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  • hace 16 años
La TMS estimula el cerebro por medio de una bobina magnética mantenida fuera del cráneo que puede ser movida sobre diferentes partes del cerebro. Los campos magnéticos creados por la bobina inducen corrientes eléctricas diminutas dentro del cráneo que alteran la actividad de las vías neurales, estimulando o inhibiendo la actividad en partes del cerebro.
La técnica ha sido usada principalmente como una herramienta de investigación para estudiar cómo reacciona el cerebro sano a lesiones, pero se ha comenzado a explorar su posible uso para el tratamiento de depresiones, epilepsia, apoplejía y enfermedad de Parkinson. Algunos estudios ya han demostrado efectos beneficiosos potenciales en la terapia con la TMS. La TMS tiene la ventaja de no ser invasiva, y puede efectuarse ambulatoriamente, sin necesidad de hospitalización. Sin embargo, el inconveniente era que la TMS convencional producía efectos neurológicos transitorios que raramente duraban más de 30 minutos. Con el nuevo método, se pueden lograr efectos más potentes y prolongados. El equipo del profesor Rothwell adaptó la técnica aplicando patrones diferentes de pulsos magnéticos repetitivos a los cueros cabelludos de voluntarios, durante un período de 20 a 190 segundos. Los pulsos fueron apuntados a la corteza motora que controla la respuesta muscular, ya que los efectos en la corteza motora pueden ser medidos objetivamente registrando la cantidad de respuesta eléctrica del músculo a la estimulación.

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Aprendizaje

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