No sólo se vende para conseguir un dinero inmediato, sino que se compra como una inversión. A comienzos de la crisis los ciudadanos casi no pensaban en la inversión en oro. La fiebre por este metal comenzó con la recesión, pasando de los 10 millones invertidos entonces, a los 250 el año pasado. En la última década el precio del oro se ha multiplicado por seis.