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#LaPromesa #Alonso #traición
Leocadia, Cristóbal y Alonso: traición, pasión y disparos en La Promesa
El palacio de La Promesa se convierte en un escenario de engaños y deseos prohibidos cuando Leocadia manipula la soledad del marqués Alonso para imponer a su antiguo amante, Cristóbal, como mayordomo. Lo que parecía un regreso inocente pronto se transforma en una red de miradas clandestinas, encuentros secretos y un plan maquiavélico para arrebatarle todo al marqués.

Pero el peligro crece: Curro comienza a sospechar, Alonso ...
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Transcript
00:00Leocadia, Cristóbal y Alonso. Traición, pasión y disparos en la promesa. El palacio de la promesa
00:17se convierte en un escenario de engaños y deseos prohibidos cuando Leocadia manipula la soledad
00:22del marqués Alonso para imponer a su antiguo amante, Cristóbal, como mayordomo.
00:27Lo que parecía un regreso inocente pronto se transforma en una red de miradas clandestinas,
00:34encuentros secretos y un plan maquiavélico para arrebatarle todo al marqués.
00:39Pero el peligro crece, Curro comienza a sospechar, Alonso abre finalmente los ojos y la traición
00:46estalla de la peor manera posible. Lo que empieza como un juego de seducción termina con un disparo
00:53que sacude los cimientos de la casa. ¿Será ésta la caída definitiva de Leocadia y Cristóbal,
01:00o apenas el inicio de una tragedia mayor?
01:04El palacio de la promesa respiraba una calma tensa, un silencio frágil que se aferraba a los muros como
01:11la hiedra a la piedra. Desde la partida forzada de Cruz, el marqués Alonso de Luján se había
01:18convertido en una sombra errante en su propio hogar, un hombre anclado en la melancolía, cuya única
01:23compañía era el eco de sus propios pasos en los vastos y vacíos salones. La soledad, como un veneno
01:32lento, se había filtrado en su espíritu, dejándolo vulnerable, expuesto a cualquier mano que se ofreciera
01:38como un bálsamo. Y esa mano, solícita y experta, pertenecía a Leocadia. Nadie en el servicio comprendía
01:47del todo la influencia que aquella mujer había ganado en tan poco tiempo. Había llegado como una
01:54invitada más, una figura secundaria en el drama de los Luján, pero con una astucia felina había sabido
02:00moverse entre las sombras, consolidando su posición hasta convertirse en una presencia indispensable para
02:06el marqués. Sin embargo, su verdadero juego maestro, su movimiento más audaz, aún no había sido
02:14comprendido por nadie, excepto por el hombre que ahora caminaba por los pasillos con una eficiencia
02:20impecable y una lealtad fingida, Cristóbal, el nuevo mayordomo. La salida de Rómulo había dejado un
02:29vacío de poder en la estructura del servicio, un vacío que Leocadia, con una previsión maquiavélica,
02:35supo explotar. Insistió, con una vehemencia que sorprendió al propio Alonso, en que Cristóbal era
02:43el único candidato a la altura. Habló de referencias intachables, de una reputación forjada en las mejores
02:51casas de Andalucía, de una disciplina que devolvería el orden a la promesa. Alonso, agotado y confiado,
03:00no vio razón para dudar. No podía imaginar que la verdadera razón de Leocadia no era la eficiencia,
03:06sino el deseo. No era el orden, sino el caos que planeaba desatar. Todo comenzará cuando Leocadia
03:14y Cristóbal tengan encuentros cada vez más frecuentes dentro del palacio. Al principio,
03:22los dos aún se comportarán con cierto cuidado delante de los demás, pero poco a poco el público
03:27comenzará a notar, a través de miradas y gestos, que entre ellos existe algo mucho más profundo que
03:33una mera complicidad. Se buscarán con la mirada a través de los salones llenos de gente, un leve
03:40asentimiento de cabeza, una sonrisa casi imperceptible que sólo el otro podría entender.
03:47Para el resto del mundo, eran la invitada de confianza del marqués y su eficiente mayordomo.
03:52Para ellos, cada día era un juego peligroso de anhelo y contención. Será durante una escena en
04:00el salón, cuando Alonso esté ausente en una prolongada reunión de negocios en Luján,
04:05que el espectador lo verá con claridad. La tarde caía, tiñendo de naranja los ventanales. Leocadia,
04:13con la excusa de revisar el inventario de la platería, se acercó a Cristóbal,
04:18que supervisaba el trabajo de una doncella. Cristóbal, ¿podrías asegurarte de que la
04:24cubertería del comedor principal esté perfectamente lustrada para la cena de mañana? Espero a un viejo
04:30amigo de la familia y el marqués querrá que todo esté impecable. Dijo ella, su voz con el tono
04:36adecuado de autoridad delegada. Por supuesto, señora, me encargaré personalmente. Respondió él,
04:44con una reverencia formal. Pero mientras hablaba, Leocadia se acercó un paso más,
04:50bajo el pretexto de señalar una pieza en el aparador. Su mano, cubierta por un guante de
04:57seda, rozó levemente el antebrazo de él, un contacto que duró un segundo más de lo necesario.
05:04El mayordomo no se apartará. Por el contrario, un levísimo temblor recorrió su cuerpo,
05:10una corriente eléctrica que sólo ellos dos sintieron. La doncella, concentrada en su tarea,
05:19no notó nada. Pero para el espectador, aquel gesto fue una confesión. Con el tiempo,
05:26nuevos encuentros sucederán en pasillos poco transitados, en las escaleras de caracol que
05:31llevan al jardín trasero, incluso en la biblioteca, una sala de lectura poco usada
05:36desde que los hijos del marqués eran pequeños. Los dos se permitirán conversaciones cargadas de
05:43una intimidad peligrosa, susurros que se perdían entre los estantes polvorientos.
05:50En una de esas ocasiones, con el aroma de cuero viejo y papel flotando en el aire,
05:55Leocadia dirá en voz baja, casi en tono de provocación.
05:58¿Sabes, Cristóbal? Yo misma exigí tu contratación tras la salida de Rómulo. Alonso estaba considerando
06:07a otros candidatos, hombres mayores, más predecibles. Pero yo le haché a BLE con acento
06:15agudo de ti. Le conté historias de tu legendaria eficiencia, de cómo transformaste la finca de los
06:21duques de Almanza. Nadie entendió muy bien el motivo de mi insistencia, pero yo lo sabía. Sabía
06:29que necesitaba tenerte de nuevo cerca. Cristóbal, que estaba de espaldas a ella, fingiendo ordenar
06:37un volumen de Cicerón, se giró lentamente. Una sonrisa contenida, casi dolorosa, se dibujó en sus
06:45labios, pero no ocultará el brillo febril en sus ojos. Y lo lograste. Aquí estoy, a tu lado una vez
06:53más. A tu servicio. Su voz era un murmullo profundo. ¿Cuántos años han pasado desde la última vez que
07:00estuvimos juntos de esta forma? Diez años, Leocadia. Diez años en los que cada día me preguntaba dónde
07:08estarías, qué habría sido de ti. Pensé que jamás volveríamos a tener esta oportunidad. Pues la
07:17tenemos, replicará Leocadia, acortando la distancia entre ellos hasta que sus cuerpos casi se rozaban.
07:25El aire se volvió denso, pesado. Y ahora no la voy a desperdiciar. Durante tanto tiempo fuimos obligados
07:31a vivir escondidos, a fingir que no nos conocíamos cuando nuestros caminos se cruzaban.
07:36Ahora, dentro de estas paredes, puedo mirarte cada día. Fue estratégico, Cristóbal.
07:46Rómulo se marchó y yo vi la oportunidad perfecta. No fue el destino, fui yo. Te traje de vuelta a mi
07:52vida. El mayordomo bajará el tono de voz, su expresión volviéndose más seria, más grave.
07:59Su mirada recorrió la puerta cerrada de la biblioteca, como si temiera que las paredes
08:06mismas tuvieran oídos. Pero aún no podemos exponernos, Leocadia, menos que nunca, al menos
08:13no delante de Alonso. Si sospecha lo más mínimo, si una sola duda se planta en su mente, será el fin de
08:21todo. Para mí, significaría la ruina. Para ti, Leocadia soltó una risa corta e irónica, un sonido
08:30afilado que cortó la solemnidad del momento. Alonso es demasiado ciego para ver lo que tiene
08:37delante de los ojos. Está ahogado en su propia pena, perdido en el recuerdo de una mujer que,
08:43irónicamente, lo traicionó de formas que él ni siquiera imagina. Confía en ti como si fuera su
08:50mano derecha y cree en mí como si fuera una santa. Es perfecto, tenemos todo el espacio que
08:57necesitamos. Solo necesitamos ser inteligentes, pacientes y audaces. El público, en ese momento,
09:07comprenderá el detalle crucial que lo cambiaba todo. La presencia de Cristóbal en el palacio no fue
09:12casualidad. No fue un simple giro del destino laboral. La salida de Rómulo abrió el espacio,
09:20pero fue Leocadia quien maniobró, quien exigió y quien movió los hilos para que su antiguo amante
09:25regresara y pudiera servir no solo como mayordomo, sino como cómplice en todos los planes oscuros que
09:31ella aún guarda en el fondo de su alma ambiciosa. Con el paso de los días, la relación entre los dos
09:39se volverá más evidente para los espectadores, una danza secreta que se desarrollaba en los márgenes
09:44de la vida del palacio. Ya no habrá tanta necesidad de esconderse en los rincones más oscuros. La
09:51arrogancia comenzaba a florecer, alimentada por la ceguera del marqués. Una tarde, por ejemplo,
10:00mientras los criados se ocupaban en el bullicio de la cocina, preparando la cena, Leocadia entrará en
10:05el despacho de Cristóbal sin llamar. Él, que estaba revisando las cuentas del mes, levantó la vista,
10:13y al verla, una expresión de alivio y deseo cruzó su rostro. Se levantó de inmediato y cerró la puerta
10:21con llave. El clic del cerrojo fue el único sonido en la habitación. Sin mediar palabra, los dos se
10:29abrazarán con una intensidad desesperada, como si hubieran estado separados por años y no por unas
10:35pocas horas. TCH con acento agudo de menos hoy, dirá ella, su voz ahogada contra el pecho de él.
10:43Note bien toda la mañana. Cada minuto se sentía como una eternidad. Este palacio es una jaula de
10:51oro, y tú eres el único que me hace sentir que puedo respirar. Cristóbal acariciará su cabello,
10:59sus dedos hundiéndose en los mechones oscuros. Su respuesta fue un susurro ronco, cargado de una
11:05historia no contada. Estuve resolviendo un problema con los proveedores de Jerez, y luego el marqués me
11:13retuvo para hablar de los preparativos de la cacería. Pero en cada minuto, en cada conversación
11:19insulsa, pensé en ti. Es como si todos los años de distancia, toda la amargura de nuestra separación,
11:26se disolvieran ahora, cada vez que te tengo en mis brazos. A veces, me detengo en medio de un pasillo
11:34y me pregunto si todo esto es real. Las escenas se acumularán y los encuentros serán tantos que
11:40será imposible para el público ignorarlo. Son amantes de largo tiempo. La narración mostrará
11:47destellos de recuerdos antiguos, pequeños fragmentos de diálogos donde ambos evocan cuando comenzaron,
11:53años atrás, cuando Leocadia aún vivía lejos del palacio, casada con un hombre al que despreciaba,
12:00y Cristóbal trabajaba en una casa noble vecina. En uno de esos diálogos, durante una noche de
12:07tormenta en la que se encontraron en el invernadero abandonado, Leocadia revelará.
12:13¿Recuerdas la primera vez que estuvimos juntos? Fue en el baile de máscaras de los condes de Zúñiga.
12:18Yo aún era sólo una invitada en este mundo de opulencia, y tú, el joven y apuesto mayordomo
12:26de una familia vecina. Llevabas una máscara de plata. Nadie sabía quién eras, pero tus ojos.
12:34Reconocería esos ojos en cualquier lugar. Nunca imaginé que aquel encuentro en el balcón,
12:40lejos de todas las miradas, cambiaría todo. Desde entonces no logré sacarte de mi mente,
12:49ni de mi alma. Cristóbal, de pie junto a ella, mirando las gotas de lluvia a golpear el cristal,
12:55responderá en tono firme, casi reverente. Y yo nunca dejé de amarte, Leocadia, ni un solo día.
13:04Cada puesto que acepté, cada casa en la que serví, fue con la esperanza de volver a estar cerca de ti.
13:10Cuando supe de la vacante en la promesa, no lo dudé. Volví a este palacio no sólo por el cargo,
13:18sino porque sabía que tú estabas aquí. No rechazaría este destino, aunque me costara la
13:25vida. Ese vínculo, que hasta entonces sólo los criados más avispados como Yana o Pía sospechaban
13:31de forma vaga, quedará claro para todos los que lo vean. No es algo reciente, no es un capricho
13:38nacido de la cercanía, sino una historia de muchos años alimentada por encuentros secretos,
13:44cartas quemadas y por la manipulación constante de Leocadia sobre todos los que la rodeaban.
13:51En uno de esos días, sin embargo, la tensión comenzará a hacer mella en el más cauto de los dos.
13:56Cristóbal se mostrará más preocupado de lo normal. La encontrará en la parte trasera del palacio,
14:05en uno de los pasillos de servicio desiertos, cerca de las bodegas. La agarró suavemente del brazo,
14:12obligándola a detenerse. Leocadia, nos estamos arriesgando demasiado, dijo en un tono contenido
14:19pero urgente. Ya no pasamos desapercibidos como antes. Los criados comentan, he visto cómo nos
14:27mira esa muchacha, Yana. Y el joven Curro, sus ojos son demasiado inteligentes. Cualquier desliz,
14:35cualquier palabra fuera de lugar, puede arruinarlo todo. Necesitamos ser cautelosos, volver a serlo,
14:43pero Leocadia no se dejará intimidar. Su ambición era un fuego que quemaba cualquier atisbo de miedo.
14:50Dará un paso al frente, su mirada cargada de una determinación de acero, y responderá con firmeza.
14:58No voy a esperar más, Cristóbal. He sido cautelosa toda mi vida. He esperado en las sombras,
15:04he sonreído a quienes despreciaba, he fingido ser dócil y sumisa. Pasé meses en este palacio
15:11escondida, asfixiada, fingiendo ser sólo una huésped agradecida. En realidad, siempre estuve
15:18destinada a más. Quiero más, y ya parte a cruz de mi camino, esa arrogante que me miraba por encima
15:26del hombro. Y ahora que estás aquí, no hay vuelta atrás. Esto es más grande que nosotros,
15:34más grande que nuestro amor. Vas a ayudarme a conquistar lo que merecemos. Cristóbal fruncirá
15:41el ceño. Una mezcla de admiración y pavor en su rostro. La amaba, pero a veces su ambición lo
15:49asustaba. ¿Y qué, exactamente, pretendes? Hablas de conquistar, pero conquistar qué,
15:56el favor del marqués, ya lo tienes. Leocadia se acercará a él, tanto que sus labios casi rozaban
16:04su oído. Su voz se convirtió en un susurro venenoso, una promesa de poder y perdición.
16:12Oye bien, Alonso es un hombre solitario, un rey sin reina, carente de atención femenina desde el
16:18encarcelamiento de su querida cruz. Ya he conquistado parte de su confianza, su gratitud, pero ahora lo
16:26seduciré por completo. Se convertirá en mi devoto. Caerá a mis pies, y cuando eso ocurra,
16:33cuando esté completamente entregado, lo doparé discretamente. Unas gotas en su vino cada noche,
16:41una infusión especial para sus nervios. Lo iré debilitando poco a poco, nublando su juicio hasta
16:47que no logre razonar con claridad. En ese estado de confusión y dependencia,
16:53aceptará todo lo que yo diga. Me casaré con él, Cristóbal.
17:00Seré la marquesa de Luján, y en el momento oportuno, cuando su mente ya no le pertenezca,
17:06lo obligaré a transferir el título del marquesado y la gestión de todas sus propiedades a alguien de
17:11mi absoluta confianza. Y ese alguien serás tú. El mayordomo quedó inmóvil, como si una descarga
17:19eléctrica lo hubiera paralizado. El corazón le desbocó en el pecho, un tambor salvaje contra sus
17:26costillas. ¿Quieres que yo? ¿Que yo me convierta en marqués? Su voz era apenas un hilo, roto por la
17:34incredulidad. Eso es una locura, Leocadia. Es imposible. La nobleza, la corte, sus propios hijos.
17:43Nunca lo aceptarían. Soy un mayordomo. Lo aceptarán. Replicará ella, firme, implacable,
17:53agarrando su rostro entre sus manos. Lo aceptarán porque Alonso, el marqués de Luján,
18:00firmará los documentos. Su firma y su sello. Y nadie, absolutamente nadie, se atreverá a cuestionar
18:09su voluntad en vida. ¿No lo entiendes? Es la oportunidad de nuestra vida. Dejaremos de ser
18:16los amantes en la sombra, los sirvientes del destino. Dejarás de ser un simple mayordomo
18:21que agacha la cabeza y yo finalmente asumiré el poder que siempre me fue negado. Seremos los dueños
18:28de todo esto. No habrá nada ni nadie que nos detenga. Cristóbal la miró a los ojos, vio el fuego ardiendo
18:35en ellos, y su propio miedo comenzó a transformarse en una vertiginosa excitación. La idea era
18:42monstruosa, demencial, pero también, seductora. El poder, la riqueza, el estatus. Y tenerla a ella,
18:51a Leocadia, a su lado, como su igual. A un reacio, un último vestigio de prudencia luchando por
18:58sobrevivir, acabó cediendo ante la convicción de su amante. Si ese es tu deseo, si ese es el precio
19:06para estar contigo sin escondernos nunca más, estaré a tu lado. Pero debes saber que, si algo sale mal,
19:15si un solo hilo de este plan se rompe, no tendremos salida. ¿Nos destruirán? No saldrá mal. Asegurará
19:24Leocadia, tocándole el rostro con una caricia que era a la vez maliciosa y tierna.
19:31Confía en mí, juntos, somos invencibles. Y así, la malvada pondrá el plan en marcha.
19:39No pasará mucho tiempo antes de que Alonso, debilitado por la soledad, la ausencia de cruz y
19:45la constante sensación de fracaso, empiece a acercarse a Leocadia de una manera diferente.
19:50Al principio, eran conversaciones corteses junto a la chimenea, donde ella escuchaba sus lamentos con
19:58una paciencia infinita. Luego vinieron los paseos por el jardín, donde ella elogiaba su gestión de
20:05la promesa y le recordaba el gran hombre que era. Y finalmente, las cenas, en las que ella se mostraba
20:13solícita, atenta y comprensiva, llenando su copa de vino una y otra vez, eligiendo los temas de
20:20conversación que lo hacían sentir fuerte e importante de nuevo. Pronto, el marqués, creyendo haber
20:27encontrado en ella a una compañera fiel, un alma gemela en su desgracia, se dejará envolver por
20:33completo en su red. Leocadia se convirtió en su ancla, su confidente, la única luz en su oscura
20:41existencia. En una noche en particular, después de una cena íntima en la que el vino fluyó con
20:48generosidad y la música de un gramófono llenaba el silencio, Leocadia se insinuará de manera clara.
20:56Se levantó para servirle una última copa y, tropezando accidentalmente, cayó con delicadeza
21:02sobre su regazo. Sus manos se apoyaron en sus hombros, su rostro a centímetros del suyo. Alonso,
21:11vencido por meses de soledad y un deseo largamente reprimido, no la apartó. La miró a los ojos y,
21:18en ese instante, vio no a la manipuladora, sino a la mujer que había curado sus heridas.
21:26La llevó en brazos a su habitación, el antiguo dormitorio conyugal que no había pisado desde la
21:31partida de cruz. Será la primera vez que ambos compartan la cama. Al amanecer, cuando la luz suave
21:39de la mañana se filtraba por las pesadas cortinas de terciopelo, Alonso abrió los ojos. Leocadia dormía
21:47a su lado, su rostro sereno. Una oleada de emoción, una mezcla de culpa y gratitud, lo embargo.
21:54Con la voz quebrada, susurró su nombre. Ella se despertó lentamente. Leocadia,
22:01has devuelto la vida a esta casa. Has devuelto la vida a este hombre roto. No quiero seguir viviendo
22:08sin ti a mi lado, ni un solo día más. Acepta ser mi esposa, cásate conmigo. Ella, controlando la oleada
22:18de triunfo que amenazaba con desbordarla, giró el rostro hacia él, fingiendo una sorpresa
22:23conmovida. Una lágrima solitaria, perfectamente calculada, rodó por su mejilla. Sonrió, una sonrisa
22:33radiante y pura.
22:34Sí, Alonso, sí, acepto. El marqués, emocionado, tomó su mano y la besó con fervor.
22:46Entonces no hay por qué esperar. No más tristezas, no más lutos. Es hora de que todo
22:52el palacio, de que todo el mundo, sepa que estamos juntos. Hoy mismo lo anunciaremos. Esa
22:59misma tarde, mientras Alonso se reunía con sus abogados para iniciar los trámites,
23:04Leocadia entró apresurada en el despacho de Cristóbal. Cerró la puerta tras de sí y,
23:11con un brillo triunfante y febril en los ojos, se abalanzó sobre él.
23:17El plan está funcionando, mi amor. Está funcionando a la perfección. Anunció en voz baja, casi sin
23:24aliento. Alonso me pidió un matrimonio. Esta mañana, en su cama. Hoy mismo todos sabrán que
23:31estoy a su lado. Estamos a un paso, Cristóbal. A un solo paso de conquistar todo lo que soñamos.
23:39Cristóbal, por primera vez, dejó caer toda su máscara de seriedad.
23:46Una sonrisa abierta, depredadora, se extendió por su rostro, embargado por una embriagadora
23:52sensación de poder. Entonces lo imposible está ocurriendo. Pronto, este palacio será nuestro,
24:00y tú serás mi marquesa. Leocadia se acercó y lo besó con una intensidad voraz,
24:07una promesa de todo lo que estaba por venir. Nuestro, Cristóbal, será nuestro, y nada ni
24:15nadie podrá impedirlo. Aquella tarde en que Leocadia salió del despacho de Cristóbal con el corazón
24:20henchido de triunfo, todo parecía estar finalmente bajo su control. Estaba convencida de que, con la
24:28propuesta de matrimonio hecha por Alonso, nada podría arruinar sus planes. Sin embargo, lo que
24:35ni ella ni Cristóbal imaginarían era que un par de ojos jóvenes y astutos ya habían comenzado a
24:41sospechar y estaban a punto de arruinarlo todo. Curro, siempre atento, siempre un observador silencioso
24:49de las corrientes subterráneas del palacio, había empezado a notar las miradas que intercambiaban
24:54Leocadia y Cristóbal. No era sólo la familiaridad, era la intensidad, la carga eléctrica que había entre
25:03ellos, algo que iba mucho más allá de la relación entre una señora y su mayordomo. A diferencia de
25:11los demás criados, que preferían evitar involucrarse en asuntos de los señores por puro instinto de
25:16supervivencia, Curro sentía una lealtad genuina hacia Alonso, el hombre que, a pesar de todo,
25:23consideraba un padre. No lo ignoraría. Un día, mientras llevaba una bandeja de té hacia el ala oeste,
25:30al pasar por el pasillo trasero, escuchó voces apagadas provenientes de la vieja sala de billar,
25:37una estancia que raramente se usaba. Se detuvo en seco, reconoció las voces de inmediato,
25:44se apoyó con sigilo en la gruesa puerta de roble, el corazón acelerado, y tuvo la confirmación que,
25:51en el fondo, ya esperaba y temía. Escuchó risas cómplices, susurros cargados de una pasión secreta,
25:59y luego, la voz de Cristóbal, clara y presuntuosa. Ahora que Alonso está ciego por ti,
26:06que come de tu mano como un cachorro, pronto tendremos el poder en nuestras manos.
26:12Solo un poco más de paciencia, mi reina, Curro retrocedió de inmediato, como si la puerta quemara.
26:20Jadeante, el rostro pálido por la sorpresa y la indignación. Las piezas encajaban con una
26:26claridad aterradora. El marqués no solo estaba siendo consolado, estaba siendo vilmente engañado.
26:34Y el mayordomo, aquel hombre que había llegado con aires de lealtad y eficiencia,
26:39no era más que un traidor, un lobo con piel de cordero. Durante la noche, solo en la austeridad
26:46de su cuarto, Curro no pudo dormir. Daba vueltas en la cama, la traición que había descubierto
26:53pesando sobre él como una losa. Sabía que enfrentarse a Leocadia o a Cristóbal directamente
26:59sería un suicidio. Sabía también que Alonso, en su estado de enamoramiento, jamás creería solo en su
27:06palabra. Lo acusaría de celos, de inventar historias. No, era necesario algo más. Era necesario
27:15que el propio marqués viera la verdad con sus propios ojos, que la sintiera clavándose en su
27:20corazón como un puñal. Ideó un plan, arriesgado pero necesario. Así, en los días siguientes,
27:29Curro comenzó a seguir discretamente los pasos de los dos amantes. Se convirtió en una sombra,
27:36utilizando su conocimiento de los pasadizos de servicio y los atajos del palacio. Cada vez que
27:43Leocadia desaparecía de los salones nobles con una excusa trivial, allí estaba Cristóbal apareciendo
27:49poco después en el mismo lugar, encontrándose ambos en lugares improbables, la armería, el desván,
27:56la capilla vacía. Curro esperó el momento oportuno, el momento de máxima imprudencia por parte de ellos.
28:06Eligió una tarde en que sabía que Alonso estaría en su despacho, sumido en la revisión de los
28:11documentos de la dote y el contrato matrimonial. Fingiendo un aire de extrema preocupación,
28:19Curro llamó a la puerta. Adelante, dijo la voz cansada del marqués.
28:26Curro entró y cerró la puerta tras de sí. Señor, con su permiso. Sé que puedo parecer atrevido,
28:33y le juro que me cuesta más que nada en el mundo traerle esta inquietud, pero hay algo que usted debe
28:38ver con sus propios ojos. No se trata de un rumor, ni de una habladuría del servicio. Es algo que puede
28:47cambiarlo todo. Alonso, sorprendido por la solemnidad del joven, levantó la vista del papel. Sus cejas se
28:55fruncieron. ¿De qué hablas, muchacho? Sé claro, no estoy para acertijos. Curro respiró hondo, reuniendo
29:05todo su coraje. Leocadia y Cristóbal, señor. Debes seguirme, ahora mismo, en silencio. Le ruego que
29:14confíe en mí. No puedo decir más, solo lo verá. Desconfiado, incluso molesto, pero a la vez intrigado
29:23por la desesperación en la voz de Curro, Alonso se levantó. Una extraña premonición, fría y oscura,
29:31se apoderó de él. Siguió al joven por los pasillos, sus pasos resonando en el silencio.
29:39Curro lo condujo con pericia hasta la biblioteca, uno de los lugares preferidos de los amantes para
29:44sus citas clandestinas. Se detuvieron detrás de la puerta, que estaba entreabierta apenas una rendija.
29:53Dentro, a la luz dorada del atardecer que entraba por el ventanal, Alonso pudo ver una escena que congeló
30:00la sangre en sus venas. Leocadia estaba sentada en el regazo de Cristóbal, no en una silla,
30:07sino sobre la gran mesa de caoba del centro. Reía mientras lo besaba con un ardor y una entrega
30:15que él jamás había recibido de ella. Las manos del mayordomo recorrían su espalda, su cabello,
30:23con una familiaridad posesiva. Su voz, aunque baja, sonaba clara en el silencio de la sala.
30:32Pronto, mi amor, muy pronto estaremos al mando de todo. Serás la marquesa de Luján, y yo, yo seré el
30:40hombre que gobierne a tu lado, el verdadero señor de esta casa. Alonso palideció, sintió como si el
30:47suelo se abriera bajo sus pies. Un rugido sordo nació en sus entrañas. Sus puños se cerraron con
30:54tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos, las uñas clavándose en las palmas hasta temblar.
31:02La sangre le subió al rostro en una oleada de furia y humillación. La respiración se le volvió pesada,
31:08entrecortada. Curro, al ver la transformación en el rostro del marqués, retrocedió un paso,
31:16dejando a Alonso libre para decidir. En un ímpetu de rabia ciega, Alonso empujó la puerta con una
31:24violencia brutal. La madera se estrelló contra la pared con un estruendo que hizo temblar los libros
31:29en los estantes. Los dos amantes se separaron bruscamente, el pánico y el espanto reflejados
31:37en sus rostros. Leocadia saltó de la mesa, intentando alisar su vestido, tartamudeando una
31:45excusa incoherente. Pero Alonso gritó, su voz retumbando en la sala como un trueno, un grito de
31:53dolor, de traición, de ira pura. Canallas, INFAMS, dentro de mi propia casa, bajo mi techo, comiendo
32:04de mi plato. Se atrevieron a humillarme de esta forma. Cristóbal, pálido como un muerto, intentó
32:13recomponerse, dar un paso al frente con una pizca de su antigua autoridad de mayordomo.
32:20Señor, por favor, esto es un terrible malentendido. ¿Puedo explicarlo? Cállate. Interrumpió Alonso,
32:28avanzando hacia él, sus ojos chispeando de un odio asesino. No quiero escuchar ni una palabra más de
32:36tu sucia y perjura boca. Yo te di mi confianza, te entregué el mando de esta casa, te abrí mis puertas,
32:43y así me lo pagabas. Revolcándote como un animal con esta. Con esta víbora, Leocadia, al verse
32:52desenmascarada, al ver su elaborado plan hecho añicos en un solo instante, sintió como el miedo
32:58era reemplazado por una rabia fría y cortante. La máscara de la dulce y comprensiva compañera se
33:06desvaneció, revelando el monstruo que había debajo. Avanzó unos pasos, desafiante, y replicó con una
33:15arrogancia venenosa, víbora, Alonso. ¿Esa es la mejor ofensa que se le ocurre a tu mente mediocre?
33:22Tú siempre fuiste un hombre débil, un pelele preso de tus tradiciones y tu estúpido código de
33:27honor. Incapaz de darme lo que merecía, incapaz de ver más allá de tus narices. No eres más que un
33:33viejo tonto, ciego y patético, que creyó que una mujer como yo podría amarte. Siempre estuve un paso
33:41por delante de ti, y nunca, nunca lo viste. Las palabras, crueles y certeras, cortaron más profundo
33:49que cualquier puñal. Alonso, invadido por una mezcla insoportable de vergüenza, dolor y una rabia
33:57que lo consumía a todo, perdió la última pizca de razón que le quedaba. Fuera de aquí, bramó, señalando
34:05la puerta con un dedo tembloroso. Los dos están expulsados de este palacio ahora mismo, y que el
34:11mundo entero sepa lo que son. Una víbora rastrera y un lacayo traidor. Leocadia soltó una carcajada
34:19llena de desprecio y amargura. Expulsados, ¿de verdad crees que puedes deshacerte de mí tan fácilmente?
34:25Iluso, conozco cada uno de tus secretos, Alonso. Cada trapo sucio, cada esqueleto en el armario de tu
34:33ilustre familia. Sé de qué está hecha tu fortuna. Te arruinaré, ¿me oyes bien? Arrastraré el nombre
34:41de los Luján por el fango y escupiré sobre todo lo que valoras hasta que no quede nada.
34:47En ese instante, dominado por un impulso ciego e irracional, Alonso corrió hasta el cajón de su
34:53escritorio en la biblioteca y lo abrió de un tirón. Buscó a tientas y sacó un revólver pesado y oscuro,
35:01un arma que no había tocado en años. Se giró y levantó el arma con las manos temblorosas,
35:09apuntando a la pareja, cierra esa boca inmunda. Si dices una palabra más, juro por Dios que acabo
35:17contigo ahora mismo. Cristóbal, en un acto reflejo de protección, o quizás de desesperación, se puso
35:24delante de Leocadia, intentando parecer firme, aunque el terror le crispaba el rostro.
35:31Señor, por favor, baje esa arma. Piense en lo que está haciendo. Esto no resolverá nada.
35:39Pero Alonso ya no escuchaba. Estaba fuera de sí, perdido en un mar de odio. Dio un paso al frente,
35:46su voz convertida en un gruñido gutural.
35:48Nada borrará la vergüenza que trajeron a esta casa. Nada. El dedo del marqués se deslizó sobre
35:56el gatillo. Un estampido ensordecedor llenó la sala, un sonido brutal que pareció hacer vibrar
36:03el aire. Cristóbal tambaleó hacia atrás, como si hubiera recibido un golpe invisible y poderoso.
36:10Su mano voló hacia su pecho, y sus ojos se abrieron desmesuradamente, fijos en Alonso,
36:18con una expresión de incredulidad y dolor. La sangre, oscura y espesa, comenzó a deslizarse
36:26entre sus dedos, manchando la blancura de su camisa. Cayó de rodillas, con un gemido ahogado,
36:34antes de desplomarse pesadamente en el suelo, jadeante. Leocadia soltó un grito desgarrador,
36:43un alarido de horror y furia. Corrió hacia él, cayendo a su lado.
36:48Cristóbal, Cristóbal, aguanta, por favor, mírame. Alonso, aún con el arma humeante en la mano,
36:56parecía haber entrado en trance. El eco del disparo resonaba en su mente,
37:02una y otra y otra vez. Sus ojos miraban el cuerpo caído del mayordomo como si no pudiera
37:08comprender lo que acababa de hacer. No, yo, yo no quería, murmuraba con la voz quebrada,
37:16rota, la de un hombre que acaba de destruir su propio mundo. Curro, que había presenciado toda
37:24la escena petrificado en la esquina de la sala, reaccionó. Corrió hacia el marqués, le sujetó el
37:32brazo con fuerza y le quitó el revólver de las manos, que cayeron inertes a sus costados.
37:38Padre, por el amor de Dios, ha perdido el control. Gritó, su propia voz temblando.
37:46Está herido, está herido de verdad. Leocadia, entre sollozos histéricos,
37:52sostenía el rostro de Cristóbal entre sus manos.
37:54Él, con la respiración entrecortada y un estertor en la garganta, intentaba balbucear
38:02unas últimas palabras, casi inaudibles, sus ojos buscándolos de ella.
38:09Yo, solo, solo quería estar, contigo. La sala se sumió en un silencio pesado, opresivo,
38:16roto apenas por los sollozos de Leocadia y la respiración agitada y moribunda de Cristóbal.
38:21Alonso, paralizado por el horror, repetía una y otra vez, casi en un delirio, no fue
38:29mi intención. Yo no quería quitarle la vida. En ese momento, quedaba claro para todos,
38:37el ambicioso y retorcido plan de Leocadia se había deshecho en una tragedia sangrienta.
38:44El amante con quien había soñado compartir el poder y la gloria yacía herido de muerte
38:48ante ella, ahogándose en su propia sangre. Y Alonso, el marqués de Luján, el hombre
38:56que había sido manipulado, engañado y humillado, se había convertido en el autor involuntario
39:02de un crimen, un acto de violencia que jamás, por el resto de sus días, lograría borrar de
39:07su memoria y de su conciencia. La promesa de un futuro brillante se había convertido en la
39:14certeza de una condena eterna.
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