“La solución a la problemática social está en el desarrollo de la educación”
- hace 6 años
El mundo se mueve sobre sueños y realidades. Es una idea axiomática que cada vez abre más espacio a quienes se atreven a construir su futuro partiendo de sus habilidades y destrezas propias.
La clave dentro de esa visión es la educación. No conozco a gente de éxito que no crea en el aprendizaje como vehículo adecuado para encontrar nuevos caminos. Quienes triunfan cultivan habilidades específicas y se educan para alcanzar metas lejanas y complejas, reservadas solo para quienes hacen los méritos suficientes como para triunfar y tomarlas.
Por esa razón es importante insistir en algo que todos sabemos hace mucho tiempo pero que no atendemos por alguna extraña razón, la solución a la problemática social descansa en el desarrollo de la educación. No basta con buscar procesos de ampliación de cobertura, sino ya es tiempo de que las políticas de los países contemplen la búsqueda de la excelencia. Este paso clave permitirá a los países contar con recursos que hoy no tienen para buscar soluciones que no han logrado alcanzar.
Más no debemos perder la lógica a seguir para privilegiar la educación como ruta para solventar la crisis de los países en proceso de desarrollo y aún los desarrollados. Hay que hacer un diagnóstico estratégico de la problemática que se debe enfrentar y crear las herramientas educativas y administrativas necesarias para resolver esos desafíos.
La educación no debe ser enfocada como un requisito para ser vistos como países en ruta de desarrollo. Es mucho más que eso y debe ser considerada como un recurso para resolver y hacer una política pública y privada exitosa. Sin variar el enfoque tradicional, se seguirán mejorando los estadísticas de cobertura a lo horizontal pero no se notarán los cambios en cuanto hacer de ésta un vehículo para que los países salgan del rezago.
La educación es un recurso para enfrentar el subdesarrollo en el mediano y largo plazo. Quizá por ello no representa para los políticos una inversión atractiva porque su efecto en el desarrollo se diluye en el tiempo y genera pocos votos. Sin embargo, la experiencia de varias naciones del mundo apunta hacia un rumbo definido: quienes están mejor desarrollados en materia educativa, tienen una mejor posición ante el mundo.
La clave dentro de esa visión es la educación. No conozco a gente de éxito que no crea en el aprendizaje como vehículo adecuado para encontrar nuevos caminos. Quienes triunfan cultivan habilidades específicas y se educan para alcanzar metas lejanas y complejas, reservadas solo para quienes hacen los méritos suficientes como para triunfar y tomarlas.
Por esa razón es importante insistir en algo que todos sabemos hace mucho tiempo pero que no atendemos por alguna extraña razón, la solución a la problemática social descansa en el desarrollo de la educación. No basta con buscar procesos de ampliación de cobertura, sino ya es tiempo de que las políticas de los países contemplen la búsqueda de la excelencia. Este paso clave permitirá a los países contar con recursos que hoy no tienen para buscar soluciones que no han logrado alcanzar.
Más no debemos perder la lógica a seguir para privilegiar la educación como ruta para solventar la crisis de los países en proceso de desarrollo y aún los desarrollados. Hay que hacer un diagnóstico estratégico de la problemática que se debe enfrentar y crear las herramientas educativas y administrativas necesarias para resolver esos desafíos.
La educación no debe ser enfocada como un requisito para ser vistos como países en ruta de desarrollo. Es mucho más que eso y debe ser considerada como un recurso para resolver y hacer una política pública y privada exitosa. Sin variar el enfoque tradicional, se seguirán mejorando los estadísticas de cobertura a lo horizontal pero no se notarán los cambios en cuanto hacer de ésta un vehículo para que los países salgan del rezago.
La educación es un recurso para enfrentar el subdesarrollo en el mediano y largo plazo. Quizá por ello no representa para los políticos una inversión atractiva porque su efecto en el desarrollo se diluye en el tiempo y genera pocos votos. Sin embargo, la experiencia de varias naciones del mundo apunta hacia un rumbo definido: quienes están mejor desarrollados en materia educativa, tienen una mejor posición ante el mundo.