Se establece que el Congo deja de ser una propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica para pasar a una colonia belga administrada por un gobernador. El rey cede el Congo a raíz de las denuncias internacionales sobre la brutalidad hacia los nativos africanos. La situación mejora para los congoleños, que serán colonia hasta su independencia en 1960.
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