El monarca del capitalismo del poder americano, al que ha llegado precisamente negando el Estado, impone ahora una de las herramientas más poderosas del propio Estado: las fronteras proteccionistas e intimidatorias al comercio. Por cierto, con el silencio de los liberales y ultraliberales, que han defendido siempre la presencia y la victoria del mandatario norteamericano.
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