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  • hace 6 años
Él es Sam y odia los lunes. “¿Y quién no?”, preguntarás. Bueno, tienes razón, todos los odian. Pero a veces Sam cree que está maldito: todo lo malo que debería ocurrirle durante la semana le ocurre los lunes. Al mismo tiempo.

En primer lugar, hay un problema con el que seguro todos nos sentimos familiarizados: el comienzo de una nueva semana escolar. ¡Y Sam aún no descansó lo suficiente de la anterior! Su problema es que los lunes tiene todas las clases en las que le va mal. Física, matemática, ciencia y, por supuesto, educación física. Lo cierto es que tiene un poco de sobrepeso y es bastante torpe. La humillación comienza en los casilleros, donde parece que todos lo miran y se ríen mientras él se cambia. ¡Y luego es siempre el último en todos los ejercicios! Deberías verlo trepando a la cuerda. Su marca personal es un metro y medio, lo que es… bueno, patético. Y una vez más todos se ríen.

Ya entenderás por qué se despierta los lunes deprimido y rezando haberse enfermado la noche anterior. Eso le ocurrió solo dos veces en la vida, y aún recuerda esos lunes como los días más felices de su vida. ¡Sus fracasos semanales se pospusieron, hurra! Desafortunadamente, eso fue hace años. Así que los lunes Sam se despierta y ya está temblando ante la idea de la humillación escolar. Y, por ser torpe, comienza a arruinar las cosas desde el primer paso. Derrama su vaso de jugo sobre su camiseta durante el desayuno, así que debe cambiarse, por lo que llega tarde a la escuela. Para cuando sale de casa y camina un buen trecho, se da cuenta de que olvidó su mochila.

O quizás ocurren otras cosas. Por ejemplo, al estar llegando tarde, decide correr a la escuela y se tuerce el tobillo; cosa que es bastante dolorosa, pero no lo suficiente como para faltar a educación física. Como si fuera poco, su clase de deportes será peor de lo normal, por más que eso suene imposible. A lo largo del día hace otras cosas estúpidas y descuidadas que provocan que todos se rían de él. Se siente avergonzado y empeora todo. Es su círculo vicioso de los lunes, y nunca logra salir de él. Puede que creas que todo ese fiasco se termina cuando llega a casa. Te equivocas. Lo esperan sus padres, llenos de ansias de educarlo.
No creas que Sam no quiere a sus padres. Son muy buenos y entusiastas. Bueno… quizá demasiado entusiastas, en su opinión. Los dos trabajan mucho, su papá es piloto y su mamá azafata. Tienen diferentes horarios, así que no se ven con tanta frecuencia. Pero el lunes es su día libre, por lo que han decidido dedicar ese día a la familia, lo cual no está nada mal. Pero los dos tienen personalidades particulares y opiniones diferentes a la hora de criar hijos. Eso significa que discuten constantemente sobre lo que Sam debería y no debería hacer. No es raro que le den instrucciones que se contradicen entre sí y que debe hacer EN ESE MISMO MOMENTO. Siempre acaba en conflicto.

A veces Sam les pregunta por qué n

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