La diversidad genética confiere elasticidad. Cuando la base genética es amplia, los cultivos y el ganado pueden adaptarse a condiciones cambiantes. Esto es vital para los pobres que no disponen de los recursos para recurrir a fertilizantes químicos ni a pesticidas que protejan a los monocultivos contra enfermedades, plagas y calidad deficiente de la tierra. Esta información genética también proporciona la materia prima que utilizan los programas de reproducción para mejorar la productividad de cultivos y ganado, por ejemplo, gracias a rendimientos más elevados o a una mayor resistencia a enfermedades. También provee información (real y potencial) para las ciencias médicas (ver BB7) y la biotecnología. Este valor a menudo oculto de la biodiversidad genética lo ilustra el cultivo de cebada en California, que asciende a 160 millones de dólares de EE UU al año, al que, con la introducción de un gen de cebada etíope, se ha protegido contra el virus enano amarillo.