nada sirven ahora, llegan demasiado tarde.
12:15Lope se dio la vuelta, su pecho subiendo y bajando con agitación.
12:18El resto del servicio permanecía en silencio, petrificado.
12:25Habían presenciado la explosión de una verdad que todos, en el fondo, conocían.
12:32Santos, con el rostro pálido y los ojos vidriosos, se tambaleó hacia la puerta y salió corriendo,
12:38huyendo de las miradas acusadoras y del eco insoportable de las palabras de Lope,
12:42que eran el eco de su propia conciencia.
12:44Corrió sin rumbo por los pasillos, subió escaleras, atravesó salones vacíos hasta
12:51que, sin saber cómo, se encontró frente a la puerta de la habitación que había sido
12:55de su padre.
12:58El corazón le martilleaba en el pecho.
13:00Con mano temblorosa, giró el pomo.
13:03La puerta se abrió con un leve quejido.
13:06La habitación estaba impecable, desoladoramente ordenada.
13:10La cama, hecha con precisión militar.
13:12La ropa, desaparecida del armario, sobre la mesita de noche, solo quedaba una pequeña
13:19biblia de tapas gastadas.
13:23No había ni una nota, ni un objeto personal, ni un rastro de que Ricardo Pellicer hubiera
13:28vivido allí.
13:31Era como si su existencia hubiera sido borrada por completo.
13:35Santos se adentró en la estancia vacía.
13:36El olor de su padre, una mezcla de jabón de afeitar y agua de colonia barata, aún flotaba
13:44débilmente en el aire.
13:47Se acercó a la ventana y miró hacia los terrenos de la promesa, los mismos campos que su padre
13:52había recorrido con paso firme y la cabeza alta.
13:54Y entonces, el dique se rompió, se dejó caer de rodillas en el suelo frío, y el llanto
14:02que había estado conteniendo brotó de él en un torrente incontrolable.
14:08Eran sollozos desgarradores, profundos, que nacían de un lugar de abandono y culpa insoportables.
14:14Lloraba por el padre que había perdido, sí, pero lloraba sobre todo por el hijo que no
14:21había sabido ser.
14:24Lloraba por cada palabra dura, por cada gesto de desprecio, por cada vez que eligió el camino
14:29fácil de la sumisión a Cristóbal en lugar del camino honorable de la lealtad a su padre.
14:36Lope tenía razón, todo era culpa suya, y esa certeza era una losa que lo aplastaría
14:41por el resto de sus días.
14:44Se había quedado solo, verdaderamente solo, en un mundo que él mismo había ayudado a
14:49corromper.
14:52Lejos de la cruda desolación del servicio, en los jardines de invierno, dos almas encontraban
14:57un refugio mutuo en medio del caos.
15:01Adriano y Martina se habían convertido en el ancla el uno del otro, una alianza forjada
15:06en el dolor compartido y cimentada en una comprensión que iba más allá de las palabras.
15:10La muerte del padre de Adriano los había unido de una manera inesperada, y ahora, cada
15:17conversación, cada mirada, fortalecía ese vínculo cómplice.
15:23Paseaban lentamente entre las plantas exóticas, el aire húmedo y cálido del invernadero un
15:28contraste bienvenido con el frío del exterior.
15:30Adriano se detuvo frente a una orquídea de un púrpura intenso, sus hombros caídos bajo
15:38un peso invisible.
15:41—He hablado con tu padre esta mañana, Martina —dijo en voz baja, sin mirarla.
15:47Martina se acercó y posó suavemente una mano en su brazo.
15:49—¿Y bien?
15:52—Él suspiró, un sonido que pareció vaciarlo por dentro.
15:55—Le he dicho que no puedo seguir.
15:59—No tengo fuerzas, la gestión de las tierras.
16:02Cada vez que miro un mapa, que leo un informe, veo su letra, sus anotaciones.
16:09—Siento que estoy profanando su legado.
16:11No estoy preparado.
16:12No sé si lo estaré nunca.
16:15—¿Has hecho lo correcto, Adriano?
16:17—le aseguró ella con dulzura.
16:19—Nadie puede pedirte que cargues con eso ahora.
16:23—Debes darte tiempo para sanar.
16:25Adriano finalmente se volvió hacia ella, sus ojos oscuros llenos de una vulnerabilidad
16:30que solo le mostraba a Martina.
16:33—Tu padre no se lo ha tomado mal.
16:35Ha sido comprensivo, pero me ha dicho algo que...
16:40Hizo una pausa, buscando las palabras.
16:43Ha dicho que Leocadia se ha ofrecido a asumir el cargo.
16:47Martina no mostró sorpresa alguna.
16:49Una leve sonrisa, triste y resignada, se dibujó en sus labios.
16:55—Claro que lo ha hecho.
16:56Faltaría más.
16:57Leocadia nunca pierde una oportunidad.
17:00La ambición es el aire que respira.
17:03—Pensé que te enfadarías, admitió Adriano.
17:06—Enfadarme, replicó ella, encogiéndose de hombros.
17:09—Hace mucho que Leocadia dejó de sorprenderme, que se quede con las tierras, con los libros
17:17de cuentas, con el poder.
17:20—No me importa, nada de eso me importa.
17:23Su mirada se suavizó, encontrándola de él.
17:25—Lo único que me importa es que tú estés bien, que encuentres la paz.
17:31—El resto es solo.
17:33—Ruido.
17:34Adriano sintió una oleada de gratitud tan intensa que le costó hablar.
17:38En un mundo de intrigas, ambiciones y traiciones, la sinceridad de Martina era un faro.
17:45Tomó la mano que ella tenía en su brazo y la entrelazó con la suya.
17:49Sus dedos encajaron a la perfección.
17:53—No sé qué haría sin ti, Martina, confesó, su voz ronca por la emoción.
17:58—No tienes que saberlo, respondió ella, apretando su mano.
18:04—Porque no voy a ir a ninguna parte.
18:06Estamos juntos en esto, Adriano.
18:08Juntos, en ese invernadero, rodeados por la belleza silenciosa de las plantas, crearon
18:14su propia burbuja de paz.
18:15Un pequeño reino donde las luchas de poder de la promesa no podían alcanzarlos.
18:22Se apoyaban el uno en el otro, no como amantes, sino como algo más profundo.
18:27Como dos supervivientes que habían encontrado en la compañía del otro la fuerza para seguir
18:31respirando.
18:34Mientras tanto, en otra parte del palacio, se gestaba una promesa de futuro que, sin embargo,
18:40estaba teñida por las dudas del presente.
18:42Toño, el chofer, buscaba a Manuel con una agitación que no era habitual en él.
18:49Lo encontró en el hangar, donde el joven marqués buscaba consuelo en el olor a aceite
18:54y metal de sus aeroplanos.
18:57—Señorito Manuel, exclamó Toño, con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro.
19:02Sostenía un telegrama en la mano como si fuera un billete de lotería premiado.
19:08Manuel se limpió las manos en un trapo y se volvió hacia él.
19:13—¿Qué ocurre, Toño?
19:14Pareces más feliz que un niño con zapatos nuevos.
19:17—Y lo estoy, señorito, lo estoy —dijo, agitando el papel.
19:22—Es de Enora, ha respondido, dice que sí.
19:27La alegría de Toño era tan genuina y contagiosa que Manuel no pudo evitar sonreír.
19:34—Hombre, enhorabuena, me alegro muchísimo por ti, de verdad, gracias, señorito.
19:39—Sabía que usted se alegraría, dijo Toño, su entusiasmo desbordante.
19:47Entonces, su expresión se tornó más seria, más solemne.
19:53—Y por eso, por eso quería pedirle algo, algo muy importante para mí, lo que sea, Toño.
20:00—Ya lo sabes, Toño respiró hondo.
20:03—Señorito Manuel, ¿querría usted ser mi padrino de boda?
20:06—La pregunta dejó a Manuel momentáneamente sin palabras.
20:10La sonrisa se congeló en su rostro, reemplazada por una expresión de sorpresa y una incomodidad que trató de disimular.
20:19Ser el padrino era un honor inmenso, un símbolo de confianza y amistad profunda.
20:26Pero implicaba bendecir una unión, dar fe de ella.
20:29Y ahí residía su dilema, Toño.
20:31—Yo, es un gran honor, no sé qué decir, balbuceó.
20:37Pero sus dudas, por sutiles que fueran, no pasaron desapercibidas para el chofer.
20:44—La sonrisa de Toño vaciló.
20:46—¿Ocurre algo, señorito?
20:48Si le parece mal, si cree que no es apropiado por la diferencia de clases.
20:51—No, no, en absoluto, se apresuró a corregir Manuel.
20:58—No es nada de eso, por Dios.
21:02—Es solo que, me has pillado por sorpresa.
21:05Es una gran responsabilidad, la verdad era mucho más compleja.
21:10Manuel no terminaba de fiarse de Enora.
21:13Había algo en ella, una intensidad en su mirada, una historia no contada que le generaba una profunda inquietud.
21:18—Le parecía demasiado perfecta, demasiado ansiosa por asegurarse un futuro al lado de Toño.
21:28Recordaba la conversación que había tenido con Yana, cómo ella también había expresado sus reservas.
21:35—¿Era justo que él, albergando tales dudas, apadrinará ese matrimonio?
21:39¿No sería una forma de traición a su amigo?
21:42—Piénselo, señorito, no tiene que responderme ahora, dijo Toño, su alegría inicial, un poco empañada por la reacción de Manuel.
21:54—Para mí sería el mayor orgullo.
21:56Usted es más que un patrón, es un amigo, lo sé, Toño.
22:00—¿Y tú también para mí? —respondió Manuel, poniendo una mano en el hombro del chofer.
22:09—Déjame pensarlo, ¿de acuerdo? Es una decisión importante y quiero darle el respeto que merece.
22:16Toño asintió, aunque una sombra de decepción cruzó su rostro.
22:20Se despidió y se marchó, dejando a Manuel solo con sus pensamientos y el esqueleto metálico de su aeroplano.
22:26Miró el avión, un símbolo de libertad y escape, y sintió el peso de las ataduras invisibles de la lealtad y la conciencia.
22:37¿Debía ser sincero con Toño y arriesgarse a romperle el corazón?
22:41¿O debía aceptar, sonreír en la boda y guardar sus dudas para sí mismo, esperando y rezando por estar equivocado?
22:48La elección, como tantas otras en la promesa, no tenía una respuesta fácil.
22:52La angustia de Vera era de una naturaleza diferente, más tangible y peligrosa.
22:59Desde que supiera que su padre estaba cerca, una necesidad irrefrenable de verlo la consumía.
23:06A pesar del miedo, a pesar de la razón, el vínculo filial la llamaba.
23:11Buscó a Federico, el único que compartía su secreto, el único en quien podía confiar.
23:16Lo encontró en la biblioteca, organizando unos libros.
23:21Federico, tenemos que hablar, dijo ella en un susurro urgente, cerrando la puerta tras de sí.
23:29Él se volvió, su rostro serio.
23:31Vera, ya te dije que es una mala idea, necesito verlo, insistió ella, sus manos retorciéndose en el delantal.
23:38Solo una vez, saber que está bien, entender por qué está aquí, Federico dejó el libro que sostenía y la miró fijamente.
23:49Su expresión era sombría, cargada de una preocupación que iba más allá de la simple prudencia.
23:54Escúchame con atención, Vera, dijo, su voz baja y grave.
24:01Yo también sentí esa curiosidad.
24:04Esa necesidad de saber, y cometí el error de seguirlo, de observarlo, Vera lo miró, expectante.
24:12¿Y qué viste?
24:13Él tragó saliva, como si el recuerdo le dejara un mal sabor de boca.
24:19Lo que vi, no fue al padre que quizás recuerdas o al hombre que te imaginas.
24:23Lo vi reunirse con gente.
24:27Gente de la peor calaña, Vera.
24:29Hombres con miradas frías y sonrisas que no llegan a los ojos.
24:35Hablaban en susurros, intercambiaban paquetes.
24:38No sé en qué está metido, pero es algo sucio.
24:43Algo peligroso.
24:44El color desapareció del rostro de Vera.
24:47No, no puede ser.
24:49Sí que puede, afirmó Federico con una firmeza inquebrantable.
24:54He visto cómo trataba con ellos.
24:56No había miedo en él, sino autoridad.
24:58Él es uno de ellos, o peor, quizás sea su líder.
25:04La amabilidad que te mostró, esa fachada de padre arrepentido.
25:08Es una máscara, Vera.
25:11Una trampa.
25:12Su presencia aquí no es casual.
25:14No ha venido a buscarte por amor.
25:15Ha venido porque representas algo para él, una pieza en su juego.
25:21O quizás un riesgo.
25:23Vera se dejó caer en una silla, abrumada.
25:26Las palabras de Federico eran como un jarro de agua fría, extinguiendo la pequeña y cálida
25:31llama de esperanza que había albergado.
25:33Por eso no puedes verlo, concluyó Federico, arrodillándose frente a ella.
25:40No se trata de protegerlo a él, sino de protegerte a ti.
25:43Si él descubre que sabes quién es, que estás aquí, te pondrías en un peligro que no puedes
25:50ni imaginar.
25:52Te lo ruego, Vera, olvídalo, quédate aquí, en la promesa.
25:56Puede que este lugar sea una jaula de oro con sus propias serpientes, pero al menos son
26:01serpientes que conocemos.
26:04Lo que hay ahí fuera, lo que él representa, es un abismo, y no voy a dejar que te caigas
26:09en él.
26:09Las lágrimas rodaron por las mejillas de Vera.
26:14No eran lágrimas de anhelo, sino de terror y desilusión.
26:18La imagen de su padre, el hombre al que, a pesar de todo, una parte de ella quería redimir,
26:24se había hecho añicos, reemplazada por la figura de un criminal siniestro y calculador.
26:30Su reencuentro soñado se había convertido en una pesadilla de la que Federico, con su
26:35cruda honestidad, acababa de salvarla.
26:37Estaba a salvo, sí, pero se sentía más perdida y sola que nunca, y mientras los vivos lidiaban
26:45con sus fantasmas, sus decisiones y sus miedos, en una pequeña y austera habitación del ala
26:50del servicio, la vida misma pendía de un hilo.
26:55El ambiente en los pasillos de servicio era irrespirable.
26:58La enfermedad de Petra había erigido un muro invisible alrededor de su puerta.
27:02Nadie pasaba por allí si no era estrictamente necesario.
27:07Las conversaciones se detenían, las miradas se desviaban.
27:12El miedo a la muerte es el más primario de todos, y Petra, en su agonía silenciosa,
27:17era un recordatorio constante de la fragilidad humana.
27:22Nadie se atrevía a visitarla.
27:24¿Qué podían hacer?
27:25¿Qué podían decirle?
27:26Su deterioro había sido tan rápido y fulminante que había dejado a todos paralizados.
27:33El marqués no había logrado traer a Pía de vuelta, la única persona que quizás habría
27:37sabido cómo actuar, y el médico se había declarado impotente.
27:43Petra estaba sola, abandonada a su suerte en la batalla final.
27:47Pero había alguien que no podía soportar esa idea.
27:49Samuel, el joven lacayo, a menudo silencioso y observador, sentía un nudo de deber y compasión
27:57en el estómago.
28:00Petra había sido dura con él, como con todos, pero también le había enseñado el oficio.
28:07Había una extraña forma de respeto en su relación, una jerarquía que, en ese momento,
28:12se le antojaba insignificante.
28:14No podía, simplemente no podía, dejarla morir sola como un perro.
28:21Con el corazón en un puño, tomó una jarra de agua fresca y un paño limpio y se dirigió
28:26hacia la habitación prohibida.
28:29Cada paso resonaba en el pasillo silencioso.
28:32Se detuvo frente a la puerta, respiró hondo y llamó suavemente.
28:37Señora Petra, soy Samuel, traigo un poco de agua.
28:41No hubo respuesta.
28:42El silencio desde el interior de la habitación era total, antinatural.
28:48Samuel esperó un momento más.
28:50Luego, con una creciente sensación de pavor, giró el pomo y empujó la puerta.
28:57La habitación estaba en penumbra, las cortinas corridas para filtrar la escasa luz del día.
29:04El aire era pesado, viciado, con el olor dulzón y agrio de la fiebre alta.
29:09Petra yacía en la cama, inmóvil.
29:13Tan inmóvil que por un instante Samuel pensó que ya era demasiado tarde.
29:17Se acercó a la cama con pasos vacilantes.
29:21La jarra de agua temblaba en su mano.
29:24Señora Petra, susurró de nuevo, su voz apenas audible.
29:29La vio de cerca.
29:30Su rostro, habitualmente severo y anguloso, estaba hinchado y de un color ceroso.
29:35Sus labios estaban secos y agrietados, y un sudor frío perlaba su frente.
29:42Sus ojos estaban cerrados, pero no era el cierre plácido del sueño.
29:46Era un abandono, una ausencia total.
29:51Su pecho, Samuel se inclinó, aguzando el oído, tratando de percibir el más mínimo hálito de vida.
29:57No oía nada.
30:00La subida y bajada de su respiración era tan superficial, tan imperceptible, que parecía haber cesado por completo.
30:07Estaba inconsciente, o algo peor.
30:12Samuel le tocó la frente.
30:13Ardía como el fuego.
30:15Le tomó la muñeca, buscando el pulso.
30:19Lo encontró, pero era un latido débil, errático, como el aleteo de un pájaro moribundo.
30:27El pánico se apoderó de él.
30:29Dejó caer la jarra, que se hizo añicos en el suelo, derramando el agua en un charco que se extendió por las baldosas.
30:37No importaba, nada importaba salvo el hecho de que Petra se estaba yendo.
30:41Se estaba apagando ante sus ojos.
30:45Retrocedió tropezando.
30:47Salió de la habitación y corrió por el pasillo, gritando.
30:50Ayuda, rápido, ayuda.
30:53Es la señora Petra, creo que se muere.
30:56Su grito rasgó el silencio opresivo del palacio.
30:59Una alarma que sacó a todos de sus propios dramas personales y los enfrentó a una tragedia inminente y compartida.
31:07Las puertas se abrieron.
31:09Lope, Candela, Simona, María.
31:12Todos salieron a la vez, sus rostros una máscara de terror.
31:17Se congregaron en la puerta de la habitación de Petra, mirando el cuerpo inmóvil en la cama, el agua extendiéndose por el suelo como un presagio.
31:25El temor se extendió entre ellos, un escalofrío colectivo que no tenía nada que ver con el frío del otoño.
31:33La pregunta flotaba en el aire, no dicha pero grabada en los ojos de todos.
31:40¿Era este el final?
31:41¿Había llegado la hora de Petra a Arcos?
31:43En el silencio sepulcral de la promesa, mientras una vida se aferraba a sus últimos y tenues hilos, nadie se atrevía a responder.
31:50Solo podían esperar, juntos en su miedo, el veredicto implacable del destino.
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