Oxitocina: Perros en la carcel

  • hace 13 años
Para generar empatía, nada mejor que comunicarnos con el tacto. Ser capaces de transmitir un mensaje empático, que trascienda más allá de las palabras y supere las barreras de lo puramente conceptual, encuentra su herramienta aliada en algo tan simple como el contacto físico. La oxitocina, esa maravillosa hormona que nos sitúa en el umbral físico del placer, es la responsable de que los vínculos emocionales entre las personas se consoliden, afianzando la relaciones de empatía mutua. La puesta en marcha de terapias asistidas por animales de compañía en centros carcelarios supone una buena herramienta para lograr estos objetivos. Detrás de las rejas, el mundo exterior deja de existir. Las interacciones de los presos con la sociedad quedan relegadas a contactos ciertamente escasos y muy controlados. Pero la privación de libertad descubre su lado más amable gracias a la fuerte convicción de que el aislamiento se dirige en esencia a rehabilitar a los reclusos