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00:00Catalina contacta a Adriano. Leocadia tienta a Curro. Miércoles 15 de octubre, La Promesa
00:11pisa el acelerador. Leocadia lanza un hórdago a Curro y le propone ayudar a que Ángela
00:16se case con Beltrán para esquivar a Lorenzo. Una jugada tan audaz como peligrosa.
00:23Vera continúa distante, helando a quien intenta acercarse, mientras en el hangar Manuel, Enora
00:29y Toño celebran por fin el diseño de su nuevo motor. La esperanza ilumina el palacio con
00:36la inesperada recuperación de Petra, pero el golpe llega para Beltrán al saber del compromiso
00:41de Ángela con Lorenzo. Y cuando Adriano empieza a recomponerse, una carta de Catalina irrumpe
00:48para descolocarlo todo. ¿Qué revelará ese mensaje y qué decidirá Curro cuando todo
00:54dependa de él? El miércoles 15 de octubre amaneció en La Promesa bajo un cielo de un
00:59gris perlado, un velo lechoso que parecía absorber los sonidos y colores del otoño,
01:04sumiendo la finca en una quietud expectante.
01:09Era una de esas mañanas en las que el aire mismo parece contener la respiración, presagiando
01:14tormentas que aún no se divisan en el horizonte, pero cuyo peso ya se siente en el alma.
01:19Dentro de los muros del palacio, esta sensación era casi palpable, una corriente subterránea
01:26de tensiones y anhelos que conectaba a señores y sirvientes en un invisible tapiz de destinos
01:31entrelazados. En la soledad de su habitación, Adriano se movía como un fantasma entre sus
01:38propios recuerdos. Los días transcurridos desde la partida de Catalina se habían estirado
01:44en una eternidad de melancolía, un tiempo sin tiempo donde cada hora era una repetición
01:49de la anterior. Intentaba, con un esfuerzo que le agotaba el espíritu, encontrar un asidero
01:56en la rutina, una razón para levantarse cada mañana más allá del llanto de sus hijos,
02:01un sonido que era a la vez su ancla y su condena. Pero el vacío que Catalina había dejado
02:08era un abismo voraz que devoraba cualquier atisbo de paz. Mientras tanto, en los pasillos
02:15y salones donde el poder se susurraba y las alianzas se tejían con hilos de seda y veneno,
02:20Leocadia Figueroa observaba el tablero de juego con la paciencia de un depredador.
02:26La inminente boda de su hija Ángela con el capitán Lorenzo de la Mata era una jugada
02:30que ella misma había forzado, un sacrificio necesario en el gran altar de sus ambiciones.
02:35Sin embargo, la palpable desdicha de su hija y la aparición de un nuevo e inesperado factor,
02:43el joven y encantador Beltrán, le habían hecho reconsiderar su estrategia.
02:49Leocadia no era mujer de un solo plan. Siempre tenía una alternativa, una puerta trasera,
02:55una daga oculta bajo el corsé. Y esa mañana, había decidido que era el momento de mover
03:02su pieza más impredecible, el lacayo curro. El destino de Ángela pendía de un hilo,
03:09y la joven lo sentía como una soga al cuello. Su corazón, que tímidamente había empezado
03:16a latir al compás de las sonrisas de Beltrán, se encogía de terror ante la idea de pertenecer
03:21a un hombre como Lorenzo. No muy lejos, Beltrán, ajeno a la tormenta que se cernía sobre la mujer
03:29que había comenzado a iluminar sus días, caminaba por los jardines con la ingenua alegría
03:34de un hombre que cree haber encontrado el principio de una hermosa historia, sin saber
03:38que el final ya había sido escrito por otros. En el bullicio de la zona de servicio, otro tipo
03:45de tempestad se gestaba, una mucho más silenciosa pero igualmente desoladora. Vera, la doncella
03:52de enigmático pasado, se había envuelto en un capullo de frialdad. Sus ojos, antes curiosos
04:00y vivaces, eran ahora dos pozos de indiferencia que repelían cualquier intento de acercamiento.
04:07Lope, María Fernández, Yana, todos habían chocado contra el muro de hielo que había erigido
04:13a su alrededor, un muro que no sólo la aislaba a ella, sino que dejaba una estela de desconcierto
04:18y dolor en quienes genuinamente se preocupaban por su bienestar. Pero no todo era oscuridad
04:25en la promesa. En una de las alcobas del ala del servicio, un milagro silencioso estaba
04:30a punto de ocurrir. Petra, la fiel y a menudo temida ama de llaves, llevaba días suspendida
04:37entre la vida y la muerte, su cuerpo consumido por la fiebre y la infección. A su lado, una
04:45vigilia casi permanente se había establecido, un círculo de rostros preocupados que rezaban
04:50por su recuperación. Y en esa mañana gris, sus plegarias estaban a punto de ser escuchadas.
04:57Lejos del drama humano, en el hangar que se había convertido en un santuario de la ingeniería
05:02y la ambición, el olor a aceite y metal se mezclaba con una euforia contenida. Manuel,
05:10el heredero de los Luján, junto a sus socios y amigos, Enora y Toño, se encontraba en el
05:15umbral de un triunfo largamente anhelado. Meses de trabajo, de cálculos, de frustraciones
05:22y de noches en vela, culminaban en el diseño final de un motor que prometía revolucionar
05:27la aviación. Era un éxito rotundo, un faro de esperanza profesional en medio de las turbulentas
05:34aguas de sus vidas personales. Así, con el palacio entero conteniendo el aliento, el
05:41día se desperezaba, listo para desatar las pasiones, los miedos y las esperanzas de sus
05:46habitantes. Un día que comenzaría con una propuesta envenenada y terminaría con el desgarro
05:53de un corazón al recibir una carta inesperada. Una carta que llegaba desde la ausencia para
05:58cambiarlo todo una vez más. Leocadia no eligió el lugar del encuentro al azar. La biblioteca,
06:06con sus altos ventanales que filtraban la luz grisácea del exterior y sus paredes forradas
06:10de libros que habían sido testigos mudos de generaciones de secretos, era el escenario
06:15perfecto. El olor a cuero viejo y a papel le confería al ambiente una solemnidad que subrayaba
06:22la importancia de lo que estaba a punto de suceder. Hizo llamar a Curro con un recado
06:28escueto, sabiendo que la formalidad de la convocatoria lo pondría en un estado de alerta
06:33y sumisión. Curro llegó puntual, con la pulcritud que caracterizaba su librea y una expresión
06:41de respetuosa incertidumbre en el rostro. Se detuvo a un par de pasos de la imponente
06:47mesa de caoba tras la cual Leocadia estaba de pie, contemplando un pesado volumen encuadernado
06:52en piel. No le invitó a sentarse, quería mantener la distancia, la jerarquía, al menos al principio.
07:03Curro, comenzó ella, su voz suave pero con un filo de acero. Te he hecho llamar porque necesito
07:09hablar contigo de un asunto de la máxima importancia. Un asunto que, creo, nos concierne a ambos,
07:17señora Figueroa. Usted dirá, respondió él, manteniendo la mirada baja, como dictaban las
07:23normas. Leocadia cerró el libro con un golpe seco que resonó en el silencio de la estancia.
07:32Se giró para mirarle de frente, y sus ojos, de un azul gélido, lo analizaron con una intensidad
07:39moderada. Levanta la vista, muchacho. Lo que tengo que decirte requiere que me mires a los ojos.
07:49No estoy hablando con un lacayo en este momento, sino con un hombre. Curro, sorprendido, obedeció.
07:57Vio en el rostro de Leocadia una determinación férrea, pero también una calculada sombra de
08:02vulnerabilidad, una máscara que la astuta mujer sabía ponerse a la perfección.
08:06—Se trata de Ángela. Dijo, yendo directamente al grano. Se trata de mi hija. Y, por lo que he visto,
08:16también se trata de ti. El corazón de Curro dio un vuelco. Un sudor frío comenzó a perlarle la
08:23frente. ¿Lo sabía? ¿Sabía de sus sentimientos, de sus encuentros furtivos, de la esperanza que se
08:29negaba a morir en su pecho? No sé a qué se refiere, señora. Leocadia esbozó una sonrisa que no llegó a
08:37sus ojos. Era una sonrisa de condescendencia, de quien se sabe en posesión de todas las cartas.
08:44—¡Oh, por favor, Curro! No me tomes por tonta. He vivido lo suficiente como para reconocer una
08:52mirada. Conozco la forma en que la miras cuando crees que nadie te ve. Conozco esa devoción estúpida
08:59y silenciosa que sólo los hombres enamorados son capaces de profesar. Y lo que es más importante,
09:06conozco a mi hija. Sé que no le eres indiferente. Cada palabra era un golpe. Curro se sintió desnudo,
09:15expuesto. Su secreto más preciado, el amor que sentía por Ángela, era un arma en manos de la
09:20madre de ella. Intentó balbucear una negativa, pero la mirada de Leocadia lo silenció. No pierdas
09:28el tiempo en negarlo. Continuó ella, suavizando ligeramente el tono.
09:32—¡No te he llamado aquí para recriminarte nada! Al contrario, te he llamado para ofrecerte
09:40una oportunidad. —¡Una oportunidad de salvarla! ¿Salvarla? ¿Salvarla de qué, señora?
09:47—¡Del capitán de la mata! —exclamó Leocadia, su voz cargada de un repentino y dramático
09:52desdén. —¿O acaso crees que yo, su madre, deseo verla atada a un hombre como Lorenzo?
09:59—Un hombre cruel, déspota, sin escrúpulos. Un hombre que la hará desdichada desde el primer
10:07día de su matrimonio. Curro la miraba, confundido. Si tanto lo detestaba, ¿por qué había aceptado el
10:15compromiso? ¿Por qué lo había anunciado a bombo y platillo? —¡Pero, fue usted quien, fui yo quien no
10:23tuvo más remedio! Le interrumpió, adelantándose a su acusación. —Hay cosas, curro, que un muchacho
10:31como tú no puede entender. Hay juegos de poder, deudas, compromisos que nos obligan a tomar decisiones
10:37terribles. Pensé que era un mal necesario, un sacrificio por un bien mayor. Pero me equivoqué.
10:47Me equivoqué al subestimar la infelicidad que esto le causaría a Ángela. Y me equivoqué al subestimar
10:53el afecto que le tienes. Se acercó a él, rodeando la mesa, disminuyendo la distancia física entre
11:00ellos. Su perfume, una mezcla de lilas y poder, envolvió a Curro. La he visto marchitarse día a día.
11:09Su risa se ha apagado. La luz de sus ojos se ha extinguido. Y todo por mi culpa. Por una decisión
11:16que ahora me pesa como una losa sobre el alma. El monólogo era una obra maestra de la manipulación.
11:24Leocadia se presentaba como una madre arrepentida, una víctima de las circunstancias, cuando en realidad
11:30era la arquitecta de toda la situación. Apelaba a la compasión de Curro, a su amor por Ángela. Y
11:38entonces, prosiguió, su voz ahora un susurro conspirador. Apareció ese muchacho, Beltrán.
11:46Un joven de buena familia, agradable, honorable. Y vi algo en los ojos de Ángela que no había visto
11:52en mucho tiempo. Una chispa, una posibilidad de felicidad. Curro sintió una punzada de celos,
12:00un dolor agudo y amargo que tuvo que reprimir. Beltrán, por supuesto, él no era más que
12:08un lacayo. La alternativa no era él, sino otro señorito. Leocadia, como si le leyera el
12:15pensamiento, se apresuró a añadir. Un matrimonio con Beltrán sería. Aceptable. Sería un mal menor,
12:23un puerto seguro para mi hija, lejos de la tempestad que es Lorenzo. Y ahí, Curro, es
12:30donde entras tú. Él la miró, sin comprender. ¿Yo? ¿Qué puedo hacer yo? Leocadia puso una
12:38mano en su brazo. El contacto fue breve, pero cargado de intención. Tú eres la única persona
12:45en la que Ángela confía ciegamente. Te escucha, te valora. Si tú le hablas de Beltrán, si tú le
12:53haces ver que es una salida honorable, que es un hombre que podría hacerla feliz. Ella te creerá.
13:00El plan comenzaba a revelarse en toda su retorcida lógica. Quería usarlo como su mensajero,
13:05como el catalizador de un nuevo compromiso.
13:07Pero eso no es todo. Dijo Leocadia, y aquí venía el verdadero órdago. Necesito que me
13:16ayudes no sólo a convencerla, sino a facilitar los encuentros entre ellos. A crear situaciones,
13:23a espaldas de todos, especialmente de Lorenzo, donde puedan conocerse, donde esa chispa pueda
13:29convertirse en un fuego. Necesito que seas mis ojos y mis oídos, que me ayudes a tejer esta nueva
13:37red que salvará a mi hija. La propuesta quedó flotando en el aire, pesada, peligrosa. Le pedía
13:44que traicionara la confianza del palacio, que conspirara contra el prometido de su hija,
13:49un hombre poderoso y vengativo. Le pedía que actuara en la sombra, que se convirtiera en un
13:56titiritero al servicio de los planes de Leocadia.
13:58Señora, eso es, es muy arriesgado. Logró decir Curro, la garganta seca. Si el capitán se entera.
14:10El capitán no se enterará si eres lo bastante listo. Replicó ella con fiereza.
14:16¿Y qué es el riesgo comparado con la felicidad de Ángela? Dime, Curro, mírame a los ojos y dime que
14:22serías capaz de verla caminar hacia el altar del brazo de Lorenzo, sabiendo que la estás entregando a
14:27una vida de miseria. ¿Podrías vivir con eso? ¿Podrías soportar verla cada día, con la tristeza
14:34grabada en el rostro, sabiendo que no hiciste nada para evitarlo? Era un chantaje emocional en
14:41su forma más pura y cruel. Lo estaba colocando en una posición imposible. Si se negaba, sería el
14:49cobarde que permitió la desgracia de la mujer que amaba. Si aceptaba, se convertiría en un peón en un
14:55juego mortal. Y además, estaría allanando el camino para que Ángela se casara con otro hombre.
15:02Su mente era un torbellino. Veía el rostro de Ángela, sus ojos suplicantes la última vez que
15:07hablaron de Lorenzo. Recordaba la desesperación en su voz. Amarla significaba desear su felicidad
15:15por encima de la propia, ¿no es así? Y su felicidad, era evidente, no estaba junto al capitán.
15:22Quizás tampoco estaba junto a un simple lacayo como él, pero Beltrán. Beltrán era una posibilidad.
15:32Una posibilidad que le desgarraba el alma, pero una posibilidad al fin y al cabo.
15:38Leocadia vio la duda en sus ojos, la batalla que se libraba en su interior, y lanzó su estocada final.
15:44Piensa en ello, curro. No te pido que seas el artífice de su boda con Beltrán. Te pido que me
15:52ayudes a romper las cadenas que la ate a N a Lorenzo. Te pido que le devuelvas la opción de elegir,
15:59que le dé una oportunidad de escapar. ¿No es eso lo que un hombre que la quiere de verdad haría? Le
16:06daría su libertad, aunque esa libertad la llevara a los brazos de otro. El argumento era devastadoramente
16:14perfecto. Lo desarmó por completo, el sacrificio. El amor verdadero como renuncia. Curro bajó la
16:22cabeza, derrotado. El peso de la decisión lo aplastaba. Podía sentir la mirada de Leocadia
16:29sobre él, expectante, victoriosa. Sabía que cualquier respuesta que diera cambiaría no sólo
16:35su destino, sino el de todos los implicados en aquel drama. El silencio se prolongó, denso como
16:42la niebla. Fuera, en los jardines de la promesa, la vida seguía su curso, ajena a la encrucijada que
16:48acababa de sellar el futuro de tres personas en el interior de la biblioteca.
16:52Lo haré, susurró finalmente, su voz apenas un hilo de sonido. Por ella, haré lo que me pide.
17:02Leocadia no sonrió, simplemente asintió, con la sobria satisfacción de una estratega que acaba
17:07de ganar una batalla crucial. La partida había comenzado. En el mundo paralelo de la servidumbre,
17:15la vida pulsaba a un ritmo diferente, regido por el sonido de las campanas, el trajín de las bandejas
17:21y el murmullo constante de las cocinas. Y en medio de ese universo ordenado, Vera se había
17:28convertido en una anomalía, una nota discordante en la sinfonía de la rutina. Su reciente viaje,
17:35del que había vuelto transformada, la había envuelto en un aura de hermetismo que desconcertaba
17:40y iría a partes iguales. Lope fue el primero en sentir el rigor de su nueva distancia. El cocinero,
17:48cuyo corazón albergaba sentimientos por Vera que iban mucho más allá de la simple camaradería,
17:54había intentado por todos los medios romper el hielo. Aquella mañana, la vio en un rincón del patio
18:00de servicio, doblando sábanas con una eficiencia mecánica, su rostro inexpresivo. Se acercó a ella
18:08con una de sus mejores sonrisas y un par de bizcochos recién horneados en un plato.
18:12Vera, dijo con suavidad, he pensado que quizás te apetecía algo dulce, aún están calientes. Ella
18:21ni siquiera levantó la vista, continuó doblando la tela con movimientos precisos, casi violentos.
18:29No tengo hambre, gracias. Su voz fue tan cortante como el viento de noviembre. No había en ella ni un
18:35ápice de calidez, ni el más mínimo rastro de la dulzura que Lope recordaba. Bueno, pero,
18:42pruébalos al menos. Los he hecho con un poco de ralladura de limón, como a ti te gustan, insistió
18:48él, su sonrisa flaqueando. Vera dejó la sábana que estaba doblando sobre el montón y por fin lo miró.
18:56Pero su mirada era vacía, distante, como si lo estuviera viendo a través de un cristal grueso.
19:01He dicho que no, Lope. ¿Es que no lo entiendes? Déjame en paz, tengo mucho trabajo.
19:11Y sin más, le dio la espalda y se alejó, dejándolo allí, de pie, con el plato de
19:16bizcochos en la mano y una sensación de humillación y desconcierto que le revolvió el estómago.
19:23No era sólo el rechazo, era la frialdad, la absoluta falta de consideración. Era como
19:28si la Vera que él conocía, la joven asustadiza pero de corazón noble que había encontrado
19:33refugio en la promesa, hubiera desaparecido, reemplazada por esta extraña de gestos gélidos.
19:41Más tarde, fue el turno de Yana. La doncella, con su natural empatía, había notado el cambio
19:47en su compañera y estaba genuinamente preocupada.
19:49La encontró en el cuarto de la plancha, el calor y el vapor creando una atmósfera
19:56casi irreal a su alrededor.
20:00Vera, ¿estás bien? Preguntó Yana, apoyándose en el marco de la puerta. Te noto muy, ausente
20:06desde que volviste.
20:09Vera siguió moviendo la pesada plancha sobre un mantel de hilo sin detenerse. El siseo
20:14del vapor era el único sonido en la habitación. Estoy perfectamente, solo cansada, ¿seguro?
20:21Si te ha ocurrido algo, sabes que puedes confiar en nosotros.
20:27En mí, a veces, hablar de las cosas ayuda a que pesen menos. Vera detuvo la plancha.
20:34La apoyó con fuerza sobre su base de metal y se giró hacia Yana. Había un brillo peligroso
20:39en sus ojos, una mezcla de dolor y rabia contenida. ¿Sabes lo que me ayudaría de verdad, Yana?
20:46Dijo, su voz baja y tensa. Que todos dejarais de preguntarme si estoy bien. Que dejarais
20:53de mirarme con esa cara de lástima y de tratarme como si fuera una muñeca de porcelana a punto
20:58de romperse. Estoy harta de vuestra compasión. No la necesito, no la quiero. Así que, por
21:06favor, ocúpate de tus asuntos, que yo me ocuparé de los míos. El ataque fue tan inesperado
21:13y tan brutal que Yana retrocedió un paso, como si la hubieran abofeteado. Nunca había
21:20visto a Vera así. La vulnerabilidad había sido reemplazada por una coraza de espinas
21:25y cada palabra era un dardo envenenado.
21:30Yo solo, solo quería ayudar. Atinó a decir, pues no ayudes. Sentenció Vera, volviéndose
21:37hacia su trabajo, dando por zanjada la conversación.
21:42Yana se quedó un momento más en la puerta, con el corazón encogido. No era solo tristeza
21:47lo que sentía, sino un atisbo de miedo.
21:49¿Qué le había pasado a Vera en ese viaje? ¿Qué secreto terrible la estaba consumiendo
21:56por dentro, obligándola a alejar a las únicas personas que le habían ofrecido un hogar y
22:01un afecto sincero? El malestar que dejaba su frialdad era una herida invisible. Un dolor
22:07sordo que se instalaba en el ánimo de la servidumbre, creando una fisura en la familiaridad y la confianza
22:12que tanto les costaba mantener en ese mundo de jerarquías y servidumbres.
22:16Vera estaba allí, físicamente presente, pero su alma había emprendido un viaje a un lugar
22:23oscuro y solitario al que nadie más tenía acceso. La noticia, cuando llegó, se extendió
22:30por el palacio con la velocidad de un rumor y el impacto de una revelación. Primero fue
22:36un susurro, luego una exclamación ahogada, y finalmente una oleada de alivio que recorrió
22:42los pasillos desde la zona noble hasta las cocinas. Petra había despertado. La escena
22:49en la habitación había sido de una quietud casi sagrada. El doctor Salazar acababa de
22:55terminar su revisión matutina. Junto a la cama, pía a Darre, que a pesar de sus diferencias
23:01y rivalidades con la doncella de la marquesa no había dejado de velar por ella, observaba
23:06el rostro pálido y sudoroso de Petra. El marqués de Luján también estaba presente,
23:13su semblante grave reflejando una genuina preocupación por la mujer que había servido
23:17a su esposa con una lealtad inquebrantable durante tantos años.
23:20Su cuerpo ha resistido la noche, que era lo más crítico, explicaba el doctor en voz
23:28baja. La fiebre parece haber remitido unas décimas, aún es pronto para cantar victoria,
23:35pero oh, es una señal. Una pequeña señal, y como si respondiera a esas palabras, como si
23:42esa brizna de esperanza hubiera sido suficiente para llamarla de vuelta desde el abismo en el
23:47que se encontraba, los párpados de Petra temblaron. Fue un movimiento casi imperceptible,
23:54pero pía, que no apartaba la vista de ella, lo vio. Contuvo la respiración. Luego, un leve
24:03gemido, un sonido gutural que pugnaba por salir de una garganta reseca. Los dedos de su mano derecha
24:10se crisparon sobre la sábana. Petra. Susurró Pía, inclinándose sobre ella.
24:18Petra, ¿me oyes? Lentamente, con un esfuerzo que pareció costarle un mundo, los ojos de Petra se
24:24abrieron. Al principio, su mirada estaba perdida, desenfocada, vagando por el techo sin reconocer
24:32nada. Parpadeó varias veces, intentando ahuyentar las sombras que aún nublaban su conciencia.
24:42¿Dónde? Logró articular, su voz un graznido ronco y débil. Tranquila, Petra, tranquila,
24:48dijo el marqués, acercándose al otro lado de la cama. Estás en la promesa, has estado muy enferma,
24:56no te esfuerces en hablar. La mirada de Petra encontró finalmente el rostro de Pía, luego el del
25:01marqués. Un atisbo de reconocimiento brilló en sus pupilas. Intentó incorporarse, pero un espasmo de
25:09dolor la recorrió y el doctor Salazar la contuvo con suavidad. Quieta, mujer, no tienes fuerzas,
25:17tu cuerpo ha librado una batalla tremenda. Ahora tienes que descansar. Solo descansar. Petra se dejó
25:25caer de nuevo sobre las almohadas, agotada por el mínimo esfuerzo. Pero estaba consciente, estaba
25:33de vuelta. Sus ojos, aunque empañados por la debilidad, volvían a tener vida. El alivio en
25:41la habitación era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Pía sintió que las lágrimas acudían a
25:46sus ojos, unas lágrimas que la sorprendieron a ella misma. El marqués se pasó una mano por el
25:53rostro, exhalando una larga bocanada de aire. La noticia no tardó en llegar a oídos de la servidumbre.
26:01Candelas y Simona se abrazaron en la cocina, dando gracias a Dios. Lope, a pesar de la amargura que le
26:07había dejado su encuentro con Vera, sintió un peso quitarse de encima. María Fernández, que había tenido
26:15tantos encontronazos con la severa ama de llaves, se descubrió rezando una silenciosa oración de
26:20gratitud. La posible muerte de Petra había sido una sombra que se cernía sobre todos ellos, un
26:28recordatorio de su propia fragilidad. Su regreso a la conciencia, aunque su estado seguía siendo
26:35crítico y delicado, era una victoria colectiva, una afirmación de la vida frente a la adversidad.
26:41Por un momento, las rencillas y las jerarquías se desvanecieron, y todos en la promesa, desde el
26:49marqués hasta el último mozo, compartieron un mismo y frágil sentimiento de esperanza.
26:56A varios cientos de metros del palacio, en el hangar que era un mundo en sí mismo,
27:01la atmósfera no era de alivio contenido, sino de euforia desbordante.
27:04El aire, espeso por el olor a combustible y metal, vibraba con la energía del éxito.
27:14Sobre la gran mesa de trabajo, cubiertos de manchas de grasa y tinta, los planos finales
27:19del nuevo motor de avión yacían como un mapa del tesoro finalmente descifrado.
27:25«Lo hemos conseguido», murmuró Toño, pasando una mano por su pelo revuelto,
27:29sus ojos brillando con una mezcla de agotamiento e incredulidad.
27:35«De verdad lo hemos conseguido».
27:37Manuel, con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro, una sonrisa genuina que rara vez
27:42se permitía en los salones del palacio, le dio una palmada en la espalda que casi lo
27:47desequilibra.
27:49«Claro que lo hemos conseguido, Toño.
27:51Somos los mejores.
27:52Este diseño es perfecto.
27:54Va a ser más ligero, más potente, más eficiente.
27:58Es una obra de arte».
28:01Enora, que había estado repasando por última vez la secuencia de ensamblaje, levantó la
28:06vista, y sus ojos se encontraron con los de Manuel.
28:11En su mirada había un orgullo compartido, una complicidad forjada en horas de trabajo
28:15codo con codo.
28:18«No nos adelantemos, Manuel», dijo, aunque una sonrisa juguetona desmentía la seriedad
28:23de su tono.
28:24«Aún hay que construirlo y probarlo.
28:28Del papel al aire hay un trecho.
28:30Va, detalles», exclamó Manuel, rebosante de optimismo.
28:35«Lo más difícil ya está hecho.
28:38La concepción, la idea, resolver el problema del sobrecalentamiento del cilindro 3.
28:43Eso era lo imposible, y lo hemos hecho posible.
28:46Esto hay que celebrarlo».
28:48Buscó a su alrededor y encontró una botella de coñac que guardaban para ocasiones especiales.
28:54«Sirvió tres generosos tragos en unas tazas de metal abolladas.
29:00Por el motor, Ícaro.
29:02Brindó, levantando su taza.
29:05Por el, Ícaro.
29:06Corearon Toño y Enora, chocando sus tazas con la de Manuel.
29:10El coñac, fuerte y ardiente, les quemó la garganta y les calentó el pecho.
29:15Se rieron, liberando la tensión acumulada durante semanas.
29:21Habían superado cada obstáculo, cada cálculo que no cuadraba, cada discusión sobre la mejor
29:26aleación para los pistones.
29:29Habían funcionado como un equipo perfectamente engrasado, sus mentes trabajando en sincronía
29:34hacia un objetivo común.
29:37Al menos, en lo profesional, mientras Toño, ajeno a todo, comenzaba a hablar con entusiasmo
29:43sobre los siguientes pasos para encargar las piezas, la mirada de Manuel volvió a
29:47cruzarse con la de Enora por encima del hombro de su amigo.
29:52Fue solo un instante, pero en ese breve cruce de miradas hubo un universo de cosas no dichas.
29:59Estaba el orgullo por el trabajo bien hecho, sí, pero también estaba el eco de una tensión
30:04personal, de una atracción subterránea que ambos se esforzaban por ignorar, especialmente
30:09desde que ella y Toño habían formalizado su relación.
30:14Manuel amaba a Enora en secreto, y trabajar con ella cada día era una dulce tortura.
30:21Y Enora, aunque comprometida con Toño, no era inmune al carisma y la pasión del joven
30:26marqués.
30:29Era una corriente eléctrica que crepitaba justo debajo de la superficie de su camaradería
30:33profesional.
30:36Un secreto que, de salir a la luz, podría hacer estallar su pequeño universo de planos
30:41y engranajes.
30:44Pero por esa mañana, decidieron ignorarlo.
30:47Se permitieron el lujo de la celebración, de la alegría pura del éxito.
30:53Habían diseñado una máquina capaz de conquistar los cielos, un triunfo de la razón y la ingeniería.
30:58Qué irónico que sus propios corazones fueran mecanismos mucho más complejos y volátiles,
31:05imposibles de plasmar en un plano, y para los cuales no existía un manual de instrucciones.
31:10La felicidad, como la luz del sol, rara vez se distribuye de manera uniforme.
31:17Mientras en el hangar se brindaba por un futuro brillante, en los jardines de la promesa un
31:22corazón joven se rompía en mil pedazos.
31:26Beltrán había pasado la mañana buscando a Ángela, con la ilusión de proponerle un
31:30paseo a caballo.
31:33La conexión entre ellos había sido instantánea, una de esas raras afinidades que parecen predestinadas.
31:39En la sonrisa de Ángela, él había encontrado una promesa de alegría, y en sus conversaciones,
31:47un refugio para su propio espíritu.
31:51Fue la casualidad, o quizás el destino, quien se encargó de desvelarle la cruel verdad.
31:57Al pasar cerca del senador, escuchó sin querer una conversación entre dos doncellas que comentaban
32:03las novedades del palacio.
32:04Y la pobre señorita Ángela, tener que casarse con ese hombre tan terrible.
32:12Decía una.
32:14Pues sí, el capitán de la mata da verdadero pavor, con lo buena muchacha que parece ella.
32:21Anunciaron el compromiso hace ya unos días, ¿sabes?
32:24Beltrán se quedó paralizado.
32:25Las palabras resonaron en su cabeza, vacías de sentido al principio, y luego, con una claridad demoledora.
32:35¿Prometida?
32:36¿Ángela prometida con el capitán Lorenzo de la mata?
32:39No podía ser.
32:40Se había sentido un estúpido, un iluso.
32:44Toda la amabilidad de Ángela, su aparente interés, ¿había sido una burla?
32:48¿Un juego de coqueteo de una señorita aburrida?
32:51El dolor dio paso a la ira, y la ira a una profunda decepción.
32:57Necesitaba escucharla de sus labios.
33:01La encontró poco después, cerca del laberinto de Setos, y la abordó sin preámbulos.
33:08Ángela, dijo, su voz más dura de lo que pretendía.
33:12Necesito hacerte una pregunta.
33:13Ella se giró, y al ver la expresión sombría de su rostro, su sonrisa se desvaneció.
33:22Beltrán, ¿qué ocurre?
33:23Pareces, enfadado, ¿enfadado?
33:26No, no estoy enfadado.
33:28Estoy, confundido, respondió él, luchando por mantener la compostura.
33:35Dime una cosa, y quiero que seas sincera.
33:38¿Es verdad que estás prometida?
33:39La pregunta la golpeó como un latigazo.
33:41El color huyó de sus mejillas, bajó la mirada, incapaz de sostenerla de él.
33:49Su silencio fue toda la confirmación que Beltrán necesitaba.
33:53Lo estoy, murmuró ella, su voz apenas audible, con el capitán Lorenzo de la Mata.
34:02Ella asintió, miserable.
34:04Beltrán soltó una risa amarga, una risa que no tenía nada de alegría.
34:08Increíble, simplemente increíble, y yo que pensaba, se detuvo, pasándose una mano por el pelo.
34:16¿Por qué no me dijiste nada?
34:19Te divertía verme hacer el ridículo, cortejándote, pensando que quizás...
34:24¿Que quizás podría haber algo entre nosotros?
34:26No, Beltrán, no es eso, exclamó ella, levantando por fin la vista, sus ojos llenos de lágrimas.
34:37Te juro que no es lo que parece, ¿ah, no?
34:40Pues a mí me parece muy claro, me has estado engañando.
34:43No te he engañado, suplico, este compromiso, no es lo que yo quiero, es una imposición de mi madre.
34:53Es una pesadilla de la que no sé cómo despertar.
34:55Cuando estoy contigo, cuando estoy contigo me olvido de todo eso.
35:01Eres como un soplo de aire fresco en medio de mi asfixia.
35:05No te dije nada por qué, porque tenía la estúpida esperanza de que algo ocurriera,
35:09de que un milagro me salvara.
35:11¿Y por qué no quería perderte?
35:15Sus palabras eran sinceras, desesperadas.
35:18Pero el orgullo herido de Beltrán era una barrera demasiado alta.
35:22¿Y qué esperabas que pasara, Ángela?
35:25¿Que luchara por ti contra un capitán del ejército?
35:28¿Que te convirtiera en el centro de un escándalo?
35:30Soy un caballero, no un aventurero.
35:34Y un caballero no se interpone en el compromiso de una dama.
35:38No te pido que te interpongas.
35:40Sollozó ella.
35:43Solo te pido que me creas.
35:45Que entiendas que lo que ha surgido entre nosotros es lo único real y bueno que me ha pasado en mucho tiempo.
35:52Él la miró, y por un momento, la dureza de su expresión vaciló.
35:56Vio el dolor genuino en sus ojos, la desesperación de un pájaro enjaulado.
36:00Pero la herida era demasiado reciente, la humillación demasiado fresca.
36:07Lo siento, Ángela, dijo, su voz ahora teñida de una tristeza infinita.
36:12Pero no puedo, no puedo ser tu distracción, tu escape momentáneo.
36:18Me has hecho sentir como un tonto, y eso es algo que no olvido fácilmente.
36:22Se dio la vuelta y se marchó, dejando a Ángela sola entre los setos, sus sollozos ahogados por el susurro del viento.
36:30El frágil vínculo que los había unido se había hecho añicos contra el muro de la realidad.
36:39Beltrán se alejaba con el corazón roto por la decepción, y Ángela se quedaba atrás, más atrapada y sola que nunca,
36:46con el sabor amargo de lo que pudo haber sido y la certeza aterradora de lo que sería.
36:52Para Adriano, la mañana había sido un lento deambular por los confines de su propia pena.
36:56Intentó leer en el salón, pero las palabras se convertían en borrones sin sentido ante sus ojos.
37:06Intentó pasear por los jardines, pero cada flor, cada árbol, le recordaba a Catalina.
37:13Martina, viéndole tan abatido, había intentado animarle, hablándole de los progresos de los niños,
37:19de anécdotas triviales del día a día, pero Adriano apenas respondía con monosílabos.
37:24Estaba atrapado en un purgatorio emocional, incapaz de avanzar, incapaz de retroceder.
37:32Se había refugiado en su despacho, el antiguo despacho del marqués, intentando poner en orden algunos papeles de la finca,
37:40una tarea que Jacobo y Leocadia le habían usurpado en la práctica,
37:44pero que él se aferraba a revisar como un último vestigio de su autoridad.
37:47Estaba allí, sumido en la contemplación de una columna de números que no le decía nada,
37:55cuando un lacayo llamó a la puerta.
37:59Señor, ha llegado el correo, esta carta es para usted.
38:02El lacayo le tendió un sobre.
38:06Adriano lo tomó, distraídamente al principio, pero entonces, su corazón se detuvo.
38:11Congelado en un instante de reconocimiento absoluto, la caligrafía, esa letra elegante,
38:18ligeramente inclinada hacia la derecha, inconfundible.
38:22Era la letra de Catalina.
38:25El lacayo se retiró, cerrando la puerta tras de sí, dejándolo solo con el fantasma de papel en sus manos.
38:30El sobre se sentía extrañamente pesado, como si contuviera todo el peso de su historia compartida.
38:39Lo giró y lo volvió a girar, sus dedos temblando.
38:43Una parte de él quería rasgarlo en mil pedazos sin leerlo,
38:46arrojarlo al fuego y quemar con él el último vestigio de su poder sobre él.
38:50Otra parte, la más masoquista, la que aún la amaba a pesar de todo, anhelaba abrirlo,
38:57beberse cada palabra, buscar en ellas una explicación, un arrepentimiento, una esperanza.
39:04¿Qué podía decirle, después de abandonarlo, después de llevarse a sus hijos lejos de él,
39:10dejándolo con dos cartas de despedida que eran más crueles que el silencio?
39:14Su mente era un campo de batalla.
39:16La ira luchaba contra la nostalgia, el orgullo herido contra la necesidad de entender.
39:24Finalmente, con un movimiento brusco, casi violento, deslizó un abre cartas por el borde del sobre.
39:31El sonido del papel rasgándose fue como un grito en el silencio de la habitación.
39:38Extrajo una única hoja, doblada en cuatro.
39:41El papel desprendía un leve perfume de ella, un aroma a jazmín que le golpeó directamente en el alma.
39:46Derribando todas sus defensas.
39:49Se sentó pesadamente en su sillón, y con las manos temblorosas, desdobló la carta.
39:54Y leyó, mi queridísimo Adriano, sé que no tengo derecho a escribirte.
40:02Sé que no tengo derecho a pronunciar tu nombre, ni siquiera en el silencio de mi mente.
40:08Te abandoné, os abandoné, y no hay día, no hay hora, no hay minuto desde que me fui,
40:13que no me atormente la imagen de tu rostro en el momento en que leíste mi carta de despedida.
40:17Si las palabras pudieran sangrar, esta hoja estaría empapada en mi arrepentimiento.
40:24Pero el arrepentimiento no sirve de nada si no va acompañado de una explicación, por pobre que ésta sea.
40:32Me fui, Adriano, porque sentí que la promesa nos estaba devorando.
40:39Sentí que sus muros, que un día parecieron un refugio,
40:43se habían convertido en una prisión que asfixiaba nuestro amor y que amenazaba con envenenar el futuro de nuestros hijos.
40:48Vi en los ojos de mi familia, en las intrigas de mi madrastra, en las sombras de ese palacio,
40:56el mismo destino que destruyó a mis padres.
41:00Y el miedo me paralizó, el miedo me hizo cobarde.
41:04Pensé que huyendo os salvaba, que poniendo distancia podría proteger lo único que me importa en el mundo, a vosotros.
41:12Pero estaba equivocada, la distancia nos salva, Adriano, solo prolonga la agonía.
41:18Cada día sin ti es un desierto.
41:22Cada noche sin el calor de tu cuerpo a mi lado es un infierno helado.
41:26Y mis hijos, nuestros hijos, Adriano, me miran con tus ojos,
41:30y en su mirada veo el reproche silencioso por haberles arrancado de los brazos de su padre.
41:37No soy nada sin ti, soy un barco a la deriva en un océano de soledad.
41:41Por eso te escribo.
41:44No para pedirte perdón, porque sé que lo que hice es imperdonable.
41:47Te escribo para hacerte una propuesta.
41:51Una locura, la única locura que puede salvarnos.
41:55Ven a buscarme, Adriano, vente conmigo.
41:59He encontrado un lugar, un pequeño pueblo en la costa de Portugal, lejos de todo y de todos.
42:06Un lugar donde nadie nos conoce, donde no somos los Luján,
42:10donde no hay títulos, ni herencias, ni odios familiares.
42:14Un lugar donde podemos ser simplemente Catalina y Adriano, una familia.
42:20Podríamos comprar una pequeña finca, trabajar la tierra juntos,
42:24ver crecer a nuestros hijos bajo el sol, lejos de las sombras de la promesa.
42:28Podríamos empezar de cero, sé que es mucho pedir, sé que te pido que renuncies a todo lo que conoces.
42:38Pero, ¿qué es todo eso comparado con la posibilidad de ser felices?
42:42No te pido que me respondas enseguida.
42:44Piénsalo, escucha a tu corazón, si en él aún queda una brasa del amor que un día nos unió, por favor, aliméntala.
42:55Dame una última oportunidad para demostrarte que mi vida solo tiene sentido a tu lado.
43:01Estaré esperando tu respuesta en el apartado de correos de Aseñas Domar.
43:05No tardes, por favor.
43:06Cada día que pasa es una tortura.
43:10Tuya, para siempre, aunque no lo merezca, Catalina.
43:16Adriano terminó de leer la carta y se quedó inmóvil.
43:19La hoja de papel cayó de sus manos, flotando lentamente hasta el suelo.
43:25Su mente era un caos.
43:26Su corazón, un tambor desbocado.
43:29No era una disculpa.
43:30Era una llamada.
43:31Una súplica, una propuesta que lo descolocaba por completo.
43:36Dejarlo todo, huir, empezar de cero.
43:41La idea era tan aterradora como seductora.
43:43La imagen que ella pintaba.
43:45Un hogar junto al mar, una vida sencilla.
43:48Sus hijos, ella.
43:50Era el sueño que había albergado en secreto.
43:52Un sueño que creía muerto y enterrado.
43:56Pero la realidad era la promesa.
43:58La realidad era su responsabilidad.
44:00Su nombre, la tierra que amaba a pesar de todo.
44:04Y la realidad era la herida.
44:07La herida profunda y sangrante de su abandono.
44:09¿Podía confiar en ella?
44:11¿Podía perdonarla?
44:12¿Podía simplemente levantarse y dejar atrás su mundo por una promesa escrita en un papel perfumado?
44:18Se levantó y caminó hasta la ventana.
44:21Miró los campos que se extendían hasta el horizonte.
44:24La tierra por la que tanto había luchado.
44:26Luego, su mirada volvió a la carta, caída a los pies de su sillón.
44:32Una elección imposible.
44:35Un camino hacia la paz que requería la destrucción de su vida entera.
44:39El futuro, que momentos antes parecía un páramo gris y monótono,
44:43se había fracturado de repente en dos posibilidades deslumbrantes y aterradoras.
44:47Y Adriano, de pie en el silencio de su despacho, se sintió completamente, absolutamente perdido.
44:56La carta de Catalina no le había traído la paz.
44:59Le había traído la paz.
45:00Le había traído la paz.
45:00Le había traído la paz.
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