Nacido en Monterrey en 1958, Eko de Garza ha forjado una trayectoria artística tan extensa como provocadora. Desde sus primeras colaboraciones a los 12 años ilustrando textos de Carlos Monsiváis hasta sus exposiciones en Nueva York, París y La Habana, su obra -dibujo, grabado e ilustración- funciona como espejo de la condición humana. Discípulo de Bartolí y Vlady, heredó el rigor técnico de Durero y Rembrandt, pero lo subvirtió para explorar el deseo, el drama social y los monstruos interiores. Rechazando el arte decorativo, su estética desnuda realidades incómodas con trazos impecables y contenido disruptivo. Para este nómada del arte, la creación es un uróboro: ciclo infinito donde el artista bebe de sus obsesiones para reinventar la tradición. Su legado, expuestos en templos sagrados y otros espacios, sigue desatando escándalos y revelando verdades colectivas.
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