Como si Margarita Robles no fuese parte del Gobierno Sánchez.
La ministra de Defensa, que fue cogida en un renuncio al insinuar que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, debía dimitir tras conocerse que tendrá que declarar como imputado ante el Tribunal Supremo, ahora alega que ella no es quien para pedir cuentas a nadie.
Dicho en plata. Ahora la "pájara", como se referían a ella Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, intenta ponerse de perfil y echar la pelota a otro tejado.
Carlos Cuesta, en 'El Análisis. El Diario de la Noche' (Telemadrid), dijo claramente que Robles no podía desentenderse porque fue su propio Gobierno, del que ella forma parte, quien nombró a ese fiscal general del Estado:
Dice, yo no soy quien para decirle que es lo que tiene que hacer. Sí, sí, porque usted es el Gobierno que lo nombró. ¿Cómo que no es quien? Los demás podemos decir lo que nos dé la gana, pero ellos que fueron el Gobierno que lo nombró, ¿cómo que no tienen el derecho a decirle? Evidentemente, porque fue una persona en la que supuestamente ellos pusieron su confianza para que ejecutara la mejor interpretación de la ley, y resulta que va a estar procesado por haber incumplido la ley de una forma clamorosa. ¿Cómo que no tienen nada que decirle?
Para el director adjunto de 'Libertad Digital', la situación que se vive con el fiscal general del Estado es absolutamente esperpéntica:
Y segundo, dice, todo ciudadano tiene presunción de inocencia. Ya, pero no todo ciudadano nombra al fiscal que va a estar en su propio juicio. Hombre, me da que es una diferencia notable. Es decir, va a ser la primera persona que va a ser el jefe de la persona que tendría que estar acusándole en un juicio. Es que es surrealista. Todo el mundo tiene presunción de inocencia. Ya, ya, pero no todo el mundo es el amo de aquel que debería acusarle y que en vez de acusarle le va a hacer la pelota.