La cronobiología deportiva es aquella área del conocimiento que se encarga de investigar a qué hora del día los atletas se desempeñan mejor y como varía el rendimiento en distintos horarios. Pero también indaga como se modifica esta performance ante rigurosas condiciones de laboratorio. Hay abundante evidencia científica que en los deportes en series eliminatorias, semifinales y finales, son más frecuentes los quiebres de records al final de la tarde y primeras horas de la noche, algo que también se aprecia en el tiempo de reacción visual y auditiva ante requerimientos de velocidad, lo que coincide en el ciclo circadiano con la hora de mayor temperatura corporal. Para muchos esto se explica por que para cada aumento en el grado centígrado de temperatura, la velocidad de conducción nerviosa se incrementa 2,4 metros/segundo en individuos sanos y normales. En carreras de muchos kilómetros de ciclismo por etapas, el rendimiento en atletas jóvenes muestra la mayor eficiencia metabólica y la técnica en horas de la tarde respecto de la mañana. En el ámbito de la fuerza, hay coincidencia en que su máxima manifestación concuerda con el momento en que el sol se encuentra en su zenit, que es cuando más alta esta la testosterona libre en sangre, mientras que en hora de madrugada, cuando habitualmente dormimos, y la melatonina se encuentra alta y la testosterona baja, los niveles de fuerza decaen significativamente. En cuanto a la ejecución mental, aritmética y memoria a corto plazo, son mejores en la mañana temprano, y dado que variables cognitivas se abordan mejor en ese momento, sería una referencia de interés describir planteos táctico-estratégicos en estas horas ya que en esos momentos del día se encuentran los niveles máximos de las facultades cognitivas del atleta, del pico del humor, del estado de ánimo y de la capacidad de trabajo intelectual. Siendo así, sería mejor opción postergar para la tarde la mayoría de los esfuerzos que procuran potenciar las capacidades estrictamente físicas. Otra observación interesante es que las operaciones cognitivas tienen una tendencia de disminuir en las primeras horas después del almuerzo, aun no habiendo ingerido cantidad significativa de alimentos, por lo cual no sería buen momento para reflexiones táctico-estratégicas, ni requerimientos de puntería, equilibrio o precisión.