Money Mad (Dinero maldito) [1908]

  • hace 3 años
Historia basada en el relato corto Just Meat, de Jack London. La figura central es un viejo avaro, que en la parsimonia es un Harpahon (referencia a la obra de teatro L'Avare "El avaro" que narra la historia del viejo avaro, Harpagón). Guarda su dinero en un sótano secreto donde encontrará la muerte. Primero lo encontramos pidiendo limosna en la calle; pasa una joven y se le cae su bolso, que el avaro recoge. Cuando ella vuelve para recuperarlo él la deja inconsciente y se marcha. Encontrando un generoso rollo de billetes en el bolso va al banco para cambiarlos por monedas de oro. Un par de matones son testigos de la transacción y de inmediato se infectan con la fiebre del dinero. Siguen al avaro hasta su casa, entran en el sótano mientras duerme y, cuando están apoderándose del dinero, se despierta. Se abalanzan sobre él y se le obliga a pagar el castigo de su codicia con su vida. Los matones van a su propio miserable tugurio presidido por una vieja bruja. La hacen salir de la habitación y se reparten el botín. Si bien la división es a partes iguales, cada uno es indigno de la parte del otro. Se retiran, ambos poseídos por el mismo pensamiento, cada uno esperando que el otro se duerma. Uno yace con una pistola en la mano; el otro con una daga. Por fin, uno se levanta para apuñalar al otro, pero recibe una bala en el pecho. Con un gran esfuerzo clava la daga en el corazón de su adversario y ambos caen muertos. El disparo atrae a la vieja bruja, que encontrándose a los dos muertos, se apodera de su botín y, frenética, lo derrama sobre la mesa. Al hacerlo, tira una vela encendida al suelo, que enciende la basura de paja y basura y el lugar pronto arde, incinerando a los tres. Un holocausto sobre el altar de Mammon.

«No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón [...] Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mammón».

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