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  • 14/3/2011
Veinticinco mil personas viven en la aldea de los mosuo, al sudoeste de China. Allí las mujeres tienen el poder, pero los hombres no se quejan: cargan con pocas responsabilidades y trabajan menos que ellas. Como en otras comunidades matriarcales, no hay violencia; son comunes el buen trato y la hospitalidad
En esta comunidad de unos veinticinco mil miembros, el poder está en manos de las mujeres. Son ellas las únicas propietarias. La herencia se transmite de madre a hija, lo que implica que en la región no existen hombres con casa propia. Tanto los hombres como las mujeres cambian de amantes con frecuencia. Por las noches se reúnen alrededor de una fogata y danzan en círculo entonando canciones de su propio folklore. La mujer que esté interesada en alguno de sus compañeros se le acerca y, mientras bailan, le aprieta tres veces seguidas la mano. Esa es la señal para que el candidato sepa que puede llamar a su puerta esa noche.

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