Infarto cardiaco: Embolia

  • hace 16 años
En medicina, un émbolo ocurre cuando un objeto extraño es capaz de viajar por el torrente sanguíneo, de una parte del cuerpo a otra, pudiendo provocar la oclusión o bloqueo de un vaso sanguíneo de menor diámetro al del émbolo. El término fue usado por primera vez en 1848, por Rudolf Virchow. Se contrasta con un trombo, el cual es la formación de un coágulo dentro del vaso sanguíneo, en vez de ser transportado a un lugar distante, como es el caso de un émbolo.
Un émbolo que nace en el corazón—por ejemplo de un trombo de la aurícula izquierda a raíz de una fibrilación auricular o por un émbolo séptico de una endocarditis—puede causar obstrucciones en cualquier parte del cuerpo. Un émbolo que vaya a terminar en el cerebro, sea de origen cardíaco o carotídeo, con gran porbabilidad causará un derrame cerebral isquémico.
Los émbolos de origen cardíaco son eventualidades frecuentemente vistas en la práctica clínica. La formación de un trombo en una de las aurículas como consecuencia de un defecto valvular ocurre básicamente en pacientes con trastornos de la válvula mitral, en especial aquellos con estenosis mitral y fibrilación auricular. En la ausencia de una fibrilación auricular, la insuficiencia mitral por si sola tiene una muy baja incidencia de tromboembolismos. El riesgo absoluto de un émbolo por fibrilación auricular idiopática depende en otros factores de riesgo, tales como la senilidad, hipertensión, diabetes, insuficiencia cardíaca reciente o un previo derrame.
La formación de un trombo puede ocurrir igualmente en uno de los ventrículos y ocurre en aproximadamente 30% de los infartos de miocardio de pared anterior, comparado con solo 5% de infartos inferiores. Otros factores de riesgo incluyen una reducida fracción de eyección (<35%), la extensión del infarto, así como la presencia concomitante de una fibrilación auricular.

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