Desarrollo del lenguaje: Del balbuceo a la holofrase

  • hace 16 años
A partir de los seis meses se produce un balbuceo constante, con control auditivo, curvas de entonación, ritmo y tono de voz variados e imitación mutua de sonidos. La simple repetición deja paso la una nueva modalidad de intercambios. Las emisiones propias y ajenas estimulan el niño. Se inicia la etapa de la ecolalia. En este período se pode distinguir entre expresiones vocales y verbales. Las primeras hacen referencia a sonidos sin significación, y las segundas anticipan los repertorios de sonidos correspondientes a la lengua materna.
Entre los 12-18 meses, tiene lugar un profundo desarrollo fonológico (los primeros fonemas: /m/, /p/, /b/, /t/, /d/, /l/, /n/ y las vocales); aparecen las primeras palabras, que suelen ser monosílabos reduplicados (mama, papa, tata) y palabras onomatopéyicas, es decir, designan los objetos por el ruido que hacen (guauguau = "perro"). Estas primeras palabras, que normalmente son sustantivos, responden a estados afectivos y tienen un significado más amplio que la simple referencia. Con ellas se expresa todo el significado de una frase. Esta es una característica del vocabulario infantil; son las llamadas palabras-frase, que dan nombre la esta etapa: período holofrásico u holofrástico. Así, como por ejemplo, puede decir papa, cuándo ve su padre, cuándo su padre sale o cuándo ve un objeto que le pertenece. Su articulación de los fonemas del lenguaje aun no es la correcta, y pueden aparecer confusiones (dopo por roto, ti por sí, etc.), y omisiones, por no pronunciar todas las sílabas (pato por zapato, ota por pelota). Su comprensión es mejor que la suda expresión; comprenden más lenguaje de la que pueden usar. Utilizan el lenguaje, fundamentalmente, para pedir algo que satisfaga sus necesidades o para reclamar la atención del adulto.

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