A través de una cuidadosa recreación de los años 70 y 80, Corbijn logra sumergir al público en el mundo de Curtis, donde la música se convierte en un refugio y, al mismo tiempo, en una fuente de tormento. La atmósfera oscura y melancólica de Control refleja la lucha interna de Curtis, quien se siente atrapado entre su vida personal y su carrera musical.
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