Psicologia infantil: Autocontrol y mentiras (Resistencia a la tentacion)

  • hace 8 años
En los años 60 del siglo pasado, Mischel decidió someter a un grupo de preescolares -hijos de profesores de la Universidad de Berkeley, donde por aquel entonces investigaba- a una tentación digna del propio Homero. La tentación era la siguiente: la niña o el niño se quedarían solos en una habitación sin distracciones con una golosina delante. El científico, que previamente había pasado un buen rato jugando y construyendo una relación de confianza con el niño, le decía que podía comerse la golosina ahora o esperar hasta que éste regresara y entonces tendría dos golosinas. En cualquier momento, el investigador remarcaba, el niño podía hacer sonar una campanilla que traería de vuelta al adulto. A través de un espejo y con videocámara, los científicos observaban el comportamiento del sujeto y medían el tiempo que tardaba en caer ante la tentación o darse por vencido y hacer sonar la campanilla. Este experimento se conoce como El Test de la golosina, y así se titula el libro que Mischel acaba de publicar en España (ed. Debate). Igual que con la belleza del canto de las sirenas, no se dejen engañar por su aparente sencillez, ya que tuvo y sigue teniendo un gran poder. En una época en la que no había imágenes de resonancia magnética funcional, el test de la golosina permitió a Michel medir un aspecto de la función ejecutiva del cerebro.

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