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#ValleSalvajeMatilde #desafía #Victoria
Matilde desafía a Victoria en Valle Salvaje
El gran salón de la Casa Grande se convierte en un escenario de fuego cruzado, donde cada palabra es un arma y cada mirada un juicio. Matilde, erguida con dignidad, enfrenta la humillación pública que su suegra Victoria exige: ser azotada en el templete, como escarmiento eterno. José Luis, atrapado entre el deber filial y el amor por su esposa, deberá decidir si se convierte en verdugo o en protector.

Mientras tanto, Rafael descubre un secreto mortal ...
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#ValleSalvajeMatilde, #desafía, #Victoria, #ValleSalvaje
Transcript
00:00Matilde desafía a Victoria en Valle Salvaje. El gran salón de la Casa Grande se convierte
00:10en un escenario de fuego cruzado, donde cada palabra es un arma y cada mirada un juicio.
00:18Matilde, erguida con dignidad, enfrenta la humillación pública que su suegra Victoria
00:23exige, ser azotada en el templete, como escarmiento eterno. José Luis, atrapado entre el deber filial
00:31y el amor por su esposa, deberá decidir si se convierte en verdugo o en protector.
00:38Mientras tanto, Rafael descubre un secreto mortal que podría desenmascarar a Atanasio y revelar
00:43la verdadera mano asesina detrás de la muerte de Julio. Y en la intimidad de su habitación,
00:49Adriana guarda un milagro silencioso en su vientre, un secreto que cambiará el destino de todos.
00:58Intriga, traiciones y revelaciones sacuden a Valle Salvaje en un episodio donde el honor,
01:04la sangre y el amor se ponen a prueba. ¿Quién vencerá? ¿La crueldad de Victoria o la fuerza
01:11del corazón? El aire en el gran salón de la Casa Grande se había vuelto tan denso y pesado
01:17que parecía poder cortarse con un cuchillo. El eco de la última palabra de Victoria,
01:23azotarla, aún vibraba en el espacio, una onda venenosa que se aferraba a los tapices,
01:29a la madera tallada de los muebles, al alma misma de cada persona presente.
01:35Matilde permanecía de pie, erguida como un junco en medio de una tempestad. Sentía el frío del mármol
01:41bajo sus pies, un frío que ascendía por sus piernas y amenazaba con congelar la sangre en sus venas,
01:47pero su mirada no flaqueó. Estaba fija en su esposo, José Luis, el duque de Valle Salvaje,
01:56el hombre que ahora sostenía su honor y su piel en la palma de su mano. José Luis no se movía,
02:02su rostro, habitualmente un lienzo de autoridad y calma, era una máscara de tormento.
02:08Sus ojos iban del rostro de su esposa, pálido pero desafiante, al de su madre,
02:15la duquesa Victoria, cuya expresión era una mezcla aterradora de triunfo y una
02:20crueldad tan pura que helaba el alma. A su lado, Atanasio, el lacayo de su madre,
02:27asentía con una gravedad ensayada, su presencia un peso adicional en la balanza de la injusticia.
02:33Me ha agredido, hijo mío, repitió Victoria, su voz un susurro sibilante que pretendía sonar
02:41frágil, herido, pero que no lograba ocultar el acero que había debajo.
02:48Delante de un testigo, Atanasio lo ha visto todo, ha levantado la mano contra tu madre.
02:55Contra la duquesa, esto es una afrenta que no puede quedar sin castigo,
02:58la santa sede sería implacable, pero yo, yo soy misericordiosa, hizo una pausa dramática,
03:06saboreando el poder que emanaba de su falsa magnanimidad.
03:12Solo pido una corrección, una que le enseñe su lugar, una que todos en Valle Salvaje recuerden
03:17para siempre. La humillación, eso era lo que buscaba, no la justicia, ni siquiera la venganza
03:25en su forma más pura. Quería despojar a Matilde de su dignidad, marcarla no solo en la carne,
03:32sino en el espíritu, convertirla en un ejemplo viviente de lo que sucedía cuando alguien osaba
03:37desafiar a Victoria de Valle Salvaje. El templete, el lugar de reunión, de música y de celebración,
03:46se convertiría en un patíbulo. Matilde sintió la bilis subir por su garganta. Podía casi sentir
03:55el silbido del látigo, el ardor del cuero contra su espalda, el murmullo horrorizado de los sirvientes,
04:01la mirada satisfecha de su suegra. Pero más que el dolor físico, la aterrorizaba la idea de la mirada
04:09de José Luis. ¿La observaría mientras la despojaban de su última defensa? ¿Permitiría que su honor
04:14fuera hecho jirones en la plaza pública? José Luis, dijo Matilde, y su propia voz la sorprendió.
04:22No tembló, sonó clara y firme, como el tañido de una campana en la niebla.
04:29Mírame, mírame y dime qué crees en esta farsa. Él levantó la vista. Sus ojos,
04:35un mar de confusión y dolor, se encontraron con los de ella.
04:41En ese instante, el mundo exterior se desvaneció. No existía Victoria, ni Atanasio,
04:46ni la casa grande. Solo estaban ellos dos, suspendidos en un abismo de desconfianza y
04:54amor herido. Él seguía sin perdonarle sus mentiras, las omisiones que habían abierto una brecha entre
05:00ellos, pero en el fondo de su ser, una voz le gritaba que Matilde, su Matilde, no era capaz de
05:06la agresión cobarde que su madre describía. La conocía. Conocía su fuego, su pasión, su genio,
05:15pero también conocía su nobleza. Madre, comenzó José Luis, su voz ronca, quizás deberíamos hablar
05:24de esto en privado. No hay necesidad de... ¿de qué? le interrumpió Victoria, su tono volviéndose afilado.
05:35¿De demostrar que en esta casa aún impera la ley y el orden? ¿O es que la palabra de tu esposa vale
05:40ahora más que la de tu propia madre? Atanasio, se giró hacia el hombre, describe lo que viste.
05:48Atanasio carraspeó, enderezándose bajo la mirada de todos. La duquesa y la señorita Matilde discutían.
05:56La señorita Matilde estaba, muy alterada, levantó la voz y, en un momento dado, alzó la mano y empujó a
06:03la duquesa con fuerza. La duquesa tropezó y casi cayó. Fue un acto de violencia innegable,
06:10mi señor. Cada palabra era una mentira cuidadosamente elaborada, una torsión de la realidad.
06:19Habían discutido, sí, Matilde, harta de las continuas provocaciones y humillaciones,
06:25finalmente se había enfrentado a ella. Le había dicho a Victoria que no permitiría que siguiera
06:31sembrando cizaña entre ella y José Luis, que no se quedaría de brazos cruzados mientras intentaba
06:37destruir su matrimonio. Las palabras habían sido duras, pero sus manos jamás se habían movido. Fue
06:45Victoria quien, en un arrebato de furia, se había abalanzado sobre ella, y al esquivarla,
06:51Matilde había hecho que la duquesa perdiera el equilibrio. La agresión había sido una invención,
06:58una obra de teatro magistral con Atanasio como actor secundario.
07:04Miente, dijo Matilde, su voz ahora sí cargada de una ira fría. Miente descaradamente para complacerla.
07:11Usted lo sabe, José Luis, sabe que yo no haría algo así. Suficiente, exclamó Victoria,
07:20golpeando el suelo con su bastón.
07:24La decisión está en tus manos, José Luis, o demuestras que eres el duque de esta casa y
07:29haces lo que se debe hacer, o serás recordado como el hombre que permitió que su esposa mancillara
07:34el honor de su familia sin consecuencia alguna. Ordénalo, ordénalo ahora, que la aten en el
07:42templete al amanecer. La presión sobre José Luis era insoportable. Era un hombre atrapado entre dos
07:50mundos, dos lealtades, dos mujeres que reclamaban su alma. Por un lado, el deber filial, la tradición,
07:59la poderosa figura de su madre que lo había moldeado y controlado durante toda su vida.
08:06Por otro, el amor por Matilde, un amor tormentoso y lleno de heridas, pero un amor real, un amor que,
08:13en el fondo, sabía que era lo único que le daba sentido a su existencia.
08:20Mientras tanto, lejos del frío mármol del salón principal, en los terrenos de la finca,
08:25Rafael sentía un tipo diferente de furia arder en su pecho. Acababa de salir de una tensa
08:32confrontación con su padre, el propio José Luis, aunque por motivos muy distintos.
08:40La noticia del acuerdo que el duque le había ofrecido a Adriana le había revuelto las entrañas.
08:47¿Cómo has podido? Le había espetado Rafael, su voz vibrando de indignación. Habían discutido en
08:53el despacho del duque, un espacio sagrado de poder que a Rafael siempre le había resultado opresivo.
09:01Ofrecerle las tierras a cambio de su amor, ¿es que no ves la bajeza de ese acto? La estás comprando.
09:09La estás acorralando. José Luis, ya atormentado por el drama con Matilde y Victoria, lo había mirado
09:16con cansancio. Tú no lo entiendes, Rafael. Son sus tierras por derecho. Intento restituir lo que se
09:24le quitó a su familia. El afecto es una condición para asegurar que esas tierras permanezcan unidas a
09:31nuestro patrimonio, para que no se pierdan. Patrimonio, siempre el patrimonio, se burló
09:39Rafael. Llamas patrimonio a tu orgullo y a tu necesidad de controlarlo todo. Es un pacto envenenado
09:46y lo sabes. La obligas a elegir entre su futuro y su libertad. Crees que el amor se puede comprar
09:53y vender como un trozo de tierra. No es más que otra de tus manipulaciones, padre. La conversación
10:02había terminado abruptamente, con José Luis siendo llamado al salón por el altercado entre su esposa y
10:07su madre. Dejando a Rafael con un sabor amargo en la boca y una creciente ansiedad por Adriana.
10:15Sabía que ella era fuerte, pero también conocía el peso de la desesperación. Y si aceptaba, y si,
10:22por asegurar su futuro, se ataba a un hombre al que no amaba, a un acuerdo que la marchitaría por
10:27dentro. La idea le era insoportable. Adriana, en ese mismo instante, se encontraba sentada al borde
10:35de su humilde cama, con la mano posada sobre su vientre. El mundo exterior, con sus duques y sus
10:42pactos, parecía lejano. Dentro de ella, una extraña y nueva sensación había comenzado a florecer.
10:51Al principio era sólo una sospecha, una delicada alteración en el ritmo de su cuerpo.
10:56Pero ahora, mientras la tarde caía y el sol teñía el cielo de naranjas y púrpuras, sintió un inequívoco
11:04y minúsculo aleteo. Un movimiento casi imperceptible, como el batir de las alas de una mariposa. Una
11:13lágrima rodó por su mejilla, pero no era de tristeza. Era una lágrima de asombro, de miedo y,
11:20sobre todo, de una abrumadora esperanza. Una vida. Una pequeña vida crecía en su interior,
11:28una semilla de futuro plantada en un presente incierto. Este secreto lo cambiaba todo. Le
11:35daba una razón para luchar que trascendía las tierras, el dinero y los acuerdos. Le daba una
11:42fuerza que no sabía que poseía. No, no aceptaría el pacto envenenado del duque. Lucharía por su hijo,
11:50por su libertad. Y quizás, solo quizás, este pequeño milagro era la respuesta a todas sus
11:56plegarias. La noche cayó sobre valle salvaje como un manto oscuro, pero no trajo consigo la paz.
12:06En la casa grande, la tensión era un ente vivo que respiraba en los pasillos. José Luis se había
12:12retirado a su despacho, pidiendo tiempo para tomar una decisión. Victoria, segura de su victoria,
12:19se había encerrado en sus aposentos con Atanasio, probablemente planeando los detalles de la
12:24humillación de la mañana siguiente. Mercedes, la fiel ama de llaves y una figura materna para
12:31Matilde, intentó consolarla, pero las palabras se sentían vacías ante la magnitud de la amenaza.
12:37No lo permitirá, señora, le decía Mercedes, sus manos arrugadas sosteniéndolas de Matilde.
12:48El señor duque la ama. En el fondo de su corazón, él sabe la verdad. ¿Pero es su amor más fuerte que
12:54el veneno que su madre le ha inoculado durante toda su vida? Susurró Matilde, su mirada perdida en la
13:00oscuridad del jardín a través de la ventana. Me ha mentido, Mercedes. Le oculté cosas, y ahora esa
13:09desconfianza es el arma que Victoria usa en mi contra. Mientras Matilde se enfrentaba a sus demonios,
13:17Rafael, incapaz de quedarse quieto, decidió canalizar su frustración en el otro asunto que
13:22le quitaba el sueño, la muerte de Julio. Las palabras de Francisco seguían resonando en su
13:29cabeza, señalando a Ana, la joven doncella. Impulsado por una necesidad visceral de encontrar
13:37una verdad, cualquier verdad en ese nido de mentiras, se dirigió a las cocinas, donde sabía
13:43que encontraría a la muchacha terminando sus labores. La encontró fregando una olla con una
13:50energía febril, como si intentara borrar algo más que la suciedad. Cuando vio a Rafael entrar,
13:58un escalofrío recorrió su espalda. Sus ojos se abrieron con pánico. Señorito Rafael, balbuceó,
14:07secándose las manos en el delantal. Rafael se acercó, su sombra proyectándose larga y amenazante
14:13bajo la luz parpadeante de los candiles. Ana, necesito que me digas la verdad. La tarde que
14:21murió Julio, Francisco dice que fuiste tú quien le sirvió la merienda. No, señorito, yo ya se lo
14:29dije. Yo no fui, negó ella, su voz apenas un hilo. Pero no pudo sostenerle la mirada. Sus ojos se
14:38desviaron hacia la puerta, hacia la ventana, hacia cualquier lugar que no fuera el rostro inquisidor
14:43de Rafael. Mírame, Ana, ordenó él, su tono más suave pero no menos insistente. No te voy a hacer
14:52daño. Solo quiero saber qué pasó. Estabas allí, ¿verdad? Serviste el té y los pasteles.
14:59Las lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de la doncella. Se lo juro por lo más sagrado,
15:06señorito, yo no le hice nada. El señorito Julio era bueno conmigo. No digo que le hicieras nada,
15:14continuó Rafael, observando cada gesto, cada temblor en su labio. Pero lo viste, viste algo o
15:23a alguien. ¿Por qué lo niegas? ¿A quién estás protegiendo? La pregunta flotó en el aire, cargada
15:30de implicaciones. Ana se encogió, abrazándose a sí misma como si tuviera frío. El miedo la paralizaba,
15:38un miedo profundo, antiguo, que no tenía que ver solo con la acusación de asesinato.
15:46Era miedo a un poder mucho más grande y oscuro que la justicia de los hombres. Rafael suspiró,
15:51viendo que no conseguiría nada más de ella esa noche. Pero mientras se daba la vuelta para
15:58marcharse, notó algo. Un pequeño detalle. En la muñeca de Ana, asomando por debajo de la manga
16:04de su uniforme, había un arañazo reciente, casi curado, pero inconfundible. Un arañazo que parecía
16:13hecho por la espina de una rosa. Recordó vagamente que en la bandeja de la merienda de Julio, junto a la
16:19tetera, siempre había una pequeña rosa del jardín de la duquesa. Fue una conexión tenue, insignificante
16:28quizás, pero en su mente, la duda sobre la inocencia de Ana se hizo más fuerte, aunque
16:33también más confusa. ¿Por qué una doncella se arañaría con la rosa de la bandeja que negaba
16:40haber servido? Lejos de allí, en la casa pequeña, la atmósfera era de una tristeza profunda. Francisco
16:49acababa de chomunicarle a Pepa la decisión de Martín. Se marcharía de Valle Salvaje.
16:56Quería dejarles el camino libre, sacrificando su propia felicidad para que ellos pudieran vivir su amor
17:02sin obstáculos ni culpas. No podemos permitirlo, dijo Pepa, su voz quebrada. Las lágrimas brillaban en
17:10sus ojos, iluminadas por la cálida luz de la lámpara de aceite. Martín es, es nuestro amigo, es nuestra
17:19familia. No quiero construir mi felicidad sobre su sacrificio. Francisco la abrazó, sintiendo el mismo
17:26dolor en su corazón. Amaba a Pepa con toda su alma, y sabía que Martín también la amaba.
17:34Pero el vínculo que los unía a los tres era más complejo y más fuerte que un simple triángulo
17:38amoroso. Habían sobrevivido juntos, se habían apoyado en los peores momentos. Expulsar a Martín
17:46de sus vidas era como amputarse un miembro. Tienes razón, asintió Francisco, su rostro decidido. No lo
17:54aceptaremos. Iremos a buscarlo. Mañana, al alba, no se irá. Encontraremos una manera, los tres juntos. Se lo
18:04debemos. En otro rincón de la propiedad, la tensión también crecía entre Irene y Bárbara. Irene, sintiéndose
18:12culpable por la evidente atracción entre ella y Leonardo, había intentado poner distancia.
18:18Pero su amabilidad solo parecía enfurecer más a Bárbara, quien la veía como una rival hipócrita.
18:28Esa noche, Bárbara la acorraló cerca de los establos. No creas que me engañas con tu cara
18:33de mosquita muerta, les petó, su voz cargada de veneno. Sé perfectamente lo que estás haciendo.
18:41Te acercas a Leonardo, fingiendo ser su amiga, su confidente. Igual que hiciste con Amanda.
18:49Irene retrocedió, sorprendida por la virulencia del ataque.
18:55Amanda, ¿de qué estás hablando? No te hagas la tonta. Exclamó Bárbara, acercándose un paso más.
19:03La manipulaste. Le llenaste la cabeza de ideas para que se presentara ante todos como la esposa
19:08ideal, la mujer perfecta. Todo para que, cuando ella inevitablemente fallara, tú pudieras aparecer
19:16como la salvadora, la única que realmente lo comprende. Es un juego cruel y rastrero. Eso no
19:25es cierto, Bárbara, se defendió Irene, aunque su voz temblaba. Yo solo intenté ayudar a Amanda,
19:32y con Leonardo, solo somos amigos. La amistad entre un hombre y una mujer es una excusa para los
19:39cobardes, se burló Bárbara. Pero no te preocupes, no dejaré que te salgas con la tuya. Leonardo es
19:47mío, y haré lo que sea necesario para que lo entiendas. La amenaza quedó flotando en el aire,
19:54cruda y violenta. Irene se quedó sola en la oscuridad, con el corazón encogido.
19:59Se daba cuenta de que la amargura de Bárbara era un pozo sin fondo, uno que amenazaba con
20:06arrastrarlos a todos a la oscuridad. De vuelta en el despacho, José Luis seguía sumido en sus
20:13pensamientos. Sobre su mesa reposaba una copa de brandy, intacta. No buscaba el consuelo del alcohol,
20:22sino la claridad que se negaba a llegar. Se levantó y caminó hacia la ventana, observando la luna llena que
20:28bañaba sus tierras con una luz plateada y fantasmal. Valle salvaje, su herencia,
20:35su responsabilidad, su jaula de oro. Su madre le había enseñado a poner el nombre y la tierra
20:40por encima de todo. Por encima de la felicidad, por encima de la justicia y, sobre todo, por encima del
20:47amor. El amor es una debilidad, hijo. Un capricho que un duque no puede permitirse, le había dicho mil
20:56veces. Y él, durante años, lo había creído. Se había casado con Matilde por conveniencia,
21:05por unir fortunas y apellidos. Pero entonces, contra todo pronóstico, se había enamorado de ella. Se
21:14había enamorado de su espíritu indomable, de su risa, de la forma en que lo desafiaba y lo hacía
21:19sentir vivo. Y ahora, esa misma mujer, su esposa, estaba a punto de ser humillada públicamente por
21:27orden suya. Un recuerdo asaltó su mente. Una tarde, poco después de su boda, paseaban a caballo por los
21:36límites de la finca. Matilde, una amazona experta, se había adelantado, galopando con el pelo suelto al
21:45viento, riendo a carcajadas. Se veía libre, salvaje, como el propio valle que le daba nombre
21:53a su ducado. En ese momento, él había sentido una punzada de amor tan intensa que casi le dolió.
22:01Había jurado para sus adentros proteger esa luz, ese espíritu, de todo y de todos.
22:06¿Y qué estaba haciendo ahora? Estaba a punto de apagar esa luz con sus propias manos. La imagen
22:15del templete, de Matilde atada, de la multitud silenciosa, del látigo. La visión fue tan vívida
22:23y repulsiva que sintió nauseas. No, no podía hacerlo. Sería una traición no solo a ella,
22:31sino a sí mismo, al hombre que quería ser. Sería la victoria definitiva de su madre,
22:38la prueba de que él no era más que una marioneta en sus manos.
22:44Con una resolución repentina y abrumadora, golpeó la mesa con el puño. La copa de Brandy
22:50se tambaleó, derramando su contenido ambarino sobre unos documentos. No le importó. En ese
22:57instante, tomó una decisión. No importaban las consecuencias, ni la santa sede, ni el honor
23:03manchado del que hablaba su madre. Solo importaba Matilde. Salió del despacho con paso firme y se
23:11dirigió a los aposentos de su madre. No llamó. Abrió la puerta de par en par, encontrando a Victoria y
23:19a Atanasio sentados junto al fuego, hablando en susurros. Ambos se sobresaltaron al verlo. José
23:27Luis, hijo, has tomado ya la decisión correcta. Dijo Victoria, recomponiéndose rápidamente y
23:34sonriendo con suficiencia. Sí, madre, la he tomado, respondió él, su voz resonando con una autoridad
23:43nueva y desconocida. Se acercó, su imponente figura proyectando una sombra sobre ellos. No
23:52habrá ningún castigo. No se tocará ni un solo cabello de la cabeza de mi esposa. La sonrisa
23:58de Victoria se desvaneció, reemplazada por una máscara de incredulidad y furia. ¿Qué has dicho? ¿Te
24:06atreves a desobedecerme? ¿A poner a esa, a esa arribista por encima de tu propia sangre? Ella es mi esposa,
24:13la duquesa de Valle Salvaje, y exijo que se la respete como tal, afirmó José Luis, su mirada fría
24:20como el hielo. Esta farsa ha terminado. Sé que Matilde no te agredió. Te conozco, madre. Sé hasta
24:28dónde eres capaz de llegar para conseguir lo que quieres. Pero esta vez, ha sido demasiado lejos.
24:36Insolente, si se o Victoria, poniéndose en pie con dificultad, apoyándose en su bastón.
24:43Atanasio es testigo, mi palabra contra la de ella. ¿Y tú eliges creer a la mentirosa?
24:51Elijo creer en lo que mi corazón me dice que es la verdad, replicó él. Y mi corazón me dice que
24:57mi esposa es inocente de esta acusación. Y aunque no lo fuera, jamás, me oyes, jamás permitiría que
25:05fuera humillada de una forma tan vil y cruel. Eso no es justicia, es barbarie. La furia de
25:13Victoria alcanzó su punto álgido. Su rostro se contorsionó en una mueca de odio puro. Te
25:20arrepentirás de esto, José Luis. Te lo juro por la memoria de tu padre. Haré que tu vida y la de ella
25:26sean un infierno. Moveré mis hilos en Roma. Te acusaré de impío, de proteger a una mujer
25:33violenta. Te destruiré. Haz lo que debas, dijo José Luis, imperturbable. Pero en esta casa, en mis
25:42tierras, mis órdenes son las que se obedecen. Y mi orden es que se deje en paz a Matilde. Se giró
25:50hacia Atanasio, quien se había encogido en su silla, pálido como un fantasma. Y en cuanto a ti,
25:58a partir de este momento, estás despedido. Recoge tus cosas y desaparece de valle salvaje antes del
26:04amanecer. No quiero volver a ver tu cara de víbora por aquí. Atanasio abrió la boca para protestar,
26:12mirando a Victoria en busca de ayuda, pero la mirada de José Luis era tan implacable que
26:17simplemente asintió, derrotado. José Luis se dio la vuelta y salió de la habitación,
26:24dejando a su madre temblando de una rabia impotente. Se sentía extrañamente ligero,
26:31como si se hubiera quitado un peso de encima que llevaba cargando toda su vida. Por primera vez,
26:38había elegido. Había elegido a Matilde. Corrió por los pasillos hasta el cuarto de su esposa.
26:44Entró sin llamar y la encontró de pie junto a la ventana, igual que antes,
26:50una silueta solitaria contra la noche. Ella se giró al oírlo, sus ojos grandes y llenos de
26:58una ansiedad expectante. Él no dijo nada. Simplemente cruzó la distancia que los separaba,
27:06la tomó por los hombros y la trajo hacia sí, abrazándola con una fuerza desesperada.
27:11Matilde se quedó rígida por un instante, sorprendida, y luego se derrumbó contra su
27:18pecho, el torrente de lágrimas que había estado conteniendo finalmente liberado.
27:25Se acabó, Matilde, susurró él en su cabello. Se acabó, no voy a permitir que te haga daño.
27:33Nunca más. Lloraron juntos, un llanto de alivio, de perdón y de un amor redescubierto en el borde
27:39del abismo. Las mentiras y las desconfianzas del pasado parecían pequeñas e insignificantes en
27:47comparación con la monstruosidad que acababan de enfrentar y vencer juntos.
27:53Pero la noche de revelaciones en Valle Salvaje aún no había terminado. Mientras José Luis y
27:58Matilde se reencontraban, Rafael, inquieto por el misterio del arañazo, decidió dar un paseo por el
28:05jardín. La imagen de la rosa no se le iba de la cabeza. Algo no encajaba. Se acercó al rosal personal
28:13de la duquesa Victoria, famoso por sus flores de un rojo sangre y sus espinas crueles. A la luz de la
28:21luna, examinó las flores. Fue entonces cuando oyó un sollozo. Siguiendo el sonido, encontró a Ana,
28:28la doncella, arrodillada junto a la fuente, llorando desconsoladamente. Se acercó a ella con
28:36sigilo. Ana, dijo suavemente, para no asustarla. Ella dio un respingo y se puso en pie de un salto,
28:44intentando secarse las lágrimas. Señorito, yo. Tranquila, dijo él. Solo quiero hablar,
28:52ese arañazo en tu muñeca. Te lo hiciste con una de estas rosas, ¿verdad? Ana miró su muñeca y luego
29:01a los rosales, y su rostro se descompuso en una máscara de terror puro. Asintió sin poder hablar.
29:09Estabas en la habitación de Julio, continuó Rafael, atando cabos. Serviste la merienda. Pero, ¿qué pasó,
29:18Ana? ¿Qué viste que te asusta tanto? La joven doncella miró a su alrededor, como si temiera que
29:24las sombras tuvieran oídos. No puedo, señorito. Si hablo, me matará. ¿Quién te matará, Ana? ¿La
29:34duquesa? Insistió Rafael. Ana negó con la cabeza frenéticamente. No, peor, tomó una bocanada de aire,
29:42su cuerpo temblando violentamente. Parecía estar tomando la decisión más difícil de su vida. Yo,
29:50yo serví la merienda. Sí, señorito. El señorito Julio estaba contento ese día. Me dijo que, que pronto
29:58todo iba a cambiar para mejor. Cuando me iba, choqué con alguien en la puerta. Era el señor
30:04Atanasio. El nombre cayó en la noche como una piedra en un pozo. Rafael frunció el ceño. ¿Atanasio? ¿Qué
30:13hacía él allí? Dijo que la duquesa lo enviaba con un mensaje para el señorito Julio. Continuó Ana,
30:20las palabras ahora saliendo a borbotones. Yo me fui a la cocina. Pero, pero olvidé la servilleta de
30:29encaje, la favorita del señorito. Así que volví. La puerta estaba entreabierta. Y yo, yo lo vi. Hizo
30:37una pausa, ahogada por un sollozo. Vi al señor Atanasio, de espaldas a la puerta. Tenía un frasquito
30:46pequeño en la mano. Y vertió unas gotas en la taza de té del señorito Julio. Luego se dio la vuelta y me
30:54vio en la puerta. El horror se apoderó de Rafael. La escena se dibujó en su mente con una claridad
31:01espantosa. Sus ojos, susurró Ana. Nunca olvidaré sus ojos. Me agarró del brazo con una fuerza terrible
31:10y me arrastró al pasillo. Me dijo que si decía una sola palabra de lo que había visto, me acusaría
31:17de robar las joyas de la duquesa, o algo peor. Dijo que nadie creería a una simple doncella contra él,
31:25el hombre de confianza de la duquesa. Me dijo que me mataría y haría que pareciera un accidente. Y
31:32luego, luego, para asegurarse de que entendía, me agarró la mano y la apretó contra las espinas de una
31:38de las rosas del jarrón del pasillo. Para que recuerdes el dolor del silencio, me dijo, el arañazo.
31:47No era de la bandeja. Era una marca, una amenaza. Señorito, él lo mató. Atanasio envenenó al señorito
31:56Julio. Y creo que la duquesa se lo ordenó. Exclamó Ana, ya sin poder contenerse. El señorito Julio había
32:04descubierto algo sobre ella, algo terrible sobre la muerte del antiguo duque, el padre del señorito
32:10José Luis. Iba a contarlo todo. Por eso lo mataron. La revelación fue como un rayo que iluminó toda la
32:19oscuridad, conectando todas las piezas del rompecabezas. La crueldad de Victoria, su control
32:26sobre Atanasio, la muerte oportuna de Julio, todo encajaba en un tapiz de maldad inimaginable.
32:34Ana, eres muy valiente, le dijo Rafael, su voz llena de una nueva admiración. Has arriesgado tu
32:42vida al contarme esto. Y te juro que no será en vano. No permitiré que ese monstruo se salga con la
32:49suya. Justo en ese momento, vieron una figura que se movía a toda prisa por el camino principal,
32:56cargando un pequeño equipaje. Era Atanasio, despedido por José Luis, intentaba huir al
33:04amparo de la noche. No escapará. Dijo Rafael con determinación. Sin pensarlo dos veces, echó a correr,
33:13gritando a los guardias de la finca que se despertaran. Deténganlo, detengan a ese hombre,
33:20es un asesino. La persecución fue breve. Atanasio, sorprendido y en pánico, fue rápidamente reducido
33:28por los guardias. La conmoción alertó a toda la casa. José Luis y Matilde, aún abrazados en la
33:36habitación, salieron al balcón y vieron la escena. Bajaron corriendo y se encontraron con Rafael, quien,
33:44frente a un Atanasio tembloroso y derrotado, y con Ana a su lado como testigo, reveló toda la espantosa
33:51verdad. Contó cómo Atanasio, siguiendo las órdenes de Victoria, había envenenado a Julio para evitar
33:59que revelara un secreto aún más oscuro. Que la propia Victoria había estado involucrada en la muerte
34:05de su esposo, el anterior duque, para hacerse con el control total de la fortuna y del poder de Valle
34:11Salvaje. La confesión de Ana, corroborada por el pánico culpable en el rostro de Atanasio, fue la
34:19pieza final que destrozó el reinado de terror de Victoria. José Luis, con el rostro desencajado por
34:26el horror y la traición, ordenó que encerraran a Atanasio y que vigilaran la puerta de su madre.
34:34La justicia, por fin, había llegado a Valle Salvaje. El amanecer del día siguiente no fue el de una
34:40humillación pública, sino el de una liberación. El sol que se elevaba sobre las colinas parecía
34:47brillar con más fuerza, disipando las últimas sombras de la noche. En la casa pequeña, Francisco
34:55y Pepa, que habían salido al alba, encontraron a Martín en el camino, a punto de marcharse.
35:01No te vayas, le dijo Pepa, corriendo hacia él. No sin nosotros. Esta es tu casa, Martín,
35:10añadió Francisco, poniendo una mano en su hombro.
35:15Somos una familia, y las familias no se abandonan. Encontraremos la manera de que funcione, pero
35:21juntos. Martín los miró, con los ojos llenos de lágrimas, y una sonrisa de alivio iluminó su rostro.
35:29El amor que sentían los tres era lo suficientemente grande como para encontrar una nueva forma,
35:36una que no requería sacrificios, sino aceptación y compañía.
35:42Regresaron a la casa juntos, hablando del futuro, no como rivales, sino como los tres pilares de un
35:48mismo hogar. En otra parte de la finca, Leonardo, habiendo escuchado los rumores sobre la caída en
35:56desgracia de la duquesa y la violenta reacción de Bárbara ante la noticia, buscó a Irene.
36:03La encontró cuidando de los caballos, con una expresión de paz en el rostro.
36:08He sido un tonto, Irene, le dijo Leonardo, su voz sincera.
36:14He permitido que los celos de Bárbara te lastimaran, y sus acusaciones sobre ti y Amanda.
36:19Son infames, he hablado con ella, le he dicho que no puedo estar con alguien que alberga tanto odio en
36:26su corazón. Se ha terminado. Irene lo miró con compasión. Lo siento, Leonardo. No lo sientas,
36:36dijo él, sonriendo por primera vez en mucho tiempo. Siento que por fin puedo respirar,
36:43y quería darte las gracias. Por tu amistad, por tu bondad. Eres una buena persona, Irene,
36:50y no mereces estar en medio de esta amargura. La tensión entre ellos se disipó, reemplazada
36:56por un afecto limpio y genuino. Bárbara, consumida por su propio veneno, quedaría sola,
37:04mientras que Irene y Leonardo encontraban el comienzo de una relación honesta, basada en
37:09el respeto mutuo. Pero la escena más importante tenía lugar en la casa grande. José Luis había
37:16tomado las decisiones más difíciles de su vida. Su madre, Victoria, fue confinada en el ala más
37:23remota de la casa, bajo vigilancia, a la espera de que las autoridades eclesiásticas y civiles
37:29decidieran su destino. Su poder se había desmoronado, dejándola como una anciana patética y
37:36derrotada. Atanasio había confesado todo, implicándola sin remedio.
37:43Después de arreglarlo todo, Rafael fue a buscar a Adriana. El pacto envenenado de su padre ya no
37:49tenía sentido. La estructura de poder que lo había sostenido se había derrumbado. La encontró sentada
37:56bajo un roble, con la mirada perdida en el horizonte. Adriana, dijo, acercándose con cuidado. Todo ha
38:05cambiado. Le contó rápidamente los sucesos de la noche anterior. Mi padre, está destrozado, pero está
38:13viendo las cosas de otra manera. Su acuerdo ya no existe. Eres libre. Ella lo miró, sus ojos buscando
38:21algo en los suyos. ¿Y tú, qué quieres tú, Rafael? Te quiero a ti, respondió él sin dudar, su voz llena
38:31de una emoción que ya no podía reprimir. Te quiero a ti, Adriana. No por tus tierras, ni por tu nombre.
38:39Te quiero por tu fuerza, por tu corazón. Quiero pasar mi vida contigo, si me aceptas. Adriana sonrió,
38:47una sonrisa radiante que pareció iluminar toda la mañana. Tomó la mano de Rafael y la colocó
38:55suavemente sobre su vientre. Creo que no estarás solo conmigo, susurró. Tendremos que hacer sitio
39:02para uno más. Rafael la miró, luego a su mano, y la comprensión llenó sus ojos de lágrimas de pura
39:09felicidad. La abrazó, levantándola del suelo en un giro de alegría, sellando su futuro juntos con
39:18un beso lleno de promesas y esperanza. Finalmente, en el gran salón, ahora limpio de la presencia
39:26tóxica de Victoria, José Luis encontró a Matilde. La luz de la mañana entraba a raudales por los
39:33ventanales, haciendo que el polvo danzara en el aire como pequeñas estrellas doradas.
39:40¿Estás bien? Le preguntó él, su voz suave. Estoy mejor, respondió ella, acercándose a él.
39:49Siento como si hubiera vuelto a nacer. Ambos lo hemos hecho, dijo José Luis, tomando sus manos.
39:57Perdóname, Matilde, por dudar de ti, por permitir que mi madre se interpusiera entre nosotros durante
40:03tanto tiempo. He sido un ciego y un cobarde, y yo te pido perdón por mis mentiras, dijo ella,
40:12acariciando su rostro. Tenía miedo, pero ya no, a partir de ahora, solo la verdad entre nosotros. Se
40:20miraron a los ojos, y en esa mirada se disolvieron todos los rencores, todas las heridas. Eran solo un
40:29hombre y una mujer, un duque y una duquesa, un esposo y una esposa que habían caminado por el
40:35fuego y habían salido del otro lado, más fuertes y más unidos que nunca. José Luis la atrajo hacia
40:42sí y la besó. No fue un beso de pasión desesperada, sino un beso de paz, de certeza, de regreso a casa.
40:49Fuera, el valle despertaba a un nuevo día. Los pájaros cantaban, los trabajadores del campo
40:58comenzaban sus labores, y el aire olía a tierra húmeda y a promesas. El mal había sido purgado
41:05de la casa grande. El amor, en sus múltiples formas, el amor de pareja, el amor de familia,
41:12el amor de amigos, había triunfado. Para Matilde y José Luis, para Rafael y Adriana,
41:21para Francisco, Pepa y Martín, y para todo valle salvaje, el futuro, por fin, se veía
41:28brillante y lleno de esperanza. El final había sido amargo para algunos, pero para aquellos
41:34con corazones puros era un nuevo y feliz comienzo.
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