El volcán Etna, situado en la isla italiana de Sicilia, ha vuelto a entrar en erupción, ofreciendo un espectáculo tan imponente como inquietante. Desde primeras horas de la mañana, el coloso siciliano ha expulsado una densa columna de ceniza que se eleva varios kilómetros sobre sus laderas, actualmente cubiertas de nieve debido a las bajas temperaturas invernales. El contraste entre el blanco del paisaje y la nube oscura que brota del cráter ha captado la atención de residentes y visitantes, aunque las autoridades han pedido evitar acercarse a la zona por precaución. Ante la intensidad del fenómeno y el riesgo que suponen las partículas volcánicas para la navegación aérea, se ha activado el nivel más alto de alerta para la aviación, una medida que implica un seguimiento constante de la evolución de la erupción. Por el momento, los aeropuertos cercanos, incluido el de Catania, continúan operativos, aunque no se descartan posibles restricciones o desvíos si la ceniza alcanza las rutas de vuelo. El Etna, considerado uno de los volcanes más activos del mundo, mantiene una actividad frecuente que rara vez provoca daños graves, pero que sí obliga a extremar la vigilancia debido a su imprevisibilidad.
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