Hasta hace bien poco, no sabíamos demasiado sobre la inteligencia de los Canis lupus familiaris, ni sobre cómo ven el mundo. Pero en los últimos años, las investigaciones en este campo se han acelerado y se ha podido comprobar que sus capacidades cognitivas se asemejan a las de un niño. En la Odisea, Ulises regresa a la isla de Ítaca veinte años después de haber partido para luchar en la guerra de Troya. Para que nadie sepa quién es, se disfraza de mendigo, pero Argos, su viejo perro, le reconoce al instante. Al margen de leyendas o anécdotas literarias, ¿qué ha averiguado la ciencia sobre la memoria canina? Desde principios del siglo XX se sabe que los canes poseen una capacidad prodigiosa para retener y recuperar información. Por ejemplo, un border collie superdotado llamado Chaser, de Carolina del Sur, reconoce más de mil objetos por su nombre. Además, los recuerda meses después. Los experimentos, efectivamente, demuestran que asimilan vocabulario de una manera semejante a los niños: mediante la inferencia y la exclusión. Algunos perros incluso son capaces de relacionar las etiquetas abstractas con objetos concretos. Si a un ejemplar le enseñas la palabra balón y escondes uno entre muchas otras cosas, irá a por él cuando lo nombres en voz alta. Pero si luego lo retiras y vuelves a exclamar “¡balón!”, y esta vez tiene que encontrar una pelota de tenis, entonces deduce que te refieres a la misma categoría y escoge la opción correcta.