Me preguntan ustedes si estoy contento por cómo está evolucionando la situación política en España y la respuesta es un rotundo NO.
Yo soy de natural optimista. Fui un niño feliz, disfruté de mi adolescencia, me acuerdo con cariño del internado y hasta en la mili, donde tantos lloraban como magdalenas, lo pasé bien.
Tengo una familia estupenda, he vivido con intensidad y ahora, desde Periodista Digital, repartiendo estopa a diario, lanzando estos sermones y capitaneando esta tropa indómita en la que pelean Bertrand Nodongo, Josué Cárdenas y otros veinte, me estoy divirtiendo más que un gorrino en un patatal.
Creo que sacamos a patadas a Sánchez de La Moncloa en cuanto tengamos la oportunidad de votar, pero no estoy nada satisfecho con la forma en que la oposición, el centro-derecha, VOX y PP están planteando las cosas.
No basta esperar sentado a que la acumulación de enfados, las instrucciones de unos cuantos jueces dignos y la batalla cotidiana de los escasos periodistas no atados al pesebre sanchista liquiden al marido de Begoña.
Digan lo que digan las encuestas, hay que apretar.
No es suficiente con reseñar cada día la tentacular corrupción del PSOE, las mentiras de su amo, los putiferios y las mordidas.
Es imprescindible un proyecto, dibujar un horizonte ilusionante y eso exige que Feijóo y Abascal aparquen las miserias, alcen la vista y pongan a España muy por encima de sus mezquinos intereses.
Están moralmente obligados a plantear conjuntamente a la ciudadanía, abrasada por ocho años de sectarismo, antiespañolismo, estulticia y ocurrencias, una decena de puntos básicos —en vivienda, educación, inmigración, impuestos, gasto público, etc.— que despierten y animen al electorado.
No hacerlo, además de estúpido, entraña el inmenso riesgo de que el trilero Sánchez, con los proetarras de Bildu, los zarracapastrosos de Podemos, Sumar, ERC, Compromís y BNG —, más los meapilas del PNV y los xenófobos de Junts, nos la vuelvan a meter doblada.
Por cierto que este domingo convoca el golpista Puigdemont al núcleo duro de Junts y como la prensa ha soltado que van a dar un ultimátum de siete días a Sánchez y romper con el PSOE si no cumple, en Génova 13, que es donde está la sede central del PP, se han puesto muy alegres.
Otro error… con Puigdemont y su cuadrilla, como pasa con el PSOE, no se puede ir ni a recoger billetes de 500 euros.
Ya están todas las cartas boca arriba y si de verdad deseamos una Nación mejor y distinta, hay que ir a por todas, sin descanso, sin buscar atajos o malolientes aliados coyunturales y tener claro que además de echar a Sánchez, hay que meterlo en la cárcel y darle la vuelta a España como a un calcetín.
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