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#avance #semanal #septiembre
Avance semanal: Otro asesinato en ‘Valle Salvaje’ del 1 al 5 de septiembre
El luto era un velo pesado y asfixiante que se había cernido sobre Valle Salvaje. No era un luto limpio, de esos que traen consigo lágrimas purificadoras y recuerdos agridulces. Era un luto sucio, pegajoso, impregnado del hedor de los secretos y la sospecha. La muerte de Julio Gálvez de Aguirre, tan repentina y devastadora, había dejado una grieta en los cimientos de la Casa Grande, y por esa grieta comenzaban a colarse l ...
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Transcript
00:00Avance semanal. Otro asesinato en Valle Salvaje del 1 al 5 de septiembre. El luto era un velo
00:16pesado y asfixiante que se había cernido sobre Valle Salvaje. No era un luto limpio,
00:23de esos que traen consigo lágrimas purificadoras y recuerdos agridulces. Era un luto sucio,
00:31pegajoso, impregnado del hedor de los secretos y la sospecha. La muerte de Julio Gálvez de Aguirre,
00:38tan repentina y devastadora, había dejado una grieta en los cimientos de la casa grande,
00:44y por esa grieta comenzaban a colarse las más oscuras verdades. El aire mismo parecía más
00:50denso, cargado de palabras no dichas y de miradas que pesaban como sentencias. En los pasillos donde
00:58antes resonaban las risas y las disputas triviales, ahora sólo se oía el eco del silencio, un silencio
01:04que gritaba más que cualquier acusación. Cada crujido de la madera, cada susurro del viento
01:12entre los árboles del valle, parecía contar una historia de traición, una historia que apenas
01:17comenzaba a desvelarse. Lunes, el susurro de un veneno. El sol del primer día de septiembre se
01:26alzaba pálido, casi reacio a iluminar la pena que embargaba la finca. Para Rafael, cada rayo de luz era
01:34una ofensa, un recordatorio cruel de que el mundo seguía girando mientras el de su hermano se había
01:39detenido para siempre. El dolor era una bestia que le devoraba por dentro, pero bajo el dolor,
01:47una semilla de inquietud había comenzado a germinar. Era una sensación minúscula, casi imperceptible,
01:55una disonancia en la melodía fúnebre de sus recuerdos. En la biblioteca, el aroma a cuero viejo
02:02y a tristeza reciente lo envolvía. Mercedes, con la mirada llena de una comprensión que trascendía
02:08las palabras, se sentó a su lado. Él y Adriana le habían confesado todo la noche anterior. Su amor
02:17prohibido, el plan de huida que Julio había bendecido y financiado, el sacrificio final de
02:22su hermano para darles una oportunidad de ser felices.
02:25Lo hicisteis por amor, Rafael. Dijo Mercedes, su voz un bálsamo en la herida abierta de su conciencia.
02:37Julio lo entendió. Él solo quería vuestra felicidad. Pero esa felicidad nos ha costado
02:42su vida. Mercedes, replicó él, la voz rota. La culpa me ahoga, si no hubiéramos planeado escapar.
02:51Si yo no le hubiera presionado.
02:53No, Mercedes le tomó la mano con firmeza. La culpa no es vuestra. La culpa es de quien
03:00ha tejido esta red de mentiras y odio. José Luis, él os arrebatará esa felicidad
03:07que Julio os quiso regalar. Ten cuidado, Rafael. Ten mucho cuidado, porque vuestro padre no se
03:15detendrá ante nada. Las palabras de Mercedes resonaron en él, avivando esa extraña inquietud.
03:23Mientras tanto, en el salón principal, Adriana se enfrentaba a la personificación de ese odio.
03:31José Luis, el duque de Valle Salvaje, la miraba con un desprecio gélido, como si su mera presencia
03:37fuera una profanación en el sagrado luto de su hogar.
03:40¿Cómo te atreves a presentarte aquí con esa cara de falsa pena? Siseó el duque. Adriana
03:48levantó la barbilla, sus ojos brillando con una mezcla de dolor y furia. Ya no era la
03:55joven ingenua que había llegado al valle. El sufrimiento la había afilado, la había convertido
04:00en una daga. He venido a presentar mis respetos a Julio. Contestó, su voz firme y clara. A
04:09diferencia de usted, yo sí lo quería. Era mi amigo, y era el único en esta casa con
04:15un corazón noble. Insolente, tú y tus intrigas lo mataron. La vergüenza, la humillación de
04:23saber que su propio hermano se revolcaba con la mujerzuela que él amaba. Eso fue lo que lo
04:28mató. La bofetada resonó en el silencio del salón. Pero no fue la mano del duque la
04:34que golpeó. Fue la de Adriana. El rostro de José Luis se contrajo en una máscara de
04:40incredulidad y rabia. No vuelva a llamarme así en su vida. Dijo Adriana, avanzando hacia
04:47él, su menuda figura irradiando una fuerza insospechada. Usted lo mató. Usted y su orgullo.
04:55Usted y su desprecio. No pudo soportar la humillación de que Julio descubriera la clase
05:00de monstruo que es su padre. No pudo soportar que su hijo se pusiera de mi parte, de parte
05:07de Rafael. Usted lo silenció. Estás loca, deliras, el dolor te ha hecho perder el juicio,
05:15¿de verdad? Adriana sonrió, una sonrisa desprovista de alegría, afilada como el cristal
05:20roto. Pues escuchín bien, duque. O acepta mi amor con su hijo, o se preparará para perderlo
05:28a él también. Porque le juro por la memoria de Julio que no me separaré de Rafael. Y si
05:35intenta algo contra nosotros, me aseguraré de que el mundo entero sepa la verdad sobre
05:40usted y sus tierras. La verdad de mi padre. La verdad de Valle Salvaje. Se dio la vuelta
05:47y se marchó, dejando a José Luis petrificado, con la marca roja de sus dedos en la mejilla
05:53y una expresión de puro desconcierto en el rostro.
05:58Victoria, que había observado la escena desde el umbral, se acercó a su marido, José Luis.
06:03¿Qué ha sido eso? ¿Qué quería decir con lo de las tierras? Pero el duque la apartó
06:10con un gesto brusco, evitando su mirada. Déjame en paz, Victoria. No son más que los
06:18desvaríos de una histérica. Sin embargo, la preocupación en los ojos de Victoria se
06:23intensificó. Conocía a su marido. Sabía que esa reacción no era de ira, sino de algo
06:30mucho más profundo y peligroso. Culpa. ¿Acaso las palabras de Adriana habían tocado una fibra
06:38de verdad? En otra parte de la casa, Úrsula, vestida con un luto impecable que contrastaba
06:44con la ambición que ardía en sus ojos, le hacía una promesa a su tía.
06:50No te preocupes, tía Victoria. Esa mosquita muerta de Adriana no será un problema por mucho
06:55tiempo. Yo me encargaré de Rafael. No me apartaré de su lado. Consolaré su pena, secaré
07:03sus lágrimas. Y antes de que te dé cuenta, seré la próxima duquesa de Valle Salvaje.
07:10Este luto es solo un contratiempo. Más tarde, encontró a Rafael junto al lago, el lugar favorito
07:16de Julio. Se acercó con movimientos estudiados, la personificación de la empatía y el consuelo.
07:26Rafael, primo querido, siento tanto tu pérdida. Si hay algo, lo que sea, que pueda hacer por ti.
07:34Le ofreció un pañuelo de seda y le rozó el brazo con delicadeza. Rafael, sumido en su propio
07:40infierno, apenas registró el gesto. Pero entonces, un detalle, un aroma sutil emanó del pañuelo. Un
07:49perfume floral, dulce y penetrante, el mismo perfume que Úrsula siempre usaba. Y de repente,
07:57un recuerdo fugaz, una imagen borrosa de la tarde fatídica, asaltó su mente.
08:02Julio, desplomándose en el suelo. Y junto a él, sobre una mesita auxiliar, una taza de té volcada
08:11y, a su lado, la copa de licor que Úrsula le había servido momentos antes. La copa, el perfume. Un
08:21escalofrío helado le recorrió la espalda. Desechó la idea al instante. Era monstruosa, absurda, su propia
08:29prima. No, era la culpa, el dolor, que le hacían ver fantasmas. Pero la semilla de la sospecha, una
08:38vez plantada, había echado raíces. ¿Y si Julio no murió? ¿Y si fue asesinado? ¿Y si la responsable
08:45fue Úrsula? Lejos de las intrigas de la casa grande, la vida seguía su curso con sus propios
08:51dramas. Amanda, la madre de Leonardo, se preparaba para abandonar el valle. Su partida estaba teñida
09:00de una melancolía particular. Antes de subir al carruaje, se despidió de Irene y Bárbara. Su
09:08mirada hacia Irene estaba llena de un cariño casi maternal. Eres una mujer excepcional, Irene. Le dijo,
09:16apretando sus manos. Leonardo tiene mucha suerte de tenerte a su lado. Podría ser la mujer perfecta
09:25para él. Bárbara, de pie a unos pasos, sintió una punzada de celos y desconcierto. La aprobación de
09:34Amanda era algo que ella anhelaba y que nunca había recibido de forma tan explícita. La despedida con
09:41Bárbara fue más fría, más formal. Espero que nuestra relación mejore en el futuro, Bárbara. Dijo
09:48Amanda, con un tono que sonaba más a una obligación que a un deseo sincero. Mientras el carruaje se
09:55alejaba, Bárbara vio cómo Amanda se volvía para lanzar una última sonrisa afectuosa a Irene.
10:03Esa imagen se le clavó en el corazón, dejándola profundamente tocada y resentida.
10:08Las advertencias y las amenazas seguían volando como cuervos por el valle. Victoria,
10:15incapaz de enfrentarse a su marido, descargó su frustración en Adriana.
10:21La encontró en el jardín, cuidando de las rosas que tanto le gustaban a Julio. No creas que la muerte
10:28de Julio te deja el camino libre con Rafael. Le espetó, su voz un látigo. Él es mi sobrino,
10:36y es el futuro duque. No permitiré que una advenediza como tú destruya su vida. Adriana
10:42ni siquiera se volvió para mirarla. Guárdese sus amenazas, Victoria. Ya no le tengo miedo.
10:48Pero un nuevo frente se abrió de forma inesperada. Luisa, la amante de Alejo,
10:55la abordó con desesperación en los ojos. Señorita Adriana, tiene que ayudarme. El
11:02duque ha repudiado a Alejo. Lo ha dejado sin nada. Está destrozado por la muerte de su hermano y ahora
11:08por el desprecio de su padre. Usted, usted tiene influencia sobre él. Exíjale que interceda por
11:16Alejo. El encontronazo fue tan intenso y público que la noticia llegó a oídos de José Luis.
11:24Esa misma noche, atormentado por el fantasma de un hijo muerto y la acusación de otro,
11:29el duque se presentó sin previo aviso en la casa pequeña. Alejo lo recibió en la puerta,
11:37la sorpresa y el resentimiento luchando en su rostro. Padre e hijo, separados por un abismo de
11:44secretos y dolor, se miraron bajo la luz pálida de la luna. ¿Sería un nuevo enfrentamiento o el
11:52primer paso hacia una reconciliación forjada en la tragedia? El valle, como siempre, guardaba silencio,
11:59esperando la respuesta. Martes, la memoria del veneno. La noche no había traído consuelo a Rafael.
12:08Había sido una tortura de imágenes fragmentadas, de recuerdos que su mente repetía una y otra vez,
12:13buscando una lógica en el caos. Se veía a sí mismo en el salón, la tarde de la muerte de Julio.
12:22El sol entraba por los ventanales, creando largas sombras que se arrastraban por el suelo como presagios.
12:30Recordaba la risa de Julio, un sonido que ahora le parecía dolorosamente lejano. Recordaba la tensión
12:36en el aire, la presencia de Úrsula, siempre cerca, siempre observando. Y entonces, la imagen se
12:45aclaraba, enfocándose con una nitidez aterradora. Veía a Ana, una de las doncellas más jóvenes,
12:52acercarse a la mesa con una bandeja. En la bandeja, dos copas de licor. Ana le entregaba
12:59una a Julio. Pero no era Ana quien se la había ofrecido directamente. No, Úrsula había tomado
13:06la copa de la bandeja, había dicho algo con una sonrisa encantadora y se la había puesto en la
13:12mano a Julio. Y el perfume, el mismo perfume de su pañuelo. Dulce, floral y ahora, en su memoria,
13:21nauseabundo. Se levantó de la cama, empapado en sudor frío. Ya no era una fantasía. Era una
13:29sospecha real, una posibilidad tan monstruosa que le revolvía las entrañas. Y si el licor estaba
13:37envenenado. Y si Úrsula, su propia prima, había utilizado a una doncella inocente para entregarle
13:43la muerte a su hermano. Intentó apartar el pensamiento. Era demasiado cruel, demasiado retorcido.
13:51Quiso convencerse de que era la culpa, esa culpa que lo carcomía, la que le hacía construir castillos
13:57de horror en su mente para no enfrentarse a su propio papel en la tragedia. Pero el recuerdo
14:04era demasiado vívido, el perfume demasiado presente. Mientras tanto, en la casa pequeña,
14:10el encuentro entre José Luis y Alejo había sido extrañamente catártico. No hubo gritos,
14:17no hubo reproches. Solo dos hombres rotos por la misma pérdida, encontrando un precario terreno
14:23común en el dolor compartido. Lo siento, padre, dijo Alejo, la voz apenas un susurro. Siento no haber
14:33estado más cerca de él. De vosotros, José Luis, por primera vez en mucho tiempo, dejó caer la máscara
14:41de duque autoritario. Puso una mano en el hombro de su hijo, un gesto torpe, desacostumbrado,
14:50pero cargado de un peso inmenso. Él te quería, Alejo, a su manera. Y yo, yo también. Fue un
14:59acercamiento frágil, un puente tendido sobre un abismo. Pero para Luisa, que observaba desde la
15:07distancia, esa escena era una confirmación dolorosa de su propio exilio. Vio a los Galvez de Aguirre
15:15cerrando filas en su tragedia, creando un círculo de dolor y nobleza en el que ella, la amante,
15:22la mujer del pueblo, nunca tendría cabida. Comprendió con una claridad desoladora que,
15:29pasara lo que pasara, jamás sería aceptada. El amor de Alejo podía ser fuerte, pero sería
15:38suficiente para resistir el peso de su linaje, la presión de su familia. Una decisión drástica
15:44comenzó a tomar forma en su corazón, una decisión que podría salvar a Alejo o destruir su amor para
15:50siempre. En otro rincón del valle, donde las penas de los señores parecían lejanas, se desarrollaba un
15:57drama más sencillo, pero no menos intenso. Pepa, la joven y vivaz trabajadora, se encontraba en el
16:06centro de un inesperado cortejo doble. Martín, el capataz, y Francisco, su amigo, se habían declarado
16:15abiertamente la guerra por su afecto. Ambos eran buenos hombres, trabajadores y honestos. La elección
16:23era difícil. Aquella tarde, mientras recogía flores silvestres en el prado, Francisco se le acercó.
16:32Era directo, casi rudo en su sinceridad. Pepa, no soy hombre de muchas palabras. Me gustas, y me
16:40gustaría que me dieras una oportunidad. Más tarde, fue Martín quien la encontró junto al arroyo.
16:46Él era más poético, más soñador. Cuando te veo, Pepa, es como si el sol brillara un poco más fuerte.
16:57No sé qué me has hecho, pero no puedo dejar de pensar en ti. Pepa, abrumada y halagada, tomó una
17:03decisión. Esa noche, en la verbena del pueblo, mientras la música sonaba y las parejas bailaban,
17:11se acercó a uno de ellos. La sorpresa se dibujó en los rostros de todos los presentes cuando vieron
17:18a Pepa tomar la mano de Francisco y llevarlo a un rincón apartado del bullicio.
17:25Eres tú, le dijo ella, con una sencillez que desarmó al rudo capataz. Eres tú a quien elijo.
17:33Y entonces, bajo la luz de los farolillos, Francisco la besó. Fue un beso torpe y apasionado,
17:39un beso que lo cambió todo. Martín, que los observaba desde la distancia, sintió como algo
17:47se rompía dentro de él. Una nueva ilusión había nacido para unos, pero a un precio muy alto. La
17:56amistad de dos buenos hombres, ahora amenazada por el veneno de los celos. Ajena a los dramas del corazón
18:03del pueblo, Adriana había pasado la mañana repasando viejos documentos de su padre, papeles
18:09que había traído consigo al valle. Entre ellos, encontró los contratos de arrendamiento de las
18:16tierras, las cartas intercambiadas entre su padre, Evaristo, y José Luis. Y encontró la verdad, escrita en
18:26tinta y papel. Una deuda inmensa, acumulada durante años, que los Galvez de Aguirre tenían con los
18:33Salcedo de la Cruz. Una deuda que José Luis había ignorado sistemáticamente, con una nueva
18:40determinación ardiendo en sus venas, tomó una decisión firme. Ya no se trataba solo de su amor
18:47por Rafael. Se trataba de justicia, se trataba del honor de su familia. Se enfrentaría al duque y a
18:55Victoria y reclamaría lo que era suyo por derecho. Las tierras de su familia, el legado que le habían
19:01robado. Esa tarde, incapaz de soportar más la tortura de sus pensamientos, Rafael fue a buscar a
19:09Adriana. La encontró en el pequeño cenador del jardín, el lugar donde se habían dado su primer beso
19:17furtivo. La luz del atardecer teñía el cielo de tonos anaranjados y violetas, un escenario de una
19:25belleza casi insultante dada la fealdad de sus sospechas. Adriana, comenzó, su voz temblorosa.
19:33Necesito hablar contigo. Es sobre Julio. Ella lo miró, preocupada por la angustia en su rostro.
19:40¿Qué ocurre, Rafael? ¿Has recordado algo? Él asintió lentamente, tragando saliva.
19:50Le costaba dar voz a la monstruosidad que se había instalado en su mente. Creo. Dijo,
19:56las palabras saliendo con dificultad. Creo que Julio no murió por causas naturales.
20:01Adriana, creo que alguien lo envenenó. Adriana se quedó sin aliento. El color abandonó su rostro,
20:10dejándola pálida como el mármol de las estatuas cercanas. Miró a Rafael, buscando en sus ojos
20:17alguna señal de locura, de delirio provocado por el dolor. Pero solo encontró una certeza terrible,
20:25una convicción helada que se reflejaba en su propia alma y confirmaba sus más oscuros temores sobre el
20:31duque. Y creo saber quién fue. Añadió Rafael, su voz apenas un susurro cargado de veneno.
20:41Úrsula. La dejó completamente helada. El nombre flotó entre ellos, cargado de implicaciones aterradoras.
20:47No era el duque, el enemigo evidente. Era alguien de dentro. Alguien que sonreía,
20:55que ofrecía consuelo y que, quizás, había servido la muerte en una copa de licor.
21:03El enemigo estaba en casa. Miércoles. El hilo de la culpable. La confesión de Rafael no había sido
21:10una revelación para Adriana, sino una confirmación. La pieza que faltaba en el rompecabezas de su
21:17propia desconfianza. Pasaron horas hablando en susurros, reconstruyendo la tarde de la muerte
21:22de Julio, uniendo los fragmentos de sus recuerdos. Cada detalle, cada gesto, cada palabra, ahora adquiría
21:32un nuevo y siniestro significado. La amabilidad empalagosa de Úrsula, su insistencia en servirle la
21:40copa a Julio, su presencia constante y vigilante. Todo encajaba. Fue ella. Dijo Adriana finalmente,
21:49su voz cargada de una convicción gélida. No tengo ninguna duda. Pero, ¿por qué,
21:56qué ganaba ella con la muerte de Julio? A mí, respondió Rafael con amargura. Con Julio fuera del
22:05camino, yo me convierto en el único heredero del ducado. Y ella, ella quiere ser la duquesa.
22:13Haría cualquier cosa por conseguirlo. Llegaron a la misma conclusión. Julio había sido asesinado.
22:19Y la asesina seguía entre ellos, moviéndose por los pasillos de la casa grande, compartiendo su mesa,
22:27ofreciendo un pésame hipócrita. El peligro era real e inmediato. Tenemos que ser cautelosos,
22:36advirtió Rafael. No podemos acusarla sin pruebas. Es mi prima. Nadie nos creería. Pensarían que el
22:44dolor nos ha vuelto locos. Entonces encontraremos las pruebas. Aseguró Adriana, sus ojos brillando con
22:51una determinación feroz. Investigaremos, Rafael, juntos, y haremos que pague por lo que ha hecho.
22:59El primer paso de Rafael fue impulsivo, guiado por la certeza de que la respuesta estaba en el
23:04servicio de aquella tarde. Se dirigió directamente a Isabel, la gobernanta, una mujer leal a la familia,
23:13pero, sobre todo, a la verdad. Isabel, necesito que averigües algo para mí. Y necesito tu más
23:21absoluta discreción. Es de vital importancia. Isabel, al ver la seriedad en el rostro del joven,
23:29asintió. ¿De qué se trata, señorito Rafael? La tarde que murió mi hermano. Se sirvió una merienda
23:38en el salón. Quiero saber quién preparó la bandeja. ¿Quién sirvió las bebidas? Necesito
23:45el nombre de la doncella que lo hizo. La petición era extraña, pero la urgencia en la voz de Rafael
23:52no dejaba lugar a preguntas. Isabel asintió de nuevo. Lo averiguaré de inmediato, señorito. Sin
24:01embargo, la lealtad de Isabel a la familia tenía un orden jerárquico. Y por encima de Rafael,
24:09estaba la nueva duquesa, Victoria. Preocupada por la extraña naturaleza del encargo, la gobernanta
24:15no tardó en informar a su señora. Señora duquesa, perdone que la moleste. El señorito Rafael me ha
24:23pedido algo que me ha resultado inquietante. Victoria levantó la vista de su bordado,
24:30una ceja arqueada con interés. ¿Qué te ha pedido? ¿Quieres saber qué doncella sirvió la merienda el
24:36día que, el día que falleció el señorito Julio? Una sombra de alarma cruzó el rostro de Victoria.
24:44¿Por qué Rafael investigaría algo así? ¿Acaso sospechaba algo? Sus pensamientos volaron
24:49inmediatamente hacia su marido, hacia la extraña discusión que había tenido con Adriana.
24:55¿Y si las sospechas de su sobrino no iban dirigidas a José Luis, sino en otra dirección? Una dirección
25:02que, si se confirmaba, podría salpicarla a ella misma a través de su sobrina Úrsula.
25:10Atrapó la sospecha al vuelo y decidió vigilar de cerca cada movimiento de Rafael.
25:14Mientras tanto, la verdadera culpable comenzaba a sentir cómo los muros de su engaño se estrechaban.
25:24Úrsula había subestimado el eslabón más débil de su plan. Ana, la joven doncella que había llevado
25:30la bandeja. La chica no había dejado de temblar desde aquel día. El miedo y la culpa la consumían.
25:37Sabía que había participado en algo terrible, aunque no supiera exactamente en qué.
25:46La mirada de Úrsula, sus órdenes veladas, la forma en que se había deshecho de la copa sobrante,
25:52todo la atormentaba. Úrsula la encontró en la lavandería, sus manos temblando tanto que apenas
26:00podía doblar las sábanas. Ana, tenemos que hablar. Dijo Úrsula, su voz un susurro sedoso pero con un
26:10filo de acero. Señorita Úrsula, yo, yo no puedo más. Balbuceó la chica, las lágrimas asomando a sus
26:19ojos. La gente hace preguntas. La señora Isabel ha estado preguntando quién sirvió las copas.
26:27—¿Y qué le has dicho? —preguntó Úrsula, acercándose a ella, su sonrisa ya no era
26:34tranquilizadora, sino depredadora. —Nada, he dicho que no lo recuerdo bien. Pero,
26:42tengo miedo. Si descubren, no van a descubrir nada. La interrumpió Úrsula, agarrándola por el brazo con
26:49una fuerza sorprendente. —Porque tú mantendrás la boca cerrada. ¿Entendido? Olvidarás lo que
26:57viste. Olvidarás que yo estaba allí. Eres solo una doncella que cumplía con su trabajo. Si hablas,
27:04Ana, te juro que te arrepentirás. —Nadie creer creerá a una sirvienta contra mí. Te acusarán a ti.
27:12Dirán que fuiste tú quien envenenó al señorito. —Acabarás en un garrote. ¿Es eso lo que quieres?
27:18Ana negó con la cabeza, el pánico paralizándola. Las palabras de Úrsula eran veneno puro,
27:26paralizando su voluntad. Pero la duda y el miedo ya habían echado raíces. Ana se había convertido
27:33en un riesgo. Un cabo suelto que Úrsula sabía que tendría que cortar, de una forma u otra.
27:39La joven doncella, sin saberlo, acababa de convertirse en la posible próxima víctima de
27:47la ambición de Úrsula. Por su parte, Adriana no perdía el tiempo. Mientras Rafael se centraba
27:54en la investigación del asesinato, ella decidió atacar al duque en su punto más débil, su fortuna
28:00y su orgullo. Se presentó en el despacho de José Luis con los documentos de su padre en la mano y los
28:07depositó sobre la mesa con un golpe seco. —Creo que tenemos una conversación pendiente,
28:14Duque. Una que lleva años aplazándose. José Luis la miró con cansancio. La muerte de su hijo
28:22parecía haberle envejecido una década. —No tengo tiempo para tus juegos, Adriana. Esto no es un juego.
28:30Es una deuda. La deuda que su familia tiene con la mía por el alquiler de las tierras de Valle Salvaje.
28:36Una deuda que, según estos papeles, asciende a una cantidad que dudo mucho que pueda permitirse
28:43pagar. El duque palideció ligeramente al ver los documentos. Reconoció la caligrafía de Evaristo
28:51Salcedo, las cifras, las fechas. —Exijo el pago inmediato de la totalidad de la deuda.
28:58—¿Con intereses? —continuó Adriana, su voz implacable. —Y si no puede pagarla,
29:06entonces me cobraré en tierras. Las tierras que, por derecho, siempre debieron ser de mi familia.
29:15—Tiene una semana para darme una respuesta. Se marchó, dejando a un duque aturdido y acorralado.
29:21—La guerra por Valle Salvaje había comenzado oficialmente, librándose en dos frentes. El de
29:29un asesinato silencioso y el de una deuda que amenazaba con derrumbar un imperio.
29:33—Jueves. El peso de la verdad. La amenaza de Adriana había caído sobre José Luis como una losa.
29:41—No era solo el dinero, era el honor, el legado, todo el entramado de poder que había construido
29:49sobre esas tierras. Se sentía atrapado. La muerte de Julio le había robado la energía,
29:56la crueldad y la firmeza que siempre lo habían caracterizado. Miraba los papeles sobre su escritorio
30:03y no veía cifras, sino el rostro de Evaristo Salcedo, el hombre al que había engañado y arruinado,
30:09el padre de la mujer que ahora venía a cobrarse la justicia que él le había negado. Adriana,
30:15en cambio, se sentía más fuerte que nunca. Cada paso que daba, cada verdad que descubría,
30:21alimentaba su determinación. La certeza de que su llegada al valle no había sido una casualidad,
30:29sino parte de un plan orquestado por José Luis y Victoria para mantenerla controlada,
30:34la enfurecía y la fortalecía a partes iguales. Ahora entendía el interés inicial de Victoria,
30:41su insistencia en emparejarla con Julio. Querían unir las dos familias a través de un matrimonio para
30:49silenciar cualquier futura reclamación. —Mi padre no murió en un accidente, ¿verdad? —le
30:56espetó a José Luis en un nuevo y brutal enfrentamiento en la biblioteca.
30:59—Y ahora entiendo por qué Julio tuvo que morir. Él había descubierto la verdad. Sabía lo que usted
31:06le hizo a mi padre. Por eso lo apoyaba. Por eso quería ayudarnos a escapar. Ustedes dos,
31:13usted y Victoria, son los responsables de sus muertes. —Basta ya —rugió José Luis,
31:21golpeando la mesa con el puño. —No voy a tolerar ni una sola acusación más bajo mi techo.
31:26—Pues tendrá que acostumbrarse —replicó Adriana, sin retroceder un ápice—. Porque no descansaré
31:34hasta que todo el mundo sepa la verdad. —La verdad sobre el fraude de las tierras de
31:40valle salvaje. Le devuelvo su aviso, Duque. No pienso perdonar la deuda. —Y le aseguro que este
31:48valle volverá a sus legítimos dueños. Y usted, usted se quedará sin nada. —Absolutamente nada. La
31:56convicción en su voz era tan poderosa que José Luis, por primera vez en su vida, sintió el vértigo de
32:02la derrota. Mientras los cimientos del ducado temblaban, la investigación de Rafael seguía su
32:10curso. Isabel, cumpliendo sus órdenes, llamó a Ana a su despacho. La gobernanta era una mujer de
32:18aspecto severo, y su mirada inquisitiva era suficiente para desarmar a la doncella más curtida.
32:25Ana entró temblando, estrujando su delantal entre las manos. —Ana. Comenzó Isabel, su tono neutro pero
32:34firme. —El señorito Rafael quiere saber algunos detalles sobre la tarde en que falleció el señorito
32:40Julio. —Tú estabas de servicio en el salón, ¿no es así? —Sí, señora Isabel —susurró Ana.
32:52—Preparaste la bandeja con la merienda y las bebidas, ¿correcto? —Sí, señora. Quiero que recuerdes
32:59con exactitud. —¿Quién te dio las órdenes? ¿Notaste algo fuera de lo común? ¿Alguien se acercó
33:06a la bandeja antes de que la sirvieras? Las preguntas eran como martillazos en la conciencia
33:13culpable de Ana. El rostro amenazante de Úrsula apareció en su mente. Las palabras acabarás en
33:20un garrote resonaron en sus oídos. El miedo luchaba contra su instinto de decir la verdad y
33:25liberarse de esa carga insoportable. —Yo. Yo no recuerdo bien, señora. —Mintió,
33:33la voz quebrada. Había mucha gente. Estaba muy nerviosa. —Mírame a los ojos, Ana —ordenó Isabel,
33:42su voz subiendo de tono. —Esto no es un juego. —No te estoy preguntando por un jarrón roto.
33:49El señorito Julio ha muerto. Y hay razones para creer que no fue por causas naturales.
33:55—Si sabes algo, si viste algo, y te lo callas, te conviertes en cómplice de un posible asesinato.
34:02—¿Es eso lo que quieres? ¿Cargar con una muerte sobre tu conciencia por lealtad a quien
34:08no lo merece? La palabra asesinato golpeó a Ana con la fuerza de un puñetazo. Se derrumbó en la
34:16silla, sollozando sin control. Estaba atrapada. Si hablaba, Úrsula la destruiría. Si callaba,
34:24la culpa y el miedo a ser descubierta la consumirían. Isabel la observaba, paciente, sabiendo que la
34:33joven estaba a punto de romperse. La pregunta ya no era si Ana hablaría, sino cuándo. Y Úrsula,
34:40que observaba la escena a través de la puerta entreabierta, supo que el tiempo se le estaba
34:45acabando. Tenía que silenciar a Ana, y tenía que hacerlo pronto. Viernes, la noche de los cuchillos
34:54largos. El amanecer del viernes llegó cargado de una tensión casi palpable. La investigación de
35:01Rafael y Adriana ganaba fuerza con cada hora que pasaba. La crisis nerviosa de Ana durante el
35:08interrogatorio de Isabel era la comidilla del servicio. Todos sabían que la chica ocultaba
35:15algo, y la sombra del asesinato, antes una sospecha susurrada, ahora se cernía sobre la
35:21casa grande como un ave de rapiña. Úrsula sentía las miradas sobre ella, imaginaba acusaciones en cada
35:29silencio. Sabía que Ana estaba a punto de quebrarse y delatarla. Tenía que actuar. Victoria también
35:37sentía la presión. La investigación de Rafael, la amenaza de Adriana, la extraña apatía de José
35:44Luis, todo su mundo se desmoronaba. Entendió que si Rafael descubría la verdad sobre Úrsula, el escándalo
35:52los arrastraría a todos. Su sobrina era su responsabilidad, su protegida. La culpa la salpicaría
36:00inevitablemente. Había llegado el momento de dar un nuevo golpe de autoridad, de demostrar la clase
36:07de mujer que era, dispuesta a todo por proteger su poder y su legado.
36:14Pero mientras los duques planeaban cómo sofocar las llamas, un secreto largamente enterrado salió
36:19a la luz, avivando un nuevo incendio.
36:24Matilde, en medio de su propia pena por la muerte de su hijastro Gaspar, encontró una caja de viejas
36:30cartas mientras ordenaba las pertenencias de su difunto esposo.
36:33Eran cartas de amor, apasionadas y secretas, entre su marido y Victoria, y en ellas, la revelación que lo
36:43cambió todo. Gaspar no era hijo de una amante desconocida. Gaspar era hijo de José Luis, el duque.
36:51Matilde sintió que el suelo se abría bajo sus pies.
36:54El hombre que había sido su esposo, el hombre que ella había despreciado por su infidelidad,
37:01había cargado con el hijo bastardo del duque para proteger el honor de Victoria.
37:07Y Victoria, la mujer que la había tratado con condescendencia, la que se erigía como un pilar de
37:13moralidad y rectitud, había tenido un hijo con su propio cuñado y se lo había ocultado a todos
37:18durante décadas. La revelación no sólo destrozaba su visión del pasado, sino que colocaba a Victoria en
37:26una posición de una vulnerabilidad extrema. Matilde ahora poseía un arma, un secreto capaz de destruir
37:34a la duquesa. La noche cayó sobre el valle, una noche sin luna, oscura y premonitoria.
37:39En la casa grande, las tensiones habían llegado a un punto de ebullición. Y en la casa pequeña,
37:48la guerra personal entre Mercedes y Victoria estaba a punto de alcanzar su clímax sangriento.
37:55Mercedes había sido un obstáculo desde el principio. Sabía demasiado, era demasiado leal a
38:00Rafael y Adriana, y su mera existencia era un recordatorio de Pilara, la hermana a la que
38:06Victoria había eliminado sin piedad. La duquesa, viendo cómo todos sus frentes se desmoronaban,
38:14decidió que la única forma de recuperar el control era eliminar la amenaza más inmediata y personal
38:19de la forma más radical posible. Si funcionó una vez, funcionaría de nuevo. Se vistió de oscuro,
38:28cubriendo su cabello con un pañuelo. Se deslizó fuera de la casa grande como una sombra,
38:34sus pasos silenciosos sobre la hierba húmeda de rocío. En su mano, oculto bajo el chal,
38:42llevaba un pequeño y afilado cuchillo, el mismo tipo de arma que se podría encontrar en cualquier
38:48cocina, un arma que no levantaría sospechas. Llegó a la casa pequeña. Las luces estaban apagadas,
38:56a excepción de una vela que parpadeaba en la ventana de la habitación de Mercedes.
39:03Esperó, oculta entre los arbustos, hasta que esa última luz se extinguió. El silencio era total,
39:10roto solo por el canto de los grillos y los latidos de su propio corazón, fríos y regulares
39:15como el de un réptil. Forzó la cerradura de la puerta trasera con una habilidad que sugería práctica.
39:22Entró en la casa, moviéndose con una familiaridad aterradora en la oscuridad.
39:29Subió las escaleras, cada peldaño un paso más hacia el abismo. Llegó a la puerta de la habitación
39:35de Mercedes y la abrió con un cuidado infinito. Dentro, Mercedes dormía. Su respiración era suave
39:43y regular. La luz de la noche que se filtraba por la ventana dibujaba su silueta vulnerable sobre la
39:49cama. Victoria se acercó, levantando el cuchillo. Su rostro era una máscara de odio frío y
39:56determinación. Iba a darle a Mercedes el mismo destino que a Pilara. Un final rápido, silencioso
40:04y definitivo. Levantó el brazo, la punta del cuchillo apuntando directamente al corazón de la
40:11mujer dormida. El acero brilló débilmente en la penumbra. El tiempo pareció detenerse. ¿Lograría
40:20su objetivo? ¿Llegaría alguien a tiempo para impedir la tragedia? ¿O sería el valle testigo,
40:25una vez más, de cómo la ambición de Victoria se cobraba una nueva vida en la oscuridad? El grito
40:31que estaba a punto de nacer o ser silenciado para siempre pendía de un hilo, tan fino y tenso
40:36como el filo del cuchillo que descendía en el silencio de la noche. Valle salvaje contenía
40:42la respiración, esperando el amanecer o una nueva marea de sangre.
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