Su silla de ruedas automática había perdido el control sin causa aparente. De repente, el sujeto, sin poder evitarlo, cayó a las vías del metro subterráneo de Washington, a pocos minutos de perder la vida atropellado por el tren, dos sujetos calificados como héroes anónimos y buenos samaritanos corrieron en auxilio del hombre.
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