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  • hace 14 años
Como un eco lejano, suspendido en el tiempo y de repente percibido, el arte prehistórico conservado en abrigos naturales hoy nos sigue atestiguando que sus autores percibieron lo trascendente. Las pinturas rupestres son como un decorado sin texto teatral en un escenario vacío sólo iluminado por las débiles luces de la conjetura; no hay vestuario, ni partitura musical ni siquiera un triste programa de mano, nada: sólo nos quedan el decorado y el silencio de siglos. Ni siquiera conocemos a ciencia cierta cómo debemos aplicar la palabra "religión" a un "santuario" que consiste en un abrigo natural decorado con grabados y pinturas de las que sólo conocemos su antigüedad aproximada, y, en algunas ocasiones, la composición del colorante. En cuanto al artista, sólo podemos ceñirnos a las manifestaciones y preocupaciones que, en apariencia, sobrepasen el orden natural de la mera subsistencia.

Categoría

📚
Aprendizaje
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