Arruiné una boda gritando el secreto de la novia

  • hace 4 años
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Hola a todos, soy Jane, y tengo 16 años. Recientemente estuve en una boda elegante. Fue como si un lord inglés se casara con la hija de un rey. Pero la estropeé cuando grité una breve frase. Lo peor de todo es que tendré que pagar por eso. Pero, para que entiendas todo, necesito empezar desde el inicio.

Mi madre tenía un negocio de bodas. Estaba involucrada en la planificación de casamientos, desde la búsqueda del lugar y la decoración, hasta trabajar como administradora del evento. Desgraciadamente, no teníamos muchos clientes, así que ella ganaba muy poco dinero, y la vida era bastante dura. Además, nuestra familia estaba formada solo por mi mamá y yo, y no teníamos una figura paterna cerca para ayudarnos. Pero eso solo mejoró mi relación con mi madre. Desde la infancia, la ayudé con la decoración, las invitaciones y otras cosas pequeñas. Y siempre me ha encantado hacerlo. Cuando crecí, me involucré más en el proceso de organización, y me enamoré de esta profesión. Claro, estaba constantemente en contacto con personas felices y cariñosas que me cargaban de vibras positivas. Y, recientemente, tuvimos unos clientes con los que nos encantó trabajar y que también nos pagaron una gran cantidad de dinero.

Era una pareja encantadora, Dan y Joan. Eran jóvenes, apasionados, y venían de familias muy ricas. En nuestro primer encuentro, describieron su visión, y nos dimos cuenta de que sería la boda del siglo. Dios mío, querían alquilar un hotel de lujo, limosinas caras, y querían a Lana Del Rey para la música. Por cierto, dale “me gusta” si también te encanta ella. Además, la comida sería preparada por un chef de un restaurante con estrella Michelin, y un enorme equipo de filmación grabaría toda la boda. En resumen, ¡era una locura! Digo, en el buen sentido. Estas personas se amaban tanto que no escatimaron en gastos. Para ser honesta, estaba un poco celosa de la novia, porque era muy afortunada de estar con Dan. Ojalá tuviera un novio así... Bueno, me distraje por un segundo. Así que, mi madre y yo nos pusimos a trabajar. Ambas lo hacíamos como si fuéramos una oficina entera de empleados. Llamadas, correspondencia, correos electrónicos, reuniones... ¡No teníamos suficientes manos para hacer tantas cosas al mismo tiempo! Pero mi mamá y yo sabíamos exactamente para qué estábamos trabajando. Con nuestros honorarios, solo por esta boda, podríamos vivi

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