Sus aviones se quedaron definitivamente en tierra, este viernes, tras suspender el Gobierno de Budapest el apoyo financiero a la empresa, nacionalizada hace dos años.
Unas ayudas que la Unión Europea había obligado a devolver por ir contra la libre competencia.
Con 2.600 empleados acumula una deuda de 60.000 millones de florines, unos 200 millones de euros.
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