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La Promesa avance del capítulo 689 Curro desafía a Lorenzo y Petra agoniza EnglishMovie cdrama drama engsub chinesedramaengsub movieshortfull
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00:00Curro desafía a Lorenzo y Petra agoniza. En el capítulo 689 de La Promesa, que se emite este
00:17viernes 3 de octubre, la tensión alcanza un punto de no retorno. Mientras el estado de Petra se
00:24deteriora dramáticamente, sumiendo a todo el servicio en el miedo a perderla para siempre,
00:30Curro toma una decisión extrema. Enfrentarse cara a cara con el capitán Lorenzo en un intento
00:35desesperado por impedir la boda de Ángela. Pero el precio será altísimo. Humillaciones,
00:43amenazas y un futuro incierto que pondrá a prueba el valor del joven. Al mismo tiempo, Martina lucha
00:51por evitar la partida de Adriano, Vera se revela contra un destino impuesto y Manuel pone a Enora
00:57contra las cuerdas tras confesarle que la investiga. Un episodio cargado de emociones,
01:04donde cada decisión puede ser definitiva. ¿Sobrevivirá Petra? ¿Logrará Curro salvar a Ángela? ¿Qué
01:10secretos ocultos saldrán a la luz en La Promesa? El alba del viernes 3 de octubre se filtraba por
01:16los ventanales de La Promesa con una lentitud perezosa, casi reacia a despertar al mundo.
01:24Los primeros rayos de sol, de un color pálido y enfermizo como la cera de una vela a punto de
01:29extinguirse, no traían consigo la promesa de un nuevo día, sino el presagio de un final.
01:36El aire mismo dentro del palacio parecía más denso, cargado con el peso de las conversaciones
01:42no dichas, de las decisiones imposibles y, sobre todo, del aliento frágil y entrecortado que
01:49escapaba de una habitación en la zona del servicio. En esa habitación, el tiempo se había detenido.
01:56Samuel no había dormido. Sentado en una silla de madera desvencijada junto al lecho de Petra,
02:02había contado cada una de sus respiraciones, cada estertor, cada imperceptible movimiento bajo las
02:07sábanas. La noche había sido un océano de silencio, roto únicamente por el tic-tac implacable
02:15de un reloj en el pasillo, un sonido que se había convertido en el martillo de un verdugo contando
02:20los segundos que le quedaban a la mujer que, para bien o para mal, había sido una constante inamovible
02:26en su vida. La miraba, y el rostro que veía ya no era el de la Petra Arcos que todos conocían.
02:33La severidad de sus rasgos se había disuelto, reemplazada por una fragilidad casi infantil.
02:43Sus mejillas, antes altivas, estaban hundidas, sus labios, que tantas veces habían proferido
02:50órdenes tajantes y juicios severos, ahora estaban secos, agrietados y teñidos de un pálido azul.
02:57El cabello, habitualmente recogido en un moño impecable que era la envidia y el terror del
03:04servicio, yacía esparcido sobre la almohada, revelando hebras grises que la vanidad de Petra
03:09siempre se había esforzado en ocultar. Parecía una extraña, una versión despojada de toda su
03:16armadura, y era esa vulnerabilidad, esa desnudez ante la muerte, lo que desgarraba el alma de Samuel.
03:22Se inclinó, acercando su oído a la boca de ella, buscando el calor de su aliento. Era débil,
03:31un susurro de vida apenas perceptible. Le acarició la frente, apartando un mechón de
03:39pelo húmedo por el sudor febril. Su piel ardía. El doctor, en su última visita, había sido un profeta
03:47de la fatalidad. Preparen el alma, había dicho con una solemnidad que no dejaba lugar a la esperanza.
03:56La medicina ha hecho todo lo que estaba en su mano. Ahora solo queda esperar, que sea en paz.
04:02Paz, repitió Samuel en un susurro amargo para sí mismo. ¿Qué paz podía haber para una mujer como Petra?
04:08Su vida había sido una guerra constante. Una batalla contra la injusticia de su destino,
04:14contra los secretos que la carcomían, contra el amor que nunca pudo profesar abiertamente.
04:22Una guerra librada con las armas de la lealtad inquebrantable a la marquesa,
04:26una lealtad que a menudo se había transformado en crueldad hacia los demás.
04:32Samuel lo sabía. Había sido testigo y, a veces, cómplice silencioso de sus intrigas.
04:37Pero ahora, viendo su cuerpo consumirse, todo aquello parecía trivial. Un eco lejano de un
04:46mundo que estaba a punto de perderla para siempre. Petra, musitó, su voz rota. Lucha,
04:54por favor, un poco más, no te rindas así. Pero sus palabras se perdieron en el silencio de la
04:59habitación, absorbidas por la certeza de que estaba pidiendo un imposible.
05:03La vida se estaba despidiendo de Petra Arcos, y todo lo que él podía hacer era ser testigo de
05:11esa partida silenciosa. El despertar de los desesperados. En otra ala del palacio,
05:18Curro se despertó mucho antes de que sonara la primera campana. Lo hizo de golpe, con el corazón
05:25martilleándole en el pecho y el sabor amargo de la impotencia en la boca. Había soñado con la
05:32boda, con Ángela, vestida de un blanco que parecía un sudario, caminando hacia el altar donde un
05:38Lorenzo sonriente y depredador la esperaba. En el sueño, él intentaba gritar, correr, detener la
05:46ceremonia, pero sus pies estaban pegados al suelo y de su garganta no salía ningún sonido. Se sentó en
05:53la cama, pasándose las manos por el pelo. El sudor frío le perlaba la frente. La pesadilla no era más que
06:01un reflejo de la realidad. La boda era inminente, y él se sentía exactamente así. Mudo, paralizado,
06:08inútil. Su conversación con Leocadia la noche anterior había sido un clavo más en su ataúd.
06:17Le había ofrecido marcharse él, desaparecer, cargar con cualquier culpa si eso liberaba a Ángela de las
06:23garras de su padre. Pero Leocadia, con los ojos anegados en una desesperación que reflejaba la
06:30suya, le había explicado la naturaleza del chantaje de Lorenzo. No bastaba con que él se fuera. El
06:38capitán quería la boda, quería la unión de las familias, quería la humillación de tenerlo todo
06:43bajo su control. Un torrente de rabia, pura e hirviente, recorrió las venas de Curro. Rabia
06:52contra Lorenzo, contra su crueldad y su sadismo. Rabia contra sí mismo, por su incapacidad para
07:00proteger a la mujer que amaba. Rabia contra un mundo que permitía que tiranos como su padre ganaran
07:05siempre. Se levantó y se vistió con movimientos mecánicos y furiosos. No podía seguir así, no podía
07:13esperar a que un milagro ocurriera. Si no había un camino, tendría que abrirlo él mismo, aunque fuera
07:21con las manos desnudas y a costa de su propia sangre. Solo había una opción, una última y terrible
07:29opción, enfrentarse al monstruo en su guarida. Iría a ver a Lorenzo, le suplicaría, le ofrecería
07:37cualquier cosa, su herencia, su nombre, su propia vida así era necesario. Sabía que era un movimiento
07:46desesperado, como un ratón intentando negociar con una serpiente. Pero la inacción era una tortura
07:55peor que cualquier humillación que Lorenzo pudiera infligirle. Hoy, de una forma u otra, todo terminaría.
08:03Mientras tanto, en la cocina, el día comenzaba con una ausencia que pesaba más que cualquier presencia.
08:11La silla de Petra en la mesa del servicio estaba vacía. Su taza de café, sin usar.
08:17El silencio en su lugar era un grito. Los murmullos eran inevitables, furtivos, cargados de temor.
08:27¿Alguien ha subido a verla? Preguntó Candela en voz baja, mirando de reojo a Simona.
08:34Simona negó con la cabeza, sus manos amasando el pan con una fuerza innecesaria.
08:39Samuel ha pasado la noche allí. Dijo que no nos preocupáramos, que él avisaría si. Si había algún
08:47cambio. La pausa fue elocuente. Cambio era un eufemismo amable para la palabra que todos temían
08:54pronunciar. Muerte. Lope, que servía el café con el rostro sombrío, intervino. El doctor ayer no dio
09:03ninguna esperanza. Dijo que su corazón está muy débil, que los pulmones apenas funcionan. Un
09:11escalofrío colectivo recorrió al pequeño grupo. Por mucho que Petra hubiera sido una figura
09:18autoritaria y a menudo despota, la idea de su final inminente lo sobrecogía. Era el fin de una era en
09:26la promesa. Cristóbal entró en ese momento. Su semblante tan rígido como siempre, pero sus ojos
09:33delataban una preocupación profunda. ¿Alguna noticia de la señora Arcos? Todos negaron en
09:40silencio. El mayordomo asintió lentamente, su mandíbula apretada. Continúen con sus tareas. El
09:48palacio no se detiene. Hoy más que nunca, debemos demostrar nuestra profesionalidad.
09:54Sus palabras pretendían ser un ancla de normalidad en un mar de incertidumbre, pero sonaron huecas.
10:03¿Cómo podían fregar plata o desempolvar muebles cuando, a pocos metros de distancia,
10:08una de ellos libraba su última batalla y nadie se atrevía a subir para comprobar si aún respiraba?
10:14El miedo a ser el que encontrara el cuerpo sin vida de Petra Arcos los mantenía a todos paralizados,
10:20prisioneros en la planta baja. La súplica de una hija, la realidad de un padre. En el ala noble,
10:27la tensión era de otra naturaleza, pero igualmente palpable. Martina encontró a Adriano en la biblioteca,
10:37supervisando cómo un mozo empaquetaba cuidadosamente unos libros en un baúl de viaje.
10:41La escena le geló la sangre. Era real, se marchaba. Adriano, por favor, tenemos que hablar, dijo,
10:52su voz temblorosa pero firme.
10:56Él se giró, su rostro una máscara de cortesía forzada. Martina, buenos días, como ves, estoy algo ocupado.
11:04Veo que sigues adelante con esta locura, replicó ella, acercándose. Adriano, no puedes irte.
11:14No ahora, ¿y por qué no? Preguntó él, cruzándose de brazos. Mi deber está con mis hijos.
11:24Necesitan un hogar estable, lejos de... de todo esto. Su gesto abarcó la opulencia de la biblioteca,
11:30pero también la tristeza que impregnaba sus paredes.
11:35¿Y crees que arrancarlos de aquí, del único hogar que han conocido últimamente,
11:40es lo mejor para ellos? Contraatacó Martina, su desesperación afilando sus palabras.
11:48Piensa en ellos, por el amor de Dios. Piensa en el daño que esto les hará. Y piensa en nosotros.
11:56¿Acaso no te importa el dolor que causarás? Adriano desvió la mirada.
12:00Mi compromiso es con ellos.
12:04Tu compromiso como padre, exclamó Martina, dando un paso más. Y un padre no huye.
12:12Un padre se queda y lucha por el bienestar de sus hijos. ¿Crees que no sé que esto es por lo que
12:17pasó con Catalina? Su desaparición nos ha roto a todos, a mí la primera.
12:22Era mi prima, mi amiga. Pero huir no es la respuesta. Huir es una cobardía. Es abandonar a los que te
12:30necesitan aquí. Sus palabras dieron en el blanco. Pudo ver un destello de dolor, de culpa, en los ojos
12:38de Adriano. Se ablandó, cambiando de táctica. Le tocó suavemente el brazo. Escúchame, le susurró.
12:49Nos necesitamos los unos a los otros. Ahora más que nunca, la promesa está herida.
12:54La familia está rota. Si te vas, abrirás una herida aún más profunda. Por favor, por tus hijos,
13:01por la memoria de Catalina, por lo que una vez sentiste por este lugar.
13:07Quédate, al menos, danos un poco más de tiempo. No tomes una decisión tan drástica en medio de
13:13tanto dolor. Adriano la miró, su resolución visiblemente tambaleante. La mención de Catalina,
13:20la sinceridad en la voz de Martina, su lógica irrefutable sobre el bienestar de los niños.
13:28Todo ello estaba erosionando el muro que había construido a su alrededor. Martina, yo.
13:35Comenzó, pero no supo cómo continuar. Solo piénsalo, imploró ella. No te pido que te quedes
13:41para siempre. Solo que no te vayas hoy. No nos abandones en nuestro peor momento. Le soltó el
13:49brazo y se retiró, dejándolo solo con sus baúles y el peso de una decisión que ya no parecía tan
13:54sencilla. Casi al mismo tiempo, en el despacho del marqués, se libraba otra batalla de voluntades.
14:05Ricardo se encontraba frente a Alonso, con la humildad de un suplicante pero la
14:09determinación de un hombre desesperado. Señor marqués, le ruego que reconsidere su decisión.
14:18Comenzó Ricardo, su voz cargada de una emoción contenida. Pía está desolada. La promesa es su
14:25hogar. Su hijo la necesita, y ella a él. Mantenerla alejada es una crueldad innecesaria.
14:31Alonso, de pie junto a la ventana, contemplaba los jardines sin verlos realmente. Su postura era
14:39rígida, su rostro impasible. Ricardo, sabes tan bien como yo por qué se tomó esa decisión. No es
14:47por crueldad, sino por necesidad. ¿Necesidad? ¿Qué necesidad puede justificar separar a una madre de
14:54su hijo? Replicó Ricardo, su tono subiendo un poco de volumen antes de controlarse. Señor,
15:03lo que hubo entre nosotros, ya es parte del pasado. Le doy mi palabra de honor de que no volverá a ocurrir.
15:11Pero permítale volver, permítale ser la madre que su hijo merece. Alonso se giró lentamente,
15:17sus ojos clavándose en los del mayordomo. Había en su mirada una tristeza profunda,
15:23una fatiga que iba más allá del cansancio físico. Tu palabra de honor, Ricardo. ¿Qué valor tiene
15:31cuando hablamos de los caprichos del corazón? Ambos somos hombres adultos. Sabemos que hay fuegos que,
15:39por mucho que intentemos sofocar, vuelven a encenderse con una sola brisa.
15:45Entonces, ¿qué propone? ¿Que viva en el exilio para siempre? Preguntó Ricardo con amargura.
15:53Propongo lo que es mejor para el buen nombre de esta casa y para la estabilidad de todos los que
15:57viven en ella, sentenció Alonso, su voz adquiriendo el tono firme y definitivo del marqués de Luján.
16:06La relación entre ustedes era prohibida, inaceptable, y la única forma de asegurar
16:11que esa relación se rompa de raíz, que no queden ni las cenizas de las que pueda resurgir,
16:16es la distancia. Mantenerla lejos es la única garantía. Ricardo se quedó sin palabras. La
16:24lógica de Alonso era fría, implacable y, en cierto modo, irrefutable desde su perspectiva
16:30clasista y conservadora. Se dio cuenta de que no estaba hablando con un amigo,
16:37ni siquiera con un patrón comprensivo. Estaba hablando con un aristócrata dispuesto a sacrificar
16:44la felicidad de dos personas por mantener las apariencias y el orden establecido.
16:50Con su permiso, señor marqués, dijo Ricardo, su voz apenas un susurro. Hizo una reverencia y se
16:57retiró, sintiendo el peso de un muro de granito que no podía derribar. La dura realidad lo había
17:04golpeado. Para Alonso, el amor prohibido entre él y Pía era una enfermedad que solo se curaba con la
17:11amputación. El callejón sin salida y la promesa de lucha. Para Vera, la mañana también trajo una
17:18dosis de cruda realidad. La alianza entre Lope y su padre, Federico, se había materializado en una
17:27reunión breve pero brutalmente clara en la cocina. Federico, con su habitual aire de superioridad, y Lope,
17:35con una mirada de disculpa pero firme, le habían comunicado la decisión.
17:41Vera, lo hemos hablado, comenzó Federico, sin rodeos. Lope ha sido, persuadido para entender lo
17:48que es mejor para todos. Tu idea de regresar con tu familia, debe ser abandonada. Vera miró a Lope,
17:56buscando una traición en sus ojos, pero solo encontró una profunda tristeza.
18:03Lope, ¿tú estás de acuerdo con esto? Lope asintió, evitando su mirada. Vera, tu padre.
18:12No es un hombre con el que se pueda razonar. Federico me ha ofrecido su protección, para ambos,
18:18aquí en La Promesa.
18:18Si intentas volver, las consecuencias serán terribles, para ti y para cualquiera que intente
18:26ayudarte. Es por tu bien, por mi bien, repitió ella, incrédula, una risa amarga escapando de sus
18:36labios. Estar atrapada aquí, viviendo con miedo, dependiendo de la caridad de otros. Es por mi bien,
18:44mi bien es ser libre. Recuperar mi vida. Tu vida anterior ya no existe, dijo Federico con frialdad.
18:55Acéptalo, tu lugar ahora está aquí, y harías bien en ser agradecida. Vera sintió que se ahogaba.
19:03Estaba atrapada en un callejón sin salida. La puerta que representaba a Lope, su única esperanza
19:08de escape, se había cerrado de golpe. Se sintió traicionada, abandonada, pero mientras los dos
19:16hombres la miraban, esperando su sumisión, algo dentro de ella se endureció. La desesperación se
19:24transformó en una llama fría y decidida. No dijo nada más. Simplemente asintió, bajando la cabeza
19:31para ocultar el fuego en sus ojos. Dejó que creyeran que la habían vencido. Pero en su interior,
19:38una promesa silenciosa tomaba forma. No se rendiría. Si Lope ya no era su aliado,
19:45encontraría otro. Si no había puertas abiertas, derribaría un muro. No sabían con quién estaban
19:52tratando. La habían subestimado, y ese sería su mayor error. Vera no era una damisela en apuros
20:00esperando a ser rescatada. Era una superviviente, y lucharía por su libertad con uñas y dientes,
20:06aunque tuviera que hacerlo sola. La visita del ángel negro. A media mañana, el murmullo de un
20:14carruaje en la gravilla del camino principal anunció la llegada del doctor. Su visita era esperada con
20:21una mezcla de pavor y una minúscula, irracional brizna de esperanza. Samuel lo recibió en la puerta
20:29del servicio y lo acompañó escaleras arriba en un silencio solemne. La habitación de Petra olía a
20:36enfermedad y a resignación. El doctor entró, dejó su maletín y se acercó a la cama. Su rostro
20:44profesional no traicionó ninguna emoción mientras tomaba el pulso de Petra, auscultaba su pecho con
20:50el estetoscopio y levantaba uno de sus párpados para examinar sus pupilas. Samuel observaba cada
20:58movimiento, cada gesto, buscando una señal, un indicio de que el diagnóstico anterior había sido
21:04demasiado pesimista. El examen duró varios minutos que a Samuel le parecieron una eternidad. Finalmente,
21:13el doctor se hirvió, su expresión más sombría si cabe que la del día anterior. Se giró hacia Samuel y
21:21negó lentamente con la cabeza. Lo siento, hijo, dijo con una voz suave pero firme. No hay cambio,
21:30o sí lo hay, pero no para bien. El pulso es más débil, casi filiforme. La respiración es más superficial,
21:39los pulmones se están encharcando. Es el proceso natural de la enfermedad llegando a su fin.
21:46No, no hay nada que se pueda hacer, balbuceó Samuel, aferrándose al último clavo ardiendo.
21:54¿Algún otro tratamiento? ¿Alguna medicina nueva? El doctor puso una mano compasiva en el hombro de Samuel.
22:02Hemos agotado todos los recursos. Darle más medicinas ahora solo prolongaría su agonía, no su vida.
22:10Lo único que podemos hacer es asegurarnos de que no sufra. Que esté cómoda. Miró a la mujer inmóvil en la cama.
22:18Parece tranquila, no tiene dolor. Las palabras cayeron sobre Samuel como losas de una tumba.
22:26Entonces, ¿cuánto? El doctor suspiró. Es imposible decirlo con exactitud. Pueden ser horas.
22:32Quizás un día, como mucho. Pero, por la rapidez con la que ha empeorado, me inclino a pensar que será más pronto que tarde.
22:41Su cuerpo se está rindiendo. Hizo una pausa, dándole a Samuel un momento para asimilar el golpe.
22:52Lo que parece claro es que estas son sus últimas horas. Quédese con ella. Háblele.
22:56A veces, aunque no puedan responder, el oído es lo último que se pierde. Que sienta que no está sola.
23:06El doctor recogió su maletín, dio unas últimas instrucciones sobre cómo mantenerla hidratada con un paño húmedo en los labios y se marchó, dejando tras de sí una sentencia de muerte irrevocable.
23:17Samuel se derrumbó en la silla, el rostro entre las manos. Las lágrimas que había contenido durante días finalmente brotaron, silenciosas y amargas.
23:28Se acabó. Ya no había lugar para la negación ni para la falsa esperanza. Petra se moría.
23:38Se moría allí, en esa cama, y el mundo seguía girando indiferente. Se acercó a ella, le tomó la mano, una mano que se sentía extrañamente fría a pesar de la fiebre que consumía su cuerpo.
23:50Entrelazó sus dedos con los de ella, sintiendo la fragilidad de sus huesos. Estoy aquí, Petra, susurró, su voz quebrada por el llanto.
24:04Estoy aquí, no te voy a dejar sola, te lo prometo. Y en ese momento, volcó todo su ser en cuidarla.
24:10Le humedeció los labios, le alisó el pelo, le ajustó las mantas. Le hablaba en voz baja, contándole cosas triviales del día, recuerdos de cuando llegaron juntos a la promesa, anécdotas que había olvidado.
24:28Le habló de sus miedos, de sus remordimientos. Le pidió perdón por todas las veces que no la había entendido, por todas las veces que había juzgado su dureza sin ver el dolor que la motivaba.
24:38Fue un monólogo íntimo y desgarrador, una confesión a un alma que ya emprendía su viaje.
24:47Se estaba despidiendo, y al hacerlo, sentía que una parte de sí mismo también se preparaba para morir con ella.
24:56El sacrificio de Curro. La noticia de la visita del doctor y su pronóstico fatal corrió como la pólvora por el palacio, desde las cocinas hasta los salones.
25:05El ambiente se volvió aún más lúgubre, y fue esa atmósfera de finalidad, esa certeza de que la muerte rondaba los pasillos, lo que actuó como el catalizador final para Curro.
25:17Si la vida era tan frágil, tan efímera, no podía permitirse perder un segundo más en la inacción.
25:27Se dirigió al despacho de Lorenzo con el paso firme de quien marcha hacia el patíbulo.
25:33No llamó, abrió la puerta y entró. El capitán estaba sentado detrás de su escritorio, puliendo una de sus pistolas con una parsimonia casi obscena.
25:41Levantó la vista, y una sonrisa lenta y cruel se dibujó en sus labios al ver a Curro.
25:51Vaya, vaya, el hijo pródigo, dijo con su voz sedosa y venenosa.
25:56¿A qué debemos el honor de esta visita tan abrupta? Espero que no vengas a molestarme con más lloriqueos sobre tu amada prometida.
26:04Curro cerró la puerta a su espalda. Se plantó en medio de la habitación, con los puños apretados a los costados.
26:11Vengo a hacerle una propuesta. Lorenzo dejó la pistola sobre el escritorio y se recostó en su silla, entrelazando los dedos sobre su estómago.
26:23Su expresión era la de un gato a punto de jugar con un ratón.
26:27Soy todo oídos, me encanta tu espíritu emprendedor.
26:32Cancele la boda, dijo Curro, su voz sonando más fuerte y segura de lo que se sentía.
26:37Déjela en paz, a cambio, le daré lo que quiera. Lorenzo soltó una carcajada, un sonido seco y desagradable.
26:47Lo que quiera, qué generoso, y qué podrías ofrecerme tú, muchacho, que yo no pueda tomar por mí mismo.
26:56Tu pequeña herencia ya está, en esencia, bajo mi control a través de esta unión.
27:00Tu futuro está en mis manos. Le ofrezco mi sumisión total, dijo Curro, y cada palabra le costaba un pedazo de su alma.
27:13Haré lo que usted me pida. Me convertiré en el hijo que siempre quiso y nunca tuvo.
27:17Obedeceré todas sus órdenes, sin rechistar. Me uniré al ejército, iré a donde me mande. Me casaré con quien usted disponga en el futuro.
27:29Seré su marioneta, pero deje a Ángela fuera de esto.
27:33La sonrisa de Lorenzo se desvaneció, reemplazada por una expresión de fría curiosidad.
27:37Se levantó y caminó lentamente alrededor de su escritorio, rodeando a Curro como un depredador que examina a su presa.
27:48Una oferta interesante, musitó, deteniéndose detrás de él. Curro sintió un escalofrío recorrer su espalda.
27:58Su misión total, es una palabra muy grande, Curro, implica, una completa anulación de la voluntad.
28:04—¿Estás realmente dispuesto a eso? —Sí, respondió Curro, sin dudar.
28:11—Bien. —Bien, dijo Lorenzo, y su voz sonaba peligrosamente suave.
28:18Se paró de nuevo frente a él, mirándolo fijamente a los ojos.
28:22—Me gusta la idea, pero las palabras son baratas.
28:27—Necesito una prueba, una demostración de esa, su misión, aquí y ahora. Curro tragó saliva.
28:34—¿Qué quiere que haga? —la sonrisa volvió al rostro de Lorenzo, más amplia y más sádica que antes.
28:43—Quiero que te arrodilles. El mundo pareció detenerse.
28:46La humillación de la petición era tan brutal, tan directa, que por un momento Curro se quedó sin aire.
28:52Su orgullo, su amor propio, todo su ser se rebeló contra esa orden. Miró a Lorenzo, buscando una pizca de humanidad, pero solo encontró un abismo de desprecio.
29:06—¿Qué ocurre? ¿Ya flaquea tu determinación? —se burló el capitán. Pensé que harías lo que fuera por tu damisela.
29:16Curro cerró los ojos. Vio el rostro de Ángela, su sonrisa, el miedo en sus ojos. Pensó en ella, atada de por vida a este monstruo.
29:25Y supo que no había elección. El orgullo era un lujo que no podía permitirse. Lentamente, con una rigidez que delataba la batalla interna que se libraba en su interior, dobló las rodillas.
29:40El sonido de sus pantalones rozando la alfombra fue atronador en el silencio de la habitación.
29:45Se arrodilló ante su padre, ante su torturador. Mantuvo la cabeza alta, la mandíbula apretada, negándose a mostrar la derrota total en su rostro.
29:58Lorenzo lo observó con una satisfacción manifiesta. —Muy bien, es un buen comienzo.
30:05Pero no es suficiente. Se sentó en el borde de su escritorio, mirando a Curro desde arriba.
30:10—Ahora, quiero que me pidas perdón. Quiero que te disculpes por ser una decepción.
30:18Por tu debilidad, por desafiarme, quiero oírte decirlo.
30:22Las lágrimas picaban en los ojos de Curro, lágrimas de rabia y de una humillación tan profunda que sentía que lo estaba quemando por dentro.
30:32Su voz fue un susurro ronco. —Le pido, perdón. ¿Perdón por qué? Dilo.
30:37—Ordenó Lorenzo, golpeando el escritorio con la palma de la mano.
30:44—Le pido perdón, por ser una decepción, por ser débil, por desafiarle, recitó Curro, las palabras como ceniza en su boca.
30:54Lorenzo saboreó el momento, deleitándose en la completa subyugación de su hijo. Se inclinó hacia adelante.
31:01—Y ahora, bésame la mano, como un siervo a su señor. Extendió su mano, la que llevaba el anillo de sello de la familia.
31:09Ese fue el punto de quiebre. Curro levantó la vista, y en sus ojos ya no había solo dolor, sino un odio tan puro y concentrado que por un instante Lorenzo pareció desconcertado.
31:24Pero no se negó, con un movimiento que le costó hasta la última onza de su dignidad, Curro se inclinó y rozó con sus labios el frío metal del anillo.
31:32Se levantó con lentitud, su cuerpo temblando por el esfuerzo de contener sus emociones.
31:41—¿Es suficiente? —preguntó, su voz desprovista de toda inflexión. —¿Cancelará la boda?
31:48Lorenzo se echó a reír. Una risa genuina, cruel y triunfante. —¡Oh, muchacho, qué ingenuo eres!
31:55Se secó una lágrima de risa del ojo. Por supuesto que no, esto no era una negociación.
32:04Era una lección, una lección sobre tu lugar en el mundo. Y tu lugar está bajo mi bota.
32:11El color desapareció del rostro de Curro. La comprensión, fría y terrible, lo inundó.
32:17—Usted, nunca tuvo la intención. Nunca, confirmó Lorenzo, disfrutando de cada sílaba.
32:27—La boda sigue en pie. De hecho, después de esta conmovedora muestra de devoción filial,
32:33me aseguraré de que sea un evento magnífico.
32:37Y tú estarás allí, en primera fila, sonriendo como el hijo obediente que acabas de demostrar que puedes ser.
32:43—¿Has pagado un precio altísimo? Sí. Pero no has comprado nada. Solo has demostrado lo lejos que estás dispuesto a llegar.
32:53—Y eso, querido hijo, me da un poder sobre ti que nunca soñé tener. Señaló la puerta.
33:01—Ahora, fuera de mi vista. Tienes mucho que preparar. Y procura ponerte tu mejor traje.
33:06—No querrás avergonzar a la familia. Curro se quedó paralizado, su mente incapaz de procesar la magnitud de la crueldad y la traición.
33:18Había entregado su alma, se había arrastrado por el fango, y a cambio no había recibido nada más que burla y un dolor más profundo.
33:25—Salió del despacho como un autómata, ciego y sordo al mundo que lo rodeaba. La humillación no había sido un precio a pagar.
33:36Había sido el objetivo en sí mismo, y había caído en la trampa con una facilidad patética.
33:41—No solo había fracasado en salvar a Ángela. Le había entregado a Lorenzo el arma definitiva para torturarlos a ambos por el resto de sus vidas.
33:53—El desmoronamiento de una madre. Leocadia lo vio salir del despacho de Lorenzo. No necesitaba preguntar qué había pasado.
34:00—El rostro de Curro era un poema de devastación. La ausencia total de emoción, la mirada perdida, la palidez mortal de su piel.
34:12Todo le gritaba la verdad. Curro se había enfrentado al diablo y había perdido de la peor manera posible.
34:20Lo siguió a una distancia prudencial, viéndolo caminar sin rumbo por los pasillos,
34:25hasta que finalmente se apoyó contra una pared en un corredor solitario y se deslizó hasta el suelo,
34:31escondiendo la cara entre las rodillas, su cuerpo sacudido por sollozos silenciosos y agónicos.
34:38El corazón de Leocadia se partió en mil pedazos. El sacrificio de aquel muchacho, su valentía, su amor por Ángela.
34:45Todo había sido en vano. Y ella era cómplice de ese dolor, prisionera del mismo chantaje que estaba destruyendo a sus hijos.
34:57No pudo soportarlo más. El peso de su secreto, de su impotencia, de ver el sufrimiento de Curro y de imaginar el de Ángela,
35:05se volvió una carga insoportable.
35:07Se dio la vuelta y corrió, sin saber muy bien a dónde iba, solo necesitando encontrar a alguien, a cualquiera, antes de que su corazón estallara de angustia.
35:20Se topó con Cristóbal en la entrada de la zona de servicio. El mayordomo, al verla, frunció el ceño, alarmado por su estado.
35:30Leocadia estaba pálida, temblaba de pies a cabeza y sus ojos estaban desorbitados por el pánico y el dolor.
35:37Leocadia, ¿qué ocurre? Es por la señora Arcos. Preguntó él, su mente yendo inmediatamente a la tragedia que todos esperaban.
35:49Ella negó con la cabeza, incapaz de articular palabra. Abrió la boca para hablar, pero solo un sollozo ahogado salió de ella.
35:56Y entonces, se derrumbó, literalmente, sus rodillas cedieron y cayó al suelo, rompiendo a llorar de una forma desgarradora, un llanto que no era de tristeza, sino de pura y absoluta desesperación.
36:10Cristóbal, sorprendido, se arrodilló a su lado, intentando calmarla. Leocadia, por el amor de Dios, respire.
36:23¿Qué ha pasado? ¿Le ha ocurrido algo a Ángela? El nombre de su hija solo intensificó el llanto.
36:28Mi niña, gemía entre sollozos. Mi pobre niña, y curro. Oh, Dios mío, curro.
36:38Estaba rota por dentro, completamente deshecha. Cristóbal, un hombre acostumbrado al orden y al control, se vio superado por la crudeza de su dolor.
36:47La sujetó por los hombros, intentando infundirle algo de calma. Leocadia, escúchim.
36:57No puedo ayudarla si no me dice qué sucede. ¿Es por la boda? ¿Es por el capitán?
37:03Al mencionar a Lorenzo, Leocadia se encogió como si la hubieran golpeado.
37:08Levantó la vista hacia Cristóbal, sus ojos suplicantes, llenos de un terror que él no podía comprender.
37:14Las palabras pugnaban por salir. Quería contárselo todo. Quería gritar la verdad, desnudar el chantaje, la crueldad de Lorenzo, el sacrificio inútil de curro.
37:28Quería descargar ese peso venenoso que la estaba matando. Él, él los está. Comenzó, su voz un hilo tembloroso.
37:36Nos tiene. Pero el miedo era un guardián demasiado poderoso. El rostro de Lorenzo apareció en su mente, su sonrisa fría, sus amenazas veladas.
37:47¿Qué pasaría si hablaba? ¿Qué represalias tomaría contra Ángela, contra Curro, contra ella misma?
37:56El terror la paralizó, le atenazó la garganta y le robó las palabras.
38:03Sacudió la cabeza, incapaz de continuar. Se limitó a llorar, a esconder el rostro entre las manos,
38:09dejando a Cristóbal a su lado, más preocupado y confundido que nunca.
38:16Estuvo a punto de saberlo, a punto de descubrir la verdad que se escondía detrás de la inexplicable boda.
38:24Pero el muro de silencio, construido con el miedo más primario, había resistido. Al menos, por ahora.
38:31La sombra de la duda. En medio del drama y la tragedia, otro tipo de tensión, más sutil pero igualmente intensa, se estaba gestando.
38:44Manuel había decidido que ya no podía ignorar las extrañas inconsistencias que rodeaban a Enora.
38:51Su historia, sus reacciones, la forma en que evitaba ciertas preguntas.
38:56Todo ello había sembrado en él una semilla de duda que no dejaba de crecer.
39:02Aprovechando un momento de calma en el hangar, la abordó directamente.
39:06Enora, puedo hablar contigo un momento. Dijo, su tono casual desmentido por la seriedad de su mirada.
39:15Ella se giró, sorprendida.
39:17Claro, Manuel, ¿pasa algo? Es solo que, hay algo que no entiendo, comenzó él, apoyándose en el fuselaje de su avión.
39:25Has estado aquí un tiempo, y apenas has hablado de tu pasado, de tu familia. Cada vez que pregunto, cambias de tema.
39:36Me ha resultado, curioso. La sonrisa de Enora se tensó ligeramente en los bordes.
39:41No hay mucho que contar. Una vida sencilla, sin grandes historias. Manuel la miró fijamente.
39:51He estado haciendo algunas preguntas. Discretamente, por supuesto.
39:55Sobre el lugar del que dijiste que venías, sobre las referencias que diste.
39:59Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras se asentara. Y las cosas no cuadran, Enora.
40:09La familia para la que supuestamente trabajabas no recuerda a nadie con tu nombre.
40:15El pueblo del que hablas. La gente no te conoce. El cambio en ella fue instantáneo y dramático.
40:21La máscara de amabilidad se resquebrajó, revelando un atisbo de pánico en sus ojos.
40:30Dio un paso atrás, su postura volviéndose defensiva.
40:34No sé de qué me hablas, dijo, su voz un poco más aguda de lo normal.
40:38¿Por qué has estado investigándome? ¿Quién te crees que eres?
40:45Soy alguien que vive bajo el mismo techo que tú, y que empieza a pensar que no eres quien dices ser,
40:51replicó Manuel, su tono tranquilo pero implacable.
40:56No te estoy acusando de nada. Solo quiero la verdad. ¿Quién eres, Enora? ¿Y por qué mientes?
41:01Su reacción fue exactamente la que él esperaba y temía. En lugar de ofrecer una explicación lógica,
41:09se puso a la defensiva, contraatacando con indignación.
41:14Esto es un ultraje. No tienes ningún derecho. He trabajado duro. He sido leal a esta casa.
41:21Y así es como me lo pagas, espiándome a mis espaldas. Si no tuvieras nada que ocultar,
41:27no estarías tan alterada, observó Manuel con calma.
41:32Una simple pregunta se ha convertido en una acusación, pero solo en tu mente. Eso,
41:38Enora, es lo que aumenta mis sospechas. Ella lo fulminó con la mirada,
41:44una mirada en la que la ira se mezclaba con un miedo palpable. Sin decir una palabra más,
41:51se dio la vuelta y se marchó a paso rápido, casi huyendo. Manuel la vio alejarse, su mandíbula
41:58apretada. La confesión de su investigación no había aclarado nada, pero la irada y asustada
42:04reacción de Enora lo había confirmado todo. Estaba ocultando algo, algo importante. Y él,
42:12ahora más que nunca, estaba decidido a descubrir qué era.
42:15La misteriosa joven ya no era solo una curiosidad. Se había convertido en un enigma que sentía la
42:23necesidad imperiosa de resolver, por la seguridad de su familia y de la promesa.
42:28Las últimas horas, la tarde cayó sobre la promesa como un sudario. El sol, que había comenzado el
42:36día pálido y enfermizo, se hundía en el horizonte tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras,
42:42colores de un hematoma. Dentro del palacio, la vida continuaba en un susurro. Las comidas se
42:50servían en un silencio casi absoluto, las tareas se realizaban con una eficiencia sombría.
42:58La atención de todos, tanto arriba como abajo, estaba centrada en esa pequeña habitación del
43:03servicio donde la vida se apagaba. Samuel no se había movido del lado de Petra. El mundo exterior
43:10había dejado de existir para él. Solo existía el ritmo cada vez más lento de la respiración de la
43:17mujer, el tacto de su mano fría, el contorno de su rostro a la luz de la lámpara de aceite que
43:23había encendido al caer la noche. Le hablaba, seguía hablándole. Le contaba cómo Curro había
43:31salido destrozado del despacho de Lorenzo, cómo Leocadia se había desmoronado. Le hablaba de la
43:38ausencia de Pía, del dolor de Ricardo. Compartía con ella los secretos y las penas del palacio, como si
43:45ella fuera un confesor en su lecho de muerte. Era su forma de mantenerla conectada al mundo que estaba
43:52a punto de dejar. En un momento, creyó ver un parpadeo en sus párpados. Se inclinó, su corazón
44:01dando un vuelco. Petra, ¿me oyes? Los labios de ella se movieron, un gesto casi imperceptible.
44:07Un sonido gutural, un susurro ininteligible, escapó de su garganta. Estoy aquí, dijo él, acercando su
44:17oído. ¿Qué dices, Petra? Intenta decírmelo. Ella lo intentó de nuevo. Y esta vez, él creyó
44:26entender una palabra, o al menos el fantasma de una. Feliciano. El nombre de su hijo muerto. Las lágrimas
44:35volvieron a los ojos de Samuel. Ella no estaba allí con él. Estaba en otro lugar, en otro tiempo,
44:43reuniéndose con el hijo que había sido la causa de su mayor alegría y su más profundo dolor.
44:50Quizás, después de todo, sí estaba encontrando la paz. Le apretó la mano con más fuerza.
44:58Él te está esperando, Petra. Ve con él. Ya has sufrido bastante. Y con esas palabras, le dio el
45:05permiso que no sabía que necesitaba. Le dio el permiso para soltar, para dejarse ir. Afuera,
45:13la noche era completa. Las estrellas brillaban en un cielo indiferente. Curro estaba en su habitación,
45:21mirando su reflejo en el cristal de la ventana. No veía a un joven, sino a un hombre roto,
45:27humillado, cuya alma había sido vendada al diablo sin recibir nada a cambio.
45:31La boda se celebraría, y él sonreiría. Esa era su condena. Leocadia rezaba en la capilla,
45:40susurrando Ave Marías por el alma de su hija, por el alma de Curro, por la de Petra,
45:45y por la suya propia, que sentía manchada por el silencio. Martina observaba desde su ventana cómo
45:52los baúles de Adriano permanecían en el vestíbulo, sin moverse. Quizás sus palabras habían surtido
46:00efecto. Quizás había ganado un día más. Pero la incertidumbre era un peso en su corazón.
46:07Y en la habitación del servicio, bajo la luz parpadeante de la lámpara, Samuel sintió un cambio.
46:15Un último y suave suspiro escapó de los labios de Petra. Un suspiro tan ligero como el ala de una
46:20mariposa. Y luego, el silencio. Un silencio absoluto, profundo, definitivo. La mano que él
46:29sostenía perdió el último vestigio de calor. El pecho bajo las sábanas dejó de moverse. Petra
46:37Arcos, el ama de llaves, la guardiana de los secretos, la leona herida, había muerto.
46:43Samuel se quedó inmóvil, sosteniendo su mano en la oscuridad. No lloró. En ese momento,
46:52solo sintió un vacío inmenso. El reloj del pasillo dio la hora. La vida en la promesa continuaba. Pero
46:59para él, y para muchos otros, nada volvería a ser igual. El final de Petra no era solo una muerte,
47:07era un presagio. Un oscuro telón que caía sobre un acto del drama, anunciando que el siguiente sería
47:14aún más terrible.
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