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Leocadia y Cristóbal: celos, cartas y secretos
El capítulo 664 de La Promesa (viernes 29 de agosto) promete emociones al límite. Los celos de Leocadia tras la confesión de Petra ponen en riesgo su relación secreta con Cristóbal, mientras ella le exige destruir las cartas de amor que podrían arruinarlo todo… pero el mayordomo se niega.
Al mismo tiempo, el regreso inesperado de Alonso con nuevas exigencias del barón de Valladares desata la tensión en Catalina y Martina, mientras Adriano empieza a ...
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Leocadia y Cristóbal: celos, cartas y secretos
El capítulo 664 de La Promesa (viernes 29 de agosto) promete emociones al límite. Los celos de Leocadia tras la confesión de Petra ponen en riesgo su relación secreta con Cristóbal, mientras ella le exige destruir las cartas de amor que podrían arruinarlo todo… pero el mayordomo se niega.
Al mismo tiempo, el regreso inesperado de Alonso con nuevas exigencias del barón de Valladares desata la tensión en Catalina y Martina, mientras Adriano empieza a ...
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00:00Leocadia y Cristóbal. Celos, cartas y secretos. El capítulo 664 de La Promesa,
00:17viernes 29 de agosto, promete emociones al límite. Los celos de Leocadia tras la confesión de Petra
00:25ponen en riesgo su relación secreta con Cristóbal, mientras ella le exige destruir las cartas de
00:31amor que podrían arruinarlo todo, pero el mayordomo se niega. Al mismo tiempo, el regreso
00:39inesperado de Alonso con nuevas exigencias del varón de Valladares desata la tensión en Catalina
00:44y Martina, mientras Adriano empieza a sospechar que solo es un peón en un juego peligroso.
00:49Por si fuera poco, Curro y Ángela planean una huida desesperada a Suiza para escapar del
00:56acoso psicológico de Lorenzo, y Pía y Ricardo luchan contra un ultimátum imposible de Cristóbal.
01:04Un episodio cargado de celos, secretos y decisiones que pueden cambiar el destino del palacio para
01:09siempre. El aire en La Promesa se había vuelto denso, casi irrespirable, cargado con el peso
01:17de los secretos y las tensiones que se enredaban en sus pasillos como una hiedra venenosa.
01:24El sol de la mañana del 29 de agosto se derramaba por los ventanales, pero su luz dorada no lograba
01:30disipar las sombras que anidaban en los corazones de sus habitantes. Cada sonrisa era una máscara,
01:37cada palabra cortés, una estocada velada. Leocadia sentía el veneno de los celos serpentear por sus
01:43venas con una frialdad dolorosamente familiar. Era un tormento que creía haber dominado,
01:51una debilidad que se esforzaba por ocultar bajo su fachada de ama de llaves eficiente e imperturbable.
01:58Pero la confesión de Petra, tan inocente en apariencia, había reabierto la herida con la
02:03precisión de un bisturí. No había sido una confesión de amor, ni mucho menos. Petra,
02:11en uno de sus raros momentos de vulnerabilidad o quizás de calculada indiscreción, le había hablado
02:16de Cristóbal. Es un hombre tan correcto, Doña Leocadia, había dicho la doncella, mientras pulía
02:25una pieza de plata con una energía casi febril. Siempre tan serio, tan dueño de sí mismo, pero a veces,
02:33cuando cree que nadie le mira, se le ve una tristeza en los ojos. Una profundidad que asusta.
02:41Me pregunto qué secretos guardará un hombre como él. Cada palabra había sido una aguja clavándose en
02:47la carne de Leocadia. Petra no sabía nada, por supuesto. Su comentario era el de una simple observadora.
02:55Pero para Leocadia, que conocía la naturaleza de esos secretos, que era la causa y el receptáculo
03:03de la pasión oculta de Cristóbal, la idea de que otra mujer, cualquier otra mujer, pudiera siquiera
03:09atisbar en las profundidades de su alma era una afrenta insoportable. Los celos no eran por Petra,
03:17la persona, sino por la posibilidad, por la fisura que su comentario abría en la fortaleza de su relación
03:22clandestina. ¿Era tan evidente? ¿Podían otros ver lo que con tanto esmero intentaban ocultar?
03:31El recuerdo de esa conversación la atormentaba mientras supervisaba el desayuno del servicio.
03:38Su mirada se perdía en la distancia, su mente repasando cada gesto, cada palabra intercambiada
03:45con Cristóbal en la penumbra de la noche. Su relación era un fuego que la consumía y la
03:51mantenía viva al mismo tiempo, un abismo en el que se había arrojado voluntariamente.
03:57Y ahora, sentía el vértigo de la caída con más fuerza que nunca. Mientras tanto,
04:03en el salón principal, la expectación era un ente palpable. Alonso, el marqués de Luján,
04:11acababa de regresar. Su llegada fue como una ráfaga de viento helado que barrió la calma
04:16artificial del palacio. No entró con el aire triunfante de quien ha cerrado un buen trato,
04:22sino con la gravedad de un hombre que ha mirado al diablo a los ojos y ha regresado para contarlo.
04:29Su rostro, habitualmente sereno, estaba surcado por una profunda preocupación.
04:35Ha vuelto, murmuró Catalina, acercándose a su padre con pasos rápidos, seguida de cerca por
04:40una nerviosa Martina. Alonso se quitó los guantes con un gesto cansado, arrojándolos
04:48sobre una mesilla con una indiferencia que no le era propia. Sus ojos buscaron a sus sobrinas y en
04:55ellos no había alivio, sino una urgencia sombría. El varón de Valladares está aquí, anunció y su voz
05:05resonó en el silencio del salón. No en el pueblo, no en una posada. Está de camino, exige veros de
05:13inmediato, a las dos. La noticia cayó como una losa. Catalina sintió que el suelo se abría bajo
05:20sus pies. Habían luchado tanto, habían tejido una red de propuestas y garantías para atraer al
05:28varón, un inversor legendario y excéntrico cuya participación podría salvar a la promesa de la
05:33ruina inminente. Pero una cosa era negociar a distancia, a través de cartas y emisarios,
05:40y otra muy distinta era tener a la bestia en su propia casa.
05:46¿Aquí, ahora? Preguntó Martina, su voz un hilo tembloroso. Padre, ¿qué ha ocurrido en vuestra
05:52reunión? ¿Ha aceptado nuestros términos? Alonso negó con la cabeza lentamente, sus hombros caídos por el
06:00peso de la derrota. La reunión fue, una formalidad para él, una forma de medir a su oponente. No está
06:08interesado en el negocio de las mermeladas, no como lo hemos planteado. Sus exigencias son otras,
06:16son personales, quiere veros a vosotras, quiere evaluar el terreno y a las personas que lo pisan.
06:21Y, hizo una pausa, como si la siguiente revelación le costara un esfuerzo físico. Ha mostrado un
06:29interés desmedido en Adriano. Pregunta por él constantemente. Catalina y Martina intercambiaron
06:37una mirada de puro pánico. Adriano, el joven y apuesto a parcero, su aliado en la gestión de
06:45las tierras, se había convertido sin quererlo en una pieza central del tablero. Lo habían incluido
06:53en el plan como una muestra de la nueva gestión de la promesa, un símbolo del valor que daban al
06:58trabajo y al mérito por encima del linaje. Pero en la mente retorcida del varón, su presencia
07:05significaba algo completamente distinto. La llegada del varón de Valladares fue un espectáculo en sí
07:12mismo. Su carruaje, de un negro lacado y tirado por cuatro caballos frisones que resoplaban vapor en
07:18el aire fresco de la mañana, era una declaración de poder. El hombre que descendió de él era mayor,
07:26pero se movía con una agilidad depredadora. Vestía con una elegancia impecable y anticuada,
07:34y sus ojos, de un azul pálido y gélido, lo recorrían todo con una mezcla de desdén y curiosidad analítica.
07:42El encuentro tuvo lugar en la biblioteca, un santuario de conocimiento y silencio que pronto
07:48se convirtió en un campo de batalla dialéctico. El varón no se anduvo con rodeos. Desestimó sus
07:56proyecciones financieras con un gesto de la mano y sus planes de expansión con una sonrisa
08:01condescendiente. Mis queridas señoritas, comenzó, su voz suave pero con un filo de acero, admiro vuestra
08:10iniciativa. Es refrescante ver a damas de vuestra posición ocuparse de asuntos tan terrenales.
08:19Pero seamos sinceros, la promesa es una joya que se desmorona. Su nombre tiene peso,
08:24pero sus arcas están vacías. Lo que proponéis es un remedio casero para una enfermedad mortal. Yo no
08:32soy un boticario, soy un cirujano. Catalina, con el orgullo herido pero la determinación intacta,
08:40dio un paso al frente. Barón, quizás no hemos sabido explicar la magnitud de nuestro proyecto.
08:47No se trata solo de mermeladas. Se trata de modernizar la explotación de toda la finca,
08:54de crear nuevas líneas de negocio. Ah, sí. La interrumpió él, fijando su gélida mirada en
09:02ella. He oído hablar de ello. Y he oído hablar de vuestro capataz. Ese, Adriano, un hombre del pueblo,
09:10no es así, un experimento interesante. Me gustaría conocerlo. De hecho, insisto en ello. La exigencia
09:19era una orden. Adriano fue convocado. Entró en la biblioteca sintiéndose como un insecto bajo un
09:27microscopio. El varón lo estudió de arriba abajo, rodeándolo como un lobo a un cordero.
09:32Así que este es el futuro de la promesa, dijo el varón, más para sí mismo que para los demás.
09:41Un rostro joven, manos fuertes, pero sin linaje. Dígame, muchacho, ¿qué sabe usted de lealtad?
09:49¿Su lealtad es para con estas damas, o para con el mejor postor?
09:55Adriano, aunque intimidado, mantuvo la compostura. Mi lealtad es para con la tierra que trabajo y
10:01para con quienes me han dado su confianza, señor. La respuesta pareció divertir al varón. Soltó una
10:09risa seca y corta. La confianza es una moneda volátil, joven. Hoy vale un reino, mañana no compra
10:17ni un mendrugo de pan. Se volvió hacia Catalina y Martina. Su propuesta, tal como está, es inaceptable.
10:26Sin embargo, su audacia me intriga. Me quedaré unos días en la promesa. Como su invitado, observaré,
10:34evaluaré. Y entonces, y solo entonces, les presentaré mis condiciones.
10:40Y les advierto, añadió, su voz bajando a un susurro conspirador, que mi precio será alto.
10:47Muy alto. Catalina y Martina se miraron. Habían logrado que se quedara. Era una victoria pírrica,
10:57una puerta abierta a una negociación que se antojaba infernal. Pero era una puerta, al fin y
11:04al cabo. Asintieron, aceptando el pacto con el diablo, sin saber aún qué parte de su alma les
11:10exigiría a cambio. Más tarde, Adriano buscó a Catalina en los jardines. La frustración y la
11:17humillación ardían en su pecho. ¿Qué ha sido todo eso? Preguntó, su voz cargada de resentimiento.
11:26Me ha tratado como a un animal en una feria. ¿Por qué ese interés en mí? Siento que solo soy una
11:32pieza en su juego, una excusa para burlarse de vosotras y de vuestro esfuerzo. Catalina le puso
11:40una mano en el brazo, su tacto buscando transmitir una calma que ella misma no sentía. No lo sé,
11:48Adriano. No entiendo su juego, pero eres mucho más que una pieza. Eres el corazón de este proyecto.
11:55Y te juro que no permitiré que te utilice para hacernos daño. Pero mientras lo decía,
12:00una duda terrible se instaló en su corazón. ¿Y si para salvar la promesa, tuviera que sacrificar
12:08a la única persona que había creído en ella incondicionalmente? La pregunta quedó flotando
12:13en el aire, sin respuesta, como una premonición funesta. En otra ala del palacio, una oscuridad
12:21mucho más personal y violenta se estaba gestando. Lorenzo no necesitaba carruajes imponentes ni
12:28exigencias veladas para ejercer su tiranía. Su arma era la palabra, su veneno, la crueldad
12:36psicológica. Y su objetivo era curro. Encontró al joven en el despacho, organizando unos documentos
12:44para el marqués. La atmósfera se enfrío en cuanto Lorenzo cruzó el umbral. Se acercó a curro con su
12:52característica sonrisa depredadora, esa que nunca llegaba a sus ojos.
12:59Trabajando duro, sobrino. Dijo, su tono falsamente jovial. Es bueno verte tan, concentrado.
13:08Aunque a veces, esa concentración tuya me recuerda a la de tu madre. Eugenia era igual.
13:13Se obsesionaba con las cosas. Pequeños detalles, ideas fijas. Se perdía en su propio laberinto
13:21mental. Curro se tensó. Sus nudillos blanquearon al apretar la pluma. Sabía a dónde se dirigía la
13:28conversación. Era un camino tortuoso y familiar que Lorenzo disfrutaba recorriendo una y otra vez.
13:35No hable de mi madre, por favor. Pidió curro en voz baja, sin levantar la vista de los papeles.
13:46Lorenzo soltó una carcajada. ¿Por qué no? ¿Te incomoda? Es importante recordar el pasado para
13:51no repetir los mismos errores. Tu madre tenía esa fragilidad, una sensibilidad tan exquisita que
13:59acabó por quebrarla. ¿Sabes lo fácil que fue? Unas cuantas palabras susurradas al oído, una duda
14:07sembrada aquí, una verdad retorcida allá. Y su mente, su brillantemente, se convirtió en su propia
14:14jaula. Se volvió loca, curro, completamente loca. Y yo la vi desmoronarse, pieza por pieza.
14:23Levantó la barbilla de curro con un dedo, obligándole a mirarle. Los ojos del joven estaban
14:30llenos de una mezcla de odio y pánico. Tú tienes esa misma mirada a veces, susurró Lorenzo,
14:39su aliento fétido cerca del rostro de curro. Esa misma intensidad, ese mismo fuego al borde del
14:46descontrol. Ten cuidado, muchacho. La línea que separa la pasión de la locura es terriblemente
14:53fina. Y yo sé exactamente cómo empujar a alguien a cruzarla. Lorenzo se marchó, dejando a curro
15:00temblando, con el corazón martilleándole en el pecho y el eco de sus palabras resonando en su cabeza.
15:07La amenaza no era física, era algo peor. Era una promesa de aniquilación desde dentro.
15:13Desesperado, curro buscó a Ángela. La encontró en la rosaleda, podando unas flores con una delicadeza
15:21que contrastaba con la tormenta que él sentía por dentro. Al ver su rostro pálido y sus ojos
15:28desorbitados, ella soltó las tijeras de podar de inmediato. ¿Qué ocurre? ¿Ha sido él otra vez?
15:36Preguntó Ángela, su voz llena de una furia protectora. Curro asintió, incapaz de hablar
15:43al principio. Se sentó en un banco de piedra y enterró la cara entre las manos. Ángela se sentó
15:51a su lado, rodeándole los hombros con un brazo. Ha vuelto a hablar de mi madre. Consiguió decir
15:57finalmente, su voz ahogada. Me ha dicho, me ha dicho cómo la hizo enloquecer. Y me ha mirado
16:04como si yo fuera el siguiente. Ángela, no puedo más. Siento que me estoy asfixiando. Este palacio,
16:13sus paredes, me aplastan. Su presencia es un veneno que me está matando lentamente. Ángela
16:21lo abrazó con fuerza. Sentía los temblores que recorrían el cuerpo del hombre que amaba,
16:27y una resolución de acero se forjó en su interior. Ya habían hablado de ello, de la posibilidad de
16:34escapar, pero siempre había parecido un sueño lejano, una fantasía desesperada.
16:39Ya no. Entonces nos iremos. Dijo con una firmeza que sorprendió incluso a sí misma.
16:49Nos iremos de aquí, Curro. Lejos, donde su sombra no pueda alcanzarnos. Curro levantó la vista,
16:57en sus ojos una mezcla de esperanza y miedo.
17:02¿Irnos? ¿Pero a dónde? ¿Cómo? A Suiza. Respondió ella sin dudar. La palabra sonó exótica,
17:09segura, un remanso de paz en medio de su infierno. Mi prima trabaja allí, para una familia en Ginebra.
17:18Siempre me dice que necesitan gente. Es un país neutral, pacífico. Montañas, lagos. Un lugar
17:26donde nadie nos conoce, donde podemos empezar de cero. Juntos. La idea, antes un susurro,
17:35ahora era un grito de esperanza. La visión de una vida lejos de Lorenzo, lejos de las intrigas de la
17:41promesa, era un bálsamo para el alma herida de Curro.
17:45¿De verdad crees que podríamos? Preguntó él, atreviéndose a soñar. No solo creo que podríamos.
17:53Creo que debemos hacerlo, afirmó Ángela, tomando su rostro entre sus manos. Es nuestra única salida.
18:03La única forma de que estés a salvo, de que podamos ser felices. Lo planearemos en secreto.
18:09Poco a poco, reuniremos algo de dinero, lo imprescindible. Y una noche, sin que nadie se
18:17dé cuenta, desapareceremos. Y así, en el corazón de la hermosa Rosaleda de la promesa, bajo el sol
18:25de la tarde, Curro y Ángela comenzaron a tejer el plan de su huida. Cada detalle susurrado era un
18:33acto de rebelión. Cada mirada compartida, un juramento de lealtad. No era una rendición,
18:41era una declaración de guerra por su propia supervivencia. Estaban convencidos de que solo
18:46en la lejanía de Suiza encontrarían la paz que el palacio les negaba con tanta crueldad.
18:51La preparación de su silenciosa fuga había comenzado. En las cocinas y las dependencias
18:57del servicio, la tensión era de otra índole, pero no menos asfixiante.
19:03Pía y Ricardo se enfrentaban a su propio verdugo, Cristóbal. El mayordomo los había
19:09convocado a su despacho, un espacio pequeño y ordenado que bajo su mirada se convertía en
19:14una sala de interrogatorios. Cristóbal no perdió el tiempo en preámbulos. Su rostro era una máscara
19:22de fría desaprobación. He sido informado de vuestra relación, dijo la palabra relación cargada
19:30de desprecio. Una relación que contraviene todas las normas de decoro y profesionalidad
19:37de esta casa. Es inaceptable. Pía, siempre valiente, intentó defenderse. Señor Cristóbal,
19:46con todo el respeto, Ricardo y yo somos profesionales. Nuestros sentimientos personales no interfieren en
19:55absoluto con nuestro trabajo. Ah, no. Replicó Cristóbal, arqueando una ceja.
20:02¿Cree que soy ciego, sordo? Veo las miradas, los susurros. Generan habladurías, distraen al resto
20:09del servicio. Crean un ambiente de laxitud moral que no toleraré bajo mi supervisión. Ricardo dio un
20:17paso al frente, su expresión seria. Le aseguro, señor, que podemos ser discretos. Nadie tiene
20:25por qué saber nada. Cristóbal soltó una risa sin alegría. La discreción es un barco que ya ha
20:33zarpado. La situación es insostenible. Por tanto, os presento un ultimátum. Hizo una pausa, saboreando
20:42el poder que sus siguientes palabras les otorgarían. Uno de los dos debe abandonar la promesa. Decidid
20:50entre vosotros quién será. Tenéis hasta el final de la semana. Si para entonces no he recibido una
20:57renuncia, seréis despedidos ambos. El ultimátum fue como un golpe en el estómago. Perder su trabajo
21:05era una catástrofe, pero la idea de separarse era un dolor aún mayor. Salieron del despacho en
21:12silencio, aturdidos. Más tarde, se encontraron en la despensa, el único lugar donde podían hablar
21:19sin ser vistos. La desesperación era palpable en el aire. No podemos permitir que nos separe. Dijo Pía,
21:27con lágrimas de rabia en los ojos. Después de todo lo que hemos pasado. Tiene que haber otra
21:35manera. Murmuró Ricardo, pasándose una mano por el pelo. Quizás si hablamos con los marqueses. ¿Y
21:43qué les diremos? ¿Que el mayordomo nos despide por estar enamorados? Cristóbal tiene la autoridad.
21:51Alonso confía en él ciegamente. Nos pondríamos en una situación aún peor. Pía respiró hondo. Una idea
21:57desesperada formándose en su mente. Solo veo una salida. Tenemos que mentir. Ricardo la miró,
22:05confundido. ¿Mentir? Le diremos que hemos roto. Que hemos puesto fin a nuestra relación. Que hemos
22:12entendido la lección y que a partir de ahora solo seremos compañeros de trabajo. Su voz era firme,
22:19pero sus ojos suplicaban que él estuviera de acuerdo. Prometeremos una ruptura.
22:24Seguiremos viéndonos en secreto, con más cuidado que nunca. Es la única forma de salvar nuestros
22:31empleos y de seguir juntos. Ricardo odiaba la idea. Odiaba tener que rebajarse, que esconder su amor
22:39como si fuera algo vergonzoso. Pero al ver la determinación en el rostro de Pía, supo que tenía
22:46razón. Era un sacrificio necesario. De acuerdo. Dijo, tomando sus manos. Le diremos que hemos
22:55roto. Pero que le quede claro, Pía. Añadió, su mirada intensa encontrándola de ella. Que en mi
23:02corazón, nunca romperé contigo. La promesa de una ruptura falsa era su única arma. Una estrategia
23:11frágil contra un hombre que no parecía dispuesto a creer en nada que no fuera su propia y rígida
23:16visión del orden. El ultimátum seguía en pie, como una espada de Damocles pendiendo sobre sus cabezas.
23:26Poco después, Leocadia, cuya mente seguía envenenada por los celos, buscó a Cristóbal.
23:32Lo encontró revisando el inventario de la platería, su concentración absoluta. La ama de llaves sentía
23:40una necesidad imperiosa de entender, de desentrañar las motivaciones de aquel hombre complejo y hermético
23:46al que amaba. Cristóbal, dijo, su voz más suave de lo habitual. Él levantó la vista, y por un
23:55instante, su rostro se suavizó al verla. Pero rápidamente recuperó su máscara de impasibilidad.
24:03Sí, Leocadia, he oído lo de Pía y Ricardo. Tu ultimátum, lo observó atentamente, buscando
24:12cualquier atisbo de emoción. Pareces muy decidido a que uno de ellos se marche. Es una medida muy dura,
24:19casi, personal. La pregunta flotó entre ellos, cargada de subtexto. Lo que realmente estaba
24:27preguntando era, ¿hay algo en su felicidad que te molesta? ¿Te recuerda a la imposibilidad de la
24:32nuestra? Cristóbal dejó el paño con el que pulía una cuchara y la miró fijamente. ¿Personal? Es una
24:40cuestión de disciplina, Leocadia. Tú deberías entenderlo mejor que nadie. El amor no tiene
24:48cabida en el entorno laboral. Es una distracción, una fuente de caos. El amor es siempre una fuente
24:55de caos. Insistió ella, su voz temblando ligeramente. Él entendió la verdadera naturaleza de su
25:04interrogatorio. Se acercó a ella, asegurándose de que nadie pudiera oírlos. Lo nuestro es diferente.
25:12Susurró él, su voz grave y profunda. Lo nuestro vive en las sombras, precisamente para no generar
25:19ese caos. Pero es frágil, y la felicidad abierta y descarada de otros. Es un riesgo, nos ponen
25:27evidencia. Sus palabras, en lugar de calmarla, avivaron su miedo. Si la felicidad de otros era
25:35un riesgo, ¿qué significaba eso para ellos? Que su amor solo podía existir en la oscuridad,
25:41en el secreto, perpetuamente amenazado por la luz.
25:47La idea la llenó de una súbita oleada de pánico. Entonces, esto tiene que parar,
25:53dijo ella, con una urgencia que lo sorprendió.
25:55Todo, las cartas, las cartas que te he escrito. Tienes que destruirlas. La demanda lo golpeó con
26:04la fuerza de una bofetada. Las cartas de Leocadia eran su tesoro más preciado. En ellas,
26:12el ama de llaves estricta y controlada desaparecía, dando paso a una mujer apasionada, vulnerable,
26:18poética. Eran la prueba tangible de que lo que compartían era real, un ancla en el mar de secretos
26:26y mentiras que era su vida. ¿Destruirlas? Repitió él, su voz helada. ¿Por qué? Porque son un peligro,
26:36Cristóbal. ¿No lo ves? Si alguien las encontrara, sería nuestra ruina, la tuya y la mía. Sería el fin
26:43de todo. Por favor, te lo ruego, quémalas. Deshazte de ellas. Esperaba que él entendiera
26:52su miedo, que accediera por el bien de ambos. Pero la reacción de Cristóbal fue de una ferocidad
26:59inesperada. Su rostro se endureció. Sus ojos brillaron con una luz fría y posesiva.
27:05No, dijo, y la palabra fue tan cortante como el filo de una navaja. Jamás. Leocadia lo miró,
27:14incrédula. ¿Pero por qué? ¿No entiendes el riesgo? Entiendo perfectamente el riesgo.
27:22Replicó él, su voz baja pero vibrante de una intensidad contenida.
27:26Pero esas cartas no son solo papel y tinta. Son tuyas. Son mías. Son la única parte de ti que
27:34poseo por completo, sin reservas. Son la prueba de que en algún lugar, bajo todas estas capas de
27:42deber y de coro, existimos. Destruirlas sería como matarnos a nosotros mismos, Leocadia. Y me
27:51niego rotundamente a hacerlo. La negativa no era negociable. Leocadia se dio cuenta de que las cartas
27:59no eran solo un recuerdo para él. Eran un símbolo de su poder, de su posesión sobre ella.
28:06Se sintió atrapada, su propia pasión convertida en una jaula cuyas llaves guardaba él celosamente.
28:15La conversación, que había comenzado con celos por otra mujer, había terminado con la revelación
28:21de una verdad mucho más aterradora. Estaba a merced de los sentimientos de Cristóbal,
28:26y él no tenía ninguna intención de liberarla.
28:31Lejos de las intrigas románticas y de poder, Vera se enfrentaba a los fantasmas de un pasado
28:36que se negaba a permanecer enterrado. El reencuentro con su hermano Federico había
28:42sido un bálsamo y una herida al mismo tiempo.
28:44Se encontraron en un rincón apartado de los jardines, lejos de miradas indiscretas.
28:54El abrazo inicial fue sincero, cargado de años de anhelo y de una conexión fraternal
28:59que ni el tiempo ni la distancia habían podido borrar.
29:02Por un momento, Vera sintió una paz que no había experimentado en mucho tiempo. Vera Federico,
29:10una cara familiar, un trozo de su hogar perdido, la reconfortó profundamente.
29:15—¿Estás bien? —susurró Federico, apartándose para mirarla. —Tenía tanto miedo por ti.
29:24—¿Cuándo desapareciste? —Estoy bien —le aseguró Vera,
29:29aunque la palabra sonara hueca en sus propios oídos.
29:32—He encontrado un lugar aquí. Estoy a salvo. Pero la paz fue efímera,
29:38un espejismo en el desierto de su historia familiar.
29:41Pronto, las viejas diferencias, las heridas no cicatrizadas, resurgieron con una fuerza renovada.
29:51El motivo de la visita de Federico no era puramente fraternal.
29:55—No puedes seguir escondiéndote, verá —dijo él, su tono cambiando, volviéndose más serio, más insistente.
30:03—Lo que pasó, no puede simplemente borrarse. Hay consecuencias.
30:09—Padre, no menciones a nuestro padre —le cortó Vera, su voz repentinamente afilada.
30:16—Él es la razón por la que estoy aquí. Él es la razón de todo —Federico suspiró,
30:23el peso del mundo en sus hombros jóvenes.
30:25—Lo sé, pero las cosas no son tan sencillas. Hay deudas, hay promesas que se hicieron.
30:33—La gente pregunta por ti, verá —gente peligrosa, creen que sabes dónde está el dinero.
30:41El oscuro pasado familiar, una madeja de negocios turbios, deudas de honor y secretos
30:47inconfesables, se cernía sobre ellos. Vera había huido no sólo de un padre tiránico,
30:54sino de un mundo de sombras del que Federico, por lealtad o por debilidad, no había logrado escapar.
31:00—No hay ningún dinero —replicó Vera con amargura—. Él lo perdió todo, lo apostó,
31:08lo malgastó, lo quemó para alimentar su propio ego.
31:11—No queda nada, y yo no sé nada, ni quiero saberlo. He empezado una nueva vida aquí.
31:18—¿Una vida honesta, honesta? —se burló Federico,
31:23aunque sin malicia, sólo con la tristeza del que conoce la verdad.
31:27—¿Sirviendo en una casa de nobles? ¿Es esta la vida que querías? Tú, que siempre soñaste con.
31:34—Soñé con ser libre —exclamó Vera, su voz temblando de emoción contenida. Libre de él,
31:41de sus deudas, de su violencia. —Y aquí, por primera vez, siento que puedo respirar. Por favor,
31:50Federico, no traigas ese mundo aquí. Vete, di que no me has encontrado. Su súplica fue un golpe
31:58para Federico. Vio en los ojos de su hermana a la misma niña asustada que había intentado proteger
32:03años atrás. Pero también vio a una mujer decidida a sobrevivir a cualquier precio.
32:09—No puedo, Vera —dijo, su voz rota. No puedo dejarte sola, no otra vez, pero tampoco puedo
32:18protegerte si te niegas a enfrentar la realidad. Volverán a buscarte, y si te encuentran aquí,
32:24arrastrarás a toda esta gente contigo al abismo. El reencuentro que debía ser un consuelo se había
32:31convertido en una advertencia, en un recordatorio de que por mucho que corriera, su pasado siempre
32:37estaría un paso por detrás, esperando el momento oportuno para reclamarla.
32:42La breve paz de Vera se hizo añicos, reemplazada por el miedo helado que conocía también.
32:49Y en medio de todas aquellas tensiones, de amores prohibidos, huidas desesperadas,
32:55chantajes económicos y fantasmas familiares, Enora, la joven y optimista doncella, intentaba obrar un
33:03milagro. Su corazón bondadoso no podía soportar ver el abismo de dolor que separaba a Simona de su
33:10hijo, Toño. Convencida de que el amor y el perdón podían sanar cualquier herida, se había propuesto
33:19la Hercúlea tarea de reconciliarlos. No fue fácil. Simona estaba paralizada por la culpa y el miedo al
33:27rechazo. Toño, por su parte, estaba atrincherado detrás de un muro de resentimiento construido a lo
33:33largo de años de abandono. Pero la persistencia de Enora, su fe inquebrantable en la bondad de ambos,
33:41consiguió derribar sus defensas. Accedieron a encontrarse. Enora eligió el lugar con cuidado.
33:49Un pequeño cenador en la parte más tranquila del jardín, cubierto de jazmín en flor cuyo aroma dulce
33:55y embriagador parecía invitar a la paz. Llevó a Simona primero, que retorcía su delantal con manos
34:02temblorosas, y si no quiere escucharme. Susurró Simona, sus ojos llenos de angustia.
34:10Y si solo ha venido para decirme a la cara cuánto me odia. No lo hará. La tranquilizó Enora, apretando su
34:18mano. Debajo de todo ese dolor, está el niño que te quería, Simona. Solo tienes que encontrarlo.
34:28Háblale desde el corazón. Cuando Toño llegó, el aire se cargó de una electricidad casi dolorosa.
34:36Se detuvo a unos metros del cenador, su rostro o una máscara de dureza que apenas ocultaba su
34:41nerviosismo. Madre e hijo se miraron, y en ese instante, 20 años de silencio, de reproches no
34:50dichos y de amor perdido pesaron sobre ellos. Enora, sintiendo que su trabajo allí había terminado,
34:57se retiró discretamente, dejando que se enfrentaran a su pasado a solas.
35:03El silencio se prolongó durante lo que pareció una eternidad. Fue Simona quien lo rompió, su voz
35:10apenas un susurro quebrado. Toño, hijo mío. La palabra hijo pareció golpear a Toño. Dio un paso,
35:19y luego otro, hasta que estuvo frente a ella. He venido porque esa muchacha, Enora, es más
35:27insistente que una mula. Dijo, su tono áspero, defensivo. Pero no sé qué esperas de mí. Simona
35:36levantó la vista, y las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo comenzaron a rodar
35:41por sus mejillas. No espero que me perdones. Sé que no lo merezco. Abandonarte fue lo peor que he hecho
35:50en mi vida. No hay un solo día en que no me haya arrepentido. No hay una sola noche en la que no haya
35:57rezado por ti. Las oraciones no llenan un estómago vacío, madre, replicó Toño, aunque su voz vaciló
36:05ligeramente. Ni abrigan del frío. Crecí solo. Crecí pensando que no era digno de que mi propia madre
36:14me quisiera. No, exclamó Simona. El dolor en su voz era una herida abierta. Nunca fue por eso.
36:23Te quería más que a mi vida. Y precisamente por eso me fui. Tu padre, se detuvo, incapaz de
36:31pronunciar las palabras. Yo no podía darte una vida digna. Pensé, pensé que estarías mejor sin
36:38mí. Fue una decisión cobarde y estúpida. La de una niña asustada, no la de una madre.
36:44Y he pagado por ello cada día de mi vida. Vio el dolor en los ojos de su hijo, el mismo dolor que
36:53ella llevaba grabado en el alma. Dio un paso vacilante y, con una mano temblorosa, le rozó
37:00la mejilla. Toño se estremeció, pero no se apartó. Eres un hombre hecho y derecho. Dijo ella, su voz
37:08llena de un orgullo lastimero. Y yo me lo he perdido todo. Me perdí tus primeros pasos, tus
37:15primeras palabras. Me perdí al niño para encontrarme con el hombre. Y todo lo que quiero, Toño, antes de
37:23que sea demasiado tarde, es que sepas que te quise. Que te quiero con toda mi alma. Las lágrimas ahora
37:31también corrían por el rostro de Toño, derribando el muro de rencor ladrillo a ladrillo. Tantos años
37:38de rabia se disolvían ante la cruda y palpable agonía de su madre. En sus ojos no vio a la mujer
37:44que lo abandonó, sino a una víctima de las circunstancias, una mujer rota que había tomado
37:49la peor decisión por las razones equivocadas. No hubo un abrazo inmediato, ni palabras de perdón. El
37:57camino hacia la reconciliación sería largo y lleno de obstáculos. Pero en aquel cenador
38:04perfumado de jazmín, en medio de un palacio lleno de sombras, se había encendido una pequeña llama de
38:10esperanza. Por primera vez en 20 años, madre e hijo estaban en el mismo lugar, compartiendo el mismo
38:18dolor, y quizás, solo quizás, comenzando a encontrar el camino de vuelta el uno al otro. Y así, el día
38:27llegaba a su fin en la promesa, dejando tras de sí un reguero de batallas libradas y otras tantas por
38:32comenzar. Cada habitante se retiraba a sus aposentos, pero no a descansar, sino a velar sus armas para el
38:40día siguiente, conscientes de que en aquel laberinto de pasiones, ambiciones y secretos, la paz era solo
38:47la breve pausa entre una guerra y la siguiente.
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