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Avance semanal: José Luis contra Victoria en ‘Valle Salvaje’ del 15 al 19 de septiembre
La relación entre José Luis y Victoria se enfrenta a su peor momento. Avance semanal de 'Valle Salvaje' del 15 al 19 de septiembre.
El aire de Valle Salvaje, habitualmente denso por el aroma a tierra húmeda y a los secretos que en ella se entierran, parecía haberse vuelto irrespirable. La semana que comenzaba el 15 de septiembre no sería una más en el calendario; estaba destinada a ser un cataclismo, una de e ...
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#‘ValleSalvaje’, #avance, #semanal(del15, #19, #septiembre), #JoséLuis, #contraVictoria
Avance semanal: José Luis contra Victoria en ‘Valle Salvaje’ del 15 al 19 de septiembre
La relación entre José Luis y Victoria se enfrenta a su peor momento. Avance semanal de 'Valle Salvaje' del 15 al 19 de septiembre.
El aire de Valle Salvaje, habitualmente denso por el aroma a tierra húmeda y a los secretos que en ella se entierran, parecía haberse vuelto irrespirable. La semana que comenzaba el 15 de septiembre no sería una más en el calendario; estaba destinada a ser un cataclismo, una de e ...
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00:00Avance semanal. José Luis contra Victoria en Valle Salvaje del 15 al 19 de septiembre.
00:13La relación entre José Luis y Victoria se enfrenta a su peor momento. Avance semanal
00:18de Valle Salvaje del 15 al 19 de septiembre. El aire de Valle Salvaje, habitualmente denso
00:26por el aroma a tierra húmeda y a los secretos que en ella se entierran, parecía haberse
00:30vuelto irrespirable. La semana que comenzaba el 15 de septiembre no sería una más en el
00:38calendario. Estaba destinada a ser un cataclismo, una de esas fracturas en el tiempo que marcan
00:43un antes y un después en la vida de los que habitan la finca. En el epicentro del temblor,
00:50dos almas unidas por un pacto de ambición y desamor, José Luis, el duque, y Victoria,
00:57su flamante y ahora desdichada esposa. Su unión, que debía ser la consolidación de un poder
01:05absoluto, se desmoronaba como un castillo de naipes bajo el soplo helado de la desconfianza
01:10y la traición. Los muros de la Casa Grande, testigos de generaciones de Galvez de Aguirre,
01:17parecían contener la respiración, preparándose para las batallas que se librarían en sus salones,
01:23en sus pasillos y, sobre todo, en la intimidad de sus alcobas. Porque cuando el poder se tambalea,
01:32las pasiones se desatan, y el amor y el odio libran su guerra más encarnizada.
01:37Capítulo 254. Lunes, 15 de septiembre. El espejo roto de la duquesa. La mañana del lunes
01:47se levantó pálida y fría, un reflejo perfecto del alma de Victoria. Se encontraba de pie frente
01:54al gran espejo de su habitación, el mismo que semanas atrás le había devuelto la imagen de
01:59una triunfadora. La duquesa de Valle Salvaje. La mujer que, tras una vida en la sombra, había
02:07alcanzado la cima. Pero la imagen que veía ahora era la de una impostora. El lujoso vestido de seda
02:14parecía pesarle como una armadura de plomo, y las joyas en su cuello se sentían frías, inertes,
02:21como el corazón del hombre que dormía en la habitación contigua, deliberadamente alejado de ella.
02:26El silencio entre ella y José Luis era un abismo. Desde que la verdad, o al menos una parte retorcida
02:34de ella, sobre la muerte de Pilara había salido a la luz, el duque la miraba con unos ojos que ya
02:39no reconocía. Había desprecio en ellos, pero también un dolor profundo que la aterraba. Él no podía
02:47comprender por qué le había mentido, por qué había ocultado su participación en el encubrimiento.
02:52Y ella, por su parte, no podía confesar la verdad completa, que lo hizo por miedo,
03:01por ambición, por un amor enfermo que él había consumido durante décadas.
03:07Mientras tanto, en otra ala de la casa, una conversación mucho más sincera y desesperada
03:12tenía lugar. Adriana, con el rostro marcado por la indecisión, escuchaba a sus dos pilares,
03:20su hermana Bárbara y su tía Mercedes.
03:24—Es una locura, Adriana. Una completa locura —insistía Bárbara, paseando nerviosamente
03:30por la habitación. Su voz era un látigo. ¿De verdad estás considerando aceptar el trato de ese
03:37hombre? ¿Entregarle el control de nuestras tierras a cambio de una promesa vacía?
03:41—No es una promesa vacía, es la única forma de que Rafael y yo podamos estar juntos sin que
03:49corra la sangre —respondió Adriana, aunque su voz carecía de convicción.
03:56Mercedes, sentada en un sillón con la elegancia cínica que la caracterizaba,
04:01soltó una risa amarga.
04:02—Querida sobrina, la ingenuidad es un lujo que en esta casa no podemos permitirnos.
04:11—¿Crees de verdad en la palabra de José Luis? ¿O en la de Victoria?
04:15—hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran hondo.
04:20—Déjame recordarte algo. Antes de su boda, todo eran promesas. Promesas de respeto,
04:26de colaboración, de un futuro próspero para todos.
04:29—¿Y qué ocurrió al día siguiente de que se dieran el sí, quiero? Todo se convirtió en cenizas.
04:38—Las promesas se las llevó el viento, y lo único que quedó fue su ambición desnuda.
04:44—Te usarán, Adriana. En el momento en que tengan lo que quieren,
04:48ese acuerdo que te ofrecen no valdrá ni el papel en el que está escrito.
04:54—Te quedarás sin tus tierras y, lo que es peor, habrás perdido a Rafael para siempre,
04:59porque él jamás te perdonará que hayas cedido ante su padre.
05:04Las palabras de Mercedes eran como un jarro de agua helada, dolorosamente ciertas.
05:11Adriana bajó la mirada, sintiendo el peso de la encrucijada. El amor por Rafael era el faro que
05:16la guiaba, pero el camino que le proponía el duque estaba plagado de trampas.
05:21Lejos de allí, en el refugio de los establos, el olor a paja y cuero era el telón de fondo para otra
05:29revelación crucial. Rafael se reunió con Francisco, cuyo rostro reflejaba la pesadumbre de una conciencia
05:37culpable. —Habla, Francisco, necesito saberlo todo —dijo Rafael con una urgencia que apenas podía
05:46contener. Francisco tragó saliva, sus ojos fijos en el suelo. —Señorito Rafael, yo... yo no debí callar
05:56tanto tiempo. —Pero el miedo, Úrsula. ¿Qué pasa con Úrsula? ¿Y con Ana? ¿Es cierto lo que me dijiste?
06:06—Sí, señorito, es la verdad. Ana es. Es como una marioneta en sus manos. Yo la vi.
06:14La tarde que murió don Julio, Úrsula le dio la orden. Fue ella, señorito Rafael,
06:20fue Ana quien preparó y sirvió esa merienda.
06:22El mundo de Rafael se tambaleó. La sospecha que había anidado en su corazón como una serpiente
06:30venenosa se confirmaba. Ana, la doncella tímida y asustadiza, había sido el instrumento. Pero la
06:39mente maestra, la verdadera asesina, era Úrsula. La ira lo cegeó con acento agudo por un instante,
06:48una furia fría y afilada que juró desatar sobre la gobernanta. La tensión en la casa grande era un
06:56ente vivo que se arrastraba por cada rincón. Bárbara, todavía alterada por la conversación
07:01con su hermana, buscó a Irene. La encontró en el jardín, contemplando unas rosas con una serenidad
07:10que a Bárbara le pareció insultante. La carta de Amanda, la marquesa, había sido una bomba. Una
07:18declaración de intenciones para casar a su hijo Leonardo con Irene, y Bárbara estaba convencida
07:24de que su amiga no era una espectadora inocente. Así que este era tu plan, ¿no es así?, espetó Bárbara
07:31sin preámbulos. Irene se giró, sorprendida por la hostilidad en su voz. ¿De qué estás hablando,
07:39Bárbara? No te hagas la tonta conmigo, Irene. La carta de Amanda. Toda esa amabilidad, esa cercanía
07:48repentina con ella. Todo era una farsa, la has manipulado, le has llenado la cabeza de ideas para
07:54que te viera como la esposa perfecta para Leonardo, mientras a mí me dejabas como la hermana fría y
07:59distante de la que debía desconfiar. Irene la miró, y por primera vez, Bárbara vio en sus ojos
08:07no solo sorpresa, sino también dolor. ¿De verdad crees eso de mí? ¿Crees que soy capaz de algo tan
08:14retorcido? La voz de Irene tembló ligeramente. No he hecho nada más que ser amable y cordial con
08:21la marquesa, tratarla con el respeto que merece. Algo que, si me permites decírtelo, tú nunca
08:29hiciste. Siempre la trataste con una frialdad que rayaba en el desprecio. Si ella ha llegado a sus
08:36propias conclusiones, quizás deberías preguntarte por qué, en lugar de acusarme a mí. Bárbara se quedó
08:44sin palabras. Un torrente de réplicas acudió a su mente, pero ninguna podía ocultar la verdad
08:50punzante en las palabras de Irene. Había sido fría con Amanda. Había dejado que su orgullo y sus
08:57prejuicios la distanciaran de la madre del hombre que amaba. Y ahora, Irene, con su aparente dulzura,
09:05había ocupado ese vacío. Más tarde, en un intento de tender puentes o quizás de medir el terreno,
09:11Victoria se acercó a Adriana. Su tono era suave, casi maternal, una máscara que Adriana ya no se
09:19creía. Adriana, querida. Sé que estos son tiempos difíciles. Solo quiero aconsejarte, por tu bien,
09:29sé discreta en tus encuentros con Rafael. José Luis está muy afectado. Está herido, impredecible. No
09:37quisiera que su dolor se volviera contra ti. ¿Por qué te preocupas tanto por mí ahora, tía? Preguntó
09:44Adriana, sus ojos buscando una fisura en la fachada de Victoria. ¿Por qué busco la paz en esta casa?
09:53Respondió Victoria con una sonrisa ensayada. Somos familia. Y quiero que todo se solucione. Pero las
10:02palabras de Mercedes resonaban en la mente de Adriana, recordándole que las promesas de Victoria
10:07eran tan frágiles como el cristal. La rueda de las confrontaciones no se detenía. Mercedes,
10:15envalentonada por el visible deterioro del matrimonio ducal, buscó a Victoria en el gran salón.
10:22La encontró sola, contemplando el retrato del anterior duque, el padre de sus sobrinas.
10:27Es irónico, ¿no es cierto? Comenzó Mercedes, su voz goteando veneno. Siempre soñaste con esto.
10:38Ser la señora de la casa grande, la duquesa de Valle Salvaje. Y ahora que lo tienes, ¿qué te queda?
10:45Mírate. Te has casado con un hombre que te desprecia y estás completamente arruinada. Fracasaste,
10:52Victoria. Tu gran sueño es una pesadilla vacía. Victoria se giró lentamente, su rostro una máscara
11:01de furia contenida. Sus ojos, dos esquirlas de hielo, se clavaron en Mercedes. Por un instante,
11:10el aire se cargó con la misma violencia que precedió a sus anteriores intentos de silenciarla.
11:15¿Se atrevería a intentarlo de nuevo? La pregunta quedó flotando en el aire, una amenaza palpable.
11:24Mientras tanto, Rafael, incapaz de esperar, fue en busca de Ana. La encontró en la lavandería,
11:31sus manos temblando mientras doblaba sábanas.
11:33Ana, tú serviste la merienda el día que murió Julio. Afirmó Rafael, sin rodeos. La doncella
11:43palideció, dejando caer una sábana al suelo. No, no, señorito. Yo no, no fui yo. No me
11:52mientas. La voz de Rafael fue un trueno. Francisco me lo ha contado todo. Sé que
11:58Úrsula te lo ordenó. Dime la verdad, Ana. Dímela ahora. Pero el terror a Úrsula era
12:06más fuerte que la presión de Rafael. Ana, llorando, negó una y otra vez, una autómata
12:12del miedo. Rafael se marchó, frustrado pero más decidido que nunca. No pararía hasta
12:20que la verdad saliera a la luz. El día culminó con una escena de una crueldad
12:25exquisita. Victoria, buscando reafirmar su menguante autoridad, se topó con Matilde.
12:33¿Sigues aquí? Dijo Victoria, con desdén. Pensé que después de todo lo ocurrido, tendrías
12:39la decencia de marcharte. Pero supongo que una criada siempre será una criada, aunque
12:45se case con el capataz y se crea señora de algo.
12:48Matilde, que había soportado humillaciones durante años, sintió que algo dentro de
12:55ella se rompía. Se hirvió, y la mirada que le devolvió a Victoria ya no era de sumisión,
13:02sino de un odio puro y destilado.
13:06Puede que yo siempre haya sido una criada a sus ojos, señora duquesa, dijo Matilde,
13:11saboreando el título con sarcasmo. Pero usted y yo no somos tan diferentes. Al menos yo me
13:19casé con el hombre al que amaba. Usted, en cambio, no fue más que la amante del duque. Toda su vida,
13:27esperando las migajas que él le quisiera dar en la oscuridad. El golpe fue certero, brutal. Victoria
13:35sintió como si le hubieran arrancado el aire de los pulmones.
13:40¿Qué? ¿Qué estás insinuando? ¿Cómo te atreves? Siseó, avanzando hacia Matilde. Insinúo lo que todo
13:47el mundo en esta casa sabe, pero nadie se atreve a decir en voz alta. Replicó Matilde, sin retroceder
13:53un centímetro. La afrenta era intolerable. Victoria exigió explicaciones, pero la semilla de la humillación
14:02ya estaba plantada. Esa noche, intentó una vez más acercarse a José Luis. Lo encontró en su despacho,
14:10una copa de brandy en la mano y la mirada perdida.
14:15José Luis, tenemos que hablar. No hay nada de qué hablar, Victoria. La cortó él, sin siquiera mirarla.
14:22Me mentiste, me mentiste sobre la muerte de la única mujer a la que he amado. Y eso,
14:30eso no puedo perdonarlo. Todo se venía abajo. La corona de duquesa pesaba ahora como una lápida
14:37sobre la cabeza de Victoria. El lunes terminaba, dejando tras de sí un campo de batalla sembrado
14:45de odios y verdades a medias. Capítulo 255. Martes, 16 de septiembre. La mano alzada y la llama
14:55de la esperanza. El amanecer del martes no trajo consigo la calma. La tensión acumulada el día
15:02anterior estalló de la forma más cruda y violenta. La confrontación entre Victoria y Matilde, interrumpida
15:10la noche anterior, se reanudó en el pasillo principal. Las palabras de Matilde habían corroído el orgullo
15:19de Victoria, y la duquesa, desesperada por reafirmarse, volvió a la carga.
15:26Retira lo que dijiste, insolente, exigió Victoria, su voz un siseo venenoso, pídeme perdón de rodillas.
15:33Jamás, respondió Matilde, con una firmeza que sorprendió a ambas. Ya no le tengo miedo.
15:43Usted no es nadie, solo una mujer vacía aferrada a un título que no merece. La provocación fue
15:49demasiado. Victoria, ciega de rabia, levantó la mano para abofetear a Matilde. Pero la joven fue
15:57más rápida. En un acto reflejo de pura desesperación y hartazgo, fue la mano de Matilde la que se alzó
16:04contra la duquesa. El gesto quedó suspendido en el aire, a escasos centímetros del rostro de Victoria.
16:14Un silencio sepulcral cayó sobre el pasillo. Las doncellas que pasaban por allí se quedaron
16:19petrificadas, con los ojos abiertos como platos. Levantarle la mano a la duquesa, era un acto
16:27de rebelión impensable, una ofensa que podría costarle a Matilde el destierro, o algo mucho
16:33peor. Sin embargo, el destino, en su infinita ironía, jugó a favor de Matilde. La victoria
16:41que tenía delante no era la mujer poderosa e intocable de semanas atrás. Era una figura frágil,
16:49cuestionada. Su autoridad se desmoronaba. José Luis ya no confiaba en ella, y la revelación sobre
16:54la propiedad de las tierras de los Galvez de Aguirre había debilitado su posición hasta
16:59convertirla casi en una caricatura de sí misma. Victoria bajó la mirada, temblando no sólo de
17:06ira, sino también de impotencia. Vio en los ojos de Matilde no sólo desafío, sino también el reflejo
17:13de su propio fracaso. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y se marchó, dejando a Matilde con la mano
17:21todavía en el aire, el corazón latiéndole a mil por hora, consciente de que había cruzado un umbral
17:27sin retorno. La discordia también envenenaba la relación entre Bárbara e Irene. Cada encuentro
17:34era una nueva batalla, cada palabra un arma arrojadiza.
17:39Estoy cansada, Bárbara. Dijo Irene, su voz teñida de agotamiento. Cansada de tener que justificar cada
17:47uno de mis actos. Cansada de que me mires como si fuera una traidora. ¿Y cómo quieres que te mire?
17:54Replicó Bárbara. Te comportas de manera extraña, no dejas clara tu posición respecto a la carta de
18:02Amanda. Si de verdad no quieres nada con Leonardo, ¿por qué no se lo dices a su madre? ¿Por qué no
18:09zanjas el asunto de una vez por todas? Porque no es tan sencillo. Porque la marquesa es una mujer
18:16poderosa y no quiero enemistarme con ella. ¿Acaso no lo entiendes? No, Irene, lo que entiendo es que
18:24estás jugando a dos bandas. Estás dejando la puerta abierta, por si acaso mi relación con Leonardo falla.
18:32La acusación hirió a Irene profundamente. La amistad que las había unido parecía ahora una
18:37reliquia de un pasado lejano. Pero en medio de tanta oscuridad, una pequeña llama de esperanza
18:44se encendió en el lugar más inesperado. Adriana y Rafael, buscando un momento de paz lejos de las
18:53miradas indiscretas, se encontraron en las ruinas de la vieja ermita. El aire olía a musbo y a piedra
19:01antigua. Fue allí, en ese remanso de silencio, donde Adriana se atrevió a pronunciar en voz alta
19:07a un pensamiento que la había estado rondando, una idea tan loca y maravillosa que apenas se atrevía
19:13a creerla. Rafael, comenzó, su voz un susurro. He estado pensando, en nuestro hijo. Rafael sintió
19:22una punzada de dolor. La pérdida de su bebé era una herida que nunca había cicatrizado. Adriana,
19:29por favor. No, escúchame. Y si, y si no murió, dijo, mirándole a los ojos con una intensidad febril.
19:42Lo siento aquí dentro, Rafael. Es una sensación, una certeza. No tengo pruebas, no tengo nada,
19:49solo este sentimiento. Siento que nuestro hijo sigue vivo en alguna parte. Rafael la miró, primero
19:57con escepticismo, luego con una duda que poco a poco se fue transformando en una chispa de esperanza.
20:04La idea era descabellada, un sueño imposible. Pero en un mundo donde todo se desmoronaba,
20:10aferrarse a un sueño era lo único que les quedaba. La convicción en los ojos de Adriana era tan fuerte,
20:17tan pura, que comenzó a contagiarse. Y si era verdad, y si el destino les guardaba una segunda
20:25oportunidad, soñaron juntos, abrazados, con la posibilidad de que su amor hubiera dejado una
20:31huella viva en el mundo. Impulsado por esa nueva energía, Rafael reanudó su investigación con renovado
20:39vigor. No se rendía. Volvió a presionar a Ana, acorralándola en la cocina. Sé que tienes miedo, Ana.
20:47Pero Úrsula no podrá protegerte siempre. Yo sí puedo. Si me dices la verdad, te juro que te
20:56protegeré. Nadie te hará daño. Ana lloraba en silencio, debatiéndose en una agonía interna. La
21:04oferta de Rafael era tentadora, pero la imagen de Úrsula, sus ojos fríos y su sonrisa cruel,
21:10estaba grabada a fuego en su mente. Y, en efecto, la gobernanta no perdía el tiempo. Encontró a Ana
21:19poco después, temblando en su cuarto. Úrsula no necesitó levantar la voz. Su control se basaba
21:26en un terror psicológico mucho más efectivo. Pequeña Ana, dijo, su voz una caricia helada
21:35mientras le arreglaba un mechón de pelo. He oído que el señorito Rafael te está haciendo
21:41preguntas. Eres una buena chica, y sabes que las buenas chicas guardan los secretos, ¿verdad?
21:49Ana asintió, incapaz de hablar. Perfecto. Mantén la calma. Sigue negándolo todo. No dejes que sus
21:56palabras te confundan. Recuerda para quién trabajas. Recuerda quién te dio un techo y un plato de comida.
22:05Y recuerda también lo fácil que sería que lo perdieras todo. Absolutamente todo. La amenaza
22:10velada fue suficiente. Úrsula se marchó, dejando a Ana sumida en una oscuridad aún más profunda. El
22:19martes se cerraba con un acto de rebelión, una esperanza imposible y la confirmación de que las
22:25redes de la maldad en Valle Salvaje eran más extensas y pegajosas de lo que nadie imaginaba.
22:30Capítulo 256. Miércoles, 17 de septiembre. Confesiones, esperanzas y una visita inesperada.
22:42El miércoles amaneció con el peso de las decisiones no tomadas y las conversaciones
22:46pendientes. El complicado triángulo emocional entre Francisco, Pepa y Martín había alcanzado
22:54un punto de no retorno. Tras el beso robado, o quizás consentido, entre él y Pepa, Martín sabía
23:02que no podía seguir eludiendo a su amigo. Lo buscó al alba, cuando el patio de la casa aún estaba
23:10bañado por una luz azulada y silenciosa. Francisco estaba cepillando a un caballo, sus movimientos
23:19eran metódicos, casi mecánicos, una forma de ordenar el caos que sentía por dentro.
23:26Francisco, tenemos que hablar. Dijo Martín, su voz sonando extrañamente formal en la quietud de la
23:33mañana. Francisco detuvo el cepillo, pero no se giró. ¿Sobre qué, Martín? ¿Sobre Pepa? ¿Sobre lo
23:42que pasó? Francisco dejó el cepillo sobre un fardo de paja y finalmente se encaró con él. Había dolor
23:50en su mirada, pero también una honestidad brutal. Te vi, Martín. Os vi. El corazón de Martín se
23:58encogió. Francisco, yo. No sé qué decirte. No fue planeado. Simplemente ocurrió. Lo sé. O quizás
24:07no lo sé. Francisco suspiró, pasándose una mano por el pelo. Mira, Martín. Eres mi amigo. Eres como
24:16un hermano para mí. Y quiero a Pepa. Creo que la quiero más que a nada en este mundo. Pero no soy
24:23ciego. Veo cómo te mira. Y veo cómo la miras tú. Esto... Esto no puede seguir así. Por eso quería
24:31hablar contigo. Confesó Martín. Pensaba marcharme de valle salvaje. Para que podáis ser felices. Sin
24:39remordimientos. Sin que yo esté en medio. Francisco negó con la cabeza con vehemencia. No. No quiero que
24:47te vayas. No quiero perder a mi amigo. Lo que quiero es que seamos sinceros. Los tres. Hay que poner las
24:55cartas sobre la mesa. Hablar con ella. Y que sea ella quien decida. Aunque su decisión me parta el
25:02alma. La nobleza de Francisco desarmó a Martín. La conversación, que temía que fuera el fin de su
25:08amistad, se había convertido en un pacto de honestidad. Pero la decisión final, la más difícil,
25:16aún estaba por tomarse. Y la duda sobre si finalmente se marcharía o no, seguía flotando en el aire.
25:22Mientras tanto, Luisa, la doncella, sentía una punzada de angustia cada vez que veía a Martín.
25:32Habían luchado tanto por normalizar su relación, por construir una amistad sobre las cenizas de lo
25:37que pudo haber sido. Temía que toda esta tormenta con Pepa y Francisco lo alejara de nuevo, que volviera
25:45a encerrarse en su caparazón de silencio. Estaba absorta en estos pensamientos mientras sacudía
25:52unas alfombras en el porche trasero, cuando una sombra se proyectó sobre ella. Levantó la vista
25:59y vio a un hombre de mediana edad, con un rostro curtido por el sol y una maleta de viaje a sus pies.
26:07No lo había visto en su vida. Disculpe, dijo el hombre, con una voz grave y un acento que no era
26:13de la región. Buscó a una mujer. Se llama Luisa. Luisa, la doncella. Luisa sintió un escalofrío.
26:24¿Quién era aquel hombre? ¿Qué quería de ella? La llegada de este extraño era un misterio. Una
26:29pieza de un rompecabezas que no sabía que existía y que prometía cambiarlo todo.
26:34En la casa grande, la llama de esperanza encendida por Adriana se había convertido en un fuego
26:41crepitante. Su convicción era tan contagiosa que Rafael ya no albergaba dudas. Creía en ella,
26:49creía en esa posibilidad casi milagrosa. Tienes razón, mi amor. Le dijo, tomando su rostro entre
26:58sus manos. No podemos quedarnos con la duda. Vamos a hacer algo. ¿Pero qué podemos hacer,
27:05Rafael? Nadie nos creerá. Pensarán que he perdido el juicio. No me importa lo que piensen
27:11los demás. Me importas tú, y me importa nuestro hijo. Declaró Rafael con una determinación de acero.
27:20Haré llamar al galeno, al mejor médico de la comarca, que te examine, que nos diga si hay
27:25alguna posibilidad, por remota que sea. Quizás él pueda ver algo, encontrar una explicación,
27:32una pista. Cualquier cosa. La idea de traer a un médico, de dar un paso concreto, llenó a Adriana
27:40de una mezcla de terror y euforia. La esperanza, hasta ahora un sentimiento íntimo, estaba a punto
27:48de hacerse pública, de ser sometida al escrutinio de la ciencia y de la gente. Pero la mirada de
27:56Rafael le dio fuerzas. No estaban solos en esto. Mientras los amantes se aferraban a su sueño,
28:02el matrimonio de los duques se hundía cada vez más en el fango de la desconfianza.
28:08José Luis había pasado la noche en vela, atormentado por las palabras de Mercedes sobre
28:13la muerte de Pilara y la confesión ambigua y llena de agujeros de victoria. Cada mentira que descubría,
28:21cada verdad a medias, era una palada de tierra sobre el ataúd de su relación.
28:28Para empeorar las cosas, su último movimiento estratégico para recuperar el control total de
28:33las tierras de Valle Salvaje, el mismo que le había ofrecido a Adriana en un pacto envenenado,
28:38estaba fracasando estrepitosamente. Los apoyos que creía seguros le estaban fallando,
28:46los abogados le traían malas noticias. Se sentía acorralado, y su frustración y su ira buscaban un
28:55blanco fácil. Y ese blanco tenía un nombre, Victoria. La sentía como una carga, como la arquitecta de su
29:04desdicha actual. La veían no como su esposa, sino como el símbolo viviente de todos sus errores.
29:12El miércoles avanzaba, y mientras unos construían castillos de esperanza en el aire, otros veían como
29:18sus sólidos imperios se convertían en ruinas. Capítulo 257. Jueves, 18 de septiembre. Una
29:28proposición audaz y el cerco a la maldad. El jueves trajo consigo un cambio de aires, al menos para una
29:36pareja. En medio de la crisis generalizada, el amor entre Leonardo y Bárbara parecía no sólo sobrevivir,
29:43sino fortalecerse. La carta de Amanda, lejos de separarlos, los había unido en un frente común
29:51contra las imposiciones y las maquinaciones. Se encontraron en el claro del bosque donde solían
29:58verse, un santuario sólo para ellos. No me importa lo que diga mi madre, Bárbara. Le aseguró Leonardo,
30:07tomando sus manos. No me importa lo que planee Irene o lo que piense el mundo entero. Eres tú,
30:14siempre has sido tú. Lo sé, Leonardo, y tú eres mi único refugio en esta locura, respondió Bárbara,
30:23apoyando la cabeza en su pecho. Pero me preocupa Irene, su actitud es extraña, no se posiciona,
30:32no es clara, y esa ambigüedad me hace dudar de sus verdaderas intenciones. A mí también, admitió
30:39Leonardo, pero no podemos dejar que sus dudas o los planes de mi madre dicten nuestra vida.
30:45Tenemos que demostrarles a todos que lo nuestro va en serio, que no es un capricho.
30:51Leonardo se separó un poco de ella, mirándola a los ojos con una seriedad que aceleró el corazón
30:56de Bárbara. Por eso, quiero pedirte algo. ¿El qué? Preguntó ella, expectante. La próxima semana se
31:06celebra la fiesta anual de los varones. Mis padres estarán allí, toda la nobleza de la región. Quiero
31:14que vengas conmigo. Como mi acompañante oficial, Bárbara se quedó sin aliento. No era una simple
31:21invitación. Era una declaración pública, una forma de plantarse ante sus padres y ante toda la sociedad
31:28y gritarles que ella, Bárbara Gálvez de Aguirre, era la mujer de su vida, la mujer con la que quería
31:34casarse. Era un acto de una valentía y un amor inmensos, Leonardo. Yo, tartamudeo, emocionada.
31:45Di que sí, Bárbara. Demostrémosles a todos que nuestro amor es más fuerte que sus prejuicios y sus
31:51planes. Sí, susurró ella, con los ojos llenos de lágrimas. Sí, por supuesto que sí. Se fundieron en un
32:01beso apasionado, un beso que sellaba un compromiso inquebrantable. Por un momento, el sol que se
32:09filtraba entre los árboles pareció brillar sólo para ellos. Pero la luz de ese amor contrastaba
32:16violentamente con la oscuridad que Rafael estaba decidido a erradicar. Estaba convencido de que Ana
32:23mentía, de que su silencio era un escudo de miedo tejido por Úrsula. La acorraló una vez más, esta
32:32vez en el pasillo de la servidumbre, asegurándose de que no tuviera escapatoria. Se acabó el juego,
32:39Ana. Dijo, su voz era baja pero cargada de una autoridad implacable. Sé que mientes, y sé por qué
32:48mientes. Le tienes pánico a Úrsula. Piensas que te hará daño. Pero te equivocas, la que te puede
32:55hacer más daño es ella si permites que te siga usando. Yo te ofrezco una salida. Confiesa, dime
33:03todo lo que sabes. Reconoce que fuiste su colaboradora en el asesinato de Julio. Y te juro por lo más
33:10sagrado que te sacaré de aquí. Te daré dinero, te buscaré un lugar seguro lejos de Valle Salvaje,
33:16donde ella nunca pueda encontrarte. Pero si sigues callando, cuando la verdad salga a la
33:23luz, y saldrá, te hundirás con ella. Y entonces no podré hacer nada por ti. Rafael vio una grieta
33:32en la coraza de Ana. Vio la duda, la desesperación. Estaba a punto de conseguirlo. La doncella abrió
33:40la boca para hablar, sus labios temblaban, pero en ese momento, la figura de Úrsula apareció al
33:46final del pasillo. La mirada que le lanzó a Ana fue suficiente para congelar las palabras en su
33:53garganta. Ana sacudió la cabeza y huyó, dejando a Rafael solo frente a su enemiga. Deje en paz a mis
34:01doncellas, señorito Rafael, dijo Úrsula, acercándose con su calma siniestra. Las asusta
34:10con sus fantasías. Rafael dio un paso hacia ella, su rostro a centímetros del de la gobernanta.
34:18La diferencia de estatura era considerable, pero en ese momento, la batalla se libraba en la fuerza
34:24de sus miradas. No son fantasías, y usted lo sabe. Replicó Rafael, su voz un gruñido. Cada día estoy
34:34más cerca. Cada mentira que usted construye, yo la derribo. Puede que haya ganado tiempo,
34:41puede que haya sembrado el miedo en gente inocente, pero se le acaba. Voy a descubrirlo todo, Úrsula,
34:49y cuando lo haga, me aseguraré personalmente de que se pudra en el lugar más oscuro que pueda
34:54encontrar. Úrsula no parpadeó. Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios. Es usted
35:03muy impetuoso, señorito. Y la impetuosidad suele llevar a cometer errores. Tenga cuidado. A veces,
35:11cuando uno busca la verdad con tanto ahínco, puede acabar encontrando su propia tumba.
35:15La amenaza era inequívoca. Rafael entendió que Úrsula no era una simple asesina. Era una
35:22depredadora dispuesta a todo para proteger su territorio y sus secretos. La pregunta que ahora
35:29lo atormentaba era, ¿hasta dónde estaba dispuesta a llegar para frenarlo? ¿Sería él su próxima víctima?
35:36La guerra estaba declarada, y el jueves terminaba con la certeza de que solo uno de los dos saldría con
35:41vida de ella. Capítulo 258. Viernes, 19 de septiembre. La humillación final. El viernes
35:51llegó como un verdugo, arrastrando consigo el peso de toda la semana. La atmósfera en la casa grande era
35:59tan densa que podía cortarse con un cuchillo. La relación entre José Luis y Victoria ya no era
36:05una fractura. Era un abismo insalvable. Y Mercedes, desde la distancia, observaba la demolición con
36:13una satisfacción fría y metódica. Sabía que sus palabras, sus visitas al duque, habían sido las
36:21gotas de veneno que finalmente habían corroído los cimientos de ese matrimonio. Sus encuentros
36:28estaban dando fruto, José Luis dudaba más que nunca. La sombra de Pilara se había agigantado,
36:34convirtiéndose en un fantasma que lo juzgaba. La implicación de Victoria en la ocultación de la
36:42verdad sobre su muerte era una traición que no podía, no quería, perdonar. Victoria, por su parte,
36:51vivía una tortura. No soportaba la idea de que, después de toda una vida de sacrificio y espera,
36:57la historia la recordara no como la duquesa, sino como la eterna segundona. No podía aceptar
37:04que Pilara siempre fue el gran amor de José Luis, y que ella solo fue la amante, la colaboradora
37:09necesaria, la mujer que le ayudó a mantener su poder en el valle a cambio de un título vacío.
37:17Esa verdad era más dolorosa que cualquier desprecio. Desesperada, intentó un último movimiento.
37:23Trató de hacerse imprescindible de nuevo. Sabiendo de sus problemas con las tierras,
37:29estudió los documentos, buscó una brecha legal, una solución que solo ella pudiera ofrecerle.
37:38Lo abordó en el despacho, con una carpeta en las manos y un discurso preparado. José Luis,
37:44he encontrado algo. Una forma de asegurar las tierras, de darle la vuelta a la situación. Si
37:52me escuchas. Él ni siquiera levantó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa. No necesito
37:59tu ayuda, Victoria. Ya no necesito nada de ti. Pero soy tu esposa. La duquesa, mi poder es tu poder. Tenemos
38:08que salvar nuestro matrimonio para mantener nuestro estatus. Suplicó ella. Él finalmente la miró. Y en
38:16sus ojos no había ira, ni siquiera odio. Solo un vacío glacial, una indiferencia que la aniquiló.
38:24Tú y yo ya no tenemos nada que salvar. Dijo, con una calma aterradora. Pero la humillación no había
38:31hecho más que empezar. Poco después, Victoria subió a sus aposentos, buscando refugio en el
38:39único lugar que sentía suyo. Y lo que vio la dejó paralizada. Dos doncellas, bajo la supervisión de un
38:46lacayo, estaban sacando sus vestidos del armario, doblando sus pertenencias, vaciando sus cajones.
38:53¿Qué? ¿Qué significa esto? Preguntó, con un hilo de voz. Fue entonces cuando José Luis apareció en
39:02el umbral de la puerta. Su postura era la de un juez dictando una sentencia irrevocable. He decidido
39:10que necesitas tu propio espacio, Victoria. Un lugar más, adecuado para ti. Te he preparado las habitaciones
39:18del ala oeste, el ala oeste. Las habitaciones de invitados, las que estaban más alejadas del
39:25dormitorio principal, frías, impersonales. Era un destierro dentro de su propia casa. Una bofetada
39:34pública, le estaba diciendo, delante del servicio, que ya no era la señora de la casa, que ya no
39:40compartiría su lecho ni su vida. Era la afrenta definitiva, la mayor de las humillaciones. Podía
39:48sentir las miradas de las doncellas, cargadas de lástima y de un morbo mal disimulado. El duque,
39:56con una decisión unilateral, la había despojado de su último vestigio de dignidad. Aquello marcaría
40:04un antes y un después. La mujer humillada se convertiría en una enemiga peligrosa. Mientras
40:10Victoria sufría su caída en desgracia, Rafael no cejaba en su empeño. Siguió presionando a Ana,
40:17intentando desbaratar el muro de terror que Úrsula había construido a su alrededor.
40:23Le prometió protección, un futuro, una vida. La vio dudar, la vio llorar. La confesión estaba en la
40:30punta de su lengua, una palabra a punto de romper el dique del miedo. ¿Lo conseguiría? La semana
40:38llegaba a su fin con esa pregunta suspendida en el aire. Y en el patio, el triángulo amoroso que
40:45formaban Francisco, Pepa y Martín llegaba a su propio clímax. Siguiendo su pacto, los dos amigos
40:54decidieron jugar sus cartas por separado. Primero fue Francisco quien se acercó a Pepa. Le habló con
41:02el corazón en la mano, de su amor, de sus miedos, de su deseo de un futuro con ella. Apenas se había
41:10marchado, fue Martín quien la abordó. Le habló de sus sentimientos confusos, de la atracción innegable,
41:17de su disposición a marcharse o a quedarse, dependiendo de lo que ella decidiera. La dejaron
41:24sola, en el centro del patio, con el sol del atardecer tiñendo el cielo de naranja y púrpura.
41:31Estaba atrapada entre dos lealtades, entre dos hombres buenos, entre dos futuros posibles.
41:39La decisión era suya, y supiera lo que supiera, nada volvería a ser igual. El viernes se despedía
41:45de Valle Salvaje, dejando un reguero de corazones rotos, alianzas destruidas y odios a punto de estallar.
41:54La humillación de una duquesa, la esperanza de encontrar a un hijo perdido, la inminente
42:00confesión de un asesinato y un corazón dividido en dos. La semana de la fractura había terminado,
42:08pero la guerra, la verdadera guerra por el alma de Valle Salvaje, no había hecho más que empezar.
42:13La guerra, la verdadera guerra por el alma, junta quandal.
42:21¡Gracias!
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