00:00Nino, con la barriga llena de deliciosa pizza de la esquina pizzera, salió del local con una sonrisa
00:11de satisfacción. ¡Qué bien sienta una buena pizza! Después de un largo día pensó. Se estiró, listo
00:19para recoger su bicicleta y volver a casa. Pero al llegar al lugar donde creía haber aparcado su bici,
00:25horror, no encontraba las llaves del candado. Buscó en todos sus bolsillos, bajo su pequeño bombín negro
00:32incluso dentro de su boca. Nunca se sabe, pero nodo. Mis llaves, mi preciosa bicicleta, ¿cómo volveré a
00:40casa ahora? Se lamentó. Nino con los ojos llenos de lágrimas. Azules, claro, por la tristeza. Empezó a
00:48imaginar las peores situaciones. Tener que caminar kilómetros, perderse en la ciudad, incluso llegar
00:55tarde a su programa favorito de televisión. De repente, Nino se detuvo en seco parpadeo un par
01:01de veces y se rascó la cabeza con una de sus pequeñas manos. Un momento, se dijo a sí mismo,
01:08¿bicicleta? ¿candado? Nino miró a su alrededor, intentando recordar, y entonces, la verdad le golpeó
01:16como un rayo. Nino no había venido en bicicleta a la pizzería, había llegado caminando. Ni siquiera
01:22tenía bicicleta. Nino se golpeó la frente con la palma de la mano. ¿Soy el camaleón más despistado
01:29del mundo? exclamó, con la cara roja de vergüenza. Pero la vergüenza duró poco, Nino soltó una
01:36carcajada. ¿Qué más da? pensó. Tengo una barriga llena de pizza y una preciosa ciudad para explorar
01:43a pie. Y con una sonrisa, Nino, el camaleón comenzó su camino de vuelta a casa disfrutando
01:49del paseo y riéndose de su propia torpeza. Quizás, pensó, mañana se compraría una bicicleta,
01:56siempre y cuando recordara dónde la dejaba.